-1-

Posada

Había pasado medio año desde que Sanzo Ikkou dejó el Oriente para dirigirse al Oeste, hasta ese momento no tenían pista alguna sobre la ubicación de los Maten Sutra restantes, pero sabían que donde pisaran habría peligro, y no solamente porque ellos mismos eran seres peligrosos, después de todo un monje con poca paciencia y pistola en mano, un chico risueño que había dejado atrás su humanidad, un hijo tabú con problemas de juego, alcohol y mujeres, para finalizar el paquete un joven de ojos dorados demasiado alegre que podía volverse un asesino si se descuidaban; sin duda el grupo conformado por Sanzo no eran simples mortales caminando alegremente por la pradera, eran de temer, y precisamente por ese motivo, casi siempre encontraban entes que trataban de retarles pensando que ellos eran solo palabras.

― ¡Sanzo, Sanzo! ¡Tengo hambre! ― Exclamó Goku desde el asiento trasero mientras pateaba el respaldo del asiento de enfrente, en donde casualmente Sanzo se encontraba. Sanzo volteó hacia el pelicastaño lanzándole una mirada glacial, dándole a entender que dejara sus comportamientos infantiles.

― ¡Calla Baka Saru! ― Gojyo intercedió dándole un golpe en la cabeza con los nudillos antes de que Sanzo terminara desconociendo al castaño.

Hakkai suspiró cansando desde su asiento, llevaba conduciendo toda la mañana y realmente comenzaba a sentirse cansado, el día anterior habían tenido que huir de un poblado por el simple hecho de que se habían hastiado de pelear día con día contra youkais de bajo nivel, pese a que no necesitaban esforzarse demasiado, llegaba un momento en que ya era demasiado.

Repentinamente del cielo comenzó a caer nieve, Goku emocionado se levantó de su asiento y trato de tomar algunos copos.

― ¡Saru siéntate en este instante! ¡Nos vas a accidentar! ― Se quejó Gojyo tratando de jalar a Goku a su asiento sin éxito alguno; Hakkai los observó por el espejo retrovisor y sonrió, jamás habría pensado que experimentaría nuevamente la alegría de estar con personas queridas, Sanzo que miraba hacia el lado contrario al conductor, sacó un cigarrillo y comenzó a fumar.

― Hakkai ¿A cuánto estamos de algún alojamiento? ― preguntó Sanzo después de darle una larga calada al cigarrillo aun mirando hacia la nada. Hakkai desvió la mirada hacia el rubio, cerró los ojos unos momentos para hacer un mapa mental y luego volvió a abrirlos para señalar hacia enfrente.

― Estamos a unos kilómetros ― respondió Hakkai acelerando el vehículo, con ello logrando que Goku cayera sentado encima de Gojyo, el cual al tenerlo en su regazo simplemente lo empujo como si de peste se tratara.

― ¡Agh! ¡Estoy harto!, Hey Monje apestoso ¿Me repites porque sigo siendo niñera de esta cosa? ― se quejó Gojyo señalando a Goku con el pulgar, Goku le sacó la lengua y se cruzó de brazos ofendido. Sanzo simplemente ignoró al pelirrojo y siguió fumando tranquilamente.

― Ya, ya, estamos a nada de llegar a la posada, podremos descansar y comer algo ― medió Hakkai mirando a Gojyo por el espejo retrovisor para dedicarle una sonrisa y luego regresar su mirada al camino. A lo lejos se podía divisar una construcción que parecía indicar el próximo destino. Gojyo sintió algo extraño en su pecho al ver la sonrisa de Hakkai, desvió la mirada y se acomodó en su asiento con los brazos cruzados, no quería admitirlo, pero Hakkai le parecía muy atractivo cuando sonreía.

Apenas estacionaron en la posada, Goku salió disparado del auto y entro sin esperar a los demás, había podido oler la comida que en ese lugar preparaban, su hambre era ya demasiada como para seguir aguantándose, por lo que apenas entró a la posada se escabulló a la cocina.

Sanzo bajó tranquilamente acompañado de Hakkai y Gojyo, los tres entraron a la posada y suspiraron al unísono, pareciera que los problemas realmente los seguían a todos lados.

― Iré a registrarnos ―dijo Sanzo y se encaminó a lo que parecía ser la recepción, una simple barra de madera atendida por una sonriente mujer que acomodaba algunas llaves dentro de lo que parecían ser pequeños lockers de madera sin puertas.

Hakkai miró a Gojyo y asintió con la cabeza, en ese momento ante ellos aparecieron un grupo de youkais, cinco para ser exactos, liderados por una mujer que los miraba sonriente y que vestía muy poca ropa, como la mayoría de youkais femeninas que los atacaban.

― Ohh…siguen intentando conmigo Hakkai, desonozco de donde les llega la información ― comentó Gojyo apareciendo su Jakuou. Hakkai observó detenidamente a la youkai femenina, realmente sabían los gustos del pelirrojo, alta, delgada pero curvilínea, de cabello oscuro largo, sintió una leve punzada de celos queriendo aflorar, pero simplemente la desechó y se dispuso a advertir a Goku, quien había pasado de largo sin percatarse de nada.

En ese instante se escuchó un enorme estruendo proveniente de la cocina, por la puerta apareció Goku arrastrando a lo que parecía ser un Youkai. Hakkai suspiró aliviado al ver sano y salvo a Goku, pero sobretodo cuerdo.

Sanzo mientras tanto había ignorado adrede al grupo de youkais, los había sentido apenas pisó la entrada, pero estaba demasiado harto como para prestarles atención, además, sus sirvientes bien podrían deshacerse de ellos, no desperdiciaría más balas en entes inútiles.

― ¡Oh! ¿no somos dignos de que el gran Sanzo nos dirija la mirada? ― dijo en voz alta la chica que parecía ser la líder de aquel grupo, Hakkai se mantuvo en guardía, por el momento ninguno parecía querer atacarles. Goku simplemente corrió a lado de Sanzo ignorando a la chica.

― Sanzo, hay unos alimentos deliciosos en la cocina ¡deberías probarlos! ― dijo Goku emocionado mientras tomaba la manga del traje de Sanzo y trataba de arrastrarlo hacia la cocina.

Gojyo soltó una pequeña risilla al ver la actitud tan infantil de Goku con la actitud malhumorada de Sanzo, el rubio le dirigió una mirada de muerte mientras se zafaba del agarre de Goku.

Hakkai por su parte tomó posición ofensiva y se dirigió a la recepción ignorando también al grupo de youkais, pidió dos habitaciones, la chica encargada les miró sin comprender pues parecía que estaban en peligro, pero ellos actuaban como si no pasase nada.

La líder de los Youkais se enojó al ver la actitud desinteresada del grupo, chasqueo los dedos y de un momento a otro los chicos se vieron rodeados.

Goku soltó a Sanzo y apareció su Nyoi-bon, Hakkai suspiró, Gojyo por su parte se preparó para atacar, Sanzo pese a todo sencillamente trato de caminar fuera del grupo pero fue interceptado por un youkai, a lo que el sencillamente fulminó con una certera bala en frente; Sanzou Ikkou interpretó el acto como la señal de ataque, por lo que la calma del vestíbulo de la posada se vió reemplazada por los gritos lastimeros de los youkais que los chicos ágilmente asesinaron.

― ¿Habrá algún día que no vengan a desperdiciar sus vidas? ― preguntó Gojyo a la líder del grupo de youkais mientras la tomaba por el cuello y la acercaba hacia él. La mujer escupió en su rostro y le sonrió sin responder, hastiado y con hambre, esa actitud le irritó de sobremanera, por lo que empujó a la mujer y después la destajó con su arma.

Sanzo mientras tanto se había colocado en una silla al costado de la recepción, miraba como si no fuese su problema el enfrentamiento mientras le daba caladas a su cigarro.

Unos minutos después, los youkais habían terminado en el suelo y el piso antes limpio, ahora se había recubierto de sangre, vísceras y algun otro fluido desconocido de los enemigos. Todos se relajaron y guardaron sus respectivas armas, mientras que Sanzo se levantó y volvió a dirigirse a la recepción.

― Dos habitaciones ― dijo a la chica que lo miraba con los ojos desorbitados, carraspeó un poco y volvió a pedir las habitaciones con tono más fuerte, la chica reaccionó y sin hablar tomó unas llaves de los lockers y se las entregó.

Los demás esperaban a unos pasos de Sanzo distraídos que no se percataron cuando un youkai que se encontraba cerca del rubio sacó un arma de entre sus ropas.

― ¡Malditos sean Sanzo Ikkou! ― Gritó el youkai al tiempo que disparaba a Sanzo, a ningún miembro del equipo le dio tiempo de reaccionar, Sanzo no logró esquivar el balazo, se llevó una mano al estómago y con la otra sacó su desterradora y se deshizo definitivamente del demonio para después caer de bruces al suelo.

― ¡Sanzo! ― Gritaron los chicos al unísono corriendo hacia él. Nunca hubiese imaginado que volverían a presenciar como el líder de su grupo era atacado tan fácilmente, después de todo era el único humano.

Fin del cap