Hace años, mis padres me confesaron que cuando nací, mamá pidió que la ligaran, terminado mi parto.

En ese tiempo, tenía cinco años y deseaba con fervor, pese a ser muy pequeño, tener un hermanito. Y me deprimí.

Estaba tan abatido por la noticia que ellos decidieron que podían adoptar. Cuando me lo dijeron, lo pensé mucho... Es decir, ellos no tenían pensado tomar esa medida hasta que reaccioné de esa manera. Así que les pedí que no fuera un bebé. No quería darles molestias - aún más después de lo mío.

Un día, fueron a verme a la escuela. Ambos.

Tenía el presentimiento que algo bueno pasaría. Y así fue.

Llegamos a un orfanato. Yo quería jugar con todos y que sean mis hermanitos, pero estaba consciente que buscaba a un ser humano que me acompañara y me viera como un hermano mayor. Y entonces, la vi.

En un rincón apartado, una niñita que no superaba los cuatro años, rubia, con una expresión vacía en el rostro, peinaba una muñeca de trapo. Su tristeza me atrajo como polilla a la luz. Me senté frente a ella y como noté que las agujetas de uno de sus zapatitos estaban deshechas, las hice nudo sin pedir permiso.

Ella se sorprendió, creo, y me miró fijamente.

- Hola, soy Vash. Mamá dice que es peligroso tener las agujetas desatadas.

- Hola. - Escondió su rostro tras la muñeca. - Perdón. No sé amarrarlas.

- Oye ¿cómo te llamas?

- Mi nombre es Erika. Erika Vogel. Eso me dijo la señora del orfanato.

- ¡Ah!... Oye ¿no quieres irte conmigo y mis papis y ser mi hermanita?

Ella soltó la muñeca. La impacté con mi pedido. Y no fue la única: mi madre y mi padre estaban atónitos. Jamás había hecho tan buenas migas con alguien - excepto con Rody, pero es mi amigo de por mi casa - y no creían que quisiera una hermana. Pienso que mi fascinación por las armas de juguete y el fútbol es difícil imaginarme ser delicado con otra persona.

Después de eso, y un sinfín de rabietas, mis padres iniciaron el proceso de adopción.

/Diez años después/

- Hermano, está puesta la mesa. ¿Te ayudo con el pastel?

Hoy celebramos el décimo aniversario de la primera visita al orfanato. El proceso de adopción duró tres largos años, pero no la dejamos de visitar hasta que su documentación estuvo en regla para traerla a casa.

"Vogel" era el apellido de su alcohólico y miserable padre, quien la maltrataba a ella y a su verdadera madre. Lamentablemente, la señora murió después de una golpiza, "cortesía" de aquel maldito, y ella quedó seriamente herida. El orfanato la acogió luego de que la corte dictaminara la culpabilidad de su padre. Sin embargo, durante el trámite para que formara parte de mi familia, no quiso cambiar su apellido. Su argumento fue que el pasado no se va, aunque le pongas otra etiqueta. Por tanto, mis padres le concedieron la única condición para dejarnos traerla a mi casa.

Además, este año es el último de la secundaria, para ella. Yo quiero que vaya a una preparatoria donde pueda juntarse con gente de bien. Porque lo que me ha tocado... Digamos que soy estudiante de la Academia "W" y lo último que quiero es que ella se inmiscuya en ese nido de víboras. No piensan sino en cómo hacer y deshacer la vida y honra de las personas. El bullying y el chisme son deportes institucionales y aún cuando la persona no haga algo malo, todo lo tergiversan.

Lo malo de hoy es que en este momento, mientras cenamos el pastel de fresas que ayudé a preparar, mi hermana acaba de meterse a la boca del lobo: "Padre, madre: quiero entrar a la misma academia que mi hermano".

Y en esta casa, nadie puede decirle que no.