No soy propietario de oregairu, y el siguiente fic solo son los delirios de un fan :v

Capítulo 1

Y sin quererlo en su niñez lo salvo.

Un joven Hikigaya hachiman se encontraba de pie frente a su escritorio teñido por oraciones despectivas hacia su persona, su mirada vacía junto a la peculiaridad de la genética de sus ojos le daba una apariencia de muerto mientras observaba a su alrededor, contemplando las sonrisas de Cheshire de sus compañeros de curso, unas más disimuladas que otras, y una sola pregunta pasaba por su cabeza, ¿Por qué le pasaba esto a él?, se había matado estudiando para para ganarse una beca de estudio en el extranjero, en un intento de huir de su escuela anterior, se suponía que esta vez sería diferente, se suponía que por lo menos esta vez podría hacer amigos, o eso le había dicho su madre, y ella rara vez le mentía, entonces, ¿Por qué la historia se repetía?, él le diría a su profesor, y este como lo había echo ya en el pasado, pondría una falsa preocupación y amonestaría a sus compañeros, mas no haría nada en realidad, y su queja hacia el maestro solo encendería el fuego de la ira de sus matones, que sin un verdadero castigo no se detendrían, o incluso como había estado haciendo recientemente, lo ignoraría directamente.

En cuanto a decirles a sus padres, ya lo había intentado, y el resultado fue una reunión con los padres de los principales causantes de su ostracismo, pero al día siguiente recibió una paliza de parte de 5 de los amigos de sus matones, con una amenaza final que volvería a suceder si se atrevía a delataros de nuevo, ese día llego a su casa con múltiples moretones en su cuerpo y rostro, intentando pero sin éxito de ocultarlo de su madre, mi madre en correa por ver como uno de sus pequeños retoños fue maltratado, quería ir directamente a las autoridades para poner una denuncia, más yo en mi temor que la situación se repetiría negué todo e insistí reiteradamente que fue solo un accidente al caerme de las escaleras, ella nunca lo creyó, pero ante mi negativa, no pudo hacer nada, soy un cobarde, tal vez por ello merezco tal trato.

Los días se habían tornados en una rutina demasiada larga y en ocasiones me negué a asistir a la escuela, pero no podía hacer nada tenía que asistir tarde o temprano, por lo menos no tendría que aguantar mucho ya que según su padre volverían a Japón a mitad de año.

(suspiro)

=No te preocupes eres Hachiman el dios de los guerreros, no debes mostrar debilidad no debes muestra que te afecta, eventualmente se cansaran=

Cabizbajo musito para sí mismo en un intento de auto convencimiento de que las cosas mejorarían, mientras una pequeña lagrima descendía por su mejilla y así tomando asiento espero a la llegada del profesor.

Una vez llegado el receso se levantó lo más rápido posible de su asiento, no estaba huyendo, solo era una retirada estratégica, por el rabillo de sus muertos ojos, pudo divisar a algunos de sus comunes matones hacer lo mismo, al igual que una banda de chica levántense para rodear a un chico rubio de su clase, ese chico era japonés y su amiga con la que siempre andaba igualmente, sus nombre se me escapa actualmente, nunca he sido bueno con los nombres después de todo, siendo los únicos japoneses de la clase intente acercarme a ellos y ser su amigo, la palabra clave aquí es intento, ya que éramos muy diferentes entre sí, no solo emocional, físicamente sino también económicamente, y fui rápidamente despreciado por una sonrisa falsa del chico y un comentario mordaz de la morena de su amiga, después de eso incluso las chicas de su clase comenzaron a molestarlo.

Rápidamente me dirigí al último escondite que había logrado encontrar, era la cabaña del conserje que se encontraba detrás de la escuela, a la cual había encontrado una forma de entrar a través de una abertura en su lateral que estaba cubierta por los matorrales, aquí estaría a salvo.

-adonde se metió ese bastardo de Hikifrogy-

Escuche a uno de los matones exclamar desde fuera.

-y yo que diablos voy a saber, solo lo vi correr por aquí-

Respondió otro.

- ¡tch!, esa maldita cucaracha es buena escondiéndose-

-vayámonos hay que seguir buscándolo-

(suspiro).

Se han ido, ya podre relajarme, tomando de mi bolsillo saque el manga de los caballeros del zodiaco que siempre cargaba conmigo, ya estaba en la saga de las 12 caza, Saorí iba en camino a encarar al patriarca, junto con la escolta de Seiya, Shiru, Hyoga y Shun, antes de ser apuñalada a traición por Ptolemy de Sagitta que estaba fingiendo ser un guía, ahorra les tocaba a nuestros héroes desafiar las 12 casa y a sus caballeros defensores para salvarla, la confianza es verdaderamente un arma de doble filo, si no se hubiesen confiado de ese guía hubiesen tenido oportunidad de defender a Saori.

En todo caso ser un caballero, debe ser realmente increíble, tener la fortaleza tanto mental como física para defenderse y aquellos a los que quieres, pero sobre tener un propósito fijo por el que luchar, ojalá yo fuera también un caballero, así no tendría que estar huyendo.

El disruptivo sonido de la puerta de saco de mis pensamientos, hay pardo en la entrada del cobertizo se encontraba el conserje, un hombre larguirucho entrado ya en los 40, de tés pálida y mocha cabellera.

- ¡oh!, ¿pero que tenemos aquí? -

Cuestiono retó-ricamente el conserje mientras esbozaba una sonrisa depredadora, solo una cuestión cruzo mi mente, ¿Qué hacia el allí?

-l…lo siento no quise irrumpir sin permiso, pe…pero ya me voy-

Respondí con voz entre quebrada, no me gustaba la atmósfera opresiva que se había creado tan repentinamente.

- ¡oh!, pero porque tanta prisa-

Cuestiono con tono burlón, cuando estaba intentando salir.

=no me gusta esto=

Pensé con temor en mente, apenas el eco del resonar de la puerta cerrándose concluyo me lance rápidamente hacia el agujero por el que había entrado, en un intento de huir de aquel lugar, mas fue inútil, sujetándome por mi talón me arrastro de nuevo adentro del cobertizo, y colocándose sobre mi inmovilizándose.

-vamos no hay que tener miedo, te he estar visto entrando a hurtadillas desde la semana pasado, me debes el hospedaje, así que divirtámonos un poco quieres-

-n..no, no por favor no lo volveré a hacer, por favor déjeme ir-

Suplique entre llanto, tal acto solo hiso que la sonrisa nublada por la luz que entraba por la ventana fuera más espeluznante que nunca.

- ¡oh!, no te preocupes pequeño, puedes venir cuando quieras, aunque te confieso que no eres mi tipo, eso ojos que tienes no son muy agradables de ver, preferiría a ese rubio niño bonito, pero como dicen, a caballo regalado no le veas el colmillo-

Su sonrisa se había convertido en una macabra risa, mientras introducía levantaba mi camisa, acariciando mi escuálido cuerpo con manía depredadora, yo por otra parte ya me había resinado a lo que iba a suceder, y lo único que pude a ser fue llorar.

- ¡bam! –

El disruptivo tronar de un golpe hacia el cobertizo, atrajo a atención mía como la de mi atacante,

- ¡quien anda ahí! -

Vociferó mi atacante.

-miau-

Llego una breve respuesta.

-un gato-

Se dijo así mismo mi atacante, bajando su guardia, acción que no me pasó desapercibida, y aprovechando la apertura, le propina a mi atacante un rodillazo en el orgullo de todo hombre.

-bastardo-

Me dijo el conserje con tono un tanto chillón, mientras se revolcaba en su propio dolor, apenas me libré de mi captor huí como alma que lleva el diablo, corrí hasta que mis piernas no dieron para más, y seguí corriendo, eventualmente llegué a la azotea de la escuela mi segundo lugar seguro, ya que la cerradura estaba dañada y casi nadie lo sabía.

-Por qué, porque siempre me pasan cosas malas solo a mí, porque yo que echo mal-

Me dije entre sollozo mientras me acurrucaba en posición fetal en la azota del colegio, me sentía sucio, y así derramé todas las lágrimas que no había soltado en todo este mes.

Solo quería que me quisieran, poder hacer amigos y tener una vida escolar normal, era demasiado pedir.

-tal vez, tal vez si lo sea-

Me respondí mientras observaba la reja que cercaba la azotea, no era muy alta solo unos 1.5mts podía saltarla con facilidad, el edificio es de 3 pisos, no debería sentir nada si saltara desde aquí, si tal vez debería terminar con todo dolor, levantándome he ignorado el timbre que marca el final del receso, me dirigí hacia la reja y la salte, colocándome en el borde de la azotea, solo un paso me separaba del final de todo este dolor, solo un simple paso, pero antes que pudiera darlo, el sonido de la puerta abriéndose capto mi atención.

-que se supone que estas asiendo, vamos la campana ya sonó-

Y allí parada en toda su gloria, mi compañera de curso de cabellera morena y tés blanca cono como un manto níveo, y de rasgos sin duda japonés, Yukinoshita Yukino, por fin pude acordarme de su nombre, pero más importante que hacia ella aquí.

-que espera regresemos antes que el profesor se moleste-

Me dijo con una obviamente actuada familiaridad.

-no quiero-

Respondí cabizbajo, no quería verla, sobre todo por esa grotesca familiaridad con la que había salido de la nada, cuan en reiteradas ocasiones me había dejado en claro que no podíamos ser amigos, que hacía de todos modos ella allí, pero para mi sorpresa ella había aprovechado mi debate mental, acercándose me y tomándome por la muñeca asiéndome que la encarara, era hermosa no lo podía negar, pero sus ojos zafiros un tanto hinchados y rojizos captaron mi atención, había estado llorando.

-vayámonos si no quieres que le diga a tus padre-

Mis padres, mis padres, Komachi, me había olvidado de ellos, que estaba pensando hacer.

-está bien vayámonos, pero podrías soltarme antes-

-estas seguro-

-si-

Con eso dicho ceso su aprensión de mi muñeca y ambos nos dirigimos al salón de clase, al llegar el maestro solo nos miró breve mente, (miro diría que solo miro a Yukinoshita san), antes de mandarnos a nuestros asientos, desde hay observe como Yukinoshita nova su lugar justo al lado de Hayama, pero había algo extraño, las miradas de las chicas eran extremadamente hostiles hacia Yukinoshita, había pasado algo, si no recordaba mal, aunque Yukinoshita no se llevaba muy bien que digamos con las chicas del salón, nunca llegaría a tal hostilidad, y entonces pose mi atención en Hayama, y al observar su tensa sonrisa y su escritorio lleno de chocolate, sufrí una epifanía, hoy era el día de san Valentín, y Hayama era el interés romántico de todas las féminas del salón, y todas deberían estar celosa y molestas por la cercanía de Yukinoshita con Hayama, y una mujer celosa e irritable no tendrá ningún miramiento de destruir la fuente de su molestia, para poder ponerse en la mira del macho elegido, suma eso por las 20 niñas del salón, y tendrás el resultado actual.

Esto era malo, Yukinoshita era actual mente el blanco de todas las mujeres del salón, que debería hacer, no es como si me importara ella, pero me acababa de salvar, y se lo devisa, pero que podría hacer yo, solo era un perdedor, ojalá fuera como uno de los caballeros del zodiaco, fuerte y con confianza en sí mismo, así podría hacer algo, los caballeros, eso es, los caballeros de acero, aunque solo son un relleno de toei, ellos a pesar de no haber nacido bajo la protección de una constelación o la protección de una diosa lograron poner en apuro a los protas, y eran unos perdedores desde el principio, no, fue porque fueron perdedores que me sorprendieron tanto cuanto encararon a los de bronce, y es porque soy un perdedor con años de ostracismo en mis hombro que hay algo que yo, y solo yo poder hacer.

- ¡escúchenme bien todo, en especial las putas yeguas en Celo de este salón! -

-a quien llamas yeguas en celo bastardo Hikigerme-

Como lo esperaba el reclamo no se dio a esperar, bien mi malvado plan está en acción, me dije a mi mismo mientras enrollaba en mis dedos mi mostacho imaginario.

-Hikigaya tome asiento lo llevare a la oficina del director una vez se acabe la clases-

Jojojo tan predecible querido maestro.

-cállese viejo lesbiano, a todas las putas del salón, para proclamar mi amor más allá de esta nación, para exaltar los bienes de la verdad y el amor, yo Hikigaya, declaró que estoy que estoy anonadado por la belleza de la ninfa de este salón, Mónica-

Me dirigí hacia una niña rubia que se encontrar detrás de Hayama, con movimientos exagerado y algo cómico, por el rabillo del ojo pude ver alguno de mis matones grabando, pero ellos no importaban ya, ella era la segunda más bella después de Yukinoshita y la más popular de todas.

-en este sacro días, y con todas estas mujeres de ínfima belleza en su comparación a voz, hoz declaró mi amor, por favor saldría conmigo-

Y como guinda del pastel hice una reverencia de 90 grado, con mirada de soslayo divisé las miradas de enojos de las mujeres hacia mi persona, y la mirada de asco que tenía Mónica en sus ojos esmeraldas, ya sabía su respuesta.

-qué asco siquiera que lo preguntes claro que no ni en un millón de años Hikifrogy-

Respondió Mónica con todo el veneno que pudo reunir, huy que duro me burle internamente, y como esperaba las múltiples burlas de tanto niños como niñas al salón no se dieron a esperar, bien concéntrense en mí, ahorra yo soy el mayor blanco de burlas de tanto niño como niñas por igual, y aunque no detenga del todo las molestias hacia Yukinoshita, por lo menos atenuare la carga sobre sus hombros lo más que pueda, perdón y gracias, (el sonido de las burlas se volvía sordo), me diste una razón por la cual esforzarme, no permitiré que nadie pase por lo mismo que yo pase, aunque signifique tener que llevar toda la carga yo mismo.

-Oni-chan, levante que es tu primer día y debes llegar temprano, vamos Oni-chan a levantarse-

Abriendo mis ojos lentamente para acostumbrarme a la luz, lo primero que vi fue a mi preciosa hermana, montada a horcadas encima de mí.

-sí, sí, sí, ya me levanto, ¡ah! Y buenos días Komachi-

Si eso fue hace mucho tiempo, pero aún me persigue ese sueño.