Capítulo 1.
Aster Phoenix se dirigía a hablar con su mánager, Sartorius, como siempre hacía antes de un duelo de la Liga Profesional, quería conocer qué decían las cartas acerca del resultado de ese duelo. Aunque no dudaba de la carta que iba a hacer aparición, ni una sombra pasaba por su mente cuando de duelos se trataba. Pero eso no significaba que no hubiese sombras en su mente.
- Una victoria perfecta, ese será tu resultado - explicó Sartorius, tras leer las cartas - ¿No hay nada más que quieras saber?
- ¿Por qué iba a haberlo? - preguntó el chico de pelo gris, haciéndose el confundido y mirando hacia otro lado.
- No deberías mentirme, Aster - respondió el mánager, colocando de nuevo las cartas - Lo he visto, hay algo que te ensombrece. Ada.
- Será mejor que vaya a prepararme para mi duelo - el chico se giró para salir de allí, no quería hablar del tema, no quería hablar de ella.
Aún sin Aster presente, Sartorius le dio la vuelta a la carta. El Loco invertido, significaba la toma de decisiones equivocadas, caída y abandono. Era una carta muy apropiada para Ada, a decir verdad. El mánager sonrió, parecía que no iba a haber problemas en su plan, todo seguiría el camino marcado. Y estaba la ironía en el significado de la carta.
- "Viaje obstaculizado"... Oh, Ada, ni siquiera te lo puedes imaginar.
[...]
- "Es noticia: Ada Phoenix sigue los pasos de su hermano y se une a la Academia de Duelos, ¿podrá ser por las cinco derrotas consecutivas en sus últimos cinco duelos? Sus allegados mantienen el silencio al respecto." No deberíamos comprar esta basura.
La revista sobre duelos que estaba leyendo Auguste acabó en la basura de la habitación. Por su parte, Ada solo pudo sonreír. Auguste era su mánager desde que había entrado en la Liga Profesional, era amigo de su padre adoptivo, el campeón de la Liga "El D", y con el paso del tiempo se había convertido también en amigo de la joven.
- Eres tú quien las compra, no yo - rió ella - Además, no dicen ninguna mentira. He perdido mis últimos cinco duelos.
- ¡Pero no por eso te vas a la estúpida Academia de Duelos! - exclamó el mayor indignado.
- No te enfurruñes o te saldrán arrugas.
Eso último era algo que el mayor solía decirle a Ada a menudo, sobre todo en los últimos meses. Auguste suspiró, intentando calmarse, y se llevó una mano a su pelo negro. Al menos, a lo que quedaba de él. Aunque para tener cuarenta años, el hombre se conservaba bastante bien. Tenía algo de barriga, lo normal para su edad, pero no se veía ni una arruga en su cara. Sus ojos oscuros, prácticamente negros, hacían juego con su pelo azabache, perfectamente peinado para disimular las entradas que comenzaban a formarse. Como mánager de la Liga Profesional, sabía perfectamente lo importante que era la imagen, por lo que se cuidaba, y se ocupaba de que su cliente hiciese lo mismo. Claro que con Ada no siempre lo conseguía.
- En serio, tranquilízate. Estaré bien - aclaró ella, al notar la mirada seria de Auguste. Era extraño que su mánager se comportase con esa seriedad, normalmente era una persona divertida y extrovertida, que todo lo disfrazaba con una sonrisa.
- Sé que sabes cuidarte sola. Pero no puedes pedirme que...
- Deja de preocuparte - le interrumpió ella, antes de acercarse a su mánager y abrazarle - Gracias.
Auguste respondió al abrazo y después salió de la habitación, para dejarla terminar de preparar sus cosas sola. La chica cerró la maleta y se sentó en la cama, pensativa. Sus ojos se movieron por la habitación, hasta acabar en el mural de fotos. En una parte de la pared, iba pegando fotos de momentos importantes en su vida. Sus cumpleaños, los viajes a la playa, su primer duelo en la liga profesional... Y en casi todas aparecía su hermano, Aster.
Pero si seguía mirando esas fotos acabaría pensando en cosas que no debía, así que se levantó de la cama y se paró frente al espejo. En una hora saldría hacia la Academia de Duelos, y tendía que prepararse. Ya estaba vestida, una camiseta de tirantes verde, que se volvía más transparente y suelta por debajo del pecho, unos pantalones cortos del mismo color y unas deportivas blancas, porque desde luego ella no pensaba utilizar el horrible uniforme de la academia. Y su pelo... las ondas de su pelo rubio caían desordenadas por su espalda, le encantaba. Una pena que para llegar hasta la Academia fuese a tener que disimularlo, para pasar desapercibida. Lo único que no podría ocultar sería sus ojos azules, tan parecidos a los de su hermano. Pero bueno, confiaba en que no hubiese demasiado revuelo a su alrededor.
Volvió hacia la cama para coger su maleta, y se detuvo frente a un marco de fotos, en el que aparecía ella con su padre y su hermano, muchos años atrás. La chica esbozó una triste sonrisa y cogió la foto, guardándola en la bolsa, antes de bajar al salón donde Auguste la esperaba. Mientras se acercaba escuchó a su mánager hablando con alguien, pensaba que estaban solos. Cuando escuchó la voz de la persona con quien conversaba, dejó caer la maleta y bajó corriendo lo que quedaba de escalera.
- ¡D! - gritó, lanzándose a los brazos de su padre adoptivo.
El hombre la cogió en el aire, abrazándola. Aún después de dejarla en el suelo, la rubia siguió abrazándole, escondiendo su cabeza en el pecho del campeón de la Liga Profesional. Auguste miraba la escena enternecido, pero se apresuró en salir de allí para no molestar. El mánager conocía el cariño que Ada le profesaba a su padre adoptivo, aunque a decir verdad no acababa de comprender el motivo. Ciertamente, él la había acogido tanto a ella como a su hermano tras la muerte de su padre, pero casi nunca estaba con ellos. Los había instruido para ser grandes duelistas, sí, pero acudía a muy pocos de sus duelos, por no decir a ninguno. A pesar de ello, la joven adoraba al D.
- No sabía que fueses a venir - comentó Ada cuando rompió el abrazo. El hombre le respondió con una sonrisa.
- No podía dejar que te fueras a la Academia de Duelos sin despedirme, ¿no crees? - respondió él revolviendo el pelo de la rubia - ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
- Supongo - suspiró ella, dejándose caer en uno de los sofás ante la atenta mirada del campeón - Quiero decir, necesito saber qué es lo que pasa con As, y esta parece ser la única manera.
- ¿Aunque duela?
- No puede doler más que esto.
Ada apartó la mirada, mientras sentía la opresión en su pecho. Cada vez que pensaba en el extraño cambio de comportamiento de su hermano, se sentía así. No lo entendía, no sabía si había hecho algo mal o por qué actuaba así, por qué de pronto se había alejado de ella y comenzaba a ignorarla. Y le dolía, muchísimo, más de lo que estaba dispuesta a admitirle a nadie.
Con un suspiro, el D se sentó junto a ella y pasó el brazo por sus hombros, dándole a entender que sabía por lo que estaba pasando. Ada sintió las lágrimas agolparse en sus ojos, pero se controló para no dejarlas caer. Odiaba llorar, y odiaba aún más que la vieran haciéndolo, la hacía sentirse débil. Cuando la chica se hubo calmado, el D se apartó un poco y sacó una carta del bolsillo de su chaqueta, que seguidamente entregó a la rubia.
- Sé que lo harás, pero cuídate. Y no dejes que nadie te haga daño.
[...]
El primer día del curso siempre era duro en la Academia de Duelos, la llegada de los nuevos estudiantes, el reencuentro de los antiguos... Si a eso le sumabas la supuesta llegada de dos duelistas de la Liga Profesional, tenías el cóctel perfecto. El director temporal Crawler y el vice-director Napoleón se encontraban en el puerto, vigilando la llegada de los estudiantes para encontrar a la nueva estrella de la academia. Sin éxito.
- De verdad... wow. Solo puedo decir, wow.
Ellie Lune Pegasus, la hija de Maximilium Pegasus y estudiante de la academia, se bajó del barco para dirigirse a la residencia Obelisk Blue femenina. Los ojos de Napoleón brillaron al verla, mientras un plan se formaba en su cabeza, pero Crawler negó tristemente con la cabeza: no podía ser la nueva estrella de la academia. A pesar de su gran apellido, que la hacía ideal para los planes de los dos profesores, la joven Pegasus era incapaz de tener duelos, por motivos personales. Si estaba en la academia, era porque su padre así lo había querido y porque, a pesar de no tener duelos, destacaba en todas las demás materias, con algunas de las mejores calificaciones.
La chica de ojos y pelo plateado parecía ajena a la presencia de los profesores, sus ojos estaban fijos en la chica que la acompañaba. Una joven en quien nadie salvo ella parecía fijarse, llevaba gafas de sol y tenía el pelo negro como el azabache. Ellie se colocó el pelo detrás de la oreja y comenzó a reír.
- Cállate, o levantarás sospechas - murmuró su compañera, aunque sus ojos no se veían por el cristal oscuro de las gafas, se notaba que echaba chispas.
- Venga, es gracioso. Puede que el negro sea tu color, Adi.
Ada Phoenix se detuvo en medio del camino, mirando a la peliplateada con ironía. Negó con la cabeza antes de continuar caminando en dirección a su habitación, tenía muchísimas ganas de llegar y poder deshacerse de esa peluca. Había sido Auguste quien se había empeñado en que la usase, ella pensaba simplemente hacerse un recogido o tal vez ponerse un sombrero. Pero el mánager había querido asegurarse de que los dos profesores no le diesen mucho la lata, puesto que al hablar con ellos ya había notado su emoción, y por eso había insistido.
- Tengo ganas de arrancármela - comentó cuando estaban llegando.
- ¿Por qué? Te queda bien - replicó Ellie, intentando aguantar la risa.
La profesional se ahorró la molestia de contestar al ver que habían llegado a la puerta que daba a su nueva habitación. Gracias a la intervención de Maximilium Pegasus, ambas amigas habían conseguido una habitación juntas. La habitación no estaba nada mal, era amplia y tenía su propio baño. Había dos armarios considerablemente grandes, uno para cada chica, además de dos mesitas y dos escritorios, bastante cutres en opinión de la rubia, pero podría ser peor.
Con un suspiro, Ada dejó sus bolsas en el suelo para ir al baño a quitarse la horrible y molesta peluca, ignorando la pequeña risa que soltó Ellie al verla apurarse tanto para deshacerse de ella. La rubia pensó en tirarla a la basura cuando hubo acabado, pero tal vez le fuera útil en algún otro momento, así que simplemente la guardó en uno de los armarios del baño. Cuando salió, su amiga ya estaba recogiendo sus cosas, lo que debería hacer también la rubia. Pero, a decir verdad, no tenía ninguna gana, por lo que simplemente se tiró encima de la cama que quedaba libre.
- Bueno... - comentó Ellie intentando romper el hielo - ¿Cuál es el plan ahora?
- En tu caso, aprobar y sacar buenas notas. En el mío... supongo que no puedo hacer nada más que esperar - respondió la rubia girándose quedando tumbada mirando al techo. No tenía ningún plan, ni siquiera estaba segura de que acudir a la Academia de Duelos fuese a servir para algo. No sabía que estaba haciendo, probablemente porque estaba tomando medidas desesperadas.
- Pues mientras esperamos podría enseñarte un poco esto, si quieres. No es que haya mucho que ver, la verdad, pero creo que hay un par de sitios que te gustarán.
- Claro, me parece bien - Ada se puso en pie dispuesta a salir en ese mismo momento, pero la mirada de su amiga le indicó que aún tenía que hacer algo antes.
[...]
- No puedo creerme que me hicieras recoger mis cosas antes de salir...
Ellie miró a su amiga divertida mientras ésta continuaba quejándose. Cuando había recibido la llamada de la rubia explicándole que iba a unirse a la Academia de Duelos tras conocer la decisión de su hermano, se había preocupado. Conocía bien a Ada y sabía que ella odiaba los estudios, por lo que si estaba dispuesta a dejarlo todo por seguir a Aster hasta allí, es que algo grave estaba ocurriendo. Sin embargo, desde que se habían visto en el puerto para coger el barco que las trajo hasta la academia la rubia no se había mostrado demasiado preocupada o deprimida. Aún así la peliplateada estaba decidida a tener un ojo puesto en ella, por si acaso.
- Al menos este sitio tiene una playa bonita... - comentó Ada sacando a Ellie de sus pensamientos y dedicándole una sonrisa - Creo que ya sé donde me pasaré los días mientras tú estés en clase.
- ¿No vas a ir a clase? - preguntó la peliplateada sorprendiéndose.
- Claro que no - la rubia no podía creerse que de verdad su amiga tuviera que preguntarle eso - Estoy aquí para ver a Aster y entender qué está pasando, las clases me dan igual. Así que, ¿para qué sufrir?
Ellie la miró sin saber muy bien qué decir. Entendía su manera de pensar, pero por otro lado también creía que a la rubia le vendría bien ir a clase. Podría distraerse y de paso estaría aprovechando el tiempo. Si no hacía nada, tendría demasiado tiempo libre para darle vueltas a lo mismo, y entonces podría meterse en problemas.
- ¿Lo habéis oído? ¡Aster Phoenix va a estudiar en la Academia!
- ¡Ayy, es tan mono! No puedo creerme que de verdad vaya a estudiar aquí, ¡menuda suerte!
- Sí, dicen que ya ha llegado y ha tenido un duelo contra un chico de Slifer Red. ¿Por qué se rebajaría así un profesional?
Ada se giró a las chicas que estaban hablando un par de metros lejos de ella y Ellie. Si bien al principio no había podido evitar poner los ojos en blanco, a medida que avanzó la conversación se interesó por ello. ¿De verdad había llegado su hermano? La rubia había esperado una gran bienvenida por parte del profesorado, no que unas alumnas estuviesen cotilleando sobre ello.
- Ellie, - la llamó Ada, sin girar la vista hacia su amiga pues estaba perdida en sus pensamientos - ¿Hay algo interesante en Slifer Red?
- Pues...
La peliplateada tuvo que pensarlo, pero en seguida le vino un nombre a la cabeza. Solo había un duelista capaz de atraer la atención de un profesional en Slifer Red: Jaden Yuki.
(Continuará...)
Yu Gi Oh Gx y sus personajes no han sido creados por mí, son propiedad de Naoyuki Kageyama. Ellie Lune Pegasus es un personaje original creado por mi buena amiga Hakuren Ryûna. Ada Phoenix sí es un personaje original creado por mí.
