"Que mejor día para vender morbo que este, ¿verdad?"

Les traigo una historia acorde a las fechas, espero que no la disfruten y no me hago responsable por los traumas, así que personas sensibles abstenerse de leer, quedan advertidos ¡Bwahahaha!

Los personajes de AnR no me pertenecen, y que bueno que no XD.

BESTIA PRÍSTINA

Aokigahara, un bosque de aterradora reputación, hogar de espíritus y demonios etéreos o al menos eso decían las leyendas que mantenían a cualquier curioso lejos del lugar, la verdad sea dicha aunque esas historias fueran falsas, la vegetación tétrica, los árboles musgosos y deformes daban una aura horrenda al bosque especialmente en la obscuridad de la noche, de nada ayudaba saber de los cientos de casos confirmados de suicidios en el área, uno puede pasear por los senderos y encontrarse con restos humanos y objetos abandonados por sus dueños que decidieron poner fin a su miseria ahorcándose en algún árbol del bosque o convulsionando con una sobredosis, todas estos sucesos y leyendas escalofriantes no impedían que de vez en cuando un grupo osado de excursionistas probaran su valor durmiendo un par de noches en las entrañas del bosque, y que mejor día que este 31 de octubre, Halloween o Noche de brujas, en este solsticio se presume (según costumbres celtas) que un portal para los espíritus se abre permitiéndoles interactuar con los vivos, no es necesario decir que no siempre de la mejor manera, un grupo de cuatro mujeres decidieron poner a prueba su temple y las leyendas esa noche, equipadas con tiendas de acampada y linternas, muchas linternas, además de un encendedor para prender una fogata llegada la noche.

La bruma húmeda del bosque ya jugaba con la mente de las expedicionarias, quedaban pocos minutos de luz, estuvieron transitando senderos lúgubres por más de dos horas, su guía era una valiente aunque poco prudente pelirroja, perfeccionada en el arte mundano del galanteo, amante de los pocky más que de cualquier mujer, varias veces recorrió el bosque, un par de ellas viéndose atraída por sus oscuros encantos buscando acabar con su vida, siempre logró sobreponerse a sus problemas incluso dentro de aquel tenebroso lugar, está vez su estado de ánimo es muy diferente, la vida le sonreía, no supo cómo celebrarlo más que llevando a un par de sus amigas a retar sus miedos y conseguir un poco de acción al aire libre para quitarse el frío de montaña que su abrigo rojo no conseguía aislar.

-El sol ya cae, Haruki, y no me estoy divirtiendo- profiere con serenidad una mujer de sofisticados ropajes térmicos, cabello naranja sedoso y un par de Oasis azules por ojos -¿No sé cómo me dejé convencer?- se recrimina aliviando el peso de la mochila que cargaba, esta joven mujer adinerada era la definición perfecta de egocentrismo, se creía superior a los demás pero por una improbable alineación cósmica eso no la hacía mala, es verdad era altanera y mimada, al mismo tiempo poseía un alma filántropa, para ella ser superior suponía solidarizarse con los menos afortunados para ganar reconocimiento y admiración obviamente.

-Sumireko, linda, lo divertido vendrá una vez armemos el campamento- le dice la pelirroja sonriéndole con picardía.

-Puf, que corriente- espeta desviando la mirada con desdén.

-Sabes lo mucho que detesto darle la razón al caramelo de naranja, Sagae, pero la aspirante a Ojou-sama sabe lo que dice esta vez- profiere una muchacha dueña de un corto cabello azul igual de intenso que sus ojos, compañera de Haruki en el dojo y de Sumireko en la Universidad, poco sociable y su paciencia era tan escasa como sus amigos, gustaba de estar sola y entrenar, el estudio era secundario para ella, lo que la llenaba de vida eran las peleas.

Haruki se detiene -¿Caramelo de naranja?- profiere con una gran sonrisa -Te has puesto creativa hoy, Azuma- ríe, levanta la mirada y no logra vislumbrar un verdadero rayo de sol -¿Qué dices Chitaru, acampamos?

-Aprovechemos ahora que hay luz- contesta la pelirroja más alta del grupo, su pelo corto y desordenado siempre lucía con majestuosidad en ella, esta pelirroja era una amalgama de sus amigas, poseía la jovialidad de Haruki, la elegancia de Sumireko y la rudeza física de la peliazul -Ahí veo un lugar despejado- señala con su cabeza un área limpia entre dos sauces.

-Perfecto, Sumireko ve con Azuma y preparen las tiendas, Chitaru y yo buscaremos leña- indica la pelirroja poniendo en marcha al grupo.

Las mujeres llevan a cabo su labor entre el inquietante silencio del bosque y los susurros macabros del viento que corría entre los árboles agitando hojas y ramas del mismo modo que minaba el valor de las mujeres.

Chitaru guía a su compañera hasta un árbol caído que se notaba seco y perfecto para alimentar la fogata -Este es ideal, Sagae- menciona sacando un pequeño machete que llevaba en un cinto negro atado con correas a su pierna derecha.

-Sí, se ve seco- concuerda mientras baja su mochila para obtener el tomahawk que guardaba en ella -¿Por qué tanta cordialidad, Chitaru?- indaga con una sonrisa, Chitaru era su más reciente amiga y le costaba un poco hacerla sentir en confianza.

-Oh, perdón, Haruki, se me olvidó- responde con igual jovialidad, tras una rápida sonrisa regresan a su labor, las ramas crujían con especial estruendo en la sempiterna mudez del bosque, el sonido se esparcía como un grito de pánico siendo arrancado del pecho de una bestia impotente -Me sorprende que hayas logrado traer a Hanabusa- profiere Chitaru buscando reemplazar el silencio tétrico con la vitalidad de una charla juvenil.

-¡Ja!- clama Haruki esbozando una grata sonrisa -No fue nada fácil, nada fácil, lo aseguro- expresa con mucho énfasis -Pero mi personalidad magnética logró atraerla lejos de su cómodo palacio, ¡aprende, mujer!, ese es el poder de los argumentos bien expuestos- comenta agregando sonoras carcajadas al ambiente.

Chitaru no pudo evitar acompañarla con su risa, le dio gracia la forma tan cómica con que se jactaba de su proeza -¿Qué le prometiste? ¿Tu alma acaso?

-Uf, creo que esa ya está vendida, tenía muchas deudas, ¿sabes?- indica con la gracia atrayente que siempre desprendía.

La avivada charla logra disminuir el amenazante silencio, también atrae la curiosidad del par encargado de armar el campamento.

-Umh, parece que se divierten- murmura la peliazul sin intentar buscar el origen de las risas, estaba en cuclillas uniendo las varillas dentro de la lona de nylon.

Sumireko por su parte luchaba con la tienda, gruñía y maldecía por lo bajo su propia inutilidad en labores manuales y físicos -Demonios, una dama como yo, no tendría que estar haciendo estas cosas.

-¿Acaso extrañas el té que te sirven tus empleados en tus finas y ornamentadas tazas de porcelana?- dice Azuma tratando de ser sarcástica, lo cual nunca conseguía por su estoico tono.

-¡¿Ah?! No vuelvas a hablarme de ese modo tan tosco, grosera- musita al abandonar su labor, a la peliazul poco le importaba esto -Me siento ofendida, has mi trabajo y consideraré perdonarte, además soy alguien delicada de salud, los trabajos físicos me agotan- dice al sentarse sobre una roca convenientemente cerca del campamento.

Azuma lanza un suspiro y sin mirarla expresa -Incluso tus huesos son de porcelana.

-¡Aaah! Grosera en verdad, ya no hablaré contigo.

-Gracias, y si lo cumples prometo armar tu tienda- menciona la peliazul teniendo casi armada su tienda, como si su petición fuera escuchada la pelinaranja sólo lanzó un bufido y quedó en silencio mientras Azuma completaba la tarea.

Cuando las pelirrojas regresaron con la leña, el campamento estuvo listo gracias a los esfuerzos de la peliazul.

-Parece que lo hicieron bien, ¿Sumireko ayudaste?- menciona Haruki dejando los leños a un costado.

-No lo hizo- responde Azuma que también se había tomado la molestia de recoger rocas para aislar el fuego del viento.

-No seas ruda, Azuma, sabes que sufre de hipotonía- indica la pelirroja.

Azuma con un mohín de confusión expresa -No me estaba quejando.

-Ah, perdón Azuma, deberías modular tu voz más seguido, evitarías malentendidos- profiere nerviosa.

La peliazul sonríe -No eres la primera en decírmelo.

-¿Quién tiene el encendedor?- inquiere Chitaru colocando los leños en forma de pirámide, en el círculo de piedras que había armado la peliazul.

Azuma mete la mano en el bolsillo y saca el encendedor -Namatame- llama, cuando la mira se lo arroja.

-Oh, gracias Tokaku- pronuncia al dejar el objeto sobre las rocas, de los bolsillos de su cazadora marrón extrae un manojo de yesca y coloca en la base de su pirámide de leños, recoge el encendedor y el campamento fue dotado de luz amarilla.

Sumireko expele un audible suspiro -Justo a tiempo- abre su mochila, y de ella obtiene un kit de cocina para el aire libre, ollas de aluminio pequeñas y una tetera metálica -Ahora, ¿qué trajeron para cocinar?- pregunta emocionada, sus pasiones más grandes eran la cocina y el té, poner a prueba sus dotes culinarios a la intemperie era un desafío que estaba dispuesta a ganar.

-Por eso me gusta traerte conmigo- musita Sagae, después de buscar en su mochila le entrega una funda plástica tricolor con un pedazo de carne de cerdo.

Hanabusa retuerce su nariz ante el olor de la carne cruda -Tengo mucho trabajo que hacer, por suerte me tomé el tiempo de recoger especias en el camino- indica al colocar la carne sobre una tabla de picar, y con una navaja cortar la carne en tiras gruesas.

-Oh, con que eso hacías cada vez que te agachabas a un lado del camino, yo creía que descansabas- comenta la peliazul admirando la destreza de Sumireko en las situaciones gourmet.

Sumireko le da un rápido vistazo y algo sonrojada regresa su atención a la comida -La quinta y sexta vez fueron para descansar- profiere casi como un murmullo, su estado físico siempre la avergonzaba.

-Quizás no seas la niña mimada e inútil que creía, Hanabusa- fórmula la peliazul vertiendo agua en la tetera para una infusión.

Hanabusa deja de trabajar en su platillo y le entrega una funda transparente con unas pequeñas ramillas con flores verde agua -Es albahaca, se prepara a baño María, has un té con ellas.

Azuma toma la funda sin expresar nada.

-Su relación mejora- Chitaru le susurra a la otra pelirroja la cual asiente con estoicismo.

-Prepararé el arroz, Chitaru rellena las cantimploras, por favor- pide con modestia.

-Seguro- dice al recoger las cantimploras y dirigirse a un riachuelo cercano.

Haruki coloca agua, sal y arroz en una olla, ubica una parrilla sobre el fuego y de esa forma cocina el arroz, se toma un tiempo para apreciar el labor de la pelinaranja, está sazonaba la carne con sal, aceite de achiote que trajo en un sachet, y unas hojas tiernas que recogió en el camino, muy intrigada sobre ello decide preguntar -¿Qué son esas hojas?

Sumireko tuerce sus labios en una sonrisa -Es achicoria, sus hojas tiernas tienen un sabor espléndido, perfecto para las carnes.

-Mmmmh, me gusta cómo suena- ríe inclinándose hacia la pelinaranja.

-Uf, siempre debes ser tan osada- replica devolviendo una sonrisa.

La pelirroja mueve los hombros y pestañea coqueta -Solo contigo.

Sumireko sonríe con timidez, un dulce sonrojo se apodera de sus mejillas, decide buscar los labios de la pelirroja pero estos la encuentran a ella, su boca se vio invadida por un aromático sabor a chocolate y un profundo sentimiento de seguridad, aderezado con una inocente alegría, algo que estaba segura de que sólo ella podía disfrutar y entender.

-Recuerden que están en público- profiere Azuma sacándolas de su romántico ensimismamiento.

-Que aguafiestas, Azuma- clama Sagae sonriendo.

-Solo quiero comer pronto- profiere logrando hacer sonreír al par.

-Y disfrutarás el sazón del chef, no te preocupes- menciona la pelinaranja sintiéndose cómoda con la peliazul por primera vez, comenzaba a comprender su actitud y a lidiar con ella.

Namatame regresa con el agua, se sienta junto a Tokaku y juntas se maravillan con lo sabroso que se veían los filetes que Sumireko preparaba, los freía con aceite de olivo, con hojas picadas de achicoria sobre la carne, su olor entraba por sus fosas nasales y se depositaba en sus papilas gustativas haciéndolas salivar -Huele bien- susurran.

Una vez lista la comida, se sirvió el arroz en tazones de plástico, la carne frita en una bandeja la cual todas tenían acceso y la infusión de albahaca en unos vasos metálicos.

-¡Mmmmh! Delicioso, Sumireko, te amo- musita Haruki chocando suavemente las sienes, provocando una sonrisa de satisfacción en la pelinaranja.

-Eres realmente muy buena en esto- expresa Tokaku saboreando la carne.

-Lo sé, pero no me canso de escucharlo- menciona con una suave risita llena de superioridad.

Chitaru algo curiosa se debatía por soltar una pregunta pero le parecía demasiado personal para ser cómoda -Sumireko-sama...

-Por favor linda, sólo Sumireko, si eres amiga de Haruki también eres amiga mía- profiere con delicadeza, sus modales eran cultos y sus movimientos femeninos, contrastando demasiado con la pelirroja que hacía las veces de su pareja.

-Claro, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Por supuesto.

-Ah, bueno, ¿cómo se conocieron?- interroga dejando de lado su comida -Haruki, sólo nos dice lo hermosa e increíble que eres- musita sonriendo con timidez.

-Me haces sonrojar- silba la pelinaranja cubriendo sus mejillas, a lo cual Sagae suelta una risa moderada.

-Cuéntaselo, yo siempre exagero en mis anécdotas- dice Haruki y regresa a devorar el sabroso platillo.

Hanabusa se aclara la garganta -Como bien sabes, mi compañía tiene un programa de becas para deportistas de alto rendimiento, la conocí a ella como las conocí a ustedes, en una entrevista, por supuesto que algunas fueron mejores que otras- menciona desviando la vista a la peliazul.

-Debí hacer algo bien para que me otorgaras la beca- expresa Azuma sin dejar de comer.

-Peleas bien- pronuncia Sumireko -De acuerdo, continuaré, ella falló en sus pruebas académicas, no iba a regalarle la beca, pero con su carisma me convenció de permitirle una segunda oportunidad, le di dos semanas para que estudiará y regresara a tomar el examen, lo logró, ¡pasó! Yo no podía creerlo, llena de emoción me invitó a cenar como agradecimiento, fue tan galante, cuando terminó la cena y estuve en mi casa no podía dejar de pensar en ella- decía con una enorme sonrisa y la boca muy abierta -Y me dije, ya caí, estoy enamorada- ríe cubriéndose la boca -Aunque hicieron falta dos meses y ocho citas para formalizar nuestra relación.

-Eso es gracias a mí, esta niña adinerada me hubiera ignorado y jamás vuelto a hablar después de que aprobé el examen- clama la pelirroja.

-Es cierto- pronuncia Hanabusa, produciendo que todas rieran, excepto la peliazul que poca gracia encontraba en la conversación.

-Estuvo sabroso, ¿qué tal te sale el curry?- pregunta Tokaku, ignorando el momento de confraternización que tenían.

-Incluso mejor- responde sin perder la sonrisa que había conseguido.

Las restantes también consumieron con gusto su comida, y una vez terminaron se relajaron al calor de la fogata y continuaron con sus conversaciones.

-Bien, todas sabemos porque vinimos- clama Sagae -Es hora del terror.

Azuma se estira con un fuerte bostezo -Yo ya tengo sueño.

-¡Oh vamos! La noche es joven.

Tokaku suspira -Bien pero que valga la pena.

-¿Esto no es algo infantil?- inquiere Sumireko perdiendo el interés en aquella actividad.

-Sería infantil si lo hubiéramos hecho en cualquier otro bosque- dice Haruki al pararse -¡Pero estamos en Aokigahara! ¡En pleno solsticio! ¡Así que os invoco espectros y bestias del averno! ¡Acudid a mi llamado!- clama la pelirroja retando al bosque y burlándose de su poder.

-¡Auuuuuuuh!- un aullido tenebroso, contra todo pronóstico el bosque le había contestado, el sonido las sobresaltó, había despertado en ellas un miedo natural y abismal, que emergió de sus almas entumeciendo sus músculos y secando sus labios.

-¿Looo...lobos?- tartamudea Chitaru su mirada roja se agitaba en terror.

-No...no hay lobos aquí, debe ser un perro- afirma Azuma fingiendo estar en calma.

-Sí, el último lobo japonés murió en 1905- dice Haruki con el corazón en la mano.

-¿Cómo lo sabes?- indaga Sumireko.

-Estaba en el examen- profiere la pelirroja con una fuerte carcajada -Vaya perro más oportuno, casi me desmayo del susto- clama disipando el miedo.

Chitaru superando su taquicardia dice -Espero que ese perro aúlle cuando cuente mi historia, ayudaría mucho.

-Entonces antes de que se vaya, comienza tú- propone Haruki sacando una caja roja de su bolsillo y proseguir a colocarse un pocky en la boca.

-Me parece bien- expresa la pelirroja -Dame un segundo...bien...

"Un hombre solitario vivía recluido en la base de una montaña, había adecuado una pequeña caverna para que hiciera las veces de su hogar, la mantenía limpia, dormía en una antigua pero bien conservada cama de hospital, su comida la preparaba con leña, sus necesidades biológicas las satisfacía con un retrete conectado a un pozo séptico fuera de la cueva y se bañaba en un arroyo cercano, su comida la obtenía cazando y recolectando, tenía todas sus necesidades cubiertas, excepto la seguridad, así es este hombre le temía a su entorno, no durante el día, el día era precioso y lleno de luz, no, la noche era quien lo atormentaba, sus sombras que danzaban con un tétrico vaivén, las terroríficas voces que susurraba los miles de ojos que apuntaban a su refugio, él lo sabía, el fuego los alejaba, la fogata que siempre encendía antes del ocaso los mantenía a raya y evitaba que los oscuros deseos del bosque lo consumieran, estaba tan convencido que si un día no prendía fuego moriría que todos los días sin falta estaba en su caverna a las seis de la tarde listo para la noche.

Cierto día mientras cazaba se resbaló, su tobillo sufrió un esguince, la noche se acercaba, debía moverse rápido, llegar a su hogar no habría sido problema con su pie sano, el inaguantable dolor de su lesión lo retrasó, cada vez la amenazante oscuridad se cernía sobre él, cada segundo que transcurría su miedo se elevaba y empezó a comprenderlo, no llegaría a tiempo está vez, horrorizado por su desgracia decide encender la fogata ahí fuera, el velo oscuro comenzaba a cubrir el bosque y él aún estaba a kilómetros de su cueva, no tuvo otra opción, se las ingenió para que sus manos temblorosas encendieran fuego y alejar a la salvaje noche, a pesar de las llamas sus huesos se congelaban, los chirridos bestiales lo mantenían despierto y alerta, el mal lo rodeaba, esperando a que durmiera para atacarlo con desenfreno, él lo sabía, dormir era un error.

El terror que el hombre sintió cuando una gota de agua tocó su mejilla, lo hizo consciente de que había cometido ese error, una fuerte lluvia se presentó rugiendo con maldad, eran cómplices la noche y la tormenta y lo querían a él, sus esfuerzos por mantener vivo a su aliado incandescente en el complot de la naturaleza en su contra falló, estaba solo y el desasosiego devoró su alma, el miedo lo hizo correr, tropezaba y caía por su pie herido, se levantaba lleno de dolor, no podía detenerse, mientras corría lo escuchaba, jadeos hambrientos, garras resbalándose en la tierra, la bestia nocturna lo perseguía con pasos torpes pero constantes, sintió de nuevo miles de ojos sobre él, no era uno solo su perseguidor, eran miles, lo rodeaban, lo tenían acorralado, su corazón se agitaba produciendo un terrible dolor, con sus ropas pesadas por el agua y su pie lastimado resbaló y su destino fue sellado, las bestias lo habían alcanzado, se retorció en pánico, el horror que sintió el hombre cuando sus atacantes ayudados por el amparo de la noche le desgarraban el pecho con paciente perversidad es indescriptible así como el dolor que recorrió su cuerpo hasta que esté perdió todo calor y terminó tieso bajo la rabiosa tormenta.

Al día siguiente unos cazadores encontraron su cuerpo intacto y húmedo a cincuenta metros de la cueva, una peeturbadora mueca de horror quedó petrificada en su rostro enviando escalofríos a los hombres, cuando se hizo la autopsia descubrieron que su corazón se había desgarrado, reventó desde dentro."

-¿Murió de miedo?- inquiere Azuma sin demostrar emoción alguna, ella casi no lo hacía así que no era raro.

-Eso no es una historia de terror, se define mejor como una fábula- menciona Sumireko sobando sus brazos, sentía escalofríos pero debido al ambiente, la historia de Namatame no la impresionó.

-Hice mi mejor intento- profiere Chitaru, se sintió terriblemente incómoda y despreciada.

-Fue interesante, pero no es lo que esperaba para una noche como esta- menciona la otra pelirroja del grupo -Déjame poner en sintonía...

-Nooo, gracias- dice Hanabusa bostezando y estirando sus brazos -Ya quiero ir a la cama.

-¡Ooooh! Vamos linda, ni siquiera...

-Haruki, quiero que me acompañes a dormir- indica la pelinaranja con una dulce sonrisa y un disimulado guiño.

-Aaaaah, cierto, ya tengo sueño, a la cama- dice la pelirroja al fingir un bostezo y sonreír.

Azuma confundida las mira caminar a la tienda -¿Acaso nos encargaremos nosotras de limpiar todo?

-Aaah, de acuerdo- pronuncia Sagae con un gran suspiro -Entra, yo voy después- le pide a la señorita de sociedad, la cual asiente y susurra "No te tardes", no es necesario decir que lo arregló todo con prisa.

Dentro de la tienda de campaña Sumireko encendió una lámpara a gas de queroseno, una luz blanca llena el claustrofóbico espacio, una vez instalado el futón que usaría procedió a despojarse de sus ropajes, comenzando con su casaca rosa, siguió con la bufanda, sin esas dos prendas sintió un alivio y frío al mismo tiempo, lo siguiente fue su pantalón térmico abombado, quedando en ropa interior, solo su buso fucsia cubría su cuerpo y unas medias tobilleras de color blanco, deslizó sus manos por la espalda hasta encontrar el broche del sostén, se lo retiró y dejó junto a las otras prendas, al hacerlo su cuerpo fue asaltado por una corriente fría de aire que la hizo estremecer, sus pezones se endurecieron marcándose con lujuria en el buso -Haruki, cierra la tienda- profiere la pelinaranja al sentir la presencia de su acompañante.

-Perdón, no sabía que eras sensible al frío- menciona la pelirroja al ingresar y bloquear la entrada.

Sumireko se soba las piernas y con una perspicaz sonrisa le dice -Pero entro en calor con la misma facilidad.

Haruki forma una sensual sonrisa al acercarse -Hay mucho que no se de ti.

-Déjame enseñarte- le susurra al pegar sus cuerpos y ayudarla a desprenderse de sus vestimentas.

En la otra tienda…

-Ese par debería apagar su lámpara antes de fornicar- profiere Azuma viendo las sombras entrelazadas de la pareja.

Chitaru algo sonrojada inquiere –¿Se lo dices tú o lo hago yo?

-Si no te molesta me gustaría ver como lo hacen- indica con su voz disminuida al mínimo.

-¿Ah?- una mueca de incredulidad se forma en la pelirroja -¿Eres voyerista?

Azuma con obvia vergüenza se rehúsa a contestar desviando la mirada hacia las siluetas en la otra tienda.

-¡Oooh!- clama la pelirroja, Tokaku siendo sorprendida por ese ruido e intentando no molestar a la pareja en pleno acto sexual se lanza contra la pelirroja y le tapa la boca con su mano.

-¡Shhh!- sus ojos azules se posan sobre las pupilas rojas palpitantes de su compañera, notó una mezcla de temor y enojo, dos cosas que nunca esperó ver en ella –Perdón- susurra al quitar su mano –Quizás deba explicarme- profiere la peliazul ahora sonrojada.

-Sí, deberías- dice la pelirroja sintiendo agitado su pecho.

-Yo…eh, quiero aprender, ¿sí?

-¿Aprender?- repite la pelirroja completamente anonadada -¿Qué quieres decir con eso?

El rostro de la peliazul adquirió un contrastante color rojo en sus mejillas, Namatame no podía creer aquello, la fuerte y agresiva mujer se abochornaba como una adolescente.

-¿Eres virgen?- interroga la pelirroja boquiabierta.

-¡Cállate como si tu fueras diferente!.

-¡Shhh! ¿Ahora quién es la ruidosa?

Tras ese sobresalto las luces de la tienda contraria se apagaron.

-Oh, muchas gracias Namatame.

Chitaru solo sonreía –¿En serio querías aprender algo sobre sexo con las siluetas de dos mujeres?

-No voy a ponerme a ver porno.

-Hay otras formas- responde la pelirroja.

-¿Cómo?

-Pues, ya sabes, contacto directo…

La peliazul mira con detenimiento a la pelirroja, eso provocó que las mejillas de esta también se sonrojaran -¿Acaso te estás ofreciendo a ayudarme?

-Nooo- se vio sorprendida por aquella curiosa pregunta –Espera… ¿me estás cortejando?

-Creí que tú lo hacías- responde la peliazul mostrándose más serena y en confianza, pasaron varios segundos con sus miradas cruzadas en un incómodo silencio, ninguna sabía cómo proseguir con esa conversación o si debían hacerlo.

-¡Aaaaah!- se escucha un grito, esto conmociona al par pero cuando llegó el segundo se tranquilizaron -¡Sí!- poco en realidad -¡Haruki! ¡Aaah!

-Mejor me duermo- profiere la peliazul acomodándose entre las cobijas.

-Esas dos tienen una vida sexual activa- suspira la pelirroja y remeda el acto de la peliazul.

La lentitud con la que la perenne noche transcurría no era notada por el grupo que yacía pacíficamente en sus tiendas, algo oscuro, primordial y peligroso las observaba, y buscaba.

Un pequeño ruido levantó a Haruki que abrazada de Sumireko se resistió a abrir los ojos, cuando lo hizo el aire de sus pulmones se esfumó, el pecho se le enfrió a tal punto que sus latidos parecieron detenerse, una sombra, una sombra tenebrosa se percibía rasguñando la tela de nylon que las resguardaba del exterior, aquella fina capa las separaba de la criatura que las visitaba, Haruki decidió levantarse, a pesar de su acalorada sesión con Sumireko se habían vuelto a colocar sus ropas pues el frío entumecía sus articulaciones, con sumo cuidado tomó el tomahawk que guardaba en su mochila, la fogata todavía brillaba en el exterior, lo cual la ayudó a determinar la silueta de la bestia, alguna especie de cánido, un perro curioso posiblemente, era la única opción, no había lobos en Japón, no salvajes en todo caso, y si uno se había escapado del zoológico, o que tal si era un perro rabioso, fuere lo que fuere las estaba importunando, y podría ser un peligro, se cubrió con su cazadora roja y sus zapatos, salió a revisar si aquel animal era de temer.

Despacio abrió el cierre hermético de la puerta, con el hacha por delante se aventura temerosa, ni bien logró salir lo vio, un pequeño animal perruno, de no más de un metro cuarenta de largo, era muy peludo, con una larga y desordenada cola, lo único interesante del animal era su brillante pelaje plateado, parecía husmear con su hocico en los restos de comida alrededor de la fogata.

-Tú debes ser el perro que nos asustó- menciona la pelirroja bajando el filo del hacha -¿Estás perdido pequeño amigo?- inquiere al acercarse con su mano extendida hacia el animal intentando acariciarlo.

-¡Grrr!- un leve gruñido fue toda la advertencia que tuvo, el animal volteó dirigiéndole una mirada feroz de color violeta, y una de las sospechas de la pelirroja se vio confirmada cuando vio una espuma densa en las mandíbulas del animal, no tuvo oportunidad, el canino se arrojó sobre ella hundiendo sus fauces en los tejidos blandos de su antebrazo, el terror y dolor se hicieron presentes con voracidad consumiendo los actos de la pelirroja que aturdida no reaccionó permitiendo que el cánido la derribara y se apoderara de la situación.

-¡AAAAAAH!- dolor, ah el dolor era precioso, asfixiante y petulante, se esparcía por el entumecido brazo hasta el pecho, su corazón parecía rasgarse y salir expulsado de su cuerpo por la garganta, ¡ese era el miedo! El miedo que de por si solo es fatal, como bien indicó el relato que hace poco escuchó al fulgor de la misma fogata que presenciaría su funesto final -¡Ggrrar!- un golpe de adrenalina preciso, su mente despertó y el brazo libre que todavía empuñaba el hacha se movió maquinalmente hasta chocar con el semblante del canino, le dio en globo ocular izquierdo creando un gran corte desde las cejas hasta el pómulo, la sangre brotó, tibias gotas cayeron en la cara de la pelirroja y su boca dejando un metálico, salado y asqueroso sabor.

-¡Auuu! ¡Auu!- chilló el perro al huir con la cola entre las patas hacia la seguridad de la noche magnánima.

El alboroto despertó al resto del grupo que presuroso salió de sus tiendas, vieron a la pelirroja tendida en el suelo, sujetándose el brazo y con manchas de sangre en el rostro, el suelo también se había teñido con gotas rojas que no cedían ante la gravedad y quedaban suspendidas en forma de domo sobre la tierra seca, Haruki se incorpora y aparta del estupefacto grupo, una necesidad monstruosa la obligaba a ello, sus entrañas fueron expulsadas, la cena que había disfrutado ahora buscaba su salida por la garganta, el repugnante sabor de la sangre en sus papilas la hizo regurgitar, las convulsiones que producían este acto no eran menos dolorosas que la herida en su brazo, cada que vomitaba sus costillas se comprimían hasta casi romperse y parecer desprenderse de los músculos, era una noche realmente traumática para la pelirroja.

-Haruki- susurra Sumireko colocando su mano sobre el hombro.

-¡Aagh! ¡A…aa..ah!- jadeos cortados por las inhalaciones involuntarias -¡Coff! ¡Coff!- fuertes tosidos indicaban el exasperante intentó de la pelirroja por recuperarse –Es..toy bien- jadea sin poder recobrar el aliento.

-¿Qué ocurrió?- indaga Sumireko, su pecho se agitaba con tan solo presenciar lo impotente que se veía aquella atlética pelirroja, cuyo miedo era casi tan palpable como su malestar, esto provocó una oleada de preocupación en la pelinaranja.

-Un…perro rabioso- indica con dificultad, se irgue sintiendo como sus vísceras regresaban al lugar que correspondían dejando un malestar agraviante en su vientre.

-Debemos, irnos- indica Azuma con prisa, su corazón trepidaba con pesadumbre.

Haruki se obliga a esbozar una sonrisa falsa para decir –Estoy, bien, me curaré está herida y saldremos por la mañana.

Chitaru coloca sus manos en los hombros de Sagae y agacha la mirada para verla a los ojos –Haruki, te mordió un perro con rabia, debes ir a un hospital de inmediato- dijo con severidad.

La pelirroja jadeante sacudió la cabeza y bajó la mirada –De acuerdo.

-Perfecto, alista tu mochila, que tú eres la guía- le dice con una sonrisa al agitarle el cabello -¿De acuerdo?

-Sí- responde.

-Eso es, eres valiente, Haruki- anima Namatame que a pesar de contener su miedo, sus manos le temblaban y dudaba de la seguridad del bosque más que cualquiera.

-Esto era el motivo por el cual no quería venir- gruñe Hanabusa apretando los puños, recorriendo la fogata en círculos y frunciendo el ceño, su puchero era infantil, no por ello incomprensible.

Azuma sacó su linterna, se colocó la mochila a la espalda y estaba lista para partir -¿Acaso vas a dejar que Sagae, prepare tu mochila?- expresa la peliazul, enviando un poco madurez a la pelinaranja.

-Claro que no- menciona al recoger sus cosas.

El grupo estaba listo para partir, pero Sagae sufre un repentino mareo y cae de rodillas -¡Aaah!- gruñe apretando fuertemente la herida.

-Antes de irnos deberíamos limpiar esa herida- formula Hanabusa que evidentemente era la más preocupada por la salud de la pelirroja.

Sumireko sacó de su bolso un kit de primeros auxilios, con unas tijeras recortó el abrigo que ella mismo le había regalado, accede a la herida, pudo observar unos orificios delgados y repulsivos, con un pedazo de algodón humedecido con alcohol limpia la herida, el brazo manchado de sangre sufría de palpitaciones espontáneas, mientras repasaba el algodón, la pequeña mota pronto se vio enrojecida con la sangre, tuvo que reemplazarla con otra para terminar la limpieza, la cual no fue menos traumatizante que el ataque, el líquido producía un picazón y dolor espantosos cuando contactaba su carne, calló los gritos apretando la mandíbula, y ojos exprimiendo un par de lágrimas, al final la mirada de Haruki se volvió cansada y terrible, enterneciendo a Sumireko –Ya está linda- susurra al depositar un delicado beso en los labios de la pelirroja –Estarás bien.

-Gracias, preciosa- musita al sonreírle, verdaderamente agradecida.

-Perfecto, emprendamos el viaje, quiero llegar a la camioneta lo más pronto posible- espeta Azuma, que agachada a un costado observaba las gotas de sangre que se encaminaban a las entrañas del bosque –Debemos ir por aquí, ¿verdad?- profiere al notar que la criatura huyó en la dirección que ellas habían llegado.

-Sí- menciona Sagae al entregarle el hacha.

-Oh, esto es perfecto- indica la peliazul al tomar la delantera iluminando el camino con su linterna, sujetaba con fuerza el tomahawk, de nuevo sintió el pesado y abismal silencio del bosque, como si este tras lanzar su ataque se callara esperando guardar sus tenebrosas intenciones.

Chitaru también usa su linterna y desenvaina el machete para proteger la retaguardia –Este bosque merece la fama con que lo adornan- formula la pelirroja mirando en todas direcciones y recibiendo las miles de miradas brillantes que le entregaba el bosque.

Sus pasos y respiraciones eran los únicos sonidos que las acompañaban, los minutos pasaban y en lugar de verse más cerca del vehículo ellas sentían que entraban más profundo en el macabro juego del bosque, silenciosa era la atmósfera que enloquecía sus sentidos, alertándolas de cada minúsculo ruido que parecía proceder de ellas mismas, como si el bosque estuviera desierto, sin animales, ni insectos chirriantes, estaban solas en la penumbra prístina del abismal bosque en el que ya tantos otros encontraron su nefasto fin, eso no dejaba de rondar sus cabezas, ¿fue real el animal que atacó a Haruki o fue un espectro enfermizo del malvado bosque?, sonaba ridículo en sus mentes, un bosque con personalidad psicópata destruyendo a todo miserable que profanara su seno con su sola presencia, ¿y si fueran reales todas las leyendas que rodeaban al singular bosque? ¿Qué peligros enfrentaban? ¿Y estaban listas para hacerlo?

Repentinamente Tokaku se detiene -¿Qué pasa?- indaga Sumireko impaciente.

-¡Ahí!- señala con la linterna, como si fuera una ilusión engañosa del mismísimo bosque, tres mujeres fueron iluminadas con la luz, rostros pálidos, sucios, ropas desgastadas y una de ella estaba ensangrentado el rostro, las mujeres quedaron tan anonadas con la absurda aparición que fueron enmudecidas en el acto, tan irreal y confuso, ¿otras acampantes quizás? ¿Fueron también atacadas por el mismo animal rabioso? ¿Eran espectros del bosque enviadas a torcer su camino y guiarlas al destino que el espectral sitio eligió para ellas?

-No deberían estar aquí- indica la más alta de las extrañas quimeras, una mujer de ojos azules con un largo cabello negro lacio.

La chica de rostro ensangrentado se esconde detrás de la pelinegro, su cabello era color plata y sus ojos brillaban con un fantasmal tono amatista –Que se vayan- susurró aferrándose con fuerza a los ropajes de la mujer.

-Pobrecita- musita la pelinaranja al ver a la tierna muchacha manchada con sangre y aterrada -¿Fueron atacadas?- preguntó.

-Sí, pero eso fue hace mucho- respondió la tercera integrante de ese insólito grupo, era una niña de cabellos celestes y mirada color miel.

-¿Fue el perro con rabia?- inquiere Sagae con su herida fresca y palpitante recordándole el agresivo encuentro.

La peliceleste levanta los hombros y los deja caer –Algo así- su comportamiento era extremo confuso.

Namatame conmovida por la aspecto tan desgastado y melancólico de las mujeres ve aflorar su altruista personalidad -Vengan con nosotras, tenemos una camioneta…

-¡Ajajajaja!- una inquietante carcajada femenina espectral y escabrosa resuena debilitando las rodillas y ensombreciendo el semblante de las desventuradas campistas que con sus miradas trémulas buscaban el origen del tenebroso sonido, para su completo terror el eco venía de todas partes.

-¿Qué diablos?- clama Sagae.

-No deberían haber entrado aquí- dice la pelinegra y sale corriendo con sus curiosas compañeras siguiéndola, perdiéndose en las tinieblas que las trajeron.

-¡Hey! No debemos separarnos- dice Namatame al intentar seguirlas, pronto es detenida por Azuma que la abraza por la cintura conteniéndola.

-Sigue, tu consejo, no nos separemos- proclama al soltarla –No pierdas la calma.

-Esto es tan irreal- refunfuña la pelirroja alta frotándose la sien.

-Sigamos, sea lo que sea que esté pasando aquí, debemos largarnos- espeta con furia.

-¡Ay! ¡Aaah!

-¿Haruki?- pronuncia Chitaru al ver como el rostro de su compañera adquiría una mueca de sufrimiento.

Sagae apretaba con fuerza su antebrazo en un vano intento de aplacar el dolor –Creo que se está infectando la herida.

-Debe ser la rabia, sigamos de una vez- menciona la peliazul ahora apretando con fuerza el hacha.

-¿Qué rayos ocurre en este lugar?- expresa Hanabusa cuando el grupo retoma la caminata.

Tras ese encuentro surreal sus pasos se aceleraron al mismo ritmo que sus palpitantes núcleos, su cuerpo se puso caliente, por la actividad que también asfixiaba sus pulmones con el esfuerzo, el miedo vivo que emanaba el bosque despertaba el más absoluto terror en sus corazones, en las sombras miles de diminutas luces las veían sin producir sonido o seguirlas, eran testigos inmorales que esperaban disfrutar del desenlace.

-¡Grrr!- un gruñido, un bestial gruñido, el canino había regresado.

-Es el maldito perro- gruñe Sagae, que sintió una extraña ira animal recorriendo sus venas.

Más gruñidos acompañaron al primero, parecía que el cánido las rodeaba, se agruparon en un círculo, eran cuatro y se sentían capaces de enfrentar un perro rabioso con sus armas, las luces de las linternas descubren la verdadera situación que se las atosigaba, no era un perro rabioso, habían tres de ellos, el plateado que atacó a Haruki todavía con su pelambre empapado en sangre, un gran canino negro que parecía ser el alfa mostraba sus enormes colmillos y el tercero uno incluso más pequeño que el plateado era de un imposible color celeste.

-Sagae, estos no son perros- profiere Azuma, las chicas miraron a esos caninos, era verdad, eran lobos, discernir esto despertó un primitivo pavor en su ser, un miedo tan extremo que solo pudo haber sido codificado en el ADN de un aterrado cavernícola que se veía como la presa de un sagaz animal, así se sentían ellas indefensas, con frío ante un antiguo enemigo que jamás hizo las paces con la humanidad y despreciaba a sus parientes que si lo hicieron, lobo, uno de los pocos animales en el planeta que ven a los humanos como parte de su cadena alimenticia y con la inteligencia necesaria para cazarlos desde el momento que apareció en la faz de la tierra y se encontró con el primer humano, el terror fue devastador, sus músculos temblaban descontrolados, su respiración se volvió errática y sus rostros se tornaron lúgubres y pálidos como cadáveres desgarrados listos para ser la cena de aquellas feroces bestias antropófagas.

-Puta madre- clama Sagae, grandioso, excelso era el miedo que carcomía sus huesos buscando derribarla y entregarla a estos depredadores fantasmales.

-Mierda, mierda, mierda- repetía Chitaru olvidando por completo sus modales, como conservarlos estando al borde de una trágica situación, la bestias gruñían y una baba blanca horrenda chorreaba por sus fauces, ya era lo suficientemente malo que fueran lobos, estos eran rabiosos, no las dejarían escapar, a ninguna de ellas, estaban sedientos de sangre y tomarían toda la que pudieran.

Sumireko se abraza aterrada contra el pecho de su pareja –Haruki- susurra sollozando sobre el pecho de la pelirroja.

-Todo estará bien- susurra Haruki, ella mismo no lo creía pero no podía desmoronarse, hoy no busca la muerte, hoy deseaba vivir, introdujo su mano en la mochila de la pelinaranja y extrajo un cuchillo de cocina –Todo estará bien- repite acariciándole la nuca.

Los animales daban lentos e instigadores pasos alrededor de ellas, el grupo los seguía con la mirada y torciendo su cuerpo en dirección a los lobos para estar siempre frente a ellos, Sumireko se colocó tras Haruki y se sujetó de la cintura de esta mientras temblaba desesperada, la maldita paciencia de esos animales solo les daba tiempo para que las chicas se imaginaran las peores consecuencias y situaciones que ocurrirían, y quizás eso era lo que las bestias deseaban, acobardarlas, entorpecer sus mentes y volverlas vulnerables a sus formidables mandíbulas exhibicionistas.

-¡Jajajajajaja!- la misma carcajada infernal se presentó -¡Auuuuuuuuh! ¡Auuuuh!- aullaron los lobos y emprendieron la retirada, dejando anonadadas a las mujeres.

-¡Aah! ¡Aah!- gime Sumireko cayendo de rodillas -¡¿Qué verga está pasando?!- llora desolada, todo era burlesco, y el miedo espléndido.

Azuma no podía despegar su vista del lugar que apuntaba su linterna, sus músculos estaban paralizados como su mente, lo había comprendido, esa risa, esa maníaca risa era el bosque comandando a sus fieras, urdiendo una magnífica estratagema para enloquecerlas y añadirlas a la masiva cuenta de víctimas que ya poseía.

Chitaru no se encontraba mejor, se arrodilló y se cubrió el rostro mientras lágrimas escapaban, un ser poderoso, fantástico y astuto las atormentaba, y estaba segura que no podría discernir los cientos de pavorosos seres tenía escondidos para ellas -¡Todo es tu culpa!- reaccionó al incorporarse con violencia y derribar a la pelirroja herida -¡Tú nos trajiste aquí!- sus manos rodearon el cuello de Sagae, la cual se defendió con un severo puñetazo que logró separarla.

-¡Contrólate!- demanda Sagae al sujetarla de las muñecas –Quiero vivir tanto como tú, no te desmorones- le dice con relativa calma.

Namatame comienza a llorar –Vamos a morir.

-No lo haremos- responde Haruki –Debemos seguir, ¡aaah!- se vio obligada a soltarla cuando un pulsante dolor se apoderó de su brazo –Debemos seguir- confirma con rabia –Y hacerlo ahora.

Tokaku ayuda a Chitaru a levantarse –Sagae, el bosque nos desea, lo insultamos y busca venganza.

Haruki solo sonríe –No, no es el bosque, Azuma, es un espectro, los bosques, no pueden ordenarle a los lobos- musita mostrando una sonrisa afilada –Larguémonos.

-Espera, ¿estás de acuerdo con que esto es acto de un ser sobrenatural?- inquiere Sumireko incrédula.

-No hay otra opción- dice Namatame con la poca cordura que pudo recuperar.

-Esto es tan ¡estúpido!- clama tirando de sus cabellos.

Haruki abraza a la pelinaranja con fuerza besándole la frente –Saldremos de aquí, vamos linda, vamos- susurra.

La desesperación que sintieron cuando ya habían caminado dos horas en la penumbra y la constante amenaza del bosque y no verse ni cerca del sendero que las llevaría hasta la camioneta era grotesca, desmoralizadora, inquietantemente vívida.

-¡No! No. No- gruñe Tokaku atacando el aire con el hacha -¡Ya deberíamos estar cerca!

Sagae apoyada sobre un árbol reflexionaba –No tomamos ningún camino erróneo, no estamos perdidas.

-¿Qué demonios dices?

Haruki esboza una lunática sonrisa –No nos perdimos, el bosque cambia y no nos permite avanzar.

-Imposible- pronuncia Chitaru -¿Cómo puedes asegurarlo? ¿Cómo sabes que no hemos dado vuelta en círculos?

Haruki se separa del árbol, este tenía una equis sobre él -Este es el árbol que marqué como referencia de que estábamos a doscientas metros de la camioneta- informa refrescando la memoria de las mujeres, era verdad, aquel era un árbol particular, imposible de confundir con otro, tenía dos abultamientos en su tronco y carecía de hojas –Ya lo venimos viendo desde hace media hora.

Sumireko se deja caer y abraza sus piernas en posición fetal –No saldremos de aquí- afirma conteniendo sus lágrimas –No es justo, yo no quería venir.

-Chitaru, tenías razón- expresa Haruki –Todo es mi culpa- se deja caer rendida junto a Sumireko a la cual abraza –Lo siento linda.

-¡Auuuuuh!

-Llegó la hora- dice Tokaku con una sonrisa devastada –Viene a reclamarnos.

-¡AAAAH!- un desgarrador grito infantil llega hasta sus oídos -¡Ayuda!

Namatame sobrecogida por el horrendo grito ve manifestarse un fuerte golpe de valor retumbando en su pecho –Son esas chicas- dice apuntando al origen del sonido, a lo lejos ve una mancha color celeste correr de forma bípeda –Ahí- clama al salir corriendo en ayuda -¡Espera!

-¡No!- grita Azuma que esta vez no logró frenar los instintos heroicos de la pelirroja -¡Baka! ¡No vayas!- gruñe con lágrimas –No vayas- susurra antes de verse obligada a seguirla.

-¡Demonios Azuma!- exclama Sagae, toma la mano de Sumireko y van tras ella –No debemos separarnos, diablos.

Chitaru corría con toda la fuerza de sus largas y tonificadas piernas, era una mujer en gran condición física, no le tomó mucho dejar atrás a sus amigas, todavía podía ver el ondulante cabello celeste moviéndose entre los espectrales árboles -¡Espera!- llama desesperada, sus instintos la llamaban a socorrer al necesitado, y ver esas descompuestas y malogradas mujeres en un bosque como este la movió sin dudar, no importaba el grito de pánico en su cerebro al saber que los miles de ojos disfrutaban verla agotarse y alistarse para encarar su destino, tampoco le prestó intención a la oscura noche que resguardaba las trampas que cumplirían ese designio.

-¡Aaah!- Namatame tropieza y cae, su cara golpea el suelo, a su cabello se pegan hojas secas y putrefactas, un incómodo y humillante dolor en el rostro manifiesta el error de la decisión de la pelirroja, su linterna había caído a unos metros de ella, caminó tambaleante hasta recuperarla –¿Uh?- gloriosa fue la incertidumbre cuando un color anormal se presentó frente a ella, un insípido tono blanquecino, un cráneo humano, huesos secos lo acompañaban junto a una caja de pastillas destrozada, pequeñas manchas brillantes de aluminio relucían con la linterna, un pobre desgraciado que en algún momento entro al bosque buscando detener su sufrimiento, el miedo se apoderó de la pelirroja retrocediendo de golpe y cayendo sobre sus glúteos, soltó la linterna y esta alumbró a una fiera presencia celeste ostentando agresivos colmillos adornados con una bestial mirada.

¡Majestuoso es el momento cuando se acepta el final!, aquel lobo fantasmal no dudo, la mirada aterrada y la mueca de angustia en la pelirroja no produjo nada más que una hambre asesina en la malévola bestia, la mujer no se pudo defender fue impotente el miedo destroza el cuerpo más que cualquier arma, al contrario del relato de la pelirroja el ataque no fue paciente y su sufrimiento no duró, el ataque fue rápido, desgarrador, sanguinario, se abalanzó contra el cuello desprotegido de la pelirroja y le abrió la garganta con sadismo, sus pezuñas rasguñan el rostro de la moribunda ultrajando aún más el cuerpo, el dolor inimaginable fue fugaz, su cuerpo entro en shock mientras la sangre ahogaba sus pulmones, un enorme charco de sangre lleno de impurezas se formaba bajo el cuerpo inerte de la pelirroja, el lobo se relame su hocico orgulloso de su proeza barbárica.

-¡Auuuuuh!- el bosque había cobrado su primera víctima.

Azuma no se había quedado atrás, su rapidez le permitió llegar en el preciso momento que el ahogado cuerpo de la pelirroja cedía ante el llamado de la parca, Namatame la había mirado con sus ojos vidriosos y su rostro magullado, no era una mirada acusadora, era pura vergüenza y arrepentimiento, una solitaria lágrima brotó de la ya difunta cuando los espasmos de su pecho se detuvieron.

-¡AAAAH!- el horror que sentía la peliazul no se comparaba con la ira homicida que se apoderó de ella.

El lobo celeste, viendo su posible siguiente víctima se lanzó contra Tokaku, bendecida sea la adrenalina que dotó a la peliazul de una fuerza y rapidez maniática, el hacha golpeó el cráneo de la criatura, un quejido fue lo único que produjo el animal, la sangre se derramó, fue un golpe certero, el canino estaba muerto, no fue suficiente para la peliazul la cual guiada por una locura primigenia siguió moviendo el hacha contra el cuerpo del lobo descuartizándolo, la sangre salpicaba cayendo sobre el abrigo y el rostro lunático de la dolida mujer, cuando sus brazos se cansaron y lo que quedaba debajo de ella ya no pudo ser reconocido como un lobo se detuvo su arranque de furia y de ella se apoderó un dolor insoportable -¡AAAAH!

Haruki y Sumireko llegaron a presenciar como el abatimiento derribó el cuerpo de la peliazul que cayó de espaldas al suelo, sollozando con devastación, las luces de las linternas permitían una clara percepción de la escena grotesca, Sumireko se cubrió la boca impactada y desvío la mirada entre lágrimas, el pálido color de la muerte teñido con el rojo de la brutalidad contrastaban en el rostro inerte de la pelirroja que todavía tenía sus expresivos ojos abiertos en horror, la pintura colorida del pelambre celeste bañado con sangre no era menos vomitivo, las entrañas de la bestia habían sido expuestas por las múltiples mutilaciones que le propinó la peliazul.

-¿Tokaku?- llamó Haruki, buscando respuesta de su amiga, a ella también le invadía la culpa y pavor por la muerte de la pelirroja pero lo que pululaba con ferviente deseo era la incontrolable sed de venganza.

-Yo…yo, Haruki...no llegué a tiempo- solloza cubriendo sus ojos con las palmas, las lágrimas se tornaron carmesí por la sangre en su rostro y estas se regaron por su cuello hasta colarse en su busto y espalda.

-¡Jajajajaja!- la insoportable y bufona risa se jactaba y se complacía con el dolor de las chicas.

Esta carcajada al contrario de producir el temor original creó un sentimiento de ira y desafío en el grupo, inclusive en Sumireko que soportando el enorme deseo de vomitar que le provocaba la escena se acercó al cuerpo y recogió el machete de su difunta compañera -¡¿A qué esperas?! ¡Maldita escoria! ¡Aquí estamos! ¡Ven!- grita descorazonada, su cuerpo estaba agotado, su condición física no le hubiera permitido enfrentar al bosque si este hubiera contestado a esa audacia.

Sagae logra levantar a la peliazul y la consuela con un abrazo –No podemos salir, pero podemos pedir ayuda- indica al aprovechar el abrazo y hurgar en la mochila de Azuma, saca una pistola de bengalas, se incorpora y dispara, la pirotecnia fue hermosa y el brillo rojo se elevó con esperanza -Nos buscarán ahora- formula con la mirada en la luz roja que descendía.

-¡Auuuuh! -¡Auuuh! -¡Auuuh!

Una sinfonía de aullidos puso en alerta a las mujeres, Sumireko que también recuperó una linterna enfoca al par restante de lobos, su pelo estaba encrespado y sus colmillos sobresalían, estos animales tampoco dudaron, se abalanzaron contra la pelinaranja, doloroso fue para ella sentir que unas manos conocidas la apartaran del peligro -¡Haruki!- la única persona que buscaba su amor por motivos ajenos a su fortuna demostraba su devoción hacia ella, recibiendo las mordidas que eran para ella y su deprimente condición física le impedía socorrerla además su arma se le cayó de las manos -¡Noooo!- terrible, los secuaces del bosque masticaban los miembros de la pelirroja, y ahí estaba ella presenciando el horrido espectáculo en impotencia.

-¡Largo!- expulsa con dolor la pelirroja que se sacudía logrando entretener a sus atacantes.

Tokaku pretendía ayudar a la pelirroja pero el lobo negro desvió su atención hacia ella gruñendo y babeando, Sagae logra por sus medios sobreponerse al dolor y apartar al pequeño lobo plateado que volvía a atacarla, toma la cola del lobo negro atrayéndolo de nuevo hacia ella, este instintivamente la ataca, Sagae con el cuchillo hiere a la bestia, esta chilla y hunde sus dientes en el hombro -¡Demonios! ¡Largo!

Azuma tomó a la pelinaranja y jaló de ella, alejándola del atroz desenlace, no fue fácil para ella, la desesperación de Sumireko aunada con la adrenalina le dotaban de una fuerza desconocida pues sus enclenques músculos jamás pudieron moverla con la rabia que sus gritos clamaban -¡Haruki! ¡Noooo!

Sagae apuñala un par de veces más al lobo negro logrando que se apartara con graves cortes, cruel destino el que permitió que el atacante original de la pelirroja regresara a terminar su cometido, el lobo plateado se lanzó por detrás clavando sus colmillos en la nuca de la pelirroja -¡Uuuuh! ¡Uuh!- un gemido torpe y fue todo, su cuerpo dejó de moverse.

-¡AAAAAAH!- el sonido del miedo transformado en ira, cuando el rostro de Haruki toca el suelo Sumireko deja de luchar en contra de los esfuerzos de Tokaku , su mirada se distorsiona por las abundantes lágrimas mientras corría ayudada por la peliazul, culpa, dolor se arremolinaban en su pecho agitado con cada paso lejos del cadáver de su amada, sin ella su vida era prescindible, se libró del agarre de Tokaku y se detuvo

-¿Qué demonios haces?- indaga furibunda, de su boca también parecía brotar espuma.

Sumireko entre sollozos articula -Déjame, no...puedo sin ella.

Una sonora bofetada desequilibra a la pelinaranja -¡No seas estúpida!- le grita rompiendo a llorar -¡¿Crees que murió por mi!?- vocifera -Fue por ti- murmulla, Hanabusa se cubría la mejilla herida con una mano temblorosa mientras buscaba el sentido de los enunciados de la peliazul, Azuma vuelve a sujetarle la mano mientras clava sus ojos acuosos en la mirada azul temerosa de la pelinaranja -¿Vas a dejar que su muerte fuera en vano?- Hanabusa niega con la cabeza - Entonces vamos.

El par se deshizo de sus pesadas mochilas, sus piernas con el calor del momento corrieron enloquecidas, los jadeos se volvieron profusos, el cansancio se hacía presente, su escape era ridículo, el bosque las tenía en su red, el ruido de pezuñas raspando el suelo las perseguía, uno de los lobos estaba tras su pista, las pisadas eran torpes y los jadeos bestiales se escuchaban igual de abatidos que ellas, ¿acaso eso disminuyó el miedo en sus corazones? Ni mucho menos, las articulaciones les temblaban y la incertidumbre se sacudía en sus estómagos creando fuertes naúseas, las piernas dolían y se endurecían, pronto no podrían seguir, el espectro del bosque seguro se relamía esperando a que alguna cayera y no fue nada sorprendente que Sumireko cediera antes que su compañera, inútil era su cuerpo y así mismo sesenntía ella.

Hanabusa llora -No puedo- sus rodillas se doblaron golpeando la tierra-No puedo- humillada y desconsolada se abandona a su destino, esperando que la perseverante bestia que las perseguía la acabara.

-No, lo hagas, no te rindas- le dice la peliazul -¿Dónde quedó tu orgullo? ¿Acaso tu autoridad se vio mermada por bestias sin raciocinio?

Sumireko solo levanta su mirada destrozada -Sabes que no podré, tú eres la única de las dos que tiene una oportunidad, ¡Ve!

-No, ningua tiene oportunidad- profiere sin emoción alguna -Moriremos pero yo pelearé ¿y tú?

-¡Grrr!- el pelambre negro del lobo se escondía en la oscura noche, Azuma lo busca con la linterna, por desgracia lo encuentra, este se lanza torpemente pues sus heridas lo atormentaban, Azuma en su defensa ataca con el hacha pero el lobo hábilmente retrocede evitando el golpe y arremete hacia la muñeca de la peliazul obligándola a soltar su arma.

El gran lobo negro con su fuerza somete a la peliazul, la muerde y sacude con ferocidad mientras esta grita y gime en dolor.

-¡Noo!- Hanabusa se abalanza sobre la bestia, enfrentarla con sus manos era una locura, la criatura se la sacude con facilidad.

Azuma se arrastra hasta llegar al tomahawk, se voltea para defenderse pero el lobo ya estaba sobre ella mordiéndole el rostro y agitando su cabeza con bestialidad -¡Crack!- se cobró su vida.

Sumireko solo quedó enmudecida por el horrendo sonido, su cuerpo ya no pudo reaccionar, el lobo soltó a la peliazul, las marcas que sus dientes dejaron en la cara de la chica chorreaban con finos hilos de sangre.

El lobo arremete jalándola de su brazo -¡Aah! ¡Aaah!- la arrastra alejándola del cuerpo inerte de la última persona que la defendió.

Sumireko se sacude provocando que los dientes del lobo le causaran más daño, no obstante logró zafarse, intentó correr, el lobo mordió su tobillo, regresándola al suelo, sacude y tira con fuerza desgarrando el tendón, un insoportable dolor casi deja inconsciente a la pelinaranja que continuaba luchando, lanzando patadas al semblante del lobo, este rabioso suelta la pierna y ataca la otra hundiendo sus fauces en el muslo -¡AAAAH!- los músculos destruídos provocaban un ardiente dolor, el lobo siguió jalando a la pelinaranja, la pelinaranja logra tomar una roca y con ella lo golpea.

-¡Aau!- chilla la bestia, intenta atacar de nuevo recibiendo otro golpe por parte de la pelinaranja, Sumireko desesperada y rabiosa se levanta y una y otra vez deja caer la roca con fuerza sobre el cráneo del lobo, los chillidos que soltaba el canino creaban placer en los oídos de la pelinaranja -¡Crack!- ahora el ruido espeluznante se convirtió en un gratificante sonido de victoria que la hizo reír desquiciada -¡Jajajajaja!- su pecho inflado en gozo le dolía de tal forma que llora invadida por una mezcla contradictoria de emociones, alegría, rabia , dolor, miedo, oh el miedo se presentó de nuevo con sus fauces abiertas, gruñendo y con sus colmillos prestos mirando a la pelinaranja, una mueca de rabia se formó en los labios de Sumireko y sus ojos brillaban agitados.

-¡Auuuu!- presa de incontrolable ira el lobo plateado se presentó como una ventisca invernal y mordió el brazo de Sumireko antes de que esta se defendiera.

La desilusión de la pelinaranja que terminó por entender que era su fin no le impidió tratar de defenderse -¡Aaaah!- los dientes del lobo penetraban profundo en el brazo, con salvajismo la bestia desgarra los músculos, libera el brazo y muerde el otro sacudiendo la cabeza mientras seguía arrastrando el cuerpo ensangrentado y malogrado que se retorcía y chillaba impotente.

Sangre se dibujaba por el suelo mientras el lobo jalaba con desquicio el cuerpo moribundo de la pelinaranja que ya no encontraba las fuerzas ni para gritar del dolor, de ella solo se desprendía gemidos ahogados y leves sollozos, de entre las copas de los árboles se abre un claro que permite el ingreso de luminosos rayos de luna llena, que se vieron reflejados en los cristalinos ojos de Sumireko se perdió en la brillante luz, cerró los párpados sintiendo la debilidad absoluta de su cuerpo, su vida no duraría mucho más y el dolor ya le parecía una mera ilusión de su cuerpo.

-Déjala 3.

Esa voz tan burlona no tardó en es identificada por la pelinaranja era el espectro que las había atormentado toda la noche, el lobo plateado la suelta y retrocede lentamente hacia la penumbra.

Sumireko abre los párpados, en el agobio de sus heridas logra maravillarse ante el ser que emergía de las tinieblas, sentada de costado sobre el lomo de un inmenso lobo de un abundante pelambre rojo, usaba un kimono púrpura, con un cinturón rojo definiendo su estrecha cintura, sus piernas colgaban descubiertas mostrando una tersa y blanca piel, sus pies estaban descalzos, su kimono escotado permitía apreciar el munífico busto de la extraña aparición, en sus hombros un par de rulos rosados colgaban provenían de una larga cabellera del mismo color, su mirada era dorada y desprendía un tétrico brillo, en su cara una sonrisa ladina disfrutaba de la miseria de la pelinaranja, la acompañaban otros dos lobos, otro rojo y uno azul, el lobo plateado retrocede hasta sus congéneres y se une a la fila.

-¡Jejejeje!- ríe el espectro rosado al bajarse del lomo de la bestia –Vaya casi cometen una barbaridad aquí 3- profiere al acercarse al cuerpo tembloroso de Sumireko, se sienta sobre las caderas de la pelinaranja y le acaricia el rostro –Tú cuerpo es débil, tu muerte no me sirve de nada 3- silba bajando sus manos hasta el busto de la moribunda.

-¡Aah! No…no- susurra débilmente.

-Tranquila, a pesar de tu inútil cuerpo, eres linda 3- menciona al abrir la cremallera del abrigo, Sumireko suelta alaridos lastimeros en un vano intento de impedir el avance de aquella entidad, la pelirosa desliza sus manos debajo del buso, recorre hacia arriba la tela, desnudando el vientre y busto de la pelinaranja –Kawai 3.

-No…no- solloza abatida, su apenas consciente cuerpo se llenaba de angustia.

El ente femenino amasa el busto de la pelinaranja con un sonrojo en el rostro, se reía mientras su víctima gimoteaba impotente –Tus amigas me causaron problemas, ¿sabes? Mataron a dos de mis mascotas y como tú eres la única que queda debo castigarte 3- indica al inclinarse hasta que sus labios se tocaron, la lengua se movió por la boca y se alargó hasta llegar a la garganta ahogando a la pelinaranja, entonces desprende un líquido caliente y amargo por su boca obligando a que lo engullera –Eso será suficiente 3 - profiere al levantarse satisfecha y reordenar las prendas de su víctima.

Sumireko se retuerce con fuerza en el suelo sintiendo un dolor tan fuerte que pareció revivir su cuerpo -¿Qué…me…hiciste?

-Evité que mueras desangrada, jejeje. 3

-¿Por qué?

-Para que sufras, linda 3- se vuelve a agachar, su rostro hermoso empieza a deformarse hasta convertirse en una cara podrida, con tiras de carne podrida colgando y hueso negro sobresaliendo por la piel y con voz espectral dice –Veamos que te mata primero, las infecciones o la sed, ¡jajajaja!

Sumireko aprieta los ojos con fuerza, el miedo primitivo se convirtió en un pavor primordial, explotó desde lo más recóndito del abismo quimérico presente en el consciente universal, los sollozos se hicieron más sonoros y los quejidos agudos.

El ente rosa recobra su lujuriosa apariencia y regresa al lomo del lobo –Disfruta de tu agonía, yo lo haré 3, jejejeje

-¿Qué eres?- logra expulsar la pelinaranja en toda su debacle.

-La bestia del bosque primigenio- señala mientras desaparece en la penumbra seguida por sus lobos.

Un lobo rojo más pequeño que el que montaba se quedó atrás viendo con ojos melancólicos el cuerpo destrozado de la pelinaranja, este lobo se acerca y con jadeos lastimeros lame el rostro acongojado de la muchacha.

Sumireko abre los ojos para encontrarse con los ojos ámbar del lobo asediado por la tristeza.

-Ahaha, ¿Haruki?

-Ven cachorrita 3- llama el bosque y la loba entre quejidos regresa a su seno.

-No- murmulla Hanabusa entre lágrimas.

La luna mengua su brillo y deja a la pelinaranja en la completa obscuridad, rodeada por incontables ojos dorados brillando en su dirección, Sumireko ahora lo sabía esos miles de ojos le pertenecía a una sola criatura que se gozaba con sadismo de su sufrimiento, un ser abismal que se deleitaba en su mórbida diversión, y con la certeza de que estaría disfrutando cada segundo de su agonía se abandona a los brazos de la muerte para complacer los deseos de aquella bestia prístina.

-¡Te-hehehe! 3

Este ha sido mi aporte para las fechas, dejenme sus impresiones y todos los improperios que emergan de sus gargantas.

Me pregunto si en algún momento tuvieron la esperanza de que una sobreviviera, jejejeje, que puedo decir me gusta el sufrimiento y si el género es terror prefiero que los protagonistas fallen, ¿como se sentiría el pesar e impotencia de no ser así? XD Debo decir que esta historia se la debo agradecer a Damydark pues yo tenía escrita una sobre un hombre lobo pero como sabrán ella se me adelantó y tuve que pensar en algo un poco más original, así que Damita debo decir gracias y también debo decirte, ¡Como te odio mujer! Tuve que reescribir todo, casi no termino a tiempo jejejeje.

Para todos feliz Halloween y para mis compatriotas, feliz día del escudo nacional XD. (31de octubre, lo subo ahora porque no podré a medianoche XD)

¿Quieren segunda parte? Ya saben que hacer.