Cap 1. EL ángel
En un convento bastante conocido por todo el mundo, ubicado a las afueras de un pueblo, en el que se acercaban diariamente muchas personas para orar frente a la estatua esculpida en piedra, de su tan aclamado Dios, ubicado en un jardín amplio fuera del convento. Al mismo tiempo depositaban sus donaciones y peticiones dentro de una caja de metal, pegada cerca de la estatua, con la mayor seguridad posible, puesto que si estuviesen ubicados lejos del pueblo, no faltaban las personas mal intencionadas, y llegaban a robar las donaciones con la que sobrevivían los miembros del convento.
En aquel lugar como en toda comunidad religiosa, solo podían acceder los pertenecientes a la orden mendicante: conformado por los frailes de la primera orden, las sores o mojas en la segunda orden y los terciarios pertenecientes a las tercera orden. Donde se destacaba dos miembros de la familia Matsuno, por su gran interés y labor ofreciendo su voto de pobreza, castidad y obediencia a Dios. Muchas personas fuera del monasterio no dudaban de sus capacidades, puesto que venían de una familia religiosa, que habían ofrecido su fe en Dios durante generaciones.
La familia Matsuno, no solo alcanzó un nivel alto de reconocimiento por su tradición religiosa, sino también por los trillizos que habían nacido en la cuna de un pesebre igual que Jesús. El mayor: Karamatsu es decir el que nació primero. A los 23 años se convirtió en cura, con el interés desde pequeño, de ayudar a las personas con las enfermedades del espíritu y el alma. El mediano: Choromatsu fue tan devoto y puro. Pero desgraciadamente murió a los 21 años, en un accidente automovilístico, mientras viajaba a un pueblo devastado de pobreza, para llevar comida, agua y la palabra del señor...Solo Dios sabe porque choromatsu partió de este mundo. Convirtiéndose así, en Santo, ayudando a las personas, según los creyentes, desde el cielo al lado de Dios. El menor: Ichimatsu, se convirtió en moja. Esto produjo una gran controversia en el mundo religioso, ya que no quería formar parte igual del equivalente masculino: como el fraile o el monje. Pero por su gran devoto a Dios y su historial de fe que llevaba por parte de su familia, especialmente de sus hermanos e igualmente sus razones de convertirse en moja, razones que desconocemos y solo pocos saben: que son algunos del fraile de primer orden y otro que hace parte del alto mando. Además de acciones prohibidas o extrañas de convencimiento que también se desconocen.
El convento conformado por hombres, aunque Ichimatsu fuera una moja, cumplía su labor dentro de lugar, puesto que su género es masculino y de su función como monja, es lo único particular. El lugar consta de una capilla, un edificio de alojamiento, un comedor, sala capitular, una habitación sagrada donde se colocaban las peticiones de los creyentes, donde entraba un fraile o la única moja que habitaba allí, a orar por las humildes personas y sus peticiones bien merecidas por sus donaciones al convento. Y demás servicios necesarios para la convivencia. Todo esto en condiciones pobres y devastadas.
En una de las habitaciones del convento, Ichimatsu el menor de los trillizos, se levantaba temprano como todos los demás. Cuando despertó fue tan agradable y refrescante para él. No solo porque amaba vivir entre una comunidad devota, honesta y tranquila. Sino también por el regocijo que sentía su piel, al ser acariciadas por los vientos de agosto que se adentraban por su ventana. Se bañó rápidamente y se colocó su túnica negra, saliendo con rapidez disimulada, por lo que había durado mucho tiempo sentado en su cama orando y distrayéndose.
Un poco distraído bajaba las escaleras del convento saludando a cada fraile que cruzaba por su lado. La distracción de Ichimatsu no se debía solamente al clima del mes de agosto, más bien siempre buscaba una excusa para su raro comportamiento en los días miércoles. Ese día era muy diferente a los demás, aunque tuviese una vida monástica, los miércoles lo hacían tener una extraña sensación, pues después de las revisiones que se hacían a las peticiones de las personas, elegían las que fueran de mayor gravedad para encomendar al ángel de la habitación sagrada, quien tomaba cada petición, las bendecía y se las llevaba a Dios para cumplir milagros. Para la entrega al ángel se hacían los lunes y miércoles. En los días lunes se encargaba un fraile de la edad de 25 años, y los miércoles era el turno de Ichimatsu.
"No es la primera vez que hago estas entregas, pero... ¿Por qué me siento extraño?"_ se preguntaba el pobre y confundido Ichimatsu, que caminaba al salón de reuniones, acomodando su collar bendito, para encontrarse con un fraile de primera orden.
-Buenos días, hermana, acá están las peticiones para entregarlas al ángel_ saludo un joven fraile, con un tono suave y tranquilizador. Entregándole así, una caja blanca con algunos sobres. llamándolo "hermana" puesto que aunque sea un chico, corresponde llamarlo como "ella" por respeto al trato de la segunda orden, en la cual pertenece nuestro protagonista.
Ichimatsu tomo la caja y se despidió cortés mente, no sin antes santiguarse frente a una mediana estatua de Jesús. Llego a la habitación sagrada, abriéndola con la llave que solo dos personas a cargo poseían, y se arrodillo frente al altar rodeado de velas y un pequeño tabique de color blanco sobre el suelo, donde se colocaba encima cada petición.
-Oh ángel Jyuchi, tu que nos bendices, y nos ayudas a nosotros oh, a nosotros los más necesitados, te oramos humildemente para que vengas y recibas las peticiones de mayor necesidad, que están sufriendo tus hermanos, llenos de fe en ti y de Dios...
Silenció su oración ante la presencia de una luz radiante, en la que aparecía un joven ángel, de piel blanca, delicada como sus alas, alas grandes, amplias y suaves. Llevaba puesto una túnica blanca y sedosa, de mancas cortas, y el largo de esta llegaban hasta su rodilla. Con los pies descalzos y una sonrisa tierna y radiante como su aurora, extiende sus brazos y abre sus manos mirando directamente a Ichimatsu. Observarlo convertía la mente de Ichimatsu en un remolino de palabras, de sensaciones, le dolía el pecho y sentía sus mejillas enrojecer. No entendía porque reaccionaba de esa manera y no podía ocultarlo ante el ángel, por su sonrojo llameante sobre su piel blanca. No pudo murmurar ni una sola palabra, así que solamente estiro sus brazos y le entrego al ángel la caja blanca. Este sonrió y cerró los ojos en señal de aceptación y desapareció lentamente sin dejar de mirar al pobre y sonrojado chico.
"Dios, me siento extraño, ¿Qué es lo que estoy sintiendo? ¿Por qué mi corazón palpita tan rápido con tan solo verlo? ¿Esto es amor? Dios, yo te amo tanto como tú a nosotros. Pero con el ángel Jyuchi ...¿El sentimiento es distinto?
Continuara…
