un pequeño fic sobre mi pareja favorita de Harry Potter, Hermione Granger y Bellatrix Lestrange, espero que disfruten leyéndolo tanto como yo disfruté escribiéndolo para ustedes

La vida desde que salimos del vientre de nuestra madre nos depara muchas sorpresas, muchos misterios, aventuras, alegrías, tristezas, está en nosotros descubrir cada uno de esos momentos por nuestras propias manos, desde que tenemos uso de razón y nos enseñan que es lo bueno y lo malo aprendemos a forjar nuestro propio camino con las baldosas de lo que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra niñez, nuestra adolescencia y nuestra adultéz. Muchos aprendemos de la peor manera, rápido, doloroso y contundente como es la vida, otros somos solo espectadores de esa vida, o acompañantes, ya que nuestra enseñanza aún no termina hasta que la chispa del saber se enciende en nuestro interior.

En ese momento no sé qué fue lo que me llevó a fijarme en esa chica, una chiquilla que podría prácticamente ser mi hija si me lo planteaba fríamente, solo era una adolescente que me cruzaba de vez en cuando, cuando iba hacia mi trabajo, una pequeña delgada, demasiado para pasar al espectro de salud, de cabellos largos en bucles castaños hasta por debajo de los hombros, de ojos castaños claro que desprendían a simple vista vitalidad y ternura de una pequeña niña que aún no sabía nada del mal que rodeaba a este mundo pero que al traspasar esas barreras de falsa felicidad se podía vislumbrar todo el dolor que cargaba a tan corta edad, piel pálida como el marfil y tan delicada como las alas de una mariposa, de cuerpo torneado denotando que hacia buen ejercicio diario, una chica excepcional con el trato hacia los demás, de formas educadas y de muy buenos modales, siempre recibía a todo el que atendía como si fuese la persona más importante del mundo. Lo sé porque así empezó nuestra relación.

Era una tarde soleada y muy cálida para mi gusto, estábamos en pleno otoño y el clima era tan cambian en esa época que ya no sabía que ponerme, ese día salía más temprano de trabajar, no tenía nada más que hacer para matar el tiempo antes de ir a casa, había visto que a la vuelta de la oficina donde ejercía habían abierto una nueva librería cafetería, uno de los lugares más relajados, y encajaba perfectamente con mis gustos, con unos dólares que llevaba en mi bolso de mano me adentré en ese precioso lugar lleno de estanterías repletas de libros de todo tipo de temas y gustos, el mostrador junto a la barra de servicio era tan ancha que ocupaba todo el ancho de pared a pared, el aire estaba impregnado de un delicioso aroma a café recién hecho y otros aromas dulces de los postres que se exhibían en el mostrador y en la vitrina que daba a la calle, en la caja registradora estaba ella, una jovencita de cabellos ondulados de color castaño caoba del largo un poco por debajo de los hombros peinados en una raya de costado que le daba un aire sofisticado, ojos chocolate de mirada penetrante y a la vez soñadora acompañados por largas pestañas y finas cejas, nariz respingada de perfil griego y aristocrático, lo que más me llamó la atención fueron sus finos y encantadores labios rosados sin una pizca de brillo o labial que invitaban a olvidarse de toda moral y ética y besarlos con toda la pasión y desenfreno que estaban siendo resguardados por mi auto-control, su piel pálida de textura lechosa estaba cubierta por una camisa sin mangas azul calipso que dejaba a la vista unos hermosos y delgados brazos de hombros huesudos, muñecas frágiles y unas largas y delicadas manos de dedos largos adornados por unas uñas pintadas de rosa pálido, jeans ajustados que le torneaban y estilizaban las piernas haciéndolas más largas y finas, sus pies estaba subidos en unas sandalias tipo griegas de tacón aguja que terminaban esa sexy vestimenta haciendo que mi auto-control se viera en tela de juicio

-buenas tardes señorita, ¿en qué puedo ayudarla?-su voz gentil y grácil me hacían replantearme seriamente él porque estaba en ese lugar hasta que su mirada, esperando a que le dijera lo que quería ordenar, se me clavó como una filosa y peligrosa flecha.

-hola, quisiera un capuchino helado, por favor-"y tu número, preciosa" pensaba para mis adentros mientras se volteaba y mi mirada se clavaba sin poder evitarlo siquiera en su tentador y respingado trasero cubierto por esos pantalones que seguramente no dejaban respirar a la piel de tan apretados que deban estar-¿Cuánto tiempo llevas trabajando en este lugar, querida?- se volteó y sonriéndome con un vaso de cartón desechable en la mano derecha, me respondió desinteresadamente

-llevo aquí dos años y medio, señorita-su caminar sensual y a la vez inocente era hipnótico, sus movimientos entre máquinas y vapor de leche y café caliente me decían que estaba sumamente experimentada en su labor-es extraño, es la primera vez que la veo por aquí-con presteza vertió el líquido humeante en el vaso, le agregó hielo triturado y le colocó una tapa para evitar un derrame, sin quererlo nuestras manos se tocaron cuando me entregó el vaso, pude sentir una pequeña corriente eléctrica que se desplazó desde mis dedos hasta mi hombro, su cara se sonrojó por completo dándole una apariencia mas tierna de la que ya tenia-se...serian...ocho dólares...señorita-dijo con la mirada gacha. Busqué en mi bolso el dinero y se lo entregué, esta vez sin tocar nuestras manos

-bueno muchas gracias-busqué en su pecho el gafete que decía su nombre que rezaba en letras cursivas "Hermione"-fue un placer conocerte Hermione, nos veremos en otro momento-el color carmín aun no abandonaba el bonito rostro de la joven cuando me fui, mis planes habían cambiado, no podía quedarme en la misma habitación que esa linda chica, definitivamente había algo en ella que me volvía una mujer completamente distinta, sabía de antemano que no era lesbiana y mucho menos asalta cunas, como los llamaban a los que salían con alguien mucho menor que ellos.

Los días iban pasando, muchas veces pasaba por la librería y la veía sin entrar al local, muchas emociones se arremolinaban en mi interior cuando ella llegaba a mis pensamientos, me sentía sumamente rara, me faltaba la respiración, me temblaban las piernas, sentía un enorme y sofocante calor en el pecho y la cara y me sudaban copiosamente las manos. Por más que me atiborrara de trabajo, esa muchacha de bonita sonrisa no se iba de mi mente, tenía que hacer algo al respecto, o sino me volvería completa y perdidamente loca de atar. Ya cansada de evitar ir a al librería, un día, sábado, me armé de valor y ya preparada me adentré a lo desconocido de esa joven. Ese día estaba más hermosa todavía, vestía una camisa simple, básica blanca de mangas tres cuartas, cubierta por un lindo chaleco ceñido negro, recuerdo que llevaba puestos unos shorts de color blancos hueso unos zapatos negros de punta descubierta, tacón aguja de diez centímetros y cordones que ajustaban perfectamente el calzado a sus pies, lo que me sorprendió fue verla con su bello cabello suelto y algo despeinado, estaba sentada de perfil al público viendo por una ventana parecía desanimada, y al parecer había estado llorando, por las ojeras que se presentaban bajo sus parpados inferiores se veía que no había dormido bien

-disculpe, ¿en qué le puedo ayudar?-me atendió una jovencita, de, según pude ver, la misma edad de Hermione, su piel era jaspeada en simpáticas pecas, su cabello largo hasta la cintura era lacio y rojo como el fuego, sus ojos tan cristalinos como el agua más pura eran celestes tan claros que parecían bellos diamantes, estaba vestida con una playera lisa de mangas largas color rosa pálido cubierta por una pequeña chaqueta de lana blanca, tenía unos jeans azules gastados que se ajustaban a su cintura y se ensanchaba en sus tobillos, con unos tenis negros que se veían ya bastante usados y viejos

-disculpa, quiero hablar con Hermione-le dije lanzándome una mirada preocupada a la joven que parecía desconectada de su alrededor

-déjela tranquila, no está bien-sin hacerle caso me fui acercando a la pobre chica lentamente para no asustarla-se lo advierto, no se le acerque-lo que vi en su rostro me heló la sangre y me hizo hervir en ira y rabia, su lado derecho estaba completamente magullado y negro, alguien la había golpeado hasta dejarle el labio partido la nariz fracturada y el parpado hinchado, tanto que no podía abrirlo, con cuidado le tomé el mentón-Hermione, lo siento, no pude pararla-le hizo una seña con la mano de que no tenía ningún problema conmigo

-¿Quién te hizo eso?-trató de apartarme la mano cuando le agarré la muñeca-dímelo, ¿Quién te puso la mano encima?-justo en ese momento me percaté que tenía una maleta de dos personas de color negro cerrada detrás de ella-vamos, te llevaré a curarte-sabía que mi mundo había cambiado por culpa de esa niña, había entrado en mi corazón y no quería sacarla de ahí.