En mis sueños

Cae la noche en el palacio de Versalles, los turistas se han marchado, no queda nadie más que los guardias que cuidan de que, el que una vez fue el lugar más majestuoso de su tiempo, siga conservándose como el museo que es ahora; solo ellos quedan, ellos y la sombra de un hombre que recorre sus habitaciones como lo hiciera en la época de la Reina María Antonieta, cuando formaba parte de la desaparecida Guardia Imperial.

-Mi amada Comandante, han pasado siglos desde la última vez que contemplé tu hermoso rostro, de que escuché tu gloriosa voz, que besé tus delicados labios… mi amada, ¿por qué el destino hizo esta cruel jugarreta, negándome la muerte para aliviar este dolor? – decía entre susurros Girodelle mientras contemplaba uno de los retratos de los otrora comandantes de la Guardia Imperial.

Habían transcurrido más de doscientos años desde que Oscar había sido asesinada durante la Toma de la Bastilla, allá en el año 1789. Doscientos años en los que Víctor Clemente, la llamaba cada noche anhelando la muerte para poder encontrarla de nuevo… "Oscar, Oscar por favor no te vayas, por favor… no me dejes".

-o-o-

Olivia despertó perturbada, nuevamente había tenido esos sueños extraños en donde alguien la llamaba con urgencia y dolor, pero no usaba su nombre, extrañamente la llamaba "Oscar". Eran demasiadas cosas las que estaban sucediendo en su vida; no eran solamente las pesadillas, eran esos seres extraños que veía en las noches y las historias que contaban los mayores, historias de entes nocturnos, que sedientos de sangre atacaban a aquellos que se atrevían a pasear por las oscuras y solitarias calles de París.

-Hortense, ¿qué pensarías si te digo que he tenido pesadillas recurrentes y que veo seres extraños? - preguntó a su hermana.

-¿Qué clase de pesadillas? - respondió la aludida de forma adormilada pero seria, la joven había despertado a causa de los ruidos que emitía Olivia en sueños.

-Alguien me llama, aunque no usa mi nombre, me llama Oscar, pero sé que es a mí a quien busca, y aunque trato de huir siempre está detrás de mí llamándome... "Oscar, Oscar por favor no te vayas", y luego despierto. Siempre es lo mismo - dijo Olivia viendo a su hermana.

La joven de cabellos castaños sabía que su hermana jamás inventaría cosas para llamar la atención, de hecho, siempre se caracterizó por ser demasiado seria y comprometida con lo que su padre esperaba de ella, así como también estaba segura de que la joven tenía una clase de don especial, nunca lo dijo abiertamente, pero su abuela le había contado que al nacer Olivia, la pequeña traía consigo una especie de marca del destino, un deseo pendiente, un llamado del más allá que imploraba ser atendido.

-Quizá sea hora de que veas algo hermanita - le dijo Hortense a la vez que extendía su mano indicando que la siguiera.

Aprovechando la noche y que la casa se encontraba en total silencio, ambas jóvenes se dirigieron al desván de la casa, no temían ir a ese lugar puesto que solían jugar allí desde muy pequeñas. Hortense rápidamente se dirigió a un gran baúl, Olivia lo reconoció de inmediato, eran las cosas de su abuela. La joven de más edad le extendió una especie de diario su hermana.

-¿Por qué me das esto? - preguntó Olivia con cierto recelo

-Porque es para ti, la abuela me dijo que cuando "alguien te llamara Oscar" debía dártelo, ella decía que ese es tu verdadero nombre, nunca pensé que realmente pasaría, pero ya sabes… la abuela tenía un don... ¿lo tomarás o no?, es un regalo de ella al final - dijo en un tomo firme.

-¿Lo has leído? - preguntó Olivia a la vez que abría el gastado cuaderno.

-Un par de veces, sabes que la abuela nunca me ocultaba nada - dijo esbozando una orgullosa sonrisa.

En las primeras páginas se leía lo siguiente:

"Mi querida Olivia, cuando leas esto quizá ya no este contigo, y no sabes cómo lamento no poder apoyarte ahora que empezarás a descubrir tu destino. Desde que viniste al mundo supe que algo especial estaba en ti, así que escribí estas páginas como una forma de guiarte, nunca dudes de tu fortaleza y poder, eres más fuerte de lo que crees. Con amor, tu abuela Camile"

Rápidamente la joven empezó a ojear las páginas, en ellas estaban escritos detalles que la quinceañera sólo había visto en sueños... no cabía duda, esos no eran sueños, eran recuerdos, recuerdos de una vida pasada, pero ¿qué eran esos seres extraños?

-Y bien "Oscar", ¿por dónde empezamos? - Hortense observó a su hermana con un aire de complicidad.

-Consiguiendo un par de estacas - respondió Oscar con una satisfactoria sonrisa.

-o-o-

(10 años después)

-¡Auxilio! ¡Alguien ayúdeme por favor!

Una joven rubia corría desesperada por los callejones de París tratando de huir de aquel extraño que la perseguía; no, ese no era un hombre, era un monstruo. La joven corrió hasta encontrar un lugar donde refugiarse, cuando fue brutalmente acorralada.

-Serás mi cena - dijo el hombre relamiéndose amenazante sobre el cuello de la muchacha, de pronto, un fuerte golpe lo hizo soltarla.

-Lamento interrumpir, pero la dama no parece estar de acuerdo con tu propuesta - dijo Oscar al momento de propinarle otro fuerte golpe.

Cuando el monstruo se abalanzó feroz hacia ella, Oscar empuñó su espada atravesándolo, haciendo que éste se deshiciera como cenizas ante ella.

La joven, que observaba todo, no podía salir de su asombro, rápidamente Oscar fue hacia ella y extendiendo una mano para ayudarla a levantarse le preguntó - ¿estás bien?

-Sí, muchas gracias – respondió, quedando maravillada ante los azules ojos de su salvador - me ha salvado la vida, es usted muy valiente señor.

-¿Señor...? Jajajajaja toma una mejor vista de mí, puedo no parecerlo, pero yo también soy una mujer. Una joven tan delicada como tú no debería de andar sola por las calles de París… no es seguro ya lo comprobaste - contestó la cazadora.

En ese momento, un grupo de personas comenzó a acercarse hacia donde ellas estaban, por lo que Oscar rápidamente se dispuso a alejarse del lugar.

-Amelie... - dijo la joven en un tono temeroso - me llamo Amelie.

-Soy Oscar - diciendo esto se marchó.

-Señorita ¿se encuentra bien? - preguntó uno de los hombres que se había acercado.

-Sí - contestó Amelie - un ángel me salvó.

Cerca de allí había dos figuras que nadie había visto.

-Creo que tenemos competencia André - dijo uno de ellos.

-Prefiero pensar que es un aliado, ya sabes lo que dicen Alain "el enemigo de mi enemigo, es mi amigo"- respondió el aludido - ahora sólo tenemos que averiguar de quién se trata.

Ambos hombres se dispusieron a seguir a aquel misterioso cazador, André se adelantó cuando le vio entrar en un callejón pero no lo encontró, de pronto, fue acorralado contra la pared con una afilada daga sobre su cuello.

-¿Quién eres y qué buscas? – preguntó Oscar

Fue en ese momento en que sus miradas se cruzaron y ambos sintieron como algo desconocido fluía entre ellos, era la sensación de ya haberse conocido, pero ¿Dónde?, ante esa sensación, Oscar recordó lo que decía el cuaderno de su abuela "Quien tiene un alma gemela y tiene la dicha de encontrarla, siempre volverá a verla en su siguiente vida y será como si nunca se hubiesen separado".

Sin soltarlo, y sin dejarse distraer con la extraña sensación, Oscar insistió ante su prisionero – Te hice una pregunta, ¿Qué quieres?

-Calma amigo, será mejor que sueltes a mi colega o me veré obligado a lastimarte y créeme no te agradará el resultado – dijo Alain poniendo un cuchillo en la espalda de Oscar.

-Dos contra uno, muy valientes – dijo, aprovechando la agilidad adquirida por los constantes entrenamientos a los que se había sometido, deslizó rápidamente una pierna hacia Alain haciéndolo caer y usando a André como escudo humano, realizó nuevamente la misma pregunta, pero esta vez en plural -¿Qué quieren y qué es lo que buscan?- gruñó sin paciencia.

-No queremos lastimarte, somos aliados… Mi nombre es André y mi compañero se llama Alain, ambos somos cazadores y por lo visto tú también lo eres… amiga.

-Amiga, ¿no me digas qué es una chica? – Preguntó con sorpresa Alain - ¿Por qué te vistes como hombre?

-Para evitar a los idiotas como tú – respondió secamente Oscar sin soltar a André.

-Alain, baja tu arma por favor, no nos hará daño, si quisiera ya estarías muerto… su compañera te está apuntando con una ballesta desde que te acercaste a ella – dijo André tratando de tranquilizar a su aliado.

-¡Vaya, vaya! ya veo quien es el cerebro aquí – expresó Oscar en un tono burlesco

-Escucha, me quitaré las armas y las pondré lejos – dijo André – solo quiero que hablemos, como te dije, no somos tus enemigos, solamente teníamos curiosidad. No sabíamos que había otros cazadores en París.

-¡Rayos Oscar, ya suéltalo! – Dijo Hortense mientras se acercaba a la escena - no nos harán daño, están de nuestro lado.

-¿Oscar? ¿En serio te llamas Oscar? – dijo entre carcajadas Alain

-Para empezar las preguntas las hace ella – le contestó Hortense apuntando nuevamente la ballesta hacia Alain – y su nombre no entra en esta discusión.

-Ya entendí, ya entendí, cerraré la boca – dijo Alain dejando su arma y haciendo el gesto de rendición en el suelo.

-De acuerdo, te soltaré, pero solo porque le agradaste a mi hermana –Oscar habló en tono burlón mientras soltaba a André

-Como te dije, somos cazadores y nuestro único propósito es eliminar esas plagas de la ciudad, no sé en qué momento aparecieron tantos, de niño recuerdo las historias que contaban pero nunca vi uno, al menos hasta que cumplí los 20 años. Si no fuera por mí entrenamiento militar no podría detenerlos– dijo André, en un ataque de verborrea y sin poder apartar la vista de Oscar. No podía entender qué era esa sensación extraña que le invadió al verla.

-Bien, mi amigo ya les dijo quiénes somos ahora les toca a ustedes señoritas, no es justo que no sepamos frente a quienes estamos

-Soy Oscar, y sí. Así me llamo - dijo mirando con seriedad a Alain - a diferencia de ustedes no busco exterminarlos, sólo los quito de mi camino y lo mismo estoy dispuesta a hacer con cualquiera.

-Que se me hace que no nos estás diciendo todo - respondió Alain un tanto molesto - no quieras tomarnos el pelo, Oscar - dijo esto último usando un tono sarcástico.

-Mejor déjame las presentaciones a mí hermanita, soy Hortense - dijo poniéndose al frente - y no buscamos exterminarlos a todos, solamente a uno, es el líder de ellos… y cuando lo encontremos y acabemos con él o ella todos los demás serán pan comido, por lo visto tenemos un propósito bastante similar, creo que una cooperación no nos vendría mal.

-No inventes, es hora de irnos - Insistía Oscar a su hermana, la joven solo quería alejarse puesto que no dejaba de sentirse extraña ante esa sensación que le invadió al ver al hombre que se presentó como André.

-De acuerdo, solo déjame darles esto- Hortense rápidamente extendió una pequeña tarjeta - realmente me gustaría poder conversar más tranquilamente con ustedes, considérenlo por favor, me interesa saber qué tanto conocen sobre estos seres nocturnos; Oscar, creo que sería bueno compartir información, siempre es bueno tener aliados - dijo mirando a su hermana.

-Si tú lo crees, está bien; sé que tu intuición no falla - respondió mientras miraba con cierto recelo a su hermana, sabía que esa propuesta escondía una segunda intención.

Diciendo esto ambas jóvenes se retiraron del lugar.

-Por lo menos disimula - Alain había notado la perturbación de André.

-¿De qué hablas?

-Se ve a leguas que te impresionó la rubia que se viste como un chico, viéndola bien es muy bonita, pero es medio intensa; aunque parece que en serio le simpatizaste a su hermana…. la que se ve medio hippie, se nota que es más tranquila... dime si no se veía sexy apuntándome con esa ballesta, como un ángel peligroso o algo así - exclamó Alain mientras su compañero lo veía con cierta impresión ante sus palabras.

-Creo que es mejor irnos también, parece ser que trasnochar tanto te está empezando a afectar la cabeza - respondió André entre risas.

A medida que los dos muchachos abandonaban aquel callejón, las hermanas Jarjayes se dirigían a su hogar hablando de lo acontecido hacía unos momentos. A Oscar le parecía extraño también el no haberse topado con ellos antes, por su parte Hortense se limitaba a decir que todo sucede en el momento adecuado - presiento que estamos cerca de algo grande hermanita y creo que si nos encontramos con ellos será porque necesitaremos su ayuda tarde o temprano.

Hortense se había convertido en una especie de guía de Oscar, siempre sabía qué hacer o donde buscar, era como si ella entendiese mejor que era lo que estaba detrás, no sólo de esos seres, sino también de los sueños de su hermana; nunca lo dijo, pero ella tenía el mismo don que su abuela y sin importar el costo cumpliría con su misión de guiarla a su destino. La joven se sentía más responsable de su hermana menor, sobre todo desde que ambas habían perdido a sus padres hacía un par de años en un accidente. Jamás se perdonó no poder evitar que ellos viajaran ese día, presentía que algo malo sucedería, pero sus excusas y ruegos no fueron suficientes para evitarlo, el solo hecho de recordarlo era algo que golpeaba duramente su corazón mientras ingresaban al que alguna vez fue un lugar lleno de risas, de amor y de mucha disciplina por parte de su padre. Ahora esa casa se sentía enorme y vacía, tanto que ambas jóvenes preferían no pasar en ella la mayor parte del tiempo.

Presintiendo los pensamientos de su hermana, Oscar dejó a un lado su habitual seriedad y con una gran sonrisa la abrazó diciendo - tengo una sorpresa para ti en la terraza, vamos, te va a encantar.

La menor de las hermanas se había tomado el tiempo de arreglar un pequeño jardín, con unas cuantas plantas ornamentales, un par de rosales y unas sillas que había comprado en una venta de liquidación hacía dos días.

Hortense sintió como si por un instante su madre estuviera con ella, los rosales que una vez adornaron esa terraza eran producto del cuidado tan especial que su madre ponía en cada uno, desde su muerte jamás volvieron a florecer.

Es como si volviera a verla - dijo Hortense en apenas un murmullo - gracias hermanita.

Ambas hermanas se abrazaron contemplando el improvisado jardín.


Esta historia surgió como un juego en los grupos dedicados a La Rosa de Versalles, por lo que extiendo mis agradecimientos a Fariha Matia por crear el meme que me inspiró, a Perla Margot Sagastegui por animarme a escribirla, a Azucena de Jarjayes por su incondicional apoyo y sobre todo a "Only D" por sus excelentes consejos y revisiones.