1. El combate
El sol brillaba sobre la plataforma de lucha, el público rugía expectante, sonó una campana y Jaime subió para enfrentar la final en la edición XXV del Torneo de las Artes Marciales, en las Islas del Verano.
Recordó esos años de esplendor, cuando lo llamaban el "León Dorado", en ese entonces un futuro prometedor le esperaba, además contaba con el orgullo de su padre, la admiración del público, el fervor de su hermano pequeño y por sobre todo, el amor de Cersei. Tenía diecisiete años.
Pero luego del "incidente" todo había cambiado. Fue suspendido de la competición por diez años, su padre le había dado la espalda y Cersei se había alejado de su lado y de su corazón. Ahora sólo Tyrion lo saludaba desde las gradas. Hasta el apodo había cambiado, y ahora era "Matarreyes".
"Diez años de mierda acumulada" pensó. "Pero ahora he vuelto".
Su habilidad en el combate era algo que no había perdido, apoyado por su hermano, había seguido entrenando sin parar. Nunca se sentía tan vivo como cuando estaba luchando. Y ahora enfrentaba nuevamente una final.
Su rival era un tipo endemoniadamente grande y alto, iba todo de azul y llevaba un casco del mismo color. Se apodaba con el ridículo nombre de "Zafiro". Era un sujeto raro, nunca mostraba su rostro y luego de cada pelea, se retiraba sin hablar con nadie. Sólo se le veía con un hombre bajo y rechoncho, quien seguramente era su maestro.
Ambos rivales se acercaron, adoptaron sus posiciones y el árbitro tocó la campanilla que daba inicio al combate.
Y Jaime atacó, el modo ofensivo era su principal habilidad. Nadie se resistía a sus sucesivos ataques de patadas y puñetazos. Los tipos altos y grandes como éste solían ser lentos y pesados, por lo que él tendría su agilidad como ventaja.
"A este lo despacharé en dos rondas" pensó.
Lanzó una patada a zona alta pero Zafiro la bloqueó. Al igual que el puñetazo que lanzó a su zona media.
Jaime retrocedió, pero siguió atacando sin parar. Sin embargo su contrincante seguía bloqueando todos sus golpes. Le sorprendió la dureza de su piel, estaba seguro que luego tendría varios moretones en los brazos y las piernas.
"Es como golpear un tronco" pensó.
Sin embargo eso no lo detuvo y siguió atacando a su rival acercándose por el frente, derecha e izquierda, buscando un punto descubierto.
— ¿Vas a pelear, imbécil?—le espetó.
Nada, sólo consiguió silencio en respuesta.
Jaime se volvió a alejar, dispuesto a cambiar de estrategia, a su pesar. Ahora Zafiro empezó a moverse y Jaime también. Ambos contrincantes acercaban y alejaban su distancia, sólo amagando. Se sorprendió de la agilidad de su rival, a pesar de su tamaño.
"Es fuerte y también rápido" pensó, adoptando una sonrisa torcida "Esto puede ser interesante".
La danza continuó y en el momento en que Zafiro se acercó al borde de la plataforma, Jaime atacó.
"Ahora es mío" se dijo "Un certero golpe y se va afuera."
Dio un rápido avance, quedando cara a cara, a su rival. Pero su golpe a zona media no dio en el blanco, pues Zafiro le atajó la mano y lo miró con unos triunfantes ojos azules brillantes, para acto seguido tomarle el brazo con una fuerza descomunal y tirarlo fuera de la plataforma.
—Primera ronda terminada—anunció el árbitro
"Esos ojos" pensó pasmado mientras la multitud rugía entusiasmada. "Ahora entiendo, esto se está poniendo cada vez mejor."
Jaime volvió a subir a la plataforma y la campana volvió a sonar. Miró a su rival, sus ojos ya no brillaban, pero estaban concentrados en los verdes de él, con determinación.
Zafiro atacó, ya no se limitaba a defenderse, Jaime esquivaba sus golpes y luego contraatacaba, su rival se defendía para ir nuevamente a la ofensiva. Mientras el público contenía la respiración.
"Piensa que este combate terminará rápido, le daré una lección".
En un momento en el que Zafiro se acercó, Jaime hábilmente se anticipó y le hizo una técnica de agarre, sus rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración, le susurró al oído:
—Me parece que ya es hora de ir terminando este baile, querida.
Sus ojos se abrieron como platos, y dejó escapar un jadeo. Jaime aprovechó su distracción para de un barrido, expulsarla de la plataforma.
Ahora estaban iguales. Una ronda más y se decidiría todo.
Zafiro subió a la plataforma, ya no había determinación en su mirada, sólo furia.
"Esto es muy divertido" pensó.
Cuando vio sus ojos, supo que se trataba de una mujer. Eran grandes, delicados e inocentes. Su mirada fue del árbitro a Jaime, indecisa.
"Quiere abandonar" pensó.
Este torneo siempre había contado sólo con la categoría masculina, Jaime encontraba que era una regla estúpida. Por esa razón no iba a decir nada, e iba a ser un deleite hacer pasar una rabia al Presidente de la Federación. "Ese viejo sucio y arrugado".
Jaime le dedicó a la mujer una sonrisa encantadora, lo que hizo que ella empuñara sus nudillos fuertemente y tomara posición de combate, otra vez.
"Muy bien"
Ambos contrincantes pelearon con verdadera pasión, la mujer atacaba y Jaime respondía, los dos sudando y jadeando. Paraban en instantes a evaluarse y tomar aliento, para luego seguir luchando.
El árbitro estaba extasiado y el público gritaba.
Zafiro le hizo un barrido y lo hizo caer, pero Jaime se la llevó con él y no la dejaba incorporarse. Rodaron por el suelo, mientras se golpeaban y pateaban. El árbitro tocó el silbato
—¡Falta para ambos, por permanecer más de 10 segundos en el suelo!—. La mujer estaba en ese momento a horcajadas sobre él, cuando se iba a parar, su casco crujió y se partió en dos.
Y cuando este cayó, se reveló un ancho rostro feo y pecoso. La mujer tenía la nariz quebrada y los dientes torcidos. Sus labios prominentes estaban casi pegados a los suyos. Su cabello fino y color paja, estaba despeinado y su rostro rojo.
"Luce como si hubiéramos estado follando, en vez de luchando" pensó.
Sus ojos eran su único atractivo y ahora lucían inseguros. Se paró rápidamente y el público empezó a murmurar.
"Es una mujer" se decían los unos a los otros.
Los competidores derrotados reclamaban exasperados al árbitro y éste anunció.
—¡Competidor…quiero decir competidora Zafiro descalificada! las reglas dicen claramente que no pueden competir mujeres. ¡Jaime Lannister es el ganador!
Ella sólo se limitó a asentir con la cabeza y se marchó, con el rostro erguido, ignorando las imprecaciones que le lanzaban. No se volvió a mirarlo.
Pasadas dos horas, Jaime salió acompañado de Tyrion del recinto del torneo. Era el atardecer y una brisa fresca que venía del mar les acariciaba el rostro. Cuando llegaban al hotel donde estaban hospedados, Zafiro iba saliendo.
Vestía unos jeans azules y una camiseta del mismo color. Jaime le indicó a su hermano que lo esperara y se aproximó ella.
— ¡Hey! — exclamó
Se volvió a mirarlo. Él notó que parecía muy joven, seguramente no llegaba a los veinte años. Su cabello estaba mojado como si hubiera salido recién de la ducha, lo llevaba suelto y largo hasta los hombros.
—Hey—se limitó a responder, su voz era suave.
—¿No hay torneos femeninos en tu ciudad? Provocaste un buen lío ahí, niña.
—Tú te diste cuenta…¿Por qué no dijiste nada?
—Porque la situación me parecía divertida, en especial tu furia—le respondió con una sonrisa que mostraba todos sus dientes.
La verdad era que fue el combate más emocionante que había tenido en años, pero no se lo diría. Ella se puso seria.
—Bueno, me alegro que te hayas divertido—le dio la espalda dispuesta a marcharse.
Le sostuvo el brazo y la chica lo miró con extrañeza.
—¿Tienes mucha prisa? Estoy con mi hermano Tyrion—le hizo una seña para que se acercara. Las palabras salieron de su boca antes de que pudieran detenerlas. —¿Quieres tomarte una cerveza con nosotros, niña?
—¿Por qué? —le preguntó de forma indiferente
—Es sólo una invitación—repuso, encogiéndose de hombros.
Tyrion se acercó, una sonrisa asomada a sus labios.
—No puedo…mi maestro me espera en una, dos horas…mi vuelo parte enseguida—dijo atropelladamente, sin mirarlo.
—Solo será un momento—le hizo ver Tyrion —Mi pobre y querido hermano no toma una cerveza con una chica desde hace años. Tómalo como un acto de caridad.
Jaime bufó y puso los ojos en blanco.
—Tyrion, mi hermano pequeño—lo presentó —¿Vienes? Imagino que hay aspectos de nuestro combate que te gustaría comentar…
La chica lo miró a los ojos y asintió. Jaime señaló la puerta que daba al bar.
—Por aquí, niña.
Ella se paró.
—Mi nombre es Brienne—le dijo muy seria.
