Nota Este Fic participa en el mini-reto "Diferente, raro, no malo" del foro "Las cuatro casas".
Disclaimer: Harry Potter y sus personajes pertenecen a J. K. Rowling y demás licenciatarios. No se vulneran los derechos de autor de forma intencionada.
Advertencia: Contenido delicado, lea bajo su propio riesgo.
Número de palabras: 489
"Irrevocablemente"
Género: Romance, Suspenso
Clasificación: M
One-Shot
Aleksast, 2015
Él le desea, no puede imaginar otra cosa que no sean esos brillantes ojos de jade que no muestran otra cosa que puericia.
Él es el vivo ejemplo de aquél que lo condenó al desprestigio, caer de lo alto de la sociedad a lo inmundo del olvido.
Y sin embargo su único deseo es quitarle la ropa, tragarse su mancebía y hacer en él todas y cada una de las crápulas que su enfermo corazón ha tramado en sus fantasías.
Él sabe que la distancia de media centuria de vida, de experiencias, de torturas y perversidades le dividen abismalmente de ese muchacho que pretende.
El mismo muchacho que acaba de entrar a su lúgubre habitación, con el corazón batiendo furiosamente por la adrenalina, su cuerpo impoluto se enfebrece de pensar que saciará sus curiosidades, pero más allá de esa razón, es que al final no había importado nada el riesgo que ha corrido. Lily lo sospechaba, quizás, y James no le daba la mínima importancia. Ese muchacho que prefería su segundo nombre en vez del primero, ese mismo nombre que tantas veces su maduro amante evocó en otros tiempos, en otra persona.
Cómo disfrutaba su aroma, pese a que la piel de ese hombre a quien se estaría entregando ya no tenía ni la firmeza y suavidad que cuando tuvo su misma edad, ese aroma natural lo enloquecía como ninguno. Ese rubio pelo, disimulado por las canas, seguía brillante, sedoso, pese a que ya no tenía la longitud que en sus tiempos fuese el objeto de atracción de todos los que lo admirasen. Los labios suaves del adolescente se encontraron con los ásperos y experimentados del adulto, con el frenesí habitual, con la zozobra de ser descubiertos y juzgados, con la dicha inmensa de abandonarse en los brazos del otro.
Su piel se estremecía cada que Lucius la tocaba, sus sentidos se agudizaban en el momento en que éste lo hacía suyo, marcaba su dominio con el yugo de su fuerza, con su virilidad sometiéndole y al tiempo mismo que su virginidad le era arrebatada lo era también el último resquicio de temor, a cambio el mayor le colmaba de un amor, de una dicha, de una infinita felicidad que ni con la madre de su único hijo llegó a ofrecer.
Él le desea, no puede imaginar otra cosa que esperar a volver a colarse a hurtadillas en la mansión Malfoy.
Él es el vivo ejemplo de lo efímero de la vida, y mientras la de él y la suya coexistan, su corazón no estaría jamás en la tristeza hundido.
Y sin embargo sabe que él se irá antes, que el resto de su vida se vislumbra vacío, y temeroso ruega por detener el tiempo.
Él sabe que la distancia de media centuria de vida que él tiene no es nada, si se tiene la fuerza inexorable de amar a pesar de todo.
Y se han de amar, irrevocablemente.
