N/A: Estaba escribiendo una historia con mi Shepard que iría desde el ME1 hasta el ME3, pero la he borrado, cuando tenga tiempo iré escribiendo capítulos y cuando vea que tengo suficientes capítulos escritos, entonces iré publicando. Mientras aqui vuelvo con una serie de One-shots, sin ningún orden, pero también sobre Alex Shepard (paragón, con un pequeño atisbo de renegada, del espacio, adepta.) Espero que disfrutéis con la lectura. Los one-shots irán desde Pre-Me1 hasta Post-ME3.

Disclaimer: Como siempre Mass Effect y todo lo relacionado con el mundo de Mass Effect es obra de Bioware, yo simplemente los he tomado prestados.


Un viento fresco y suave se deslizó por su piel desnuda. El piar de unos alegres pájaros se adentraba en su mente y empezaban a traerle de vuelta de los brazos de Morfeo. Abriendo los ojos poco a poco se encontró con unos pozos color chocolate cálidos y brillantes que le miraban fijamente, parpadeando varias veces y abriendo de nuevo los ojos se encontró con que a esos maravillosos ojos le acompañaban esa sonrisa que siempre le derretía.

-¡Ey!- le susurró él estirando el brazo y acariciando su costado de arriba abajo produciéndole un escalofrío de placer, con solo tocarle conseguía desarmarla. Pero siendo él, no le importaba nada, su vida era suya, aunque aún no se hubiera atrevido siquiera a pronunciar esas palabras de amor que sabia en el fondo esperaba recibir antes de decirlas él también. Lo sabia porque esa misma noche después de unas placenteras y maravillosas actividades había susurrado, cuando pensaba que ella estaba ya dormida, esas poderosas palabras, pero que seguía sin atreverse a pronunciar en voz alta hasta que ella mostrara lo que sentía. Lo comprendía perfectamente. Pero... tenia miedo, nunca había amado así, tan... intensamente, tan completamente a nadie, donde su vida era tan importante o más que la propia, donde daría lo que fuera por esa persona, removería cielo y tierra por conseguir ver todos los días de su vida esa sonrisa, sus ojos iluminándose cuando sus miradas se encontraban hasta en las salas más atestadas de gente. Sin importar todas esas cosas que solo creía existían en los cuentos y las novelas, seguía sin poder pronunciar esas palabras, y las dudas le frustraban, porque una parte de ella seguía sin comprender porque debía ser tan difícil pronunciarlas.

Cuando vio desaparecer la sonrisa de su cara sustituida por un cejo fruncido y unos labios tensos, dejo de acariciarle y le miró fijamente.- Eh, Alex, ¿que ocurre?-

Ella no se había dado cuenta de que sus miedos y dudas le habían llevado lejos, olvidando al maravilloso hombre que había a su lado, que ahora ya no sonreía ni le acariciaba y que le miraba con preocupación. Sacudiendo la cabeza y volviendo a poner una sonrisa en su cara, pero con una picardía que antes no había, se incorporó y se puso a horcajadas sobre él y realizando un suave movimiento rítmico hizo que los dos no pudieran pensar en otra cosa que en disfrutar del momento o momentos, ya que no fue hasta bastante tiempo después que sus tripas realizaron un dúo avisándoles de que ya iba siendo hora de saciar otro tipo de apetito.

Después de darse una ducha mientras ella seguía somnolienta en la cama, estirada en toda su longitud y con los brazos abiertos abarcando toda la cama, se fue hacia la cocina ha preparar algo para los dos, ya que si tenia que depender de la habilidad culinaria de Alex, estarían todo el día comiendo sándwiches, bocadillos y café. Aunque tenia que reconocer que con buenos materiales hacia el mejor café que había probado nunca.

Escuchó la ducha y asomándose hacia la habitación se encontró la cama vacía. Sonriendo al escucharla cantar volvió a la cocina para terminar de preparar su abundante comida, teniendo en cuenta las cantidades ingentes que Alex engullía, incluso para una biótica. Sacudió la cabeza mientras se le escapaba una risa, porque si lo contara, nadie se creería jamás que la famosa Comandante Shepard, la Salvadora de la Ciudadela, uno de los mejores soldado de la Alianza cantaba en la ducha. Bastante mal, siendo sinceros, aunque la quisiera la verdad era innegable, y le encantaba que se sintiera tan cómoda y relajada, tan segura y libre como para cantar donde él podía escucharle. Nunca lo había hecho antes en todo el tiempo que llevaban juntos, y por mal que cantara le amaba más por ello, por ilógico que pudiera parecer.

Se sorprendió al notar unos brazos pequeños pero fuertes rodearle la cintura por detrás, pero cuando ella se apoyó en el y colocó la barbilla sobre su hombro observando como preparaba su comida se relajó. Como lo hacia para ser tan sigilosa, en el campo de batalla era como un torbellino imparable y destructor, pero cuando quería era capaz de ser tan sigilosa y silenciosa como la muerte.

-Que tenemos hoy para comer, Teniente.- le preguntó dándole un beso en el cuello que le envió una oleada de placer por todo su cuerpo, sabia donde y como tocarle para conseguir que perdiera el norte incluso con un simple y ligero beso como ese.

-Hmmm,- girándose en su abrazo le rodeó a su vez a ella con sus brazos y bajo la cabeza para adueñarse de esos labios con los que tantas veces soñó antes de que dejaran todo a un lado, incluso las repercusiones en su carrera por fraternizar y disfrutó de ellos profundizando el beso y olvidándose de la comida por un momento. Aunque el estomago de Alex parecía tener otra idea en mente. Riéndose se apartó ligeramente de ella, pero sin romper el abrazo.-Parece que alguien tiene hambre.-

Golpeándole el brazo suavemente como si le hubiera ofendido al reírse de ella por su estúpido estomago, le cogió la cabeza con las dos manos y tiro hacia abajo devorándole la boca con tal pasión que le dejó durante un momento aturdido por las sensaciones. Separándose y acompasando sus respiraciones ella sonrió, con esa sonrisa típica suya que mostraba tal picardía, que para cualquier otra persona en vez de excitarle seguramente le produciría miedo, habló casi susurrando, sus labios tocándose con cada palabra que pronunciaba.- Aja, tengo mucha hambre, pero de ti.- dijo volviendo a besarle.

Pasaron unos minutos, o eso suponían cuando volvieron a interrumpirles otros rugidos, se detuvieron de golpe porque sonaron tan fuerte y tan largos que al principio no pensaron que pudieran surgir de un estomago tan pequeño como el suyo. Esta vez ella se unió a sus risas. Y separándose y sentándose en uno de los taburetes frente a la barra americana contempló como el hombre de su vida daba los últimos retoques a sus Tourtiéres, plato al que se había aficionado después de que Kaidan se lo preparara la primera vez que llegaron, pasar esas semanas juntos en una pequeña cabina en una montaña perdida y olvidada en ninguna parte de Canadá, prepararse la comida (si es que a sus sándwiches se les puede llamar comida), disfrutar de la paz y la tranquilidad que ese lugar y el anonimato, sin normas, reglas, ni ordenes era algo... con lo que jamás había contado, ni soñado fuera posible.

-Aquí tienes, porción triple, espero que con ello aguantes, tengo planeado ciertas actividades para después.- le dijo sentándose frente a ella.

-Hmmm, solo por comer algo así todo los días podría casarme contigo.- siguió comiendo sin darse cuenta de las palabras que había soltado perdida como estaba disfrutando del pastel de carne y pensándolo bien, la primera comida en las ultimas 15 horas, sabia que su pastel de carne era buenísimo, pero después de tantas horas sin comer, estaba segura que hasta un trozo de pan solo le habría sabido a gloria, por eso degustaba de tal forma el pastel, era como ambrosia para su paladar. Durante ese momento Kaidan se había quedado con el tenedor colgando camino de su boca, con la boca entre abierta y mirándole con los ojos como platos.- ¿Kaidan, estás bien? Vaya, cara, que ocurre.- terminó entre risas.

Él solo negó con la cabeza y apartando la vista casi avergonzado se centró en su plato sin volver a levantar la vista.

-En serio Kaidan, ¿estas bien? Te has quedado muy callado y...- le toco la cara al notar lo acalorado que parecía.- ¡Estas ardiendo! No me digas que estas enfermando, ¿pero si hace unos segundos estabas perfectamente?-

-No es nada, Alex, no te preocupes, simplemente me he imaginado...- intentó buscar algo que pudiera decir y no sonara como una locura, como que se había imaginado a los dos en una iglesia, ella caminando vestida de blanco, tan hermosa como una diosa, y... ¡Cielos Alenko espabila!, no hace ni un año que la conoces y juntos solo lleváis unos meses ¿y ya estas pensando en eso?, ¡pero si ni siquiera sabes si te ama! Aunque en su alma sabia, presentía que le amaba, necesitaba escucharlo de sus hermosos labios, antes de llegar a comprometerse con otra persona hasta ese punto.- ...pues, estaba imaginando una situación más placentera, tu y yo, en mitad del lago que encontramos el otro día, y bueno...- Su débil sonrisa para nada engañó a Alex. Sabia que era una estúpida explicación y que no iba a colar, pero no sabia que más decir. Ella pareció darse cuenta y viendo que no estaba cómodo con ello dejó el tema se encogió de hombros y volvió a su comida. Suspirando volvió a su comida mirando de reojo sobre su plato a la mujer con la que si el destino lo permitía y reunía el valor suficiente, le pediría que fuera su esposa, pero se había prometido esperar hasta que ella pronunciara esas palabras, que tantos deseos tenia de gritarle al mundo entero para que supiera que la amaba. Siempre había sido un hombre paciente, pero esto... le estaba matando.

-Bueno esas actividades, ¿tienen algo que ver con ese lago? - le preguntó ella divertida sacando la mentira que antes había improvisado y que confirmaba que no se la había tragado.

-Si, pero primero quería hacer algo de escalada contigo, tengo entendido que te gustaba mucho y cuando tenias tiempo libre o estabas de permiso ibas a escalar siempre que podías.- le dijo con una media sonrisa, que lo único que consiguió fue encender a Alex y querer tirar los platos de la mesa y devorarlo a él.

-Estoy a tu servicio, Teniente.- le respondió en su lugar, aunque seguía pensando que hubiera sido mejor idea lo de la mesa.- Gracias - le dio otro bocado a ese delicioso pastel.- Pero ¿como te has enterado de eso?-

-Es un secreto.- dijo sin perder la sonrisa y con la diversión bailando en sus ojos.

Ella hizo una bola con su servilleta y se la tiró con un lanzamiento biótico. -Serás...- Le dio en un ojo y la cara de sorpresa y susto que puso por el inesperado ataque hizo estallar en risas a Shepard.

Él se levantó de la mesa y se fue a por ella, antes de que pudiera reaccionar él había llegado a su lado y la alzaba sobre su hombro como un saco de patatas, no tenia fuerzas para resistirse de lo que se estaba riendo. Fueron a su habitación a cambiarse la ropa para la escalada, aunque si tardaron más tiempo del necesario en vestirse y salir... nada ni nadie estaba allí para decir nada al respecto.

Ojalá pudiera vivir eternamente en ese rincón olvidado de la Tierra, con el hombre de sus sueños. Pero los dos sabían que toda esa feliz tranquilidad y normalidad acabaría pronto cuando se acabara su descanso, así que disfrutaban al máximo de cada minuto de cada día.


N/A: Nos vemos en el siguiente capitulo/one-shot :]