Hi!! Bueno, es mi primer fic aquí, así que espero haberlo hecho bien y que se pueda leer xD. Ya he visto que esto hace un poco lo que le da la gana y no puedo intentar ponerlo a mi gusto (aquí estoy editando esto T.T), pero bueno, me aguantaré. Nada más, espero que os guste, aunque no sea muy bueno (y no haberme desviado mucho en cuanto a los personajes, es que no he visto la serie n.n' xD). Quiero decir que lo he hecho gracias a Kotoko Hyuuga, así que va por ti enana, por ser la que me ha "animado" a hacer el fic aun sin saber apenas nada de la serie xD. Aquí os lo dejo!

Nota: fic yaoi y con partes explícitas, ya sabéis (jujuju xD).


1. Arena Con Sabor A Miel

Las luces parpadeaban sin ton ni son. A veces incluso me cegaban sin compasión cuando brillaban un tanto más fuerte o, por mi imprudencia, giraba yo la cabeza hacia el origen de las mismas. No estaba acostumbrado a esa situación. De hecho, no me gustaba tanto como yo creí. Me sentía incómodo, agobiado, sin espacio personal por ningún lado. Y el olor, ese olor a humo tan asfixiante y tan odioso que penetraba por mi nariz hasta el fondo de mi ser y me daba tanto asco.

-Hola guapo, has venido.

Me giré despacio. La música estaba muy alta, pero ella gritó lo suficiente como para hacerse oír. Reconocí su voz al instante, hastiado. Era una voz tan aguda que a veces se afinaba de forma estridente. No quería admitirlo, pero no podía soportar su voz. Tragué saliva al verla. Sus cabellos rosáceos ondeando al ritmo de su cuerpo, desprendiendo un vago olor empalagoso. Sus ojos verdes brillaban de emoción, mirándome con ansia contenida. Me daba vergüenza que me mirara con ese deseo tan claro. O no quería, o no podía disimularlo. Y eso era una de las cosas que menos me gustaban de ella. De pronto, sin previo aviso, acercó su boca a mi oído, con un movimiento muy sensual y casi frotando su mejilla con la mía para decirme algo que no llegué a asimilar. En ese momento estaba prestando más atención a ese olor a vainilla que me mareaba y que ahora me llegaba tan profundamente como si estuviera en mis fosas nasales. Además intentaba separarme de ella y eliminar todo mínimo –y malamente disimulado- contacto que me producía con sus brazos y sus piernas, pero me era casi imposible.

-Sí, he venido, Sakura –dije forzando una sonrisa levemente cordial. Pero no dije nada más. Me quedé mirándola, tal vez como ella quería, pero no de la forma que buscaba. Empezó a bailar siguiendo la música, con un ligero contoneo insinuante que a mí, en realidad, no hacía sino repelerme más. Me miraba a los ojos en momentos que, supongo yo, ella consideraba importantes, como por ejemplo su lento descenso e inclinación para mostrarme su gran escote, o el movimiento de sus caderas que a veces se frotaban a las mías sin pudor.

-Oh, no seas tan frío. ¿No hay ya confianza? –me dijo con un deje de cariño en la voz que me heló la sangre.

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Sinceramente, para mí no había ningún tipo de confianza. Nos conocíamos desde hacía tres semanas tan sólo. Y más concretamente, de tres encuentros en el supermercado –uno por cada semana. La primera vez yo cogía las cosas sin percatarme de nada más a mi alrededor, observando precios y comparando, ensimismado en mis pensamientos. Ella me abordó en la caja, mientras esperábamos. Empezó a hablarme con naturalidad y sólo intercambiamos unas pocas palabras. En ese momento he de reconocer que me pareció simpática. Las otras dos veces, en cambio, las conversaciones fueron más largas, e igualmente pesadas. Desde el principio noté que se me insinuaba. Hasta supe, cosa que me cuesta darme cuenta siempre, que yo le gustaba; tampoco era difícil, me miraba mucho, de arriba abajo, me analizaba el cuerpo y se detenía en cada una de las partes del mismo. Creo que una vez, de reojo, la vi relamerse. Pero prefiero pensar que fue mi imaginación. No quisiera saber que fue así. Me moriría de la vergüenza.

Yo la evitaba hasta que al final ella se decidía, sin pensárselo dos veces y como si se hubiera cansado de esperar a que diera yo el primer paso, a acercarse a mí. Entonces ya no tenía más escapatoria que mis lacónicas contestaciones y mi pronunciado desinterés en ella, que le dejaba bien claro y hasta le lanzaba indirectas. Pero ella no parecía entenderlo. Seguía con su actitud, y yo cada vez me ponía más nervioso.

-Me llamo Sakura Haruno –se presentó frotando uno de mis pectorales con su dedo índice, mirándolo ella como si fuera tan tímida como para mirarme a mí directamente a los ojos-. ¿Y tú?

-Sasuke Uchiha –contesté cortante.

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Sakura me hablaba al oído, arrimándose todo lo que podía y más. Yo aguantaba el tipo de la forma más cordial posible, sin decir nada. Pero me sentía tan incómodo. No sé porqué accedí a ir cuando, en nuestro último encuentro, me dijo dónde iba a estar para que nos viéramos. A mí no me gusta salir por las noches. Y a causa del trabajo, lo que menos me apetece hacer es eso mismo. Prefiero descansar y dormir las noches que paso en casa. Pero de algún modo sabía que si esa vez no iba, no podría quitarme a Sakura de encima. Y lo que es aún peor, la próxima vez que se me abalanzara para hablarme, me reprocharía el no haberme presentado con esa voz tan escalofriante y un tanto infantil que me irritaba hasta más no poder.

Miré mi reloj un poco nervioso e impaciente. Se hacía tarde. Si no estaba acostumbrado a salir de noche y meterme en un pub con el estresante galimatías que eso conllevaba, menos aún lo estaba para mantenerme despierto a horas tan altas y en compañía de gente que en realidad no me terminaba de agradar.

De pronto, noté cómo la gente se iba moviendo de forma extraña, dejando paso sin duda a alguien que se acercaba adonde nos encontrábamos Sakura y yo. Apareció ante nuestros ojos un chico joven, con una cara blanca y brillante y un pelo sedosamente rojizo. Vestía de negro, pero de una forma tan atractiva que resultaba casi imposible no analizar las prendas que encerraban el cuerpo en desarrollo, casi formado, de un chico de unos diecinueve años. Se acercó a nosotros con paso firme, dedicándole una rápida mirada de soslayo a Sakura y concentrando su vista en mis ojos negros. Se detuvo ante mí, serio y seguro. Levantó una mano a un lado de mi cara. Miré y me topé con un papelito blanco que sujetaba con fuerza entre sus dedos. Y entonces, sin avisar ni pretender hacerlo, se abalanzó sobre mí. Me rodeó la cintura con fuerza y decisión con el brazo en cuya mano no sostenía el papel. Posó sus labios sobre los míos y me regaló un casto beso que rápidamente cesó, quitando la cara de nuevo. Pero no contento con eso, volvió a arrimarse a mí y sacó la lengua, la misma lengua con la que acarició mis labios fruncidos y los abrió descaradamente sin permiso. Me tapó la boca con la suya y jugueteó con su lengua dentro, frenéticamente. Y entonces, mientras me besaba tan húmedamente, bajó la mano del papelito y me rozó con él la barriga, mientras seguía descendiendo. Abrí los ojos muy sorprendido cuando percibí su mano entrando en mi pantalón. Me acarició el bulto de mis calzoncillos con los nudillos y volvió a sacar la mano, ahora ya sin papelito. Pero siguió besándome, mientras yo le correspondía con tímidos roces de mi lengua y, ya decidido, posaba mis manos en sus nalgas y daba pequeños apretones. Se separó lentamente de mí, produciendo una tierna fricción en mis labios con los suyos. Se fue. No pronunció palabra alguna. Una vez que al fin me soltó y dejó de besarme, dio media vuelta y se marchó por entre la multitud, tal y como había venido.

Miré a Sakura. Sus ojos estaban desorbitados, y yo sabía que no era a causa de aquel chico, sino de mi respuesta a sus actos. Parecía como en un leve estado de shock, sin habla, y mirándome fijamente, estática. Ya no bailaba. Su ceño se frunció y vi en sus ojos dolor. Pero durante una fracción de segundo que casi me pareció una ilusión óptica, producida quizá por las luces del lugar. Enseguida se mostró irritada, casi furiosa. En lugar de gritarme, cosa que yo me esperaba, recibí un tortazo en la mejilla bastante fuerte. He de decir que me pilló desprevenido. Y ella, al igual que el chico, se marchó sin decir nada.

Salí del pub con cierta dificultad. Cuando me vi en la calle, silenciosa, oscura –dentro de lo que cabe- y sin el olor a humo del tabaco, me sentí aliviado. Además, corría una brisa fresca que me sentaba bien. Sobre todo en la mejilla, acalorada y con un rubor rojo por el golpe. Me froté un poco y sonreí. Al menos, me había librado de Sakura y no volvería a molestarme, por muy rastrera que hubiera sido la forma de hacerlo.

Eché a caminar en dirección a casa. Y de pronto... ¡El papel! Me paré en seco y me metí la mano en el pantalón. ¿Cómo pudo hacerlo él tan fácilmente con lo ajustados que me quedaban en la cintura, justo por donde debía entrar la mano? Agarré el trocito de papel que aún estaba ahí y lo saqué, con más problemas de los que tuve para introducir mi mano. Lo desdoblé divertido ante la situación y leí: ¿Te ha gustado? Llámame. Junto a esto aparecía un número de teléfono. Lo obvié. Seguí caminando mientras hacía una bolita con el papel y acercaba el puño cerrado donde la guardaba a una papelera. Sin embargo, lo pensé mejor y guardé la bolita de papel en el bolsillo delantero de mis vaqueros, con una sonrisa.

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Metí la llave en la cerradura de casa y giré... ¿sólo una vez? Hubiera jurado que cerré la puerta cuando salí. La cerré despacio a mi espalda y entré con cautela, más por instinto que por otra cosa. Llegué al salón. ¡No podía ser!

-¿Qué haces tú aquí?

Miré al chico del pub sentado en el sofá, con una pierna doblada sobre el acolchado y apoyado de lo más natural. Me miró sonriendo y se levantó de un salto. Se llevó una mano a la espalda y forcejeó con el bolsillo del pantalón. Escuché un tintineo y de repente me mostró unas llaves, moviéndolas esclarecedoramente.

-Me las diste tú¿recuerdas?

-¡Cierto! –contesté golpeándome la frente. Hacía tanto que no me lo encontraba en casa al llegar, que ya no me acordaba que le di un juego de mis llaves-. Perdona, no me acordaba. Me extrañó por eso.

-No me has llamado –me dijo reprobadoramente.

-¡Gaara! –exclamé entonces. Sus palabras me hicieron retroceder en mi mente hasta el momento del beso-. Quedamos en un solo beso. ¿Por qué me metiste la mano?

-Para hacerlo más... excitante –dijo entornando los ojos, con una sonrisa socarrona.

-No había por qué llegar a tanto. Me sorprendiste cuando lo hiciste.

-Así quedó más real, como si de verdad no nos conociéramos de nada.

-Sí, eso es verdad. Pero del guantazo no me libró nadie –dije acariciándome inconscientemente la mejilla-. Bueno, voy a por Naruto, ya vengo.

Sabaku no Gaara. Éramos amigos desde hacía bastante tiempo. Cuando le comenté el asunto de Sakura, se ofreció para ayudarme. En qué momento accedí. Él era gay, y claro, qué otra forma se le ocurriría a él para ahuyentar a una chica. Para él fue fácil besarme, pero yo tuve que fingir una homosexualidad inexistente posando mis manos en su culo y correspondiendo a su beso. Me asustaba pensar que ese beso, el primero que nos dábamos nosotros dos, en realidad me gustó. Pero preferí no darle más vueltas y lo dejé estar.

Llegué a casa de la vecina y llamé al timbre un poco avergonzado por lo avanzado de la hora. A ella, no obstante, no le importó. Regresé a casa, donde permanecía Gaara, con un dulce niño de tres añitos en mis brazos. Su cara sonrosada y sus mofletes abultados incitaban a pellizcarlos. Sus ojitos, tan azules y cristalinos como los de su madre, estaban cerrados y ni siquiera notó que lo transportaban de un lugar a otro. En su cabeza un pelito rubio brillaba bajo la luz artificial de la lámpara.

-Hola, Naru-chan –susurró Gaara rozando con su dedo la naricita del niño, el cual, ante el tacto, se movió un poco sin llegar a despertarse.

Sonreí con la situación. No podía parecerme más enternecedora. De pronto me sentí contento de haber salido de aquel lugar infernal donde lo único que podía sentir era incomodidad y estrés –cosa que no me faltaba para nada-, y al fin me encontraba en casa para descansar y poder tomarme un baño en compañía de mi querido hijito Naru-chan.


Bueno, eso es todo por ahora. Espero no haberme cargado nada v.v . Agradecería muchísimo todo tipo de opiniones, tanto buenas como malas. Siempre es bueno xD. Así que nada, el mes que viene volveré para dejar el siguiente capítulo. Así a lo entregas mensuales ... nah! Es broooma xD La semana que viene estará aquí (si ya tengo listos varios capítulos xD). Bai!