Prólogo
Una extraña muchacha corre entre los árboles de un bosque aún más extraño. Ocultándose de unos invisibles perseguidores se detiene a descansar.
- Me parece que les he dejado atrás, sin embargo, creo que lo mejor será seguir corriendo... uno nunca sabe lo que una persona es capaz de hacer por amor jejeje aunque en estos casos no sé si "amor" sea la palabra adecuada.
La muchacha no ha de pasar de los 16 años; con indiferencia arregla la cascada de cabello castaño que le corre por los hombros y sus coloridas ropas de gitana, se asegura de que la pequeña botella siga a salvo en la cadena que le cuelga de la mano y echa a correr de nuevo.
Si le dijera a alguien que huía debido a esa botellita se hubiera echado a reír ¡qué idiotas! Lo mismo habían hecho cientos de personas mucho tiempo atrás y lo mismo harían otras personas mucho tiempo después y, a fin de cuentas, todos acabarían haciendo lo mismo. Jejeje el juego se hacía cada vez más divertido, o tal vez no, tal vez sólo se había dado cuenta de que cada persona es un universo diferente y cada universo tiene su propia forma de colapsar.
De cualquier manera eso era muy divertido, se dijo, y tomando en cuenta que a lo lejos se distingue un embarcadero no hay nada de que preocuparse hasta que llegue al siguiente pueblo.
Sus ojos verdes se fijan en un pequeño y sucio hotel de los que abundan cerca de los muelles y en los que los marineros suelen pasar la noche. Afuera de la puerta hay un joven que no deja de mirarla.
- Vaya, vaya. No tendré que usar la posión esta vez, jajajaja, si tan sólo alguien se diera cuenta de lo cómico de todo esto.
Con una sonrisa en la cara, la muchacha se acerca al marinero y le habla con su voz juguetona.
- Hola! Estás esperando a alguien marinero?
- Sí espero a mí capitán, se suponía que nuestro barco zarpaba hace una hora pero el viejo halló una chica linda y dispuesta y supongo que aún estará ocupado un rato- se detuvo a recorrer a la chica con la mirada y le sonrió- y yo no esperaba contar con la misma suerte.
Ella le devolvió la sonrisa.
- Oye marinero, hacía donde dices que va tu barco?
- A Japón, llegaremos allá en 3 días si el tiempo es bueno. No es un gran negocio el que haremos, solo descargar algunas cosas en el muelle y después dejar un pedido en una ciudad de allá, pero me temo que eso lo haré yo solo.
- Mmm, me gustaría ir ¿crees que pueda?
- Tal vez, tal vez- dijo comiéndosela con la mirada una vez más.
A fin de cuentas el barco resultó ser muy rápido, el tiempo favorable y el muchacho muy bueno en la cama. Al llegar allá se quedaron 2 días en el puerto, pero ella decidió esperar para jugar de nuevo... luego sabrán a lo que me refiero. Al tercer día él tuvo que ir a dejar unos viejos baúles a casa de una anciana en una ciudad cercana y ella lo acompañó. Ya era de noche cuando llegaron a la ciudad, cerca de los límites había un letrero de aluminio que leyó a media voz: Bienvenidos a Nerima.
¿Bienvenidos? Jajaja eso estaba bien, hacía que todo fuera más irónico, y si algo definía a esta chica es la ironía.
Una extraña muchacha corre entre los árboles de un bosque aún más extraño. Ocultándose de unos invisibles perseguidores se detiene a descansar.
- Me parece que les he dejado atrás, sin embargo, creo que lo mejor será seguir corriendo... uno nunca sabe lo que una persona es capaz de hacer por amor jejeje aunque en estos casos no sé si "amor" sea la palabra adecuada.
La muchacha no ha de pasar de los 16 años; con indiferencia arregla la cascada de cabello castaño que le corre por los hombros y sus coloridas ropas de gitana, se asegura de que la pequeña botella siga a salvo en la cadena que le cuelga de la mano y echa a correr de nuevo.
Si le dijera a alguien que huía debido a esa botellita se hubiera echado a reír ¡qué idiotas! Lo mismo habían hecho cientos de personas mucho tiempo atrás y lo mismo harían otras personas mucho tiempo después y, a fin de cuentas, todos acabarían haciendo lo mismo. Jejeje el juego se hacía cada vez más divertido, o tal vez no, tal vez sólo se había dado cuenta de que cada persona es un universo diferente y cada universo tiene su propia forma de colapsar.
De cualquier manera eso era muy divertido, se dijo, y tomando en cuenta que a lo lejos se distingue un embarcadero no hay nada de que preocuparse hasta que llegue al siguiente pueblo.
Sus ojos verdes se fijan en un pequeño y sucio hotel de los que abundan cerca de los muelles y en los que los marineros suelen pasar la noche. Afuera de la puerta hay un joven que no deja de mirarla.
- Vaya, vaya. No tendré que usar la posión esta vez, jajajaja, si tan sólo alguien se diera cuenta de lo cómico de todo esto.
Con una sonrisa en la cara, la muchacha se acerca al marinero y le habla con su voz juguetona.
- Hola! Estás esperando a alguien marinero?
- Sí espero a mí capitán, se suponía que nuestro barco zarpaba hace una hora pero el viejo halló una chica linda y dispuesta y supongo que aún estará ocupado un rato- se detuvo a recorrer a la chica con la mirada y le sonrió- y yo no esperaba contar con la misma suerte.
Ella le devolvió la sonrisa.
- Oye marinero, hacía donde dices que va tu barco?
- A Japón, llegaremos allá en 3 días si el tiempo es bueno. No es un gran negocio el que haremos, solo descargar algunas cosas en el muelle y después dejar un pedido en una ciudad de allá, pero me temo que eso lo haré yo solo.
- Mmm, me gustaría ir ¿crees que pueda?
- Tal vez, tal vez- dijo comiéndosela con la mirada una vez más.
A fin de cuentas el barco resultó ser muy rápido, el tiempo favorable y el muchacho muy bueno en la cama. Al llegar allá se quedaron 2 días en el puerto, pero ella decidió esperar para jugar de nuevo... luego sabrán a lo que me refiero. Al tercer día él tuvo que ir a dejar unos viejos baúles a casa de una anciana en una ciudad cercana y ella lo acompañó. Ya era de noche cuando llegaron a la ciudad, cerca de los límites había un letrero de aluminio que leyó a media voz: Bienvenidos a Nerima.
¿Bienvenidos? Jajaja eso estaba bien, hacía que todo fuera más irónico, y si algo definía a esta chica es la ironía.
