Cristales rotos.

Chris lo ha dejado solo. Se ha ido y Leo le comprende. No, en realidad no lo hace, le odia por hacerlo. Por destruir su intento de minimizar lo pasado, de hacer borrón y cuenta nueva, de relegar ese error en segundo plano y empezar de nuevo.

Solo que ese error no es un error, es la cruda verdad.

Fue un mal padre.

Y Chris tiene todo el derecho a odiarle.

Intenta racionarlo, eso no ha ocurrido, es el futuro. Excusas. Chris lo vivió para él es real y Chris le odia. Intenta negarlo, debe haber una explicación, tú nunca serías tan mal padre. Pero duda y con esa duda es suficiente.

No odia a Chris.

Se odia a sí mismo.

Y tiene toda la razón del mundo al hacerlo.

Durante seis meses se ha dicho cada noche que hacía lo correcto, lo mejor para el mundo y su familia. Que era un sacrificio necesario para el bien supremo.

Hipócrita.

Abandonó a su familia. Conocía la advertencia de Chris y se negó a creerla. Ni siquiera confiaba en el mismo Chris. Había muchas cosas que no tenía claras. Muchas preguntas a las cuales dejó de buscar respuesta. Era peligroso y se fue. Los amaba y juro protegerlos. Aún así les abandono.

No se merece su perdón.

Pero se enfada si alguien no se lo concede.

Si le escupe la verdad a la cara.

A su defensa podría alegar que luchó, peleo miles de veces. Cientos de discusiones con Gildeon y con los otros, quería regresar, les dijo. Pero no lo hizo. No puedo vivir sin ellos, les rogó. Pero no encontró tiempo ni siquiera para contemplarles desde arriba. Observar, aunque fuera de lejos, que estaba pasando.

Y ahora todas sus mentiras se han vuelto contra él.

Golpeándolo en la cara.

Literalmente.

Le han curado las heridas de la piel, no hay remedio para las de su corazón. Estas sangran, duelen y escuecen. Duda que nunca vayan a cerrarse- No han sido los golpes o las palabras, lo que las han provocado. Han sido sus ojos, los años de sufrimiento y abandono que reflejaban. Como dos puñales, unas pruebas infalibles, un jurado inapelable. Nunca pensó que él pudiese ocasionar tanto daño, hacer tanto mal. Pero lo ha hecho, a su propio hijo.

A su propia sangre.

No es un mal padre.

Es el peor padre del mundo.

Pensó que hacía lo correcto, en serio creyó que era lo mejor. Que servía el bien supremo.

Se equivocó.

Completamente.

Y ahora se pregunta si siempre ha estado equivocado, si no tiene que replantearse toda su escala de valores. Se enamoró, tuvo un hijo. Dos. Tiene que aceptar las consecuencias, los cambios que suponen.

Antes estaba seguro de sus decisiones.

Ahora todo se ha desmoronado.

Busca a ciegas una luz para seguir.

Aún así quiere luchar. Por Piper, por Wyatt, por Chris. Tiene que cambiar las cosas, demostrarles que puede ser un buen padre. Demostrarse a sí mismo que puede hacerlo.

Tiene que creer que puede serlo.

No puede fallar, no puede equivocarse.

Otra vez no.

No soportaría volver a ver esos ojos tan heridos y sin esperanza.

Esa misma mañana aunque ahora parecía hace mucho tiempo, en un vida distinta y más fácil, Leo se miro al espejo. Solía hacerlo cada mañana.

Siempre creyó ver a un hombre bueno.

Ahora busca su reflejo entre cristales rotos e imágenes deformadas y monstruosas.

Puede que reflejen mejor la realidad.