Prólogo –Los héroes no existen.

Hacía el calor propio de un día de verano, a pesar de que todavía faltaba bastante para aquella época del año. Era asfixiante y pegajoso, tanto, que aunque había sido previsora y se había ajustado el uniforme para que fuera más fresco, Erin se sentía incómoda dentro de su propio cuerpo. Notaba como un par de gotas de sudor se deslizaban despacio por su nuca, cosa que no la estaba ayudando a sentirse un poco más segura de sí misma.

Observó el edificio frente a ella, dividida entre la atractiva idea del aire acondicionado y la desagradable expectativa de comenzar un intensivo entrenamiento para convertirse en alguien que no quería ser. En un tic nervioso tanteó su muñeca izquierda; sin la pulsera de reconocimiento del hospital se sentía desnuda y vulnerable, pero por otra parte, agradecía que le hubieran permitido quitársela. Ella era algo más que un número de identificación y un código con el que archivaban sus datos.

Era Erin Redfox.

Sonrió para sí misma: Erin Redfox no sonaba nada mal.

Ciro no recodaba el apellido caminaba a su lado. Se habían conocido solo hacía unas horas, en el avión que los llevaría a Japón, pero a Erin no le terminaba de caer bien el chico. Era excesivamente tímido, asustadizo como un ratón husmeando fuera de su madriguera. Alto y flacucho tampoco parecía demasiado fuerte; con el pelo desordenado rubio muy claro y los ojos oscuros que no se despegaban ni un momento del suelo. En su conjunto no parecía alguien que tuviera altas aspiraciones en el mundo del heroísmo.

Y allí llegaba el segundo motivo por el que Erin se veía incapaz de llevarse bien con Ciro: estaba allí como un alumno de intercambio para ingresar en U.A, la mejor Academia para héroes de todo Japón. Y Erin no soportaba a los héroes.

Sí, ella también estaba allí como alumna de intercambio para acceder a Yuuei, pero no había sido algo que ella hubiera escogido. Cuando te encontrabas contra la espada y la pared y tus únicas opciones eran un camino de espinas o un pozo sin fondo, el camino de espinas solía parecer la elección más adecuada. Aunque le sangraran los pies al andar.

El profesor Aizawa, quien había ido a recogerlos al aeropuerto y se había presentado como su tutor legal en el tiempo en el que estuvieran en Japón, les hacía una visita guiada a las instalaciones de Yuuei. Hablaba despacio y arrastrando un poco las palabras, cosa que Erin agradeció; le hacía mucho más fácil eso de entender el idioma.

Dentro del enorme edificio hacía fresco, pero era tan grande y estaba tan vacío que sus pasos casi hacían eco por los pasillos. El profesor Aizawa les iba explicando las normas del lugar y cómo debían actuar para adaptarse lo más pronto posible. Erin solo escuchaba a medias, observaba los pasillos con aire ausente y vio su futura clase antes incluso de que el adulto frente a ellos la señalara: clase 2A. A pesar de que había releído una y otra vez toda la información que le habían proporcionado sobre la escuela, a pesar de que había pasado horas tratando hacer su maleta y de pasar noches enteras en vela, pensando en su nefasto futuro, hasta aquel momento no había sido plenamente consciente de la magnitud de lo que se le venía encima. Parecía que ese número, que casi había pasado inadvertido por sus ojos cuando leía el folleto, dictaba una sentencia de muerte.

—Es ahora o nunca —escuchó que murmuraba Ciro a su lado, completamente acongojado.

Por primera vez desde que se conocieron, Erin le dedicó una sonrisa simpática. Ella se sentía igual, aunque quizás fuera por razones completamente diferentes.

—Siempre puedes no entrar —sugirió. Tú que puedes, añadió mentalmente.

Como si hubiera tocado un punto sensible en el chico, su expresión se llenó de determinación durante unos instantes y los músculos de su cuello se tensaron.

—Tengo que hacerlo —murmuró, en parte para ella y en parte para sí mismo.

La simpatía que empezaba a sentir por él se esfumó y giró la cabeza a tiempo para ver como el profesor Aizawa abría la puerta sin más ceremonias y les instaba a pasar. Tragando saliva y con los nervios a flor de piel, Erin dio el primer paso.

Se quedaron de pie junto al profesor, en silencio, mientras éste les hablaba a los alumnos del programa de intercambio y explicaba por encima quiénes eran ellos. A juzgar por las expresiones de los alumnos, era evidente que ya sabían la noticia desde hacía tiempo y esperaban impacientes por conocer a sus nuevos compañeros. Erin paseó la mirada por la clase, tratando de adivinar qué quirk se escondía bajo la apariencia –en su mayoría no muy espectacular– de aquellos chicos.

—Por favor, presentaos vosotros —indicó el profesor Aizawa.

Generalmente los adultos no le hacían peticiones que incluyeran las palabras "por favor", así que Erin tardó unos segundos en salir de su desconcierto. Siempre era una novedad ser tratado como un ser humano con capacidad de raciocinio.

—Me llamo Erin Red… Redfox Erin —se corrigió rápidamente al recordar la costumbre japonesa de decir primero el apellido y luego el nombre. No le había quedado más remedio que tomar ella la iniciativa, Ciro parecía haber usado toda la determinación que tenía en entrar en la clase—. Soy de Irlanda —añadió al notar que todos parecían esperar algo más.

Suponía que en momentos como aquel tenía que hacer una presentación algo más extensa: sus gustos, aspiraciones y motivaciones, pero realmente no tenía nada de eso. Y lo poco que tenía tampoco le apetecía compartirlo con aquellos chicos que no lo entenderían. Sonrió con cinismo y dando por concluida su presentación dio un suave codazo a Ciro para que hablara.

—Soy C… Ciro —dijo con una voz tan débil que Erin dudaba que todos la hubieran escuchado.

Pero no iba a ser ella quien se quejara. Y al parecer, el profesor Aizawa tampoco.

—Tomad asiento y vamos a comenzar la clase.

Les habían dejado dos pupitres libres en la fila de la derecha, por lo que Erin ni corta ni perezosa se apresuró para tomar el asiento que quedaba junto a la ventana. Si quería ignorar las clases, resultaría más sencillo si podía enfocar su mente en otra cosa, como el paisaje de fuera por ejemplo.

A pesar de que era evidente de que los muchachos de su alrededor se morían por acercarse a hablar con ellos, el profesor Aizawa les inspiraba tanto respeto que se quedaron en su sitio en silencio y esperando a que terminaran las clases. Erin aprovechó esos momentos de paz que precedían a la tormenta para examinar a sus nuevos compañeros: nunca había tenido muchos amigos de su edad –por no decir ninguno–, por lo que no podía evitar sentir curiosidad.

Eran de lo más diferentes entre sí, un grupo tan diverso como solo se podía conseguir en un mundo gobernado por los quirk. Desde un chico con la cabeza de un pájaro, a una chica con aspecto de rana, pasando por otro joven que tenía lo que parecían brazos de más naciendo de su espalda, otro con una cola… Incluso había ropa femenina flotando en uno de los pupitres que parecía ser de una chica con un quirk de invisibilidad permanente. Pero a pesar de sus diferencias, por encima de todo se respiraba una especie de armonía y compañerismo que Erin no había visto jamás y, en cierta forma, envidió.

Todos querían ser héroes, parecían tan emocionados con la expectativa… Eran como niños jugando a ser importantes, ninguno de ellos parecía haberse detenido jamás a pensar en las implicaciones de ser un héroe, o al menos de intentarlo. Porque Erin sabía la verdad, una que nadie más que ella parecía conocer y, si lo hacían, se esforzaban por ignorarla.

Nadie venía a salvarte cuando lo necesitabas, ningún hombre se presentaba al final del interminable túnel oscuro para tenderte una mano, ninguna mujer espantaba las pesadillas con sus propias manos para velar por el descanso de una niña. A la hora de la verdad, estabas solo.

No había amigos, ni familiares y, ni mucho menos, héroes.

Porque los héroes no existían.


Y buenos, inicio este fic de BHA. Como habréis observado, se inicia en el segundo año de nuestros queridos protagonistas del anime, por todo lo demás, intentaré mantenerme lo más fiel posible al original. Espero que os guste y que poco a poco vayáis conociendo a Erin y a Ciro, mis dos OC para este fandom. Ya sé que de momento no se sabe mucho de ellos, pero me gustaría saber vuestras impresiones ^.^

Por otro lado, me gustaría que comentárais todo lo que os gustaría que pase y si queréis que haga alguna pareja en particular o lo decido yo a mi aire. Espero que este fic sea lo más interactivo posible. Y bueno, que me digáis si me salgo mucho del carácter de los personajes y todo eso.

Sin más, dejo de aburriros y nos leemos pronto, ¡un beso!