Este fanfic participa en el reto de febrero "¿Quieres ser mi sangriento Valentín?" del foro I am Sherlocked.
Esta historia la escribí hace mucho tiempo y por mucho me refiero a más de un año, pero nunca me animé a publicarla, no sé porque, solo existía la versión digital y la versión impresa que obsequié a Violette Moore para la navidad del 2015.
Bueno, ahora que por fin me he dignado a revisarla y dado que es inédita he decidido usarla para participar en este reto. Espero que les guste. Diez capítulos nos quedan por delante entonces.
Otra cosa, no esperen nada feliz, les advierto que mi prompt es: "Corazón Roto". Así que... el que avisa no es traidor.
Disclamer.- Nada de esto me pertenece, todo es propiedad de Arthur Conan Doyle, la BBC, Moffat, Gatiss y no sé quien más y aunque usted no lo crea, ni siquiera John es mío, así de injusto es el mundo Señoras y Señores.
Quisiera dedicarle esta revisión a Mactans, porque alguna vez le prometí un fic y la musa se negó a escribirlo.
Y obvio, sigue siendo para Violette Moore...
ROTO
por
Adrel Black
I
El avión ha dado media vuelta, John siente que las piernas no van a sostenerle por mucho tiempo más, está seguro que en cualquier momento van a doblarse. Las malditas rodillas van a arquearse y van a dejarle caer en el pavimento duro y frío. Aun así, permanece, con los puños apretados y la espalda recta. Una vez soldado, siempre soldado.
El sonido del aire siendo cortado por las alas del avión le llega, como si él mismo estuviera al lado de aquél, de pronto, su única consciencia consiste en estar allí, de pie, Mycroft, Mary, todo a su alrededor parece haber desaparecido, solo está él, perfectamente consciente del aire que entra y sale de sus pulmones demasiado rápido, sintiéndose mareado, consciente de estar aterrado y fascinado a partes iguales porque Sherlock regresa.
Las ruedas tocan el pavimento y lanzan un rechinido, el olor del caucho quemado inunda el ambiente a pesar del viento. Todos los presentes se acercan a la espera de que el avión se abra. La escena, parece remotamente el paraje de un funeral, el viento silbante, la soledad del lugar, el auto negro de Mycroft, el hombre del servicio secreto vestido de negro, Mycroft vestido de negro, John vestido de negro, solo Mary resalta con su abrigo rojo como una señal de alarma.
La puerta blanca se abre y Sherlock baja por la escalerilla, John se queda clavado en su lugar, Mary sonríe al detective, Mycroft solo le regala a su hermano una inclinación de cabeza, pero John no puede moverse, ¿qué se supone que haga? ¿Abrazarle?, eso estaría completamente fuera de lugar ¿solo acercarse y darle la mano como en aquella estúpida despedida?
Hace solo unos momentos John estaba seguro de estarse despidiendo de Sherlock para siempre, ahora Sherlock está de vuelta y el mundo del exmilitar acaba de cambiar de eje una vez más. La primera vez fue durante la caída, aquel momento en el que el médico perdió todo los que eran sus planes de vida y tuvo que vagar durante aquellos años con el corazón roto y el espíritu a punto de desmoronarse también. Luego el regreso de Sherlock, cuando la resignación apenas estaba llegando hizo que el mundo de John temblara otra vez, luego en esa tonta despedida en la que no dijo todo lo que quería decir, en la que en realidad no dijo nada de lo que quería decir, otra vez el mundo se desmoronaba. Solo para girar y desacomodarse del eje al traer a Sherlock de nuevo, John no está seguro de que su cordura pueda continuar con ese ritmo.
Sherlock se ha acercado a Mycroft, el mayor está poniéndole al día sobre la grabación de Moriarty, el detective por su parte asiente.
—Tendrás que permanecer en Baker Street —está diciendo Mycroft —no puedo dejarte que pulules por allí, estás exiliado.
— ¿Arresto domiciliario? —pregunta Sherlock con sarcasmo.
—En efecto querido hermano.
Sherlock mira a John, el corazón roto de John palpita, su mundo se sacude, sabe que aquello es imposible, la tierra no se mueve como si se tratara de un ser vivo, pero no puede evitarlo, es así como se siente.
—John —la voz de Mycroft le saca del ensimismamiento, —debo de volver al trabajo, puedo confiar en que llevarás a mi hermano a Baker Street.
El doctor mira a Mary, la mujer está sonriente, esplendorosa, parece poco adecuado irse con Sherlock y dejarle allí, sobre todo dado su avanzado estado de embarazo, aun así, claro que John lo quisiera.
—Uno de nuestros automóviles escoltará a la Señora Watson hasta su casa —aclara Mycroft.
El médico se acerca a su mujer.
—Ve, —dice ella a la pregunta que su marido no ha hecho —ve a Baker, yo voy a estar bien, creo que tendrán mucho que investigar.
—Gracias —le dice solamente y le da un beso en la frente.
Mary sube a uno de los autos negros y se aleja diciendo adiós a John desde detrás de un vidrio entintado desde el que apenas es visible.
John dice adiós con la mano también e intenta sonreírle, regresarle la felicidad con la que ella se está tomando los acontecimientos, pero no puede, la mueca de una risa le sale torcida, pero espera que sea suficiente, luego da media vuelta y sube al otro auto en el que Mycroft y Sherlock ya están esperándole.
El trayecto hasta la calle Baker es en absoluto silencioso, Mycroft sentado en uno de los asientos delanteros mira su teléfono y envía mensajes desde él. Mientras que en el asiento trasero Sherlock y John miran por la ventana, cada uno su lado de la calle incapaces de mirarse entre ellos.
El camino parece mucho más largo de lo que realmente es, el silencio solo roto por los susurros que de vez en vez Mycroft suelta a su móvil, la respiración de todos es pesada, un par de veces John ha intentado mirar a Sherlock por encima del hombro, como por casualidad, pero cuando descubre a Mycroft mirándole por el retrovisor con la sonrisa burlona bailándole en los ojos prefiere dejar de hacerlo.
Apenas han llegado al piso Sherlock baja del auto y entra a su casa, como si nada hubiera pasado.
—John —Mycroft le habla al doctor desde el asiento delantero, —necesito que convenzas a Sherlock de permanecer en casa hasta que descubra qué es lo que está pasando.
— ¿Crees que si Moriarty ha regresado cuatro paredes le protegerán?
—Pondré guardias en las calles aledañas, mantendré el perímetro seguro —aclara Mycroft —pero es mucho más fácil protegerle si estoy seguro de donde está.
—Mi esposa está embarazada yo debo irme…
—Pondremos guardias también en su perímetro, —aclara Mycroft —le enviaré una enfermera, la que sea de tu elección…
—Sabes que no puedes mantener a Sherlock encerrado por siempre, ¿no?
—Necesito un par de días, solo… convéncele.
—Haré lo que pueda —dice John asintiendo.
Mycroft asiente también y luego de que John ha bajado del auto, éste arranca.
Baker Street, han sido muchas las ocasiones en las que el doctor ha pensado que no volverá, y sin embargo aquí está, otra vez, junto a Sherlock, en éste que ha sido más su hogar que cualquier otro sitio en el que haya estado nunca.
Sherlock luego de colgar e abrigo y la bufanda en el perchero se deja caer en su sillón, es allí donde John le encuentra.
Hay tensión en el ambiente, la tensión que ha sido siempre sentida entre ellos dos, pero más tangible que nunca, Sherlock parece incómodo y John está buscando algo que hacer, se dirige a la cocina y pone la tetera a hervir, no le apetece para nada el té, pero no quiere sentarse frente a Sherlock, mirarle a los ojos, está cansado.
Cuando la tetera comienza a chillar tanto que ya no puede fingir que está esperando a que el agua hierva vuelve al salón, deja una taza en su mesa y ofrece una al detective que sigue en silencio, John enciende la chimenea, un agradable calor se extiende en el salón. El cual pasa de ser un lugar frío a bailar brillar en tonos encarnados.
Al final el rubio se deja caer en su sillón, justo frente a Sherlock, bebe un poco de té, mientras el detective le imita. Ambos parecen reacios a hablar.
— ¿Qué fue lo que ocurrió? —pregunta al fin John. Sherlock sigue en silencio, — ¿cómo es posible que Moriarty haya vuelto?, — el doctor le mira intensamente, pero el detective no dice nada —Sherlock, dijiste que Moriarty se disparó justo frente a ti, que le viste morir, que se voló la cabeza de un balazo ¿cómo es posible que esté aquí?
Sherlock desvía la vista un momento hacia la chimenea, hay algo que no cuadra en todo esto y John lo sabe, si Moriarty hubiera regresado, Sherlock no estaría allí, sentado tan horondo, mirando la chimenea. Si Moriarty hubiera vuelto, Sherlock estaría saltado y murmurando cosas sobre que "es navidad", buscando la manera para burlar la guardia de Mycroft, intentando encontrar pistas sobre qué hacer. Sherlock estaría fascinado sobre como aquel lunático habría fingido su muerte.
Entonces, ¿por qué están aquí bebiendo el té en Baker Street?
— ¿Sherlock? —el detective le regresa la mirada de nuevo — ¿qué está sucediendo?
El moreno saca su móvil del abrigo y da play a una pista de sonido "¿me extrañaron?" resuena en la habitación "¿me extrañaron?", la voz de Sherlock sigue preguntando "¿me extrañaron, me extrañaron?". Luego con otro toque en la pantalla la voz se distorsiona hasta convertirse en aquel gorjeo de payaso que se escuchaba en la grabación que John miró un momento antes en la pista desde el celular de Mycroft.
Sherlock extiende sus manos para que John pueda ver la grabación de Moriarty, el doctor no es un experto en artilugios tecnológicos, pero con solo presionar algunos botones, puede ver como Sherlock manipuló una imagen en la que aparecía Moriarty hasta convertirla en aquella que invadió los televisores de toda Inglaterra.
—Fuiste tú.
—Claro que fui yo, —Sherlock parece molesto, quizás esperaba un poco de reconocimiento de parte de su compañero de piso un "extraordinario", como los que solía soltar antaño a diestro y siniestro. —No iba a permitir que me exiliaran a Europa de nuevo. Tenía que hacer algo, —John sigue mirando el teléfono, ya no presiona ningún botón, la voz sin distorsionar de Sherlock sigue preguntando al éter "¿me extrañaron, me extrañaron?" —fue muy fácil, modifique la grabación y con algo de ayuda de algunos de mis indigentes nos colamos al centro de comunicaciones del Gobierno Británico…
— ¿Mycroft lo sabe?
—No, pero lo sabrá, si es que no lo sabe ya. Entre mis indigentes hay algunos informáticos —Sherlock continúa la explicación, pero John ha dejado de escucharle, hay un pitido en sus oídos, sin duda es a causa de la ira —solo es cuestión de tiempo, se olvidarán pronto de mí y me permitirán quedarme.
John sigue mirando el teléfono con ojos vacíos. Cuando levanta la vista y confronta a Sherlock, el detective siente miedo ante lo que ve, su amigo parece muy dolido.
—Tenía que hacer algo, John, no quiero irme de Londres, dentro de unos meses estaremos resolviendo casos juntos de nuevo —John no responde —nunca sabrán que fue lo que ocurrió, siempre tendrán el miedo al regreso de Moriarty —John sigue en silencio, Sherlock sigue esperando la aprobación del hombre.
—Desde cuándo, Sherlock, ¿desde cuándo lo tenías planeado?
—Bueno después de que asesiné a Magnussen, mi hermano me dijo que planeaban algo drástico, el MI6 ya me había ofrecido mandarme encubierto de vuelta y yo los había rechazado, así que me tenían en sus manos, luego de pensarlo un rato se me ocurrió…
— ¿Por qué no me lo dijiste?
Sherlock abre la boca, esta conversación se siente como un deja vú de la caída, para ambos.
—Yo necesitaba que todo fuera convincente.
—Me dejaste pasar por todo esto —la voz de John ha subido de intensidad, el volumen ha aumentado una octava — ¿de nuevo Sherlock?
—Yo iba a decírtelo, te lo estoy diciendo John, necesitaba que todos lo creyeran, Mycroft, el gobierno, todos.
El médico le devuelve el teléfono con mucha calma, sonríe de manera amarga, de esa manera en la que solo sonríe cuando está muy molesto, se acerca al perchero, toma su chamarra y su bufanda.
—Espera, John ¿a dónde vas?
—A casa, con Mary. —No puede evitar que la amargura gotee en cada una de sus palabras. —A mi casa, con mi esposa. —Mira a Sherlock, su rostro está contrariado y dolido, John sonríe con aun más fiereza. —Mycroft estaba preocupado de que salieras, pero dadas las circunstancias, supongo que puedes perfectamente quedarte solo.
.o.O.o.
Sherlock mira por la ventana como John abandona el piso, no se suponía que fuera así, por qué John ha cambiado tanto, antes John se hubiera deshecho en halagos, "maravilloso, Sherlock", "extraordinario, Sherlock". Pero ahora, desde que Sherlock volvió de Europa ya nada funciona, nada puede recuperar al viejo John Watson.
El hombre vuelve a su sillón y sigue sentado, hasta que oscurece, cuando escucha pasos en la escalera, no levanta la vista del fuego que sigue ardiendo en la chimenea, el fuego que John encendió, sabe perfectamente que se trata de Mycroft, solo él sube las escaleras con esos pasos que parecen de elefante trenzados con el sonido de su estúpido paraguas contra el suelo.
Las flamas son rojas la mayoría, aunque allá al fondo, cercanas al punto en el que nacen se pueden ver los destellos azules. Mycroft se deja caer en el sillón que pertenece a John, nadie debería de tener derecho de sentarse en ése sillón.
— ¿Se fue?
—Si —responde el detective a su hermano.
—Así que estás de nuevo como al principio.
— ¿Al principio de qué Mycroft?
—Al principio de todo Sherlock. Solo. Solo como cuando te sacamos de aquel antro tan drogado que pesamos que no ibas a sobrevivir, al principio de tu carrera como detective, al principio de tu regreso. —Mycroft se ve exasperado — ¿Por qué no se lo dijiste?
Sherlock cierra los ojos por un momento.
—Si no funcionaba, él…
—Preferías que estuviera preparado para lo peor.
Sherlock suelta una mueca desdeñosa.
—Que yo me quite de su camino no es lo peor que puede pasarle, de hecho —aclaró — al parecer sería una bendición.
—Volverá.
—Quizás…
.o.O.o.
Sherlock estaba recostado en el sofá cuando Mycroft le dejó, la madrugada ya había empezado.
El mayor quiso decirle que lo lamentaba, que lamentaba todo lo que había ocurrido, que lamentaba todo lo que sucedía con John, que lamentaba no ser capaz de protegerlo lo suficiente. Pero lo único que fue capaz de decir fue:
—No hagas nada estúpido Sherlock.
Ojalá el menor pudieran entender todo el cariño que había en aquellas toscas palabras.
Y bien...
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Adrel Black
