Capítulo 1.
– Len, para… –.
– No, ¡sufrirás! Y te dolerá… –.
– ¡Ahh!... Bien, como tú quieras –metió más fuerza en sus dedos hasta el punto de lastimarse los pulgares. Lo movió sacando su lengua con sudor en su frente: abajo, arriba, vuelta mortal y la embestida final dejándolo K.O. en la última ronda.
– ¡Agh!, Nero idiota, es la quinta vez que me vences. Eso es trampa –habló el chico que estaba a su laso con una mirada acusadora. El chico llamado Nero solo sonrió.
– Es solo cuestión de practica mi querido Lenny –alardeó guiñándole el ojo izquierdo.
Mientras el rubio quedaba inconforme por las acciones del ambarino, una chica los miraba en esa escena un tanto estúpida para ella. Dos chicos jugando Street Fighter, uno muy avanzado y el otro todo un experto. Pero se les olvido un pequeñísimo detallito… ELLA.
Ambos la invitaron a jugar un rato, para matar el tiempo. Tenía que esperar su turno hasta que uno de los dos perdiera. Claramente sabía que no le dejarían el control, pero acepto aquella oferta solo por él.
– ¡¿Acaso no se dan cuenta que existo?! –alzo la voz desde su lugar para que le pusieran atención, afortunadamente lo hicieron.
Ambos la miraron, ella solo quería que él se diera cuenta que se maquillo. Se miraron entre ellos e hicieron lo siguiente.
– ¿Quieres jugar? –le pregunto el ambarino mientras le extendía su brazo para entregarle el control de la consola, eso la hizo enojar.
– ¿Están tontos o qué? –los miro irritada. ¿En todo ese tiempo no se dieron cuenta que estaba maquillada? Se había pintado los labios con un lápiz labial de un rosa leve, se puso un poco de rubor y mascara para pestañas– Me maquille… –hizo un pichero mirándolo a él.
– ¿Y eso qué? –Pregunto con ironía el rubio– tú no eres femenina, es más, ni siquiera cambiaste en nada –cada palabra que salía de la boca del rubio irritaba cada vez más a Rin- Baka… baka… -repetía sin parar.
– Len, no sigas… –Nero lo intentaba calmar, pero el rubio no le hacía caso omiso. No quería recibir un golpe de Rin, aunque nunca ha recibido uno.
– Baka… B-A-K-A –y siguió así hasta sacarla de sus casillas.
– ¡CALLATE! –grito ya harta. Se levantó de su asiento y lo golpeo con el talón de su pie, dejando al chico adolorido.
Nero se asustó por la fuerza de aquel golpe, él no quería ser el siguiente en la faceta Rilliane.
– Perdóname, Rin –se levanto del suelo y se paró frente a ella.
– No… –ella, al mirar sus acciones, le dio la espalda. Realmente estaba molesta.
– Por favor… –susurro volviéndose a poner frente a ella.
– No… –negó y le dio la espalda por segunda vez.
– ¿Si? –siguió insistiendo nuevamente poniéndose frente a ella.
– No… –sentencio dándole la espalda una vez más.
Bajo su mirada, topándose con las manos de la rubia.
– Rin –la llamo tomándole su mano. Ella lo miro y él le respondió con una sonrisa.
– ¡¿Qué haces?! –pregunto muy sonrojada al sentir las manos del chico tocar la suya.
La puerta de la sala se abre de un golpe, dejando pasar a una joven adulta deshidratada por el calor que hacía en la casa.
– Agua… Necesito agua –pedía mientras se dirigía hacia la cocina con la lengua afuera. Abrió la nevera y saco una lata de cerveza.
– Con esto basta –dijo aliviada Meiko mientras sostenía la lata con su boca para poder desabrocharse un poco su pequeña camisa, dejando una muy buena vista a los demás de sus grandes atributos.
Nero miro las acciones de la mayor, quedando tontamente hipnotizado al ver un poco los pechos de la castaña mientras sostenía la mano de Rin.
– Estaba a punto de perdonarte… –hablo en voz baja y con una mirada sin alma, los celos la invadían. En eso, Nero reaccionó y miró a la chica temblando del coraje.
– ¡Espera Rin! –Le soltó la mano para cubrirse– ¡Te juro que no le estaba viendo sus pechos! –al ver que salió más de lo que quería decir, escribió su sentencia de muerte.
– ¡NERO IDIOTA! –.
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Corrió hacia su habitación, cerrándose con llave. Se lanzó hacia su cama boca abajo, estaba frustrada.
– Soy infeliz… –hablaba con su confidente secreto, su almohada– ¿Qué soy yo para él? –se preguntaba sentándose en la orilla de su cama, mirando a la nada.
Realmente ¿qué es ella para él?...
