Disclαimer. Todas saben que soy la sobrina NO reconocida de Rumiko, ¡ella va a regalarme sus derechos! Y seré feliz con mi esposo Taisho. *inserte cara de loca aquí* OK, bien. No me pertenecen, ¡era una broma! Se asustaron eh. xd


Mrs. Pαrαnoiα; Vulnerable.

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Te amo cuando callas y me besas sin control.

Varias veces se sorprendió por la capacidad que tenía de quedarse viendo a su esposa el día entero.

La observaba trabajar, junto con la anciana Kaede, poniéndole entusiasmo al aprender a ser una sacerdotisa y vivir en calma y armonía con todo el pequeño pueblo.

Aún recordaba cuando al torpe de Shippo se le dio por aparecer y preguntarle porqué no estaba ayudando a Miroku.

La cosa era simple: estaba mirando a Kagome. Nadie podía interrumpirle en ésa tarea.

«—El amor si que te vuelve idiota—» había dicho el zorro, bastante maduro como para defenderse de InuYasha, pero no vio venir el golpe que éste le propinó segundos después de haber dicho aquella frase.

Y, básicamente, esa oración tenía razón.

Cada día se encontraba más perdido en todos los malditos gestos de ella. Y cada vez que la veía, parecía que el tiempo pasaba en cámara lenta.

Sus ojos dorados se tropezaron con los chocolates de ella, y sintió sus mejillas arder. De un salto, salió disparado hacía el bosque fingiendo buscar a su compañero depravado para ayudarlo en lo que éste necesitara.

Keh. El era un macho, y no permitiría que una simple hembra bajara sus defensas. No era el momento todavía. Aunque fuese su esposa.

La noche cayó, y él entraba a la cabaña en donde ambos vivían juntos. Se hizo el indiferente mientras se masajeaba la nuca.

—¿Cómo fue tu día?

—Igual que siempre.

Kagome sonrió y se acercó a su esposo.

—¿Sí? ¿Qué hiciste además de observarme trabajar?

InuYasha volvió a sentir que sus mejillas se tornaban de ese color molesto que ya estaba empezando a odiar.

Maldición, su mujer lo estaba volviendo loco. Se, se. Digan lo que digan, esa chiquilla, que ya había madurado bastante, lo tenía completamente vulnerable.

Ni siquiera fingiendo ser fuerte podía actuar ante ella.

«Maldita Kagome».

—Yo, yo. ¡Yo no estaba observándote!—, tartamudeó, buscando entre sus enmarañados pensamientos, alguna excusa creíble.

—¡Ay InuYasha!—exclamó, divertida, presionando su dedo índice en el pecho del hanyou—. Balbuceas mucho.

Y ante éstas últimas palabras lo besó. Dejándolo aún más en el aire.

Cerró sus brazos en la pequeña cintura femenina, y se dejó llevar. Vamos, era su mujer. La única persona en el mundo que conocía sus debilidades.

Keh. Y nadie más tenía que saberlo.


N/A. Hellou, hellou niñas. ¿Me extrañaron? ¿No? Bueno, yo sí. Y, he venido de los escombros a traerles otra historia, ¡si! *Aplausos* Ya saben mi excusa, la escuela. Pero muy pronto les voy a traer una sorprais que les va a encantar, i guess. :_

Inspirado por; la canción de Carlos Baute. Amarte bien.

Love in a beach, bitches. (L

Fin de transmisión. (: