Capítulo I- Desafíos.
Disclaimer: Ni Dragon Ball o sus personajes me pertenecen.
La palabra acoso era demasiado grande, demasiado... pesada.
Su deficinión era clara: perseguir sin tregua ni reposo para atrapar a una persona o cazar a algún animal.
La fémina golpeó su frente contra la mesa de su pupitre. ¡No era acoso suyo! Era simplemente... que detestaba que le mintieran.
El ruido de su frente al chocar con la madera fue seco. Pero, como cual loca, comenzó a golpearse una y otra vez, casi queriendo quedar inconsciente o dormida por la eternidad. No le importó si el profesor la sacaba de clases por hacer insistente ruido con su cabeza, quizás era lo mejor para calmar su instinto acosador hacia aquel joven de cabello negro.
No es acoso...
No es acoso...
¡Al diablo, si lo era!
Todo era culpa de Son Gohan.
Él había llegado a la preparatoria Estrella Naranja con claras intenciones de estudiar. A pesar de eso, Videl supo desde la primera vez que lo vio que no era un chico totalmente ordinario. Sus constantes escapes a sus preguntas, la distancia que había entre su casa y la escuela, la llegada del Guerrero Dorado que fue reemplazado casi de la noche a la mañana por el Gran Saiyaman... en fin, habían demasiadas cosas en él que la ponían a dudar sobre aquel joven.
Las paredes de su habitación estaban repletas de fotografías, recortes de periódicos e incluso algunas notas y fechas escritas por ella, todas indicaban y señalaban que el joven Son era el Gran Saiyaman.
¡Por supuesto que lo era! Y estaba segura de ello.
Pero mientras él continuara negándolo todo ella seguiría con sus constantes intentos de desenmascararlo y recolectando más pistas para que, cuando llegue cierto día en que lo encare con suficientes pruebas, él no pueda negarse a nada.
Alzó su mirada después de haber permanecido con la frente pegada al pupitre un largo rato.
Sintió un ligero ardor. Supo que era por los constantes azotes que se dio y comenzó a sobarse con suavidad mientras soltaba un ligero gruñido.
Llegaría el día en que sabría toda la verdad sobre Gohan y el Gran Saiyaman.
–Eh, Videl ¿cuestionandote nuevamente sobre que Gohan es el Gran Saiyaman? –le susurró Ireza. Tenía un semblante divertido, pues había estado observando a su amiga durante todo el rato.
–¡Es que lo es! –exclamó por lo bajo–. Y lo voy a demostrar.
–Gohan es un chico amable y bueno. Por otro lado no luce fuerte como para que sea el superhéroe enmascarado que dices que es...
Videl hizo algunas señas indicándole a su amiga que guardara silencio. La blonda asintió mientras mostraba una ligera mueca, señalándole que estaba exagerando puesto a que no había nadie en el aula desde hacía un buen rato debido a la hora de descanso.
–Hay muchos pájaros rondando, aunque no lo creas –dijo con tono fúnebre–. Además voy a probar que lo que digo es cierto, pero no negaré que igual lo quiero sólo para mi.
Rápidamente el semblante de Ireza cambió a uno malicioso.
–No me digas que..., ¿estás enamorada del Gran Saiyaman?
–¡No, no, no! –casi gritó mientras se ponía un tanto sonrojada–. Decir que estoy enamorada del Gran Saiyaman es demasiado porque..."
–Videl, ¿eso quiere decir que te gusta? –la hija de Satán se puso como tomate mientras Ireza soltaba una risa ahogada, sabiendo que con esa simple reacción de la ojiazul era más que claro todo–. Aunque Gohan tampoco es mala opción...
Y es que Ireza no llegaba a comprender del todo a su mejor amiga.
Estaba bien que ella tuviera sospechas sobre el chico nuevo, después de todo era muy intuitiva con las personas. Pero de eso ¿a llegar a odiarlo sólo por suposiciones que podían ser falsas? Eso no lo toleraba ni un poco siquiera pese a ser su mejor amiga.
Desde que Gohan llegó a la institución siempre se mostró como un chico tímido y sin malicia, cosa que la blonda no dudaba ni un poco.
¿Entonces que había pasado en aquel banco para que Videl dudara tanto de él?
–¿Un chico mentiroso es buena opción?
La hija de Mr. Satán hostigaba demasiado al pobre azabache con sus constantes y repetitivas preguntas. No importaba de que tema fuera, inclusive si pasaba una mosca volando ella lo usaba como pretexto para molestarlo.
Incluso se daba cuenta de que Gohan ya no encontraba manera de eludir a su mejor amiga, a pesar de ser llamado...
Mentiroso.
–Eso es un argumento sin fundamento alguno, y lo sabes bien... –dijo la blonda con seriedad–. ¿Aún piensas seguir con lo mismo?
–Voy a demostrar que lo que digo es verdad, Ireza –respondió segura de sus palabras–. Aunque no estaría nada mal que él lo revelara sin necesidad de que yo lo obligue.
–¿Que revele qué, quien? –había cuestionado el susodicho con voz inocente mientras cruzaba el umbral de la puerta acompañado de Sharpner, quien lucía cansado y confundido... al igual que Ireza.
Posiblemente había tenido la misma charla inocentona con Gohan.
–¡De que tú eres el Gran Saiyaman! –gritó–. ¡Aún no sé cómo ni cuándo, pero lo haré!
–Por favor, Videl...detente ya con eso –suspiró Gohan–. En dado caso de que fuera cierto me gustaría que lo probaras...
La hija de Mr. Satán lo miró incrédula, al igual que Ireza y Sharpner. Gohan no actuaba así. ¡No era normal! Sin embargo tanto Ireza como Sharpner lo dejaron pasar pues al parecer el azabache estaba molesto y quizá así Videl relajaría un poco sus cuestionarios. Empero sólo la alteró más, pues lo tomó como invitación a una guerra.
–¡Lo haré, Son Gohan! –bufó cruzándose de brazos–. ¡Y haré que se lo confieses a todos!
–Si...como digas –dijo socarronamente–. Quizás algún día...
–De acuerdo, ya es suficiente –Ireza notó con sorpresa la intromisión de su novio, cuando estaba dispuesta a ayudarle a calmar a sus amigos pelinegros notó como éste le guiñaba el ojo con cierta complicidad y, con ello, supo que tenía un plan en mente. Sharpner continuó aprovechando que sus dos amigos habían guardado silencio y le observaban–. Por lo visto quieren competir déjenme proponer algo. Será sin trampas, una superación de ciertos desafíos...
–¿Desafíos? –interrogó la ojiazul con extrañeza–. ¿Qué carajo significa eso?
–Nada de malas palabras, Videl. Sólo será una sana competencia que tendrá dos participantes: a Gohan –miró al azabache quien observaba todo con gesto serio–. Y a ti, por supuesto.
–Espera, Sharpner, no lo comprendo... –intervino Gohan mientras intentaba apaciguar un poco su molestia contra la hija de Mister Satán–. ¿Qué clase de competencia sería?
–Serán un total de siete retos, impuestos por Ireza y yo... –habló con seriedad–. Quien gane más desafíos aceptará la victoria del otro sin chistar y la supuesta verdad que están discutiendo...
–¿A qué te refieres? –dudó Videl.
–A que si Gohan gana, lo dejarás en paz con eso del Gran Saiyaman, si tú ganas... puedes seguir insistiendo.
–Entonces así estaremos felices y tranquilos –intervino la blonda con una sonrisa–. Eso espero... –murmuró.
Finalmente Sharpner decidió cerrar el trato haciendo la pregunta decisiva: –¿Están de acuerdo?
Ambos pelinegros se miraron por un pequeño instante para después desviar la mirada y cruzarse de brazos. Asintieron, para satisfacción y relajación de los rubios.
Ireza chocó sus palmas mientras que Sharpner se dirigía al pizarrón y, tomando la tiza, escribió el primer desafío que ambos tendrían.
1._ Un contacto con la madre naturaleza.
Continuará...
