Se tambaleaba al caminar, pero eso no le preocupaba, su salud era lo que menos le importaba. Se sostenía de las paredes para no caer de rodillas, como hace tanto tiempo se había negado a hacerlo. Todo este tiempo estuvo a su lado, pero de nada había servido.
La conoció desde niña, compartieron clases durante esos años pero de un buen amigo nunca pasó, y luego las cosas empeoraron, porque habían quedado en grupos distintos. Era el último año que estarían en ese Instituto, sentía que aún había una última oportunidad, después de darle vueltas y vueltas al asunto, decidió pedirle que fuera su novia.
—Hola, Higurashi
—Hola, Hojo ¿en qué grupo estás?
—en el C, pero, ¿Por qué la pregunta?
—Ah, es que Eri me acaba de decir que hoy va a ingresar un nuevo alumno y hay rumores de que estará en el grupo B y pensé que tú sabías algo al respecto.
Nada más eso le faltaba un nuevo alumno, al cual sin conocerlo, ella prestaba más atención que a él y este fue el inicio de todo este suplicio. Su proposición había pasado a segundo término, pues primero tenía que reunir toda la información acerca de ese fulano, debía tomar todas las precauciones posibles. La campana sonó en señal de que debían ingresar a sus aulas para tomar clases.
Por lo menos Hojo, estaba un poco tranquilo, pues los hermosos ojos de Kagome no habían visto al intruso. Las clases transcurrieron de forma normal hasta el descanso.
Los minutos parecían eternos hasta que la infeliz campana volvió a sonar.
Hojo caminaba hacia el salón de Kagome, pero paró en seco al observar lo que sucedía. La chica hecha una furia se dirigía hacia el final del pasillo, ignorando totalmente su presencia.
—¿Ahora qué le pasa a Higurashi, Eri?
—Pues veras Hojo, íbamos caminando cuando de pronto alguien empujo a Kagome y pues ya sabes cómo es ella de impulsiva.
El corazón de Hojo comenzó a latir más fuerte y un desdichado presentimiento lo hizo caminar, luego correr tras Kagome. La respiración le faltaba y su mirada se abrió a lo más que le permitían sus orbes. Higurashi caminaba al lado del nuevo estudiante e iban sumergidos en una amena charla, como si se conocieran desde hace mucho tiempo.
Después de ese suceso, no encontraba oportunidad para acercarse a ella, pues ese imbécil del grupo B se le acercaba a todo momento y terminaba acaparándola, haciéndola para él cada vez más ajena. Sabía que ese era el fin, los ojos de la chica le anunciaban que ella estaba enamorada de ese extraño. Inuyasha Taisho, era el nombre de quien le arrebató todo, él había logrado en unos minutos, lo que Hojo no había conseguido en tantos años, eso le carcomía las entrañas y los celos afloraban, pero no podía hacer nada, sufrió haberla perdido sin siquiera haberle hecho saber sus deseos de hacerla su novia.
No paso siquiera mediodía antes de que Inuyasha, se le declarara a Higurashi, y ella al final había aceptado, ellos se veían bien juntos, eran una linda pareja, las chicas del instituto de cierta forma sentían un poco de envidia hacia Higurashi, pues si bien Taisho era un muchacho bien parecido, Hojo únicamente los observaba a lo lejos con un semblante lastimoso, cerraba sus puños y una ira casi infernal se apoderaba de sus ojos, si bien Inuyasha le había ganado la primera batalla, pero no la guerra, entre sus antepasados uno dejo ir al amor de su vida, pero él no sería igual a Akitoki, Hojo pelearía hasta el final por el corazón de Kagome.
Minutos antes de que la infeliz campana diera fin a ese amargo día, el Instituto completo ya sabía acerca de la nueva pareja y parecía que a cada minuto se hacían más populares.
Los chicos no podían creer que al fin un chico salía con ella, la chica más guapa, pero también la más distraída en cuando insinuaciones de citas.
Las amigas de Kagome la felicitaban, deseándoles lo mejor, sin embargo Eri veía tristemente a Hojo, pero si su amiga estaba feliz, ella también tenía que serlo.
—Kagome…
—Dime, Eri
—¿Nunca te diste cuenta, si le gustabas a alguien más antes de la llegada de Inuyasha?
—Pues la verdad, no, ya sabes que no soy muy observadora con los chicos, pero con Inuyasha fue distinto; sus ojos, su sonrisa, su cabello…todo de él me atrapo en unos segundos.
Las chicas lanzaban pequeñas risitas ante el sonrojo de Kagome, de verdad que esa chica es muy despistada, platicaron un poco más acerca de Inuyasha y otros chicos que las rondaban.
—Chicas, lamento la interrupción, pero me llevo a mi hermosa novia—Vaya que Inuyasha era un chico muy caballeroso, Higurashi lo abrazo fuertemente acomodándose en su pecho.
—Ay, Inu, eres tan lindo—una mirada soñadora se encontró con los penetrantes ojos ámbar.
Por cada día que pasaba Hojo, recuperaba las esperanzas de que al graduarse, volverían a estar juntos en otra escuela, pero mientras eso sucedía se le había ocurrido el plan perfecto para separarla del imbécil de Inuyasha, aliarse con Ayame tal vez no era buena idea, pero ella estaba destrozada por el rechazo de Koga y buscaba una forma de vengarse de Kagome.
Hojo y Ayame cerraron el trato, su plan se llevaría a cabo durante el descanso, para que la humillación fuera satisfactoria. Ambos observaban los ademanes de la pareja que por lo visto estaban enfrascados en tremenda discusión, y al fin Kagome le había colocado la cereza a este obscuro pastel al plantarle chico cachetadon a Inuyasha, este se alejaba furioso del lugar con la huella de la mano de su chica pintada en el rostro. Las risas a su paso eran pesadamente dolorosas, pero a él lo que más le dolía era la actitud de Kagome, no encontraba explicación lógica alguna.
Kagome lloraba desconsoladamente, lo cual representaba una oportunidad perfecta para Hojo, quien sin pensarlo dos veces tomaba el papel de paño de lágrimas.
—No, lo entiendo Hojo ¿por qué me lastima de esa manera?
—¿Qué pasó Higurashi?
—Un anónimo que dejaron en mi banca decía que Inuyasha invitó a Ayame al baile de graduación, porque según él, ella es mucho más linda y cuando se lo pregunte directamente lo negó, dijo que él no había hecho eso y que tampoco tenía una idea de quien había inventado semejante tontería.
—¿Quieres ir al baile conmigo?, yo nunca centraría mi atención en otra chica, porque desde siempre me has gustado—mientras Hojo le decía esto acariciaba tiernamente su cabello.
Inuyasha regresaba en ese instante a ver si Kagome ya estaba un poco más tranquila y vio la situación. Su rabia comenzó a actuar por él.
—Sabandija, nadie le toca el cabello a mi chica—tomó a Hojo del cuello de su gakuran y lo alejó suficientemente de Kagome.
—Escúchame muy bien, porque que no pienso repetirlo, ¡Aléjate de mi novia!, sino lo haces me encargaré de molerte a golpes—terminado de decir esto arrojó a Hojo al suelo.
La cordura de Taisho, no era precisamente lo que se llamaría prudente, así que desabrochó su gakuran, se lo aventó a Kagome y le propinó unos cuantos golpes a su atrevido rival.
El problema se hizo más grande cuando Kagome intercedió por Hojo, pues Inuyasha estaba cegado por los celos, dejó su coraje visiblemente para Higurashi, al apretar fuertemente sus colmillos y se alejó del lugar dejando al chico en el suelo. Kagome no sabía de qué otra manera pedirle perdón a su amigo por la actitud tan agresiva de Inuyasha, así que decidió ir con él al baile de graduación.
A pesar de los golpes todo le estaba saliendo a Hojo a pedir de boca, pues había conseguido la atención de la chica, por su parte Inuyasha no pensaba con claridad así que en desquite invitó a Ayame al baile, la chica aprovecharía esta oportunidad para pagarle a Koga de la misma manera.
Durante el tiempo que faltaba para el fin de cursos Taisho y Higurashi se habían distanciado un poco, aunque todavía sentían algo el uno por el otro, pero su orgullo era más fuerte y ninguno de los dos daba tregua. Para Inuyasha era sumamente triste no tener a la chica cerca de él, no podía con eso ese sentimiento y buscó la manera de arreglar las cosas.
No fue fácil para él cancelarle la invitación a Ayame, pero esta finalmente aceptó y desistió de su venganza contra Kagome.
Mientras tanto Inuyasha, había comprado las rosas más hermosas que encontró y un libro, que sabia Higurashi moría por leer. Estaba indeciso pero al fin opto por dejarle un recado en su banca, junto con los demás obsequios.
Kagome, perdóname por ser tan bestia, pero ¿sabes? nunca había conocido a una chica que me gustara tanto como tú y tengo miedo a perderte.
Inuyasha, Taisho
La sorpresa de Higurashi, fue enorme al encontrar tan lindo detalle, y de inmediato pensó en la manera de cancelar su cita con Hojo.
Llegado el gran día, Hojo estaba terminando de arreglarse cuando recibió una llamada de Kagome disculpándose, pero no podría ir al baile con él porque Inuyasha, le dicho los motivos de su actitud y había le había pedido ser su pareja, después de que le diera el segundo botón de su gakuran. Hojo entendió y tiró su botón por la ventana. Desde ese día el sake comenzó a ser su única compañía.
