Como muchas veces durante los últimos dos años y medio; cuando Hinata no podía dormir, salio a hurtadillas del complejo de los Hyuuga. Saltando sobre los tejados y usando su Byakuugan para perder a quien la siguiera. Como siempre llego sin inconvenientes al balcón del departamento de NAruto.
Años atrás, cuando el rubio se fue a entrenar, Hinata había quedado destrozada, aunque no le haba dicho a nadie, ni había dejado que sus sentimientos se traslucieran. Es el fondo de su corazón se recriminaba por ser tan tímida. Estaba casi segura que si hubiese tenido el valor de declararle su amor, quizás el la hubiese dejado ir con el y con Jiraiya a su viaje de entrenamiento.
La segunda noche, después de su partida, su nostalgia pudo más que ella. Se escapo y se fue al apartamento de Naruto. Felizmente el no había cerrado la puerta de la terraza. De inmediato ella se acostó en la cama de el y dio rienda suelta a sus lagrimas hasta que se durmió, agotada.
La semana siguiente, cuando volvió, encontró un par de camisetas olvidadas bajo en el baño. Se desnudo y se puso una, aspirando el intoxicante olor de su amor y así se durmió. Desde ese día se convirtió en costumbre usar esas camisetas para dormir allí.
Neji fue el encargado de seguirla las primeras semanas, pero al ver donde se refugiaba su prima. Mas al ver donde se refugiaba para apagar su dolor, decidió que lo mejor era dejarla sola. Quizá el tiempo curara sus heridas y su corazón. Mientras tanto no le dijo nada a nadie de las escapadas nocturnas de Hinata.
Aquella noche Naruto corría rumbo a su apartamento después de tanto tiempo. Jiraiya y el habían llegado a un pueblo cercano (como a un par de horas de Konoha a máxima velocidad) mientras el sannin se entretenía por allí, tal vez con algunas chicas, pero eso no le importaba. El rubio había decidido regresar antes a su aldea, quería dormir en su propia cama para variar y no tener que aguantar al ero-sennin borracho de nuevo.
Estaba tan cerca, sobretodo de ella: la niña-mujer que ocupaba sus pensamientos y plagaba sus sueños. La ultima vez que la vio era poco más que una niña pero menos que una mujer. Rogaba al cielo que lo hubiese esperado, pero no se hacia ilusiones. Ella era tan bella, dulce e inocente y el era tan solo un huérfano atolondrado, un marginado.
Jiraiya le mandaría un sapo avisándole cuando estaría el llegando al pueblo. El lo recibiría en la puerta norte y entrarían juntos de vuelta a KOnoha pero por ahora se contentaba con escabullirse entre las sombras y llegar al lugar que alguna vez llamo casa
En el apartamento, como todas las otras noches HInata llego, se quito la ropa dejandola caer en cualquier parte. Le encantaba la libertad que disfrutaba en ese lugar. Aquella era tan solo HInata, no la heredera ni la Hyuuga tan solo una chica enamorada.
Después de ponerse la camiseta de su amor, se acurruco en la cama y se entrego a los brazos de Morfeo, lista para otra noche llena de sueños eróticos. Donde ella y su dulce Naruto serian los protagonistas.
Naruto llego a su apartamento sin que nadie lo viera ni lo detuviera. Felizmente aun guardaba la llave en su bolsillo. Antes de entrar puso un jutsu que cancelaba todo sonido, para que nadie lo oyera entrar. No deseaba que nadie supiera que estaba allí, no todavía al menos. Entro y volvió a cerrar la puerta con llave no debía levantar sospechas por si alguien veía la puerta. Inmediatamente empezó a desnudarse dejando un camino de ropa hasta que solo llevaba su gorro de dormir y sus boxers.
La luz de la luna iluminaba la habitación haciendo que la mujer que allí lacia pareciera salida directamente de un sueño, o al menos eso penso NAruto. Durante los dos ultimos años había soñado con ella cada noche. Algunas noches como hoy la imaginaba con el cabello largo otros la veía igual que la noche que de casualidad la encontró entrenando desnuda en la cascada. Sin embargo esto era mucho mejor. Su imaginación nunca fue tan buena como para producir a esa ninfa nacida del agua. Que yacía dormida en su cama.
Tembloroso se acerco al lecho, su corazón atenazado por miedo a que desapareciera si se acercaba mucho. No quería despertarla pero debía saber si era real o si solo su imaginación estaba jugando con el. Cancelo el jutsu justo a un paso de la cama. Quería oír el sonido de su respiración. Lentamente se agacho frente a ella y muy gentilmente aparto un mechón de su mejilla hasta colocarlo detrás de su oreja. Su piel era aun mas tersa de lo que imaginaba y su pelo era de ese hermoso negro azulado, que le encendía la sangre.
Hinata gimió entre sueños. Muchas veces había soñado que NAruto la tocaba, así con tanta ternura. Pero nunca se había sentido tan real. El calor que emanaba de sus dedos, la ligeramente áspera textura de su piel, el sonido de su respiración. Ese sonido fue lo que la despertó.
Abrió lentamente los ojos temiendo que desapareciese aquella sensación de su piel. Sus ojos de inmediato se conectaron con los posos azules de NAruto. Alzo lentamente su mano hasta que toco la mejilla de su amor. Realmente estaba allí junto a ella.
Naruto froto su rostro contra la palma de su mano. No había sabido lo mucho que anhelaba el contacto humano, sobretodo el de la mujer que amaba.
-Dime que no estoy soñando- le rogó con un ahogado gemido mientras sus ojos se llenaban de lagrimas –Dime que en realidad estas aquí junto a mi, que me amas tanto como yo a ti, que no me olvidaste durante estos años que no estuve junto a ti. Por favor aunque sea por una noche, déjame amarte sin que me desprecies por ser lo que soy…-
Hinata jamás lo había visto así de vulnerable. En ese instante, sí era posible, se enamoro aun mas de el. "Naruto es como yo" pensó "el también tiene miedo pero lo esconde de tras de una sonrisa". Le sonrió y aunque estaba ligeramente sonrojada le respondió quedamente: -yo también te amo, Naruto-kun…- lentamente y como pidiendo permiso acerco su rostro al de el hasta que poso sus labios sobre los de el.
Era un beso suave pero lleno de todo el sentimiento que embargaba su corazón. Aunque NAruto se quedo inmóvil un instante, reacciono y respondió el gesto poniendo cada onza de su ser en el. Ella abrió sus labios para dejar escapar un gemido que pugnaba por salir de su garganta pero el rubio aprovechó para incursionar en las dulces profundidades de su boca. Tímido al principio, temeroso de que lo rechazara. Sin embargo ella se aferro a su cabeza empujándolo contra ella, participando mas activamente. Pronto el beso cambio y se volvió mas apasionado. Finalmente se separaron más por el instinto de auto conservación que por que lo quisieran. Sus ojos estaban clavados en el otro. Perdidos ambos en el amor que veían reflejado en ellos.
HInata lo jalo a la cama, se apretó contra el y le susurro al oído: -A partir de esta noche soy solo tuya Naruto-kun. Te amo y quiero que me hagas tu mujer…- los colores desfilaban por la cara de la chica mientras se entregaba a único hombre que amaba.
Después de algunos segundos de silencio Naruto respondió –yo también te amo, HInata-chan. Te pertenezco, aun antes de que yo mismo lo supiera. Pero tengo miedo- dijo volteándose de manera que pudiese ver su rostro –tengo miedo de lo que te harán si saben que eres la esposa de un demonio como yo. Quiero que seas la primera y la única mujer que ame toda mi vida; pero como puedo despojarte de tu inocencia para traerte a este mundo de frialdad y desprecio-
HInata estaba en shock. Naruto acababa de proponerle matrimonio, exponer sus más profundos miedos y hacer que lo amara aun más de lo que ya lo hacia. Acaricio su rostro dibujando sus cejas, la forma de su nariz, el contorno de sus labios. Levanto su rostro de manera que sus ojos estuvieran a la misma altura antes de contestarle:
-Si estoy contigo el mundo no importa. Te amo solo a ti y mientras este a tu lado nada me hará daño excepto que me niegues tu amor- su voz estaba cargada de emoción. Y aunque el sonido llevaba sus miedos también los disipaba al ver el amor que brillaba en los ojos del Rubio.
NAruto cerro la distancia entre ellos, rozando tímidamente su boca. Volcando cada gota de angustia y odiándose por lo que tenia que hacer se separo de ella y encendió la lámpara que estaba junto a la cama.
-Naruto-kun ¿Qué haces…?- pregunto ella intrigada al verlo levantarse de la cama.
-Debes saber todo de mi, sino me sentiré como un monstruo, más de lo que ya soy- metió sus pulgares en la cintura de sus boxers y empezó a bajarlo. Despacio, pues no quería asustarla.
-NAruto-Kun ¿A que te refieres?- trato de mantener sus ojos en los de el, pero la curiosidad pudo más y dirigió sus ojos a través de su anatomía hasta la parte de plano estomago que le estaba siendo revelada.
-si me odias después de esto lo entenderé. Solo te pido que respetes mi dolor mientras te vas y no trates de consolarme y darme esperanzas de algo que nunca sucederá…- bajo su ropa interior lo suficiente como para que ella pudiese ver el sello de cuatro estaciones con sus ocho puntas, que sellaba al Kyuby en su interior.
NAruto cerro sus ojos pasara lo que pasara no quería verlo, sí huía se quedaría en esa posición hasta que estuviese segura que ella estaba lejos y dejaría las lagrimas correr libres, sí se quedaba quería que ella fuera a el y calmara su desesperado corazón.
A pesar de la sorpresa inicial, Hinata supo de inmediato el porque de todo lo que le había pasado a su amado. La soledad, el desprecio de los demás y el miedo al rechazo que marcaba todos sus gestos. En ese momento supo que el tenia aun más que perder que ella, probablemente de no amarlo tanto tal vez habría considerado que el riesgo era demasiado, pero su corazón henchido de amor y de confianza le dio el impulso que le faltaba para darse completamente y darle por siempre su corazón.
Se levanto de la cama dejándola abierta para cuando yacieran juntos, después de hacer el amor no tuvieran que superarse a la hora de abrigar sus cuerpos. Lentamente se acerco a el. Su cuerpo se estremeció al verlo tan magnifico y varonil y a la vez vulnerable y temeroso de su rechazo. Se fijo como su cuerpo temblaba y no le gusto verlo tan lleno de miedo. Se abrazo a el, dejando que su rostro reposara en su pecho mientras sus manos exploraban su espalda hasta llegar a su cuello. Guió su rostro hasta el suyo y le dijo que abriera los ojos. Solo cuando estuvo segura que el veía el amor que los llenaba; dejo que una de sus manos viajar por su pecho hasta llegar a su abdomen y dibujar con la punta de sus dedos el sello que marcaba su piel.
-Te amo, sin importar si tienes a un demonio gigante durmiendo en tu interior. Conviérteme en tu pareja, tu esposa, la otra mitad de tu ser y yo haré lo mismo contigo- esta vez atrajo su rostro al de ella, mientras se alzaba a su encuentro. El beso fue tempestuoso, lleno de pasión y amor, plagado de deseo y anhelos largamente reprimidos.
