Hola a todos.
Aquí estoy otra vez con una nueva historia de mi pareja yuri favorita, espero que sea de su agrado. Esta vez en un long-fic, realmente no tengo planeado cuando será la próxima actualización, pero intentaré que sea lo más pronto posible.
Disclaimer: Ningún personaje que aparezca, o sea mencionado, en este fic me pertenece. Todos son propiedad de sus respectivos dueños; yo solo hago esto por diversión.
Advertencia: AU, universo alterno. Yuri. Lemon (+16) en capítulos futuros.
Acto 1 - Julieta -
La música se escucha, se oye por doquier. Inunda el gigantesco salón con una agradable melodía, un dulce y conocido vals, llenando cada rincón posible. La gente sonríe. Las parejas se dirigen hacia la pista de baile, bajo el candelabro de cristal, y comienzan a danzar siguiendo el ritmo del uno, dos, tres.
Hay vestidos colorido, unos con encajes y vuelos mientras que otros son más recatados y simples, peinados lujosos y adornos sofisticados. Trajes magros, oscuros, de distintas tonalidades, con moños, galeras, corbatas y algunos hasta usando capas; incluso habiendo diferentes vestimentas, había algo que las unía. Todas ellas tenían un detalle en común: un antifaz en el rostro. Siendo esta la condición para asistir a la fiesta…
Un baile de máscaras.
Hasta quien poseía el atuendo más sencillo usaba un antifaz en el rostro. No había persona que no tuviese antifaz. Todos mantenían ocultas sus identidades; no había nombres, ni apellidos, no había alguna clase de impedimento para que las parejas se relacionaran entre sí. Una danza entre desconocidos, un baile lleno de mentiras, que solo por esta ocasión traía felicidad.
Pero de todos ellos, uno solo sobresalía: Una joven disfrazada de princesa de cuentos, con un brillante y pulcro vestido blanco, dueña de una larga cabellera y de unas zapatillas de cristal. Ella sonríe amablemente mientras que, con sus delicados y finos dedos, acomoda el antifaz en su rostro y un tinte rosado adorna su rostro.
La princesa baila con desconocidos, uno tras otro, ingenuos que creer pode conseguir su corazón, más me temo que ella ya tenía un dueño; ella se disculpa ante la aparición de un nuevo pretendiente, sin embargo, éste no parece querer darse por vencido y la invita una vez más a bailar. Con cierta culpa, la joven acepta la invitación y deja que el príncipe coloque en su cabello un broche de oro.
Los invitados observan maravillados la escena, puesto que el príncipe y la princesa al fin estaban juntos.
Las campanadas de las doce sonaron, y antes de que alguien se diese cuenta, la dueña de las zapatillas de cristal se escabulló de la habitación. Pero no porque el hechizo se rompía y ella volvía a la normalidad, sino porque era el momento de encontrarse con esa persona; sigilosa como ninguna otra, llega hasta el jardín. Las rosas blancas no son de su agrado, prefiere los lirios, puesto que van más con su ser. Deambula por los alrededores, hasta que nota la presencia de alguien y sonríe amorosamente al descubrir que es quien esperaba.
La princesa corría hacia una persona mientras que su vaporoso y amplio vestido blanco se desplazaba en todas direcciones; el broche que el príncipe le obsequió en el baile había caído al suelo, siendo completamente olvidado por ella; incluso si la música continuaba sonando, aun podía oírse su risa de felicidad.
Ella mantenía la vista en frente, mirando con infinito cariño al individuo que la esperaba con los brazos abiertos. Dispuesto a recibirla con el mismo amor y poder estrecharla en sus brazos. Parece estar diciendo su nombre, porque la princesa corre más rápido y se lanza hacia ese sujeto en cuestión… ¿Sería un príncipe? Parecía serlo, puesto que usaba un traje negro, muy entallado al cuerpo, y una máscara negra que parecía encaje; lo único que resaltaba en esa persona era la rosa turquesa que adornaba su pecho.
Las sombras mantenían oculto su rostro, sin embargo, un pequeño rayo de luz podía iluminar su boca, mostrando como sus labios se curbana hacia arriba, formando una tímida y pequeña sonrisa. La capa sobre sus hombros se mecía al compás de la brisa. Retrocede un paso cuando siente un peso ajeno, externo al suyo, baja la mirada, notando que ella ríe avergonzada y se disculpa por su comportamiento; se miran mutuamente.
El Verde aqua y el turquesa se encuentran.
Se miraron a los ojos, y con ternura y lentitud, aproximaron sus rostros a tal punto en que sus labios se rozaron débilmente.
En un tímido y cuidadoso beso.
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Los ojos turquesa se abren de golpe.
La dueña de aquella mirada observa su alrededor con desconcierto, teniendo la respiración levemente entrecortada. Se sentó sobre el colchón llevando una mano hasta su frente, quitando los cabellos que cubrían su rostro, recordando una y otra vez las imágenes de aquel sueño. Deja caer la cabeza contra las almohadas, viendo por el rabillo de su ojo como los cabellos rosados se esparcen a su alrededor.
—Otra vez ese sueño —murmura con la mirada perdida sobre el techo de la habitación—, últimamente ha estado apareciendo.
Luka Megurine no era una persona escéptica, precisamente todo lo contrario. A pesar de ser seria y creen en las cosas concretas, una parte de ella creía en el "destino" y todo lo relacionado con él; tener esa clase de sueños, debían de tener un motivo, sea bueno o malo. Sin embargo, aquella fe no era suficiente para que ella se dispusiera a hacer algo e investigar el supuesto por qué.
Desde que era una niña había tenido ese mismo sueño: una bella princesa junto a su amado príncipe; una escena que no era muy de su agrado.
Cuando era joven, nunca sintió alguna clase de gusto por los príncipes azules, herederos al trono, subidos a blancos corceles, enfrentándose a feroces dragones y peligros inminentes. Su madre lo sabía muy bien, por ese motivo a la hora de dormir, ella y su esposo inventaban toda clase de historias para su amada hija, donde la pequeña peli-rosada era la protagonista; eso había ayudado para que ella creciera siendo independiente, madura, responsable, segura de sí misma, completamente autosuficiente. Aquellos cuentos infantiles habían servido de mucho, al igual que todos los valores enseñados por sus padres y abuelos.
El reloj despertador sonó. Ella dio un respingo, asustada por el repentino sonido, y gruñendo por lo bajo lo apagó de inmediato, estuvo a punto de estamparlo contra la pared más logró contenerse.
Incluso teniendo todas esas cualidades positivas, ese lado gruñón y grosero se mantenía presente en su vida.
Suspira. «De cualquier forma, creo que eso ya no importa. » Sonríe para sí ante de apartar las sabanas y levantarse de la cama, estirando los brazos por encima de la cabeza. Bosteza por última vez, toma el peine azul que está encima de la cómoda y desenreda su cabellera rosada luego de prender la radio en su estación favorita.
"Secret" [1], su canción favorita se escucha de repente. Sonríe y comienza a cantar por lo bajo, imaginándose que es ella la chica del video y el gato negro aparece por detrás. Termina su tarea antes de lo que esperaba. Abre la ventana y aspira el aire puro de la mañana, sintiendo como los cálidos rayos del sol bañaban su rostro. Cierra sus ojos con deleite y sonríe con timidez; este era uno de los motivos por el cual amaba la primavera.
Sonríe al cerrar la ventana y correr las cortinas. Era hora de volver a la rutina de siempre: darse una ducha, ponerse el uniforme y su suéter favorito, preparar el desayuno y su almuerzo, para que, al terminar, dejar la casa en condiciones y caminar hasta la escuela.
«Hora de comenzar el día. » Se acomoda el listón en su cabeza, toma su bolso y se dirige al corredor, más se detiene al pasar por el pasillo y admira en silencio uno de los cuadros colgados en la pared.
Una pareja joven, no más de veinte años, le sonreía a la cámara enseñando el rostro de la pequeña bebe en brazos de la mujer; ella, de cabellos color cereza y ojos esmeralda, dueña de un pulcro rostro enmarcado por lacios mechones de su cabellera y una piel de porcelana que cualquiera podría envidiar. De sonrisa tímida, temerosa, pero con un dejo de alegría. Una boina verde cubre su cabeza haciendo juego con el color de su vestido, el lazo rojizo que envuelve su cuello resalta entre sus ropajes, al igual que el anillo dorado ubicado en su dedo anular. Mientras que él, alto, apuesto, de una penetrante mirada color zafiro y hebras rosadas que cubrían su cabeza, vestido con ropas monocromáticas, camisa negra, pantalón y zapatos blanco. Aunque en su rostro se encuentre una leve sonrisa, el brillo juguetón y alegre en sus ojos es capaz de percibirse a simple vista; debajo de todo, está escrito "Momo + Luki + Luka = ¡A familia feliz!" con una letra un tanto temblorosa e infantil, junto con un pequeño corazón al final.
—Adiós mamá, adiós papá. Deséenme suerte. —dice con una sonrisa nostálgica en el rostro contemplando la fotografía en el marco de plata.
Luka apaga las luces, cierra la puerta y guarda las llaves de su casa en su bolso. Da una última mirada a su vivienda, suspira y desvía la mirada hacia el frente, sintiendo como sus cabellos lacios se mueven con la brisa y el perfume de la estación impregna el aire con su dulzón.
Camina por las calles transitadas, viendo estudiantes tanto de su misma escuela como las otras cuatro del distritos de Minato [2]. Iban en grupos grandes, o de tres personas, teniendo algún accesorio o prenda de vestir que diferencie sus uniformes; a pesar de tener un pequeño grupo de amigos, en muy pocas ocasiones pueden caminar hasta escuela juntos platicando, haciéndose bromas entre sí, riendo divertidos, pero todas las mañanas caminaba sola hasta el edificio. Y todo por su por su manía de la puntualidad, ella misma lo sabe, más no hace algo para cambiarlo, podría decirse que se acostumbró a ello.
«Me estoy comportando como una niña malcriada. » Sonríe ante su propio pensamiento. «Ni que fuera la princesa número uno en el mundo. » Para acallar esos pensamientos comienza a tararear la melodía de su canción favorita. Saca su celular rosado y suspira aliviada al ver que llegaría puntual, como siempre, pero su mirada queda fija sobre en la pantalla. Contemplando con cariño la imagen.
Estaban ella y su mejor amiga, abrazadas y mirando a la cámara.
Hatsune Miku, una de las integrantes del coro de la escuela. Una chica de sonrisa aniñada, cabello verde-aqua amarrados en dos grandes coletas cayendo hasta la altura de sus rodillas, de mirada de igual color y un tenue sonrojo en sus mejillas.
"¡El rosa y el verde quedan bien juntos!" le había dicho en un tono de broma antes de sacarse la fotografía, haciendo alegoría a sus colores favoritos.
Miku, al igual que el resto del coro, tenía carisma y gracia en lo que hacía. Era una de las chicas más populares, admirada como envidiada, de personalidad amable, bondadosa, alegre y servicial. En pocas palabras, una niña perfecta.
Había ocasiones en las que Luka se preguntaba cómo alguien como Miku era su amiga ¡si hasta sus personalidades eran diferentes! Pero tal parece que el refrán es cierto y los opuestos si se atraen. Por una mera casualidad se conocieron: a la salida de la escuela, la joven diva, como la solían llamar, no había llevado el paraguas para protegerse de la lluvia. Luka la encontró y recordó que en su bolso estaba la sombrilla de los gemelos, que ese mismo día se habían ausentado, le prestó el suyo y usó el de los hermanos.
Ella se sorprendió y titubeante aceptó el paraguas. "¡Muchas gracias!" le dijo en un tartamudeo, inclinándose en señal de respeto. Devolviéndole el objeto al día siguiente junto con un bento [3] que había hecho especialmente para ella, alegando que si necesitaba algún favor ella la ayudaría; fue una de las primeras veces en que Luka se sonrojó, sintiéndose completamente avergonzada. Aceptó el obsequio y a partir de allí comenzó su amistad.
«Pensar que Rin me molestó todo el mes. » Aun podía recordar las bromas de esa niña de cabellos amarillos y dueña de un gran listón blanco; a pesar de que en ese entonces Rin tenía ocho años.
Tan absorta en sus pensamientos, que tardó en percatarse de que había llegado a destino. La peli-rosada se detiene abruptamente, quedando frente a la entrada del gigantesco edificio. Lo admira en silencio, con detenimiento y calma, sonriendo débilmente al recordar que su padre había asistido a este lugar.
CRYPTON High School.
Una de las escuelas secundarias más importantes de los barrios de Tokio.
La joven ingresa al edificio, obviando las miradas de los demás estudiantes. Si bien no se consideraba una persona popular, era muy conocida en toda la escuela gracias a su apellido; nieta de un empresario automotriz, hija de una de las cocineras más populares en todo Japón y un escritor reconocido a nivel mundial; todos los días corría un nuevo rumor de su increíble y descontrolada vida, además, el simple hecho de vivir sola había influido demasiado.
Apretó los dientes con fuerza manteniendo la mirada en el suelo y dio un ligero apretón a los libros que llevaba contra su pecho.
Llega hasta su salón, cierra la puerta al entrar lo más suave posible, pero a pesar de sus esfuerzos, sus compañeros notan de inmediato su presencia. Ve el mueble en donde todos guardan sus pertenencias, frunce el entrecejo y se encamina a su asiento, parece que hoy tampoco dejará su bolso en ese lugar.
Lo tira en el suelo y toma asiento en su pupitre. Contempla el cielo recostando la cabeza en su mano derecha, absorta en sus propios pensamientos; hasta que alguien fue capaz de traerla a la realidad.
—¡Luka! —exclamó una voz conocida por la peli-rosada, pero antes de que pudiese decir algo se vio atrapada en un cariñoso abrazo—. ¡Buenos días, Luka-chan!—. Restriega su mejilla con la ajena sin perder esa sonrisa de su rostro.
La mayor rió por lo bajo ante tal actitud infantil. —Miku, suéltame.
Negó con la cabeza sin dejar de reírse y daba un ligero apretón a su agarre, dispuesta a no soltarla. O al menos hasta que se presente el profesor; además, oír la risa de su mejor amiga le hacía feliz. —No quiero. ¡Tendrás que detenerme! —decía en un tono infantil.
—Miku, ya deja de comportarte como una niña.
—Je je. ¡Así me quieres, Luka-chan!
Luka mantenía una pequeña sonrisa en su rostro, sintiéndose aliviada de haber podido escapar del agarre de la verde-aqua. Miku dejó su bolso en el asiento saludando a sus demás compañeros, y al percatarse de la mirada de su amiga correspondió aquel gesto,
La entrada del salón se abrió y la alumna que faltaba apareció. —¡Buenos días a todos! Gumi ha llegado. —dijo con una brillante sonrisa en el rostro, saludando a cada uno de sus compañeros; no por nada era una de las chicas más populares de la escuela.
Se sentó sobre el escritorio, meciendo las piernas de adelante hacia atrás. —Cada día me sorprende la popularidad de Gumi. —dice asombrada por la cantidad de saludos que recibía la peli-verde—. No me extrañaría que supiera el nombre de todos y cada uno de los estudiantes de esta escuela.
La de ojos turquesa asiente mientras coloca en el pupitre su cuaderno y los bolígrafos de colores. —Eso es verdad.
Gumi buscó a sus mejores amigas y al encontrarlas en sus respectivos lugares la sonrisa en su rostro creció mucho más. —¡Buenos días Miku, Luka!
Miku saltó y correspondió el saludo. —¡Buenos días Gumi!—. Tomó la mochila de su compañera y comienza a jugar con los llaveros en forma de zanahoria.
Luka apartó la mirada del rostro de su amiga y le sonríe amablemente a quien acababa de llegar. —Buenos días, Megpoid-san.
La joven, de cabello verde y ojos de igual color, frunce el entrecejo mientras infla las mejillas con molestia. —Mou, Luka-chan ¡deja de tratarme formalmente! Recuerda que las tres somos amigas. —dice llevando ambas manos a sus caderas—. ¿Algún día me llamarás por mi nombre?
—Lo siento. —murmura de repente sintiéndose avergonzada; conocía a Gumi desde hace años, pero aun no sentía que tuviese plena confianza en ella para hablarle con tanta familiaridad.
Miku sonríe. —Gumi-chan, no te enojes. No es culpa de Luka el haber sido criada en una familia rica ¡no es de sorprenden que sea tan amable y respetuosa al hablar!
—¡Si pero!—. Un pequeño bufido sale de sus labios. —A ti sí te llama por tu nombre. —masculló por lo bajo, tomando su bolso y sentarse sobre su asiento; detrás de sus amigas—. Eres la favorita de Luka…
—Y así es. Después de todo, soy su mejor amiga. —responde para luego lanzarle su bolso, viendo como ésta lo atrapaba fácilmente—. Oh ¡eso fue increíble, Gumi!
La peli-verde se sonroja levemente, desviando la mirada hacia su regazo. —Aprendí mucho gracias a Gakupo-nii-san.
—¿Kamui-san, eh? Ya veo—. Luka se acomoda mejor en su asiento, dibujando al muchacho que Gumi acababa de mencionar. —Creo que más bien es al revés. Tú eres una gran atleta, estoy segura que tú le has enseñado a él.
—¡No seas así con él!
—No he dicho nada malo.
—Sí pero…—. Su voz desapareció al ver que el profesor acaba de entrar. —¡Oh demonios! Olvidé hacer mi tarea de Ingles… Luka ¿podrías? —murmura dejando la pregunta inconclusa, ocultándose detrás de un libro de la materia.
La peli-rosada suspira con resignación. «Me esperaba que algo así sucediera. » Piensa al sacar algunas hojas de su cuaderno, pasándoselas a la peli-verde por el costado de su escritorio. —Seguro.
—¡Oh Luka, te amo! —dice en un tono bajito luego de tener las tareas en su poder y usar sus super habilidades para copiarse de las respuestas.
Luka suspira, manteniendo la espalda erguida, tratando de ocultar con lo que la peli-verde estaba haciendo. En momentos como estos, agradece haber aprendido ingles de niña y poder darse el lujo de "ausentarse" en las clases del profesor Big AL.
Un papelito cae a su mesa, lo toma entre sus dedos y lo desenvuelve en su regazo rápidamente, asegurándose de que nadie sea capaz de verlo. Lee el mensaje y sonríe.
Gumi ya te debe una pescadería entera por todos los apuntes que le has pasado.
Atte: Miku, la chica-puerro.
Guarda el papel en el bolsillo de su chaqueta y pretende tomar apuntes; la sonrisa en su rostro no se borraría fácilmente.
Para ella, hoy también sería un buen día.
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Luka saca su celular y contempla la hora: faltan cinco minutos para que sean las seis de la tarde; vuelve a guardar el teléfono y elevaba la vista al cielo, entreteniéndose con darles alguna forma a las nubes.
Cuando estaban a punto de calzarse sus zapatos, la verde-aqua recordó algo importante. "Lo siento Luka, hoy me toca limpiar el salón" dijo sintiéndose avergonzada por haberlo olvidado. Se disculpó una vez más, pero antes de poder irse la mayor habló: "Si quieres ¡puedo esperarte!" lo había dicho con tanto entusiasmo que se había sorprendido de su propia actitud. Miku se mostró sorprendida al comienzo, más luego sonrió y aceptó la propuesta de su amiga. "Entonces, espérame en la puerta", la peli-rosada asintió y desde hace alrededor de veinte minutos que aguarda en la entrada de la escuela.
Sonríe divertida por la situación. «Yo misma me he metido en esto. » Piensa antes de dejar escapar un pequeño suspiro. «Pero, supongo que me he acostumbrado a este tipo de situaciones. » Sostiene con un poco más de fuerza el bolso entre sus brazos, el cual pertenecía a su amiga, mientras que uno de sus dedos juguetea con los dos llaveros: uno de forma de puerro y el otro un pulpo rosado obsequio de la peli-rosada.
—¡Luka! —grita una voz femenina desde la lejanía.
«Ahí está ella. » Al oír esa voz se mueve de su lugar, trata de mostrarse despreocupada, sujeta su bolso y el de la verde-aqua. Espera a que ella se acerque y cuando llega a su lado ve como recarga las manos sobre sus rodillas, tratando de recomponerse.
—Lo siento por hacerte esperar. —decía de manera entrecortada, tomando grandes bocanadas de aire—. Tarde mucho en limpiar la pizarra.
—Descuida, no esperé mucho tiempo. —le dice manteniendo ese semblante sereno y calmado que tanto la caracterizaba, aunque supiera perfectamente que estaba mintiéndole.
—¿E-en verdad?
—Ajam.
—Que bueno...
Miku se ríe por lo bajo, con las mejillas sonrojadas, y levanta su rostro al estar más calmada. Asiente con el rostro. Se peina con las manos sus dos coletas y se coloca el bolso al terminar. Acomoda la falda del uniforme, la corbata, y abotona la camisa.
—¿Lista para ir a la sala de juegos? —pregunta con una sonrisa de oreja a oreja; Luka asiente en silencio para luego volver la vista el frente—. ¡Perfecto! ¡Está vez romperé mi record!
—¡Ah! Megurine-san, Hatsune-san. —dijo una tercera voz, haciendo que el dúo se detuviera abruptamente y buscara con la mirada a su dueña; al ver que era observada, se sonrojó débilmente y apartó la mirada sintiéndose un poco avergonzada. —Eh, yo. Bueno…
Miku sonrió al ver a la chica de cabello lila y ojos de igual color. —¡Ah, Yukari-chan! Veo que terminaste el aseo del salón.
Asintió mientras jugueteaba nerviosamente con las "orejas de conejo" de su chaqueta. —Gracias, Hatsune-san por ayudarme.
La verde-aqua sonrió aún más. —No tienes que agradecerme, recuerda que hoy me tocaba hacerlo contigo.
—A-aún así... limpiaste la pizarra cuando debía haberlo hecho yo.
—Ey, tranquila. No fue nada.
—¿Segura?
—¡Claro! Quizá, en un futuro cercano, seas tú quien haga ese favor a la otra. —dice con guiño divertido al final; a lo que Yukari sonríe. Tímidamente, pero sonríe al fin.
—Bueno, ya debo irme. Nos vemos mañana. —se despidió con la mano antes de comenzar a correr rumbo a su casa.
—¡Hasta mañana, Yukari! —gritó correspondiendo el saludo, moviendo su brazo de un lado hacia el otro.
Ver ese entusiasmo, esa energía, esa sinceridad al hablar conmueve a Luka. Sonríe mientras guarda silencio. « Ella siempre es así. » Piensa al recordar como interactúa la verde-aqua con los demás estudiantes. « Supongo que ese es el motivo por el cual todos la quieren y aprecian. Ese "encanto natural", hace que uno quiera acercársele… » Pensaba al sentir como una pequeña calidez se situaba sobre su pecho, trayendo una agradable sensación a su cuerpo; algo que solía ocurrir cuando pensaba o estaba junto a su mejor amiga.
Baja su brazo y desvía la mirada hacia su amiga. —Oye Luka... ¿Luka?—. Se siente extrañada de ver esa expresión relajada; si bien es algo adorable en ella, le tenía bastante preocupada ese repentino silencio. —Luka. ¡Ey! Luka. ¡Luka! ¿Me escuchas? Luka... —la llama moviendo su mano cerca del rostro de su amiga. La peli-rosada parpadea sorprendida al volver a la realidad—. ¡Al fin reaccionas! Pensé que te habías perdido por ahí.
—Lo siento... solo me distraje un poco.
—Eso lo vi.
—Discúlpame.
—¡No hay nada qué disculpar Luka! No has hecho nada malo—. Una sonrisa de oreja a oreja aparece en su rostro. —¿Nos vamos?—. Recibe un asentimiento y ambas comienzan a caminar juntas—. Nee, Luka ¿Podemos ir al centro de juegos? ¡Es que quiero proba el nuevo Project Diva para la versión Arcade!
—Creo que ya es tarde para ir al centro recreativo.
—¿Eh? ¡Oh, es cierto! Olvidé que tardé más de lo normal. —dice dándose un ligero golpe en la cabeza, riendo por lo bajo—. Bueno, entonces ¿qué tal mañana?
—Me parece bien.
—¡Sí!—. Da un pequeño brinco aplaudiendo emocionada. —Entonces es una cita.
La mayor se atraganta con su saliva, comienza a toser mientras que su amiga golpea ligeramente su espalda. Miku se disculpa aunque no sabe por qué lo hace, pero ver que Luka se había recuperado y le sonreía hizo que suspirara aliviada; volvieron a su marcha mientras platican sobre cosas triviales, desde tareas escolares hasta canciones favoritas. Se ríen y hacen bromas de todo tipo, escuchando atentamente como habla la otra, disfrutando de su mutua compañía. Hasta que llegaron a la casa de la verde-aqua.
—¡Nos vemos mañana, Luka! —menciona antes de ingresar a la vivienda, despidiéndose con la mano de su amiga.
Luka corresponde el gesto con una sonrisa tímida en el rostro, y cuando Miku desaparece de su visión comienza a caminar una vez más.
La fría brisa la hace temblar ligeramente, mas no le molesta. Ya que le agradan las tardes frescas de primavera; aprieta la correa de su bolso y se detiene cuando el semáforo enciende la luz roja. Hay demasiada gente a su alrededor. Es de esperarse, puesto que ya está oscureciendo y muchas personas regresan a sus viviendas, ya sean estudiantes y simples trabajadores. La luz da verde y todos se mueven a la par.
Ella suspira y piensa en una canción que escuchó en la radio con tal de no oír el bullicio de la ciudad. Concentrándose solo en sus pensamientos. Mueve suavemente la cabeza al ritmo de la música, también un dedo o dos, lame su labio inferior y termina apretándolo con los dientes. Se siente nerviosa al estar en grandes multitudes, pero pensar en sus amigas y seres queridos hace que se tranquilice.
Por suerte, solo le llevó unos diez minutos llegar hasta su hogar.
Baja su mano y busca las llaves en su bolso. Ingresa a la casa, prende las luces y se dirige a su cuarto. Se quita el uniforme para tomar una ducha rápida, al terminar envuelve sus cabellos con una toalla y se coloca la piyama. Deja el bolso en la silla junto al escritorio. No tiene tareas por hacer, había terminado todas durante el receso mientras que Gumi intentaba buscarle un novio a Miku y, para no "entorpecer la búsqueda", se apartó de esas dos.
Su boca se tuerce en una pequeña mueca. «Debería disculparme con Gumi, fui muy grosera… » Piensa al recordar cómo se había comportado con la peli-verde, algo tosca y grosera. Quizá si le compraba algún peluche con forma de zanahoria, un llavero o una almohada, logré disculparla; aunque su amiga no parecía molesta, la culpa que Luka sentía le hacía creer que sí.
Llega a la cocina y se sirve un vaso con juego de naranja, pero antes de que pudiese tomarlo escucha su teléfono sonando.
Lo ve temblar en la mesa, estira su mano derecha y lo toma con cuidado. Viendo el sobrecito que muestra en la pequeña pantalla de la tapa. —¿Un mensaje? —murmura para sí al reconocer la música. Abre su celular y comprueba el mensaje de texto.
Era de Miku.
Mañana no lleves almuerzo, porque yo cocinaré para ti. ¡No hay pero que valga! Así que, espero que lleves muchos deseos de comer mi comida.
La peli-rosada sonríe, ocultando su mirada tras los mechones de su flequillo. Se recarga contra la pared de la cocina y comienza a deslizarse hacia abajo, notando como algunas lágrimas fugitivas descienden por sus mejillas; ese mismo entusiasmo cuando se trataba del tema cocina, esa misma energía la tenía su mamá; sin embargo, la sonrisa en su rostro no desaparece. Continua intacta, y parece crecer aún más.
Pon mucho atún y tenemos un trato.
Escribe y aprieta el botón de "enviar". Se deshace el rastro de llanto con ayuda de su antebrazo, toma una profunda respiración y al sentirse más calmada se levanta para seguir con lo suyo. Escucha la alarma de que ha recibido un nuevo texto, comprueba su celular viendo el "OK" en pantalla. Vuelve a guardarlo y se ata el cabello, puesto que ya era hora de preparar la cena; mientras lava los vegetales y separa la carne enciende el televisor, dejando que la habitación se llenase con la habladuría del programa de entrevistas. Prácticamente, los escucha sin escuchar, porque sus pensamientos se centran en una sola persona. Una muy importante.
Su mejor amiga.
Miku le hacía sentir bien, teniendo la extraña habilidad de sacarle una sonrisa cuando más lo necesitaba. Es agradable estar a su lado, como si estuviese en casa. Feliz, segura, a salvo, al igual como la hacían sentir sus amados padres.
Estaba muy agradecida de tener a alguien como ella en su vida.
[1] Secret: Una de las canciones más populares de Megurine Luka.
[2] Minato: uno de los veintitrés distritos de Tokio (Japón). Uno de sus puntos turísticos es la torre de Tokyo, que se ha convertido en el icono de la ciudad; lugar en donde se desarrolla la historia.
[3] Bento: es una ración de comida sencilla preparada para llevar, bastante común en la cocina japonesa Tradicionalmente el Bentō suele contener arroz, pescado o carne y una guarnición o acompañamiento, por lo general a base de verdura. Está hecho a mano y suele ir en una bandeja o recipiente al uso, como cajas de madera.
Bien... es todo por ahora. Cuídense mucho, y nos vemos en el siguiente capitulo... Acto 2 - Romeo conoce a Cinderella -
Atte: Canciones de Cuna.
