"Metropolis, la gran ciudad de Kansas. ¿No me digas que no es genial?" Sam miró a través de las ventanillas del Impala lo que les rodeaba. Se estaba haciendo de noche y las luces de la ciudad, de innumerables colores, mezcladas con cien sonidos distintos, daban a la gran urbe, la sensación de estar tan viva como si fuera de día.
"Venimos siguiendo la pista de un hombre lobo, no los mejores bares en los pasar la noche."
"Dean ¿realmente estás hablando tu? Creía que te encantaría venir. Bares de copas, salas de fiestas, mujeres de todo tipo, sin duda parece tu tipo de diversión. También me han hablado de este sitio "Ace of clubes." Es exquisito pero nos podríamos colar sin problemas."
"Sam Winchester, ¿de donde has sacado esas ideas?" Dean paró el coche, apagó la música, cosa que Sam agradeció después de tres horas seguidas de Montley Crue y bajó del Impala. "Mira Sam, llevamos un año horrible, con todo esto de los ángeles, los demonios y el fin del mundo. Lo que ahora mismo quiero es algo tranquilo, no se, una cafetería, un hotel y dormir sin que Castiel u otro ángel me molesten durante un par de días."
Sam miró a su hermano sorprendido. Su aspecto no era realmente el mejor posible. Tenía ojeras, cosa que no era normal en Dean, pero lo cierto era que no había dormido apenas durante las últimas noches. No hacía más que soñar con un posible futuro o algo así le había dicho a Sam, con los demonios dominando la tierra, la especie humana medio muerta. Se despertaba gritando y empapado de sudor, para luego no volver a dormirse. Aunque Sam no decía nada, le escuchaba moverse de un lado para otro, tomar más de una taza de café y coger el ordenador para investigar sobre algún futuro caso.
"Mira, dicen que hay un hombrelobo rondando por Metropolis. Podríamos ir y echar un ojo. Sería divertido volver a la antigua vida, las viejas cacerías que no suponían la destrucción del mundo entero."
Sam había tratado de convencerle que era mejor hablar con Castiel primero, que ahora que no podía encontrarles con tanta facilidad, era mejor decirle a donde iban.
"Sam, Castiel no es papá, ni nuestra niñera, creo que podrá vivir un par de días sin nosotros y nosotros nos relajaremos un poco sin él. Me cae bien, es un buen tío, pero tan metido en el trabajo, que sinceramente Sammy me agobia."
No tenía porque jurarlo, la expresión agotada de su rostro. Dean respiró profundamente nada más salir del coche y miró a su alrededor. Aquella ciudad nada tenía que ver con las pequeñas ciudades a las que estaban acostumbrados. Metropolis estaba viva, la gente, tan diferentes unos de otros hablaban, reían se movían sin parar y ellos allí en medio, pasaban completamente invisibles.
"¿De verdad que te encuentras bien? Dean soy tu hermano, ya sabes que puedes hablar conmigo de lo que quieras."
"Lo se, gracias Sam, pero tan sólo necesito un descanso de tanto Apocalipsis y tanto recipiente de Michael o de Lucifer, quiero sentarme en una cafetería comer una hamburguesa e investigar donde ha actuado el hombrelobo por última vez."
"¿Quieres hacerlo sólo?"
Sam conocía demasiado bien a su hermano y tan sólo estaba haciendo esa pregunta por escuchar a Dean decirle que si, que se encontrarían en unas horas en la habitación y que allí hablarían del plan para acabar con el licántropo.
"¿Te importa?"
"No tranquilo, además empezaba a pensar que tenía ya muy visto después de tantos días sin separarme de ti." Mentía, pero no iba a decirle que esperaba que no le ocurriera nada mientras estaban separados, que no deseaba que ningún demonio atacara a su hermano. Por eso Sam no dijo nada más y se despidió, con la excusa que iba a dar un paseo; aunque no supiera a donde ir.
Definitivamente, aquella era una ciudad enorme y perderse más allá de sus avenidas no era difícil, sobretodo si era la primera vez que se visitaba y se sentía la mente en otra parte, como en cuando iba a intentar tentarle de nuevo Lucifer o cuando ocurriría la gran batalla que tanto temía que llegara.
Por eso cuando por fin levantó de nuevo la vista, se dio cuenta que no sabía donde se encontraba ni como había llegado allí y lo que era peor todavía, como salir del entresijo de calles en el que se había metido sin darse cuenta. Miró a su alrededor pero nada le sonaba; había estao tan preocupado pensando en como ayudar a Dean a sentirse mejor, que sus pies habían caminado sin más.
Escuchó unos sonidos de pasos a su espalda, seguidos de unas risas de hombre, que por lo que Sam creía debían ser al menos unos cuatro o cinco, si no más. Vio las sombras acercarse a él, pensó en salir de allí, pero se dio cuenta que lo habían rodeado; había estado tan metido en sus pensamientos que se había convertido en una presa fácil para aquella banda.
"Mirad lo que tenemos por aquí, un turista que se ha perdido."
Un hombre tan alto como él apareció delante de Sam y tras él otros dos. Detrás del cazador aparecieron dos más, todos con barras de metal en la mano y otro con una enorme navaja. Desde luego tenía todas las de perder allí.
"Vale, muy gracioso chicos, pero la verdad es que no quiero meteros en problemas a vosotros y la verdad es que no estoy de humor para esto."
Primero fue el hombre que tenía delante el que se echó a reír con una fuerte y agresiva voz, un momento más tarde, como un eco suyo que resonó en toda la calle.
"Es gracioso el muchacho y yo que pensaba divertirme con él, creo que si nos das toda la pasta que llevas encima nos iremos tranquilos."
Sam sonrió, ¿Por qué todos lo rateros eran iguales? Podría sacar su arma hacer un par tiros al aire si fuera necesario para ahuyentarlos y si tuviera que hacerlo se podría enfrentar a ellos. Tal vez podría con dos, con suerte acabaría con tres, pero los otros. No debía meterse en esa lucha, no tenía muchas opciones de ganar.
"No pretendo ser gracioso, pero chicos, no soy vuestra mejor víctima de la noche." Asegurándose de que todos los vieran, Sam mostró su arma. Escuchó los murmullos de alguno de ellos y todos miraron el arma.
El líder sonrió de nuevo y dio un paso adelante. "Me gustas chico, serías una buena adquisición. Pero me pregunto que haces aquí tu sólo con un arma por estos barrios. Es como si buscaras problemas ¿los buscas?"
"No, ya se lo he dicho, no sabía a donde iba y además he quedad con mi hermano dentro de un rato."
"Entonces ahora estás solo, con un arma y me pregunto si llevarás dinero." Toda su banda lo miró. Sam miró a su alrededor con rapidez, intentando averiguar si tenía alguna forma de escapar de allí sin meterse en una pelea. No era muy probable. "Te vamos a proponer dos opciones muchacho, nos das todo tu dinero y si nos parece bastante te dejamos marchar o si prefieres pasar una noche diferente, podrías venir a hacer un trabajo con nosotros."
"Sinceramente, no me seducen ninguna de las dos ideas."
"Respuesta equivocada." El hombre hizo una señal de cabeza a sus secuaces y todos avanzaron hacia Sam.
"Vale ya Roger, deja de asustar a los nuevos vecinos." Sam miró hacia el lugar de donde procedía aquella voz y vio que se trataba de una muchacha, aunque estando en la sombra no la pudo ver bien. "Además creo que te dije que no te quería por aquí, que mis amigos y yo no te queríamos por aquí."
"Lo siento, lo sentimos mucho, sólo estábamos dando una vuelta por aquí." De repente el jefe de aquellos hombres sonaba asustado, la cabeza mirando al suelo, como si la visión de aquella muchacha fuera prohibida para ellos. "Además ya nos íbamos, tan sólo estábamos saludando a nuestro amigo." El hombre le dio un golpe en la espalda que casi lo derribó al suelo, pero consiguió mantenerse en pie. "Ya nos vamos Miss Sullivan."
Aquello era surrealista, cinco hombres hechos y derechos tenían miedo de una muchacha. La chica se quedó ahí entre las sombras mirando a Sam, mientras se paraba a pensar en lo que acababa de ocurrir.
"Dentro de poco hará frío, no te gustará quedarte ahí cuando baje más la temperatura Sam." El cazador se quedo sorprendido. "¿Quieres ver algo que te gustará? Se que lo tuyo son los ordenadores y yo tengo los mejores del mundo."
La chica salió por fin a la luz. El abrigo negro que llevaba, cubría casi todo su cuerpo, destacaba sobre todo su cabello rubio y corto y su sonrisa misteriosa y pícara por saber más información que Sam.
"¿Quién eres?"
"Chloe Sullivan. Encantada Sam Winchester. Pensaba dejar a ver si podías con todos ellos, pero mis amigos os quieren a tu hermano y a ti de una pieza. Por favor sígueme, mi despacho está aquí al lado."
"Vale así que tu sabes todo sobre mi hermano y sobre mi, me acabas de salvar la vida de una banda callejera, tu gente me quiere conocer para no se muy bien que y tu quieres que siga sin más. Si me hubieras estudiado bien, sabrías que no me voy con cualquier desconocido."
Chloe se detuvo y se dio la vuelta y sonrió de nuevo. Tiró lo que parecía ser una carpeta a Sam y esperó a que el muchacho la abriera. Aunque intentara negarlo, le gustaba aquella chica, realmente tenía estilo, sabía como llamar su atención y si había podido controlar a esos cinco tíos, entones tenía muchas agallas. Se la imaginaba como una reina del crimen a la que todos temían, pero en su mirada veía una dulzura que poco tenía que ver con eso.
"Es toda mi vida, las veces que me han detenido, incluso… eh ¿Cómo sabes eso? Ni siquiera Dean lo sabe." Chloe volvió a sonreír. "Me gusta jugar con los ordenadores y entrar en el tuyo no ha sido difícil. ¿Entonces que, vienes?"
- o -
Dean miró en un periódico donde podía ir a cener, pero no se decidió por ningún sitio. En realidad no tenía ganas de hacer nada. le dolía la cabeza y por más que trataba de apartarlo de su mente, no hacía más que ver a Castiel y a los demonios, y a Lucifer.
Sin saber donde había ido a parar se dejó caer en una mesa. Escuchaba música a su alrededor, pero no podría decir lo que era porque no le importaba. Hasta ahora no habían hecho más que fallar en sus intentos por acabar con Lucifer, ¿Por qué Sam estaba tan seguro que iban a terminar por ganar aquella guerra? ¿Y si su destino era perder al final?
"¿Qué vas a tomar?" Miró a la camarera, no, no esa noche no era su tipo. La chica esperó sonriente a que le dijera que era lo iba a tomar.
"No se, que es lo que hay de bueno por aquí."
"Una cheeseburger doble y extra ración de patatas." Dean se concentró por fin en el extraño que tenía delante. Recordaba haberle visto en alguna revista, pero no conseguía recordar porque. "Oliver Queen, encantado de conocerte Dean Winchester."
Dean lo miró con la boca abierta y completamente descolocado. No tenía pinta de los típicos policías con los que se encontraba y que lo conocían, para atraparlo, mucho menos parecía federal. No, pero aquel hombre, Oliver Queen tenía una clase especial, incluso con aquella camisa blanca y unos vaqueros, parecía otra cosa que Dean no sabría explicar.
"¿Cómo sabes quien soy? ¿Me has estado espiando?"
"Yo directamente no, pero se mucho sobre ti sobre Sam. Ya era hora que os pasarais por Metropolis y me extraña que hayáis tardado tanto, con el trabajo que tenéis y todo lo que ocurre aquí."
"Vale voy a suponer que no está de parte de la justicia o de lo contrario me habrías detenido ya, así que dime quien eres y que es lo que quieres de mi."
Oliver sonrió, si era definitivo que estaba acostumbrado a hacer eso delante de las cámaras, a mostrar una faceta de él mismo, para esconder su verdadero yo. Había algo más, mucho más que no le estaba contando a Dean.
"Ya te lo he dicho soy Oliver Queen y tengo un grupo de amigo que estaría encantado de conoceros a tu hermano y a ti. Nos encanta vuestro trabajo y tal vez podríais echarnos una mano por aquí."
"No metas a mi hermano en esto." La cara de Dean había dejado de ser en absoluto amistosa.
"Tranquilo vaquero. No vamos a haceros daño, no queremos delataros al FBI, ni a ningún demonio. Además creo que tu hermano ya habrá aceptado la oferta de visitar la atalaya en estos momentos." El móvil de Oliver sonó. "Mensaje de Chloe: Sam está conmigo." La expresión de Dean se puso más tensa todavía, incluso Oliver se dio cuenta que se acercaba a coger su arma. "No hace falta que hagas eso, si no quieres venir, sólo queremos pediros ayuda. Os hemos investigado y estamos impresionados con vuestro trabajo. Tenemos un pequeño problema aquí con unos licántropos y creo nos podríais echar una mano. Pero te prometo que tu hermano está bien y si no le gusta lo que ve, se irá igual que tu. Pero al menos, podrías darnos una oportunidad."
Dean se preguntó porque no se levantaba de la mesa y se largaba de allí, que era lo que le hacía confiar de esa forma en un completo desconocido y porque creía que era cierto, que Sam estaba bien. Pero al contrario de lo que su cerebro le decía, no se movió, sino que se relajó y esperó, la expresión tranquila de Oliver le hizo pensar que tal vez tuviera razón, sus ojos castaños le gustaban y no podía dejar de mirarlos y esa sonrisa, como si supiera tanto de él, le tenía descolocado.
"Muy bien, tu ganas llévame a tu atalaya y espero que tengas razón en cuanto a Sam o de lo contrario…"
"No somos los malos Dean, no nos gustan los demonios, ni que nadie trate de destruir la tierra, ayudamos a la gente y cuando acabemos con nuestro pequeño problema, podemos ayudarnos con el vuestro."
"¿Qué me vas a llevar en el Batmóvil?"
"No, lo siento Bruce es muy celoso con él, pero te puedo deja conducir mi Lanborgini."
