Ni Inuyasha ni compañía me pertenecen, aunque quisiera que fueran míos, no lo son, le pertenecen a la gran Rumiko Takahashi, yo solo los utilizo en mis locas historias.
Era una tarde fría y lluviosa en las afueras de España, en un denso bosque, una joven de pelo negro azabache va corriendo en medio de él, su ropa, al igual que sus manos y piernas están manchadas de sangre, sus ojos azul turquesa demuestran una increíble y profunda tristeza. En su corazón y en su mente tiene gravada una imagen muy tétrica y horrible, el de su familia asesinada. Aún recuerda como sucedió todo; una banda de ladrones que había huido de la policía estaba rondando por su casa, habían entrado a robar su humilde hogar, sus padres al percatarse de esto la encerraron en un closet que tenían, y ellos, incluyendo a su hermana salieron a enfrentarlos.
Su madre llamada Niuyenca, su padre Demian y su hermana Gardenia se dieron un tierno abrazo para reunir las fuerzas necesarias para salir a defender su hogar. De ahí, todo resulto fatídico, los ladrones al ver que la familia salía a enfrentarlos solo rieron y los asesinaron uno por uno a sangre fría, pero lo peor de todo fue que lo hicieron justo enfrente del closet en el que estaba escondida Kagome, su madre antes de morir volteo hacia donde estaba ella y le dedico una última y triste sonrisa. Cuando todo hubo terminado Kagome pudo salir de donde estaba encerrada y derramo todas y cada una de las lágrimas que hasta ahora había contenido
- ¡¿Por qué?- gritaba ella una y otra vez pero callo al escuchar la débil voz de su hermana llamándole, ella de inmediato se arrodilló frente a Gardenia y dejó que su cabeza reposara sobre su regazo.
-Kagome…Por favor…No permitas que el odio por nuestras muertes te consuma, sigue viviendo y se feliz por mi… me lo prometes?- Kagome ante sus palabras comienza a llorar de nuevo pero le contesta a su hermana
- Lo prometo Gardenia- justo después de estas palabras ella le dirige una última y sincera sonrisa, su pecho deja de respirar e irremediablemente muere en el regazo de Kagome
-¡HERMANA¡- su grito resonó por todo el bosque.
Y ahora se encontraba aquí, corriendo en medio del bosque con sus ropas ensangrentadas, huyendo de la cruel realidad, pero en su trayecto tropieza con una piedra y cae desmayada.
….
Ya han pasado 5 años desde aquella tragedia, desde que ella, después de estar lo que calcula durante dos días inconsciente, despierta en una cabaña abandonada sin nadie a su alrededor, desde que ella se mudó a Sevilla después de sepultar los cuerpos de su familia, y ahora, va de regreso a su antiguo hogar a recoger las pocas pertenencias que aún tenía en esa pequeña cabaña en medio del bosque, pero por lo pronto, va en el taxi que la dejara en el pueblo más cercano a su hogar…
Después de casi 5 horas de viaje Kagome llega a su hogar, observa todo a su alrededor y suspira, este lugar le traía tantos recuerdos tan dolorosos, poco después se pone a buscar sus cosas pero al abrir el closet, en medio de toda la ropa, escondido en una esquina, observa algo que brilla, lo saca y ve que se trata de un antiguo libro.
- Que extraño, no recuerdo que nosotros tuviéramos este libro aquí- pero se sorprende más al quitar el polvo del libro ya que en su portada su nombre está escrito en letras de oro, al abrirlo hay unas letras borrosas pero que aún se pueden medio leer y dicen ´´aquella que su nombre del cielo nocturno desciende estará condenada a vivir en soledad toda su vida, a menos que alguien logre romper este hechizo con…´´
-Co-como, como puede ser eso posible, a menos que qué puedo romper este hechizo- lanza el libro contra la pared- ¡POR QUE MADRE MÍA, PORQUE!- grita Kagome con el alma desgarrada, pero al volver a voltear su mirada en el libro ve que una hoja sobresale de el.
-Que, que es esto- recoge la hoja y descubre que se trata de una carta, enseguida la abre y comienza a leer:
Querida Kagome:
Si estás leyendo esto quiere decir que ya ha pasado tiempo de que morimos, pero tal y como te lo dijo tu hermana antes de morir, no permitas que el odio por nuestras muertes te consuma, sigue viviendo y se feliz, esto ya estaba escrito por el destino, tarde o temprano teníamos que morir al fin de cuentas, pero tú tienes que seguir viviendo, todavía tienes que enfrentar muchas cosas más, verás, nuestra familia era la encargada de proteger una famosa perla cuyo nombre es la shikon-no tama, esta perla es capaz de cumplir cualquier deseo, pero nuestro deber era evitar que esta cayera en manos equivocadas, ahora esta tarea está en tus manos, la encontraras escondida en el mismo baúl en donde encontraste el libro, y respecto a la parte faltante de la profecía la tendrás que descubrir por ti misma puesto que ni yo misma lo sé.
Se valiente y esfuérzate, no permitas que este mundo caiga en la desgracia.
Te quiere mucho, tu madre.
Al terminar de leer esta carta Kagome comenzó a llorar de nuevo, ahora más destrozada que antes, pero aun así acepto la misión que le había dejado su madre y busco la perla, efectivamente, si se encontraba en el baúl.
-Por qué mamá, porque mi destino tiene que ser tan cruel- decía mirando fijamente la perla y guardándola entre sus ropas
-Oye, tú, podrías dejar de lloriquear, me fastidias- dice un joven de tez era pálida, largos cabellos platinados, alto, fornido, su piel blanca como la nieve, las mejillas surcadas por unas líneas purpuras y en su frente tenía lo que le parecía una luna creciente, el rasgo más sobresaliente de aquel hombre eran los ojos dorados de este. Parecían de ámbar, tan fríos como el hielo, con aquel color inquietante e intenso, a pesar de la escasa luz. Sin duda, aquella combinación de rasgos le habría parecido interesante unos años antes.
- cállate estúpido, quien te crees que eres, tú no sabes nada de lo que me sucede- dice Kagome recalcando la furia en cada palabra pero con el pelo cubriéndole el rostro
– con quien crees que est….- dijo el apuesto joven pero alguien más lo interrumpió
- hermano, cuantas veces te he dicho que no debes discutir con cada gente con la que te encuentras- dice en forma de reproche una chica delgada, vestida con un kimono naranja, de unos nueve años, era pelinegra y tenía los ojos color almendra, muy alegre por lo que se podía notar
- querida hermanita, cuantas veces te he dicho que no me interrumpas cuando estoy hablando con las personas-dice el joven mirando a la niña con la mirada más fría que pudiera tener pero ella ni se inmutaba
–eso no es hablar oni-chan, a eso que estabas haciendo tú se le llama discutir- decía la pequeña sin percatarse que Kagome estaba empezando a guardar las cosas que tenía y se retiraba del lugar que por cierto era SU CASA, pero que al parecer ciertas personitas habían comenzado a discutir sin importarle su presencia
- ahora le pedirás disculpas a la señorita con la que estabas discutiendo y nos retiraremos de aquí, ¿entendiste?- dice ella señalando el lugar donde estaba Kagome pero sin voltear
- NO- contesta tajante el joven.
- Y por qué no hermanito- dice la niña levantando el puño con una venita estilo anime en la frente
- Simple, ella ya se fue- dice el muchacho comenzando a tomar rumbo hacia donde se dirigían desde un principio
- ¡¿Qué?- grito la pequeña niña al ver que la mujer con la que estaba discutiendo su hermano se había marchado sin que ella se diera cuenta.
Mientras tanto en un lugar alejado de ahí, se encontraba Kagome, de nuevo y sin poder evitarlo, corriendo en medio del bosque con pequeñas lagrimas que de nuevo comienzan a asomarse por sus hermosos ojos turquesa hasta que llega a un pequeño claro que era alumbrado por los últimos rayos del sol, a su alrededor solo había árboles, flores de diversos colores y unos cuantos animalitos que se escuchaban en la tranquilidad de ese lugar, se recuesta en un árbol donde todo esto se podía apreciar perfectamente y comienza a llorar en un tono más alto.
-Ja, la vida suele ser tan irónica, porque el destino no podía simplemente dejarme morir junto con mi familia evitándome todo este sufrimiento, sino que también se le ocurrió a no sé quién de allá arriba que de seguro me odia que todo esto es parte de una maldición para luego darme esperanzas vanas al no estar completa la frase…- suelta un largo suspiro- justo en estos momentos desearía tener a alguien que me abrazara y me consolara con dulces palabras, lástima que eso no es posible puesto que toda mi familia está muerta y los amigos que tuve en Sevilla no están aquí conmigo, aunque pensándolo bien, yo solo vivía una vida monótona, fingiendo ser feliz cuando en realidad no lo era, la mayoría de mis sonrisas eran falsas- dice esto mientras unas cuantas lagrimas surcan su rostro y ella sonríe de forma nostálgica mezclada con tristeza- como quisiera regresar el tiempo, justo antes de que todas estas desgracias comenzaran, donde yo era una niña feliz y no sentía esta tristeza que día a día va consumiendo mi alma aunque yo sé que es algo imposible de cumplir, desearía por lo menos poder romper este hechizo que tengo - dicho esto queda profundamente dormida en medio de sus lágrimas.
-será mejor que te cuides la espalda querida Kagome, por que muy pronto toda esa tranquilidad que has tenido se esfumara en un abrir y cerrar de ojos - se escucha una voz siniestra decir en medio de la oscuridad mientras ríe malévolamente.
Notas de la autora:
Bueno….pues como verán le hice unos cuantos cambios a mi historia….jejejeje….espero sus comentarios, sean malos o buenos…..aunque de preferencia buenos…bueno…sin más que decir…..nos vemos en el próximo cap.!
