Disclaimer: Naruto no me pertenece, escribo esto sin fines de lucro. Cualquier compañía, marca, canción o producto que se mencione es de sus respectivos dueños, CEOs y/o sellos discográficos.
Línea temporal: Universo alterno.
Nota: NO odio a Justin Bieber. Ya verán por qué.
VECINOS
Capítulo 1: Vacaciones Obligadas
Sasuke siempre estaba trabajando, nunca asistía en su casa y, por lo mismo, no conocía a sus vecinos. Si es que tenía vecinos. Esa situación cambió cuando el presidente de la empresa (y mejor amigo) le prohibió terminantemente poner un pie allí otra vez durante dos meses, bajo amenaza de ser despedido. Por supuesto que el Uchiha se negó, pero cuando vio a Naruto calculando su liquidación salió de allí hecho una furia.
Desde entonces, y por culpa del rubio, Sasuke se la pasaba todo el día tirado en el sofá comiendo helado de café y cambiándole a la televisión con el mando a distancia. No salía ni a correr, como era su mañanera costumbre, ni a tomar, como su viciosa rutina de fines de semana.
Pasada una semana, Naruto fue a visitarlo (no lo había hecho antes porque sabía que su amigo estaba lo suficientemente enojado como para golpearlo y él no planeaba asistir a trabajar con el rostro deshecho). Sasuke le abrió la puerta con barba de una semana y un par de kilos más, producto de comer tanto helado; Uchiha resistió las ganas de cerrarle la puerta en la cara al ojiazul, recordándose a sí mismo que los amigos no se rompen la cara sólo por darse vacaciones.
—¡Qué onda, Sasuke! —saludó Uzumaki con alegría
—Buenas —contestó con desgana y regresando a la sala, Naruto caminando detrás de él.
Los amigos se quedaron unos momentos en silencio, sentados en el sofá mirando la tele y pasándose el helado hasta que Sasuke, de la nada, sacó a colación el tema de sus vacaciones obligadas. Quería quejarse de eso desde hacía un buen tiempo y nadie mejor que el perpetrador de sus males para hacerlo.
—Podría demandarte por despido injustificado.
El rubio parpadeó confundido un par de veces, tardando algunos segundos en captar de qué hablaban; luego respondió:
—Prefiero que lo hagas por eso a que lo hagas por maltrato y sobreexplotación.
Uchiha cambió de canal una vez más, dejando al aparato en las caricaturas.
—Yo no te he dicho que te demandaría por eso.
—Tú no, pero tu madre sí.
Los ojos de Sasuke brillaron con entendimiento al oír la explicación.
—Ella te lo pidió, ¿verdad? —Naruto se encogió de hombros y tragó otra cucharada grande de helado; era obvio, no tenía siquiera por qué responder a eso. Después observó con detenimiento la casa y se alarmó.
—¡Sasuke-idiota! ¡Esto parece un basurero! Un basurero muy limpio, debo decir. Pero basurero al fin y al cabo. ¿No tienes una sirvienta? ¿O acaso te has vuelto un duende de la basura?
—Es mi casa —respondió con desinterés—y no es como si la tuya estuviera en mejor estado. Pero puedes limpiarla si gustas. No me quejaré.
—Jamás dije que a limpiaría, de veras. Además, no es como que sea normal en ti tener un cochinero por hogar, señor maestro limpio.
Naruto descorrió las cortinas mientras el Uchiha seguía cambiando canales; esa sala estaba tan oscura y tétrica como la cueva de un vampiro. Sasuke se detuvo esta vez en un canal de música extranjera donde sonaba Somebody to Love de Justin Bieber.
—No entiendo cómo les puede gustar a las niñitas alguien como él. Se ve claramente que es gay.
—Pues yo tampoco lo sé, pero aquí veo algo que de seguro sí sabes por qué te va a gustar.
Una sonrisa zorruna en la cara del rubio alentó a Sasuke a pararse, diciéndose a sí mismo que no tenía nada que perder. Cualquier cosa era mejor que Justin Bieber. Al llegar a la ventana, se reprendió mentalmente por no haberse apresurado.
La visión que tenía desde ese lugar era mil por ciento más gratificante que criticar las preferencias sexuales del cantante canadiense. ¡Oh, sí! Porque allí, frente a su casa, estaba su sexy-vecina (de la que no tenía ni la menor idea de su existencia hasta ahora) en paños menores desde su recámara y, por lo que se veía, ya ni eso iba a vestir.
El par de amigos se quedaron ahí embobados mientras que en la tele comenzaba a sonar una lenta balada cantada por una mujer.
—¡Dios, viene la mejor parte!— susurró Naruto completamente entusiasmado cuando la joven estaba a punto de desabrochar el sujetador, pero su visión del paraíso terrenal se cortó porque la muchacha volteó asustada hacia donde ellos se encontraban; para su suerte, ella no los vio. Se agacharon tan rápido que sus rodillas crujieron en protesta.
—¡Jesús! —dijo Naruto—. Casi nos descubre. ¡Debimos de ser unos puñeteros ninjas en nuestra vida pasada! ¡Nos ocultamos jodidamente rápido!
Rieron por lo absurdo del comentario y se asomaron nuevamente. Ella seguía allí, pero ahora con las cortinas cerradas, por lo que sólo alcanzaban a ver una silueta borrosa. ¡Maldición! La decepción se apoderó de sus cuerpos. Se dirigieron apesadumbrados al sofá, pero volvieron sobre sus pasos tan rápido como pudieron. Sus mandíbulas se descolocaron y sus órbitas se salieron de su lugar. Completamente sorprendidos, alternaban su vista entre la ventana y el televisor.
—Y una mierda —masculló Sasuke—. Es imposible. Ni siquiera la vimos bien.
Naruto negó con la cabeza. Su expresión seria era exactamente la misma que utilizaba cuando estaba maquinando un plan de negocios en el que tenía plena confianza.
—Hay una forma de averiguarlo —dijo con solemnidad—; pero primero: Wikipedia.
OoOoOoOoOoO
Sasuke se sentía increíblemente estúpido mientras caminaba con una taza (en la que Naruto había escrito "azúcar" con letras muy grandes) rumbo a la casa de junto.
"Para empezar ni siquiera me gusta lo dulce" pensó amargamente tocando la puerta. Momentos después salió la dueña, ataviada con un bonito vestido rosa. Saske deseó haber visto cuando se lo ponía.
—¿Necesitas algo? —preguntó la joven con timidez, sonrojándose al notar lo atractivo que era Sasuke
Él, anonadado al comprobar la identidad de la joven y aturdido a la vez porque el "te lo dije" mental que Naruto le estaba enviando resonaba en su cabeza, sólo atinó a alzar la taza que llevaba en la mano a modo de respuesta.
—¿Azúcar? —él asintió—. En un momento —y entró a la casa, dejándolo mirar la bella artesanía de su puerta cerrada.
El joven empresario volteó para ver justo el momento cuando Naruto se asomaba de los arbustos en los que se había escondido, agitando frenéticamente la fotografía que recién habían impreso.
—¡Es ella! —medio gritó, medio susurró, al tiempo que apartaba los binoculares de sus ojos y alzaba su celular con conexión a internet en cierta página de Wikipedia—. ¡Es la idol Hinata Hyuga!
PROHIBIDA la reproducción total o parcial de este escrito sin el consentimiento del autor.
Última Edición: 17/05/2013
