Bueno mis queridas lecotras (y si hay algún lector también =P), está va a ser la primera historia medianamente larga que públique. Digo medianamente porque no sé hasta que punto me llegará la inspiración, depende mucho también de como os vea, si os gusta o no y esas cosas, ya sabeis. Bueno, toda esta historia se desarrolla antes de lo acontecido en las películas de Thor, y posiblemente lo que sucede en las películas ni si quiera ocurra en mi historia. En fin, dejo de dar la lata y os dejo leer. ¡Que disfruteis!


- Dios, no soporto este calor, no sé cómo la gente puede vivir así en esta ciudad– murmulló Meira con un tono apático mientras estaba frente al ordenador en ese día tan caluroso de verano y recordaba con nostalgia su antiguo hogar, donde siempre hacía fresco y tenía un inmenso lago donde ir a nadar cada vez que quisiera-.

Se había mudado hacía dos años a un lugar que ella definiría como poco infernal, apenas llovía durante todo el año, vivían en pleno centro, donde el ruido de la ciudad no paraba de molestarla, y donde las temperaturas no bajaban jamás de los 30º, y este, era un día como cualquier otro desde que se mudaron. Sin nada interesante que hacer, sin nadie a quien ver; aburrimiento, puro aburrimiento, como todos y cada uno de los días en ese lugar. La joven, que contaba 19 años, se lanzó sobre su cama con la esperanza de que un poco de aire fresco entrara por la ventana que había sobre ella. Tras pasar cinco minutos en esa postura, lanzó un suspiro y decidió que la única manera de refrescarse era darse una buena y larga ducha con agua fresca. Pensando esto, y aprovechando que estaba sola en casa, fue desvistiéndose por el pasillo hasta llegar al cuarto de baño, donde se introdujo en la ducha rápidamente abriendo el grifo casi con desesperación.

- Sin duda esto es mucho mejor que el sexo – dijo mientras el agua fría recorría su cuerpo, llenándola de alivio y placer y haciendo que su larga melena castaña rizada callera hasta debajo de su cintura –

Apoyándose contra la pared de la ducha, dejo que el frío aliviara su calor. Tras pasar varios minutos quieta, comenzó a lavar su pelo, con extremo cuidado y cariño, como siempre hacía, ya que su pelo era sin duda la parte de ella que más le gustaba, y como tal, ponía gran mimo en él. Cuando finalizo la ducha, salió lentamente de esta, escurriendo su pelo limpio y desenredado procurando no llenar todo de agua. Envolviéndose en una toalla que había allí colgada volvió a su habitación y se sentó en la silla del ordenador. Era una costumbre suya, siempre que se duchaba, esperaba frente al ordenador hasta secarse, pasando el rato jugando por ejemplo a World of Warcraft, y como siempre, mientras jugaba el tiempo pasó tan rápido que cuando quiso darse cuenta ya eran las doce de la madruga, ella seguía en toalla y ni si quiera había cenado. Suspirando de nuevo, esta vez de puro aburrimiento, se quitó la toalla y se vistió simplemente con la ropa interior y una camisa blanca de mangas largas y anchas que le quedaba bastante holgada para dirigirse a la cocina a por algo de cena. Sin ningún interés preparó algo de pasta, yendo a cenar en solitario como casi todas las noches. Mientras comía lentamente, comenzó a pensar en su vida, en como desde hacía años, nada despertaba interés en ella. Cualquier cosa que viera, no la sorprendía ni despertaba un mínimo su curiosidad, tan solo vivía en constante monotonía sintiendo tan solo aburrimiento con cada minuto que pasaba. Al principio esa monotonía había hecho que rozara la locura debido a los cambios de humor tan bruscos que había experimentado a causa de ella. Siempre eran las mismas fases, primero aburrimiento, después desesperación, una euforia sin sentido, ira, tristeza, y finalmente, nada. Había pasado por ese proceso tantas veces que ahora ni si quiera pasaba por él, se había estancado en el aburrimiento, y ponía seriamente en duda que alguna vez pudiera salir de él. Cuando terminó de cenar, llevó el plato a la cocina, lo fregó y volvió a su habitación, donde pasó las horas muertas tirada en la cama intentando dormir, tras más de una hora así, decidió levantarse y salir a dar un paseo. Poniéndose unos pantalones vaqueros cortos y las botas que siempre llevaba, salió a la calle, caminando lentamente observando la silenciosa ciudad que dormía. Eran las dos de la madrugada y ni un alma cruzaba el lugar. Debía reconocer que eso era algo que le agradaba de aquí, por la noche apenas había alboroto y podía salir tranquilamente donde quisiera. Sin pensarlo, dirigió sus pasos al descampado donde siempre iba, salpicado de matorrales y algún que otro árbol. Tras unos veinte minutos de camino, llego a una pequeña colina donde siempre se sentaba a observar el cielo. Mirar las estrellas allí era algo que la entristecía profundamente, ya que la contaminación lumínica apenas permitía ver nada, y ella, recordaba una vez más con nostalgia su antigua casa.

"Al menos la luna no se tapa tras la luz", pensó mientras levantaba la vista al cielo y la observaba. Una fugaz sonrisa cruzó su rostro al observar la luna de tono anaranjado, recordando una noche hacía tres años. Una leve alegría la recorrió, dejando fluir sus recuerdos, rememorando esa noche en la que sin haber hecho nada especial, jamás podría borrar de su mente.

Había estado nadando tranquilamente en el lago, flotando con ligereza en el agua, disfrutando de la frescura. Últimamente había estado muy ocupada con el instituto, y ese era el primer momento que tenía para relajarse desde hacía meses. Abriendo los ojos con lentitud, vio la enorme luna roja que brillaba esplendorosa sobre ella, sintiendo al instante una paz interior como nunca antes. Volvió a cerrar los ojos buscando saborear el momento, pasando gran parte de la noche así, meciéndose por las aguas y la tranquilidad. No sabía por qué, pero se sentía increíblemente segura y cálida en su interior.

Recostándose en el tronco del pequeño árbol que coronaba la colina cerró los ojos, y una pequeña lágrima recorrió su mejilla con nostalgia y tristeza por no ser capaz de sentirse de nuevo así. Siguió recordando viejos momentos, refugiándose en ellos como si realmente estuviera allí. No sabía que cambió en su interior, que la hizo volverse así, y ahora no sabía porque después de tanto tiempo sin sentir nada más que un apático vacío esas emociones la habían inundado, no comprendía porque sin haber sucedido nada, esa gran barrera con la cual disfrazaba su apatía con indiferencia cuando se hallaba sola, y con falsa alegría cuando estaba con otras personas se había derrumbado, pero el hecho es que así era, y sin poder remediarlo mirando fijamente a la luna, murmuró de forma queda, con los ojos llenos de tristeza.

Permitidme volver a vivir…

En el instante en que dijo esas palabras, sintió algo tirando de ella con una fuerza inmensa, volviéndose todo negro para de pronto volver todo a brillar con una intensa luz. Con la misma fuerza con la que fue atraída, ahora era arrojada contra un suelo de color dorado, y en el mismo instante en que cayó, perdió la consciencia.

Tenía un tremendo dolor de cabeza, prácticamente parecía que se hubiera ido de borrachera y ahora tuviera la mayor resaca de su vida. Apenas era consciente de su entorno, pero aun así, lentamente comenzó a percibir cosas a su alrededor. Lo primero en lo que se fijo fue en que estaba sobre una cama increíblemente cómoda, ahí la expresión vivir en una nube cobraba un nuevo significado. Lo segundo que notó, fue que su ropa había desaparecido y estaba vestida con una especie de camisón especialmente decorado. En tercer lugar, vio la habitación en la que estaba, y ahí fue donde se puso en guardia rápidamente, ya que desde luego no era un lugar normal. De forma detenida observo la habitación, fijándose en cada detalle pudo discernir que la arquitectura era claramente nórdica, nórdica antigua para ser exactos, tenía un estilo vikingo, pero de un modo más refinado. No se le ocurría ningún lugar con edificios así, salvo en lugares como Suecia, y desde luego en lugares históricos no en casas normales. Intentando sacar algo en claro, se levanto de la cama y comenzó a registrar la habitación. Había un baúl a los pies de la cama, donde encontró su ropa entre otras prendas; de forma apresurada se quito el camisón y se vistió con sus propias ropas. Tras un rato más inspeccionando el lugar, no sacó nada en claro, ya que todo indicaba que había retrocedido en el tiempo o que estaba en alguna especie de programa de televisión nuevo, y ambas cosas, eran harto improbable. No le quedaba más remedio que salir de la habitación y ver si podía averiguar algo útil. Sin dudarlo se dirigió hacia la puerta con cierta emoción, ya que al fin y al cabo esto era un tremendo giro en su vida. Al abrir la puerta, se dio un buen sobresalto al ver a dos hombres con aspecto de guardias antiguos a cada lado de la puerta. Estos la observaban detenidamente, y diciendo unas palabras en un idioma desconocido para ellas la cogieron del brazo y la llevaron por un pasillo con vistas a lo que ella creyó era el lugar más maravilloso que había visto jamás.

- ¡Hey! ¡Soltadme! ¿Qué manera es está de tratar a una dama? – con fingido tono de ofensa Meira los miraba de forma airada esperando una contestación, contestación que llego de nuevo en un idioma desconocido - ¿Se puede saber qué idioma habláis, y dónde demonios estamos? -.

Esta última pregunta se contestó sola cuando giraron por una esquina del pasillo y tuvo acceso a una vista panorámica del lugar. Se encontraba nada más y nada menos que en una réplica exacta de Asgard según las películas de Thor que habían hecho hacía no mucho. No lograba entender como había llegado allí ni para que la querían, pero estaba decidida a disfrutar de esto hasta el último momento. Conforme caminaba vio varias personas que la miraban como si fuera un ente extraño que había aparecido de pronto, lo que hizo que se pusiera un tanto tensa. Tras un rato caminando llegaron a una puerta doble gigantesca protegida por más guardias vestidos de igual manera, los cuales al vernos llegar abrieron estas. Meira se quedó boquiabierta con lo que sus ojos veían, nada más y nada menos estaban en el trono de Odín.

- Va-le – dijo todavía con los ojos abiertos por la sorpresa sin salir de su asombro - ¿Esto es una coña, verdad? –.

Por más que mirara a todos los presentes una y otra vez no podía dejar de pensar que estaba alucinando o algo así. Ante ella estaban nada más y nada menos que Odín, Thor, Sif, Volstagg, Fandral y Hogun. Todos la miraban con detenimiento, pero de pronto se fijo en un séptimo individuo algo apartado del resto. Loki. Con su ropa de tonos oscuros, la miraba de una forma diferente al resto. El escrutinio era igual o mayor al del resto, pero en sus ojos brillaba también la curiosidad. Esto hizo que ella se hiciera aun más preguntas. Si todo eso estaba preparado, ¿por qué todos parecían tan sorprendidos de verla ahí?

Sin previo aviso, Odín se levantó de su trono y se dirigió hacia ella con total naturalidad. Si no estuviera pasando por semejante shock, probablemente habría dicho o hecho algo, pero en cambio solamente espero a que llegara, observándole como si todo aquello no fuera con ella.

- Tenemos muchas preguntas que haceros, mortal, vuestra llegada ha sido del todo inesperada – dijo Odín con el mismo tono con el que cualquier persona normal hablaría del tiempo -.

- Espera, ¿hablas mi idioma? – inquirió Meira estando de nuevo sorprendida, para velozmente girarse de forma brusca hacia los guardias que la habían escoltado, y entrecerrando los ojos y clavándoles la mirada les dijo con fingido tono amenazante -. Espero por vuestro bien que vosotros no sepáis ni decir hola en mi lengua –.

Dichas estas palabras, giró el rostro de nuevo hacia Odín, que la miraba entre sorprendido y divertido, y fijándose en los demás, pudo ver como estos reprimían una risa ante el carácter de la joven. De nuevo, el que atrajo su atención fue Loki, el cual había esbozado una media sonrisa ante su atrevimiento. Cuando dirigió sus ojos hacia los de él, no pudo evitar que sus labios dibujaran una sincera sonrisa en su rostro, gesto ante el cual Loki quedó extrañado, aunque obviamente, el maestro del engaño no iba a mostrar su confusión. No estaba ciego, y había notado que desde que esa mortal entro en la sala, apenas se había fijado en Thor, y en cambio, no había parado de mirarle a él salvo cuando su padre se dirigió a esa mujer. Esto era algo que le sorprendía y despertaba en él curiosidad, ya que como esperaba y estaba seguro de que sucedería, la humana solo tendría ojos para su hermano Thor, como pasaba con todas las mujeres. Debía admitir además que era hermosa, era alta para ser mujer, quizás rondaría el metro ochenta, no podía distinguir las curvas de su cuerpo, ya que la ropa que llevaba no marcaba en nada este, su largo pelo castaño caía libre en suaves rizos por su espalda, su rostro era bello, con unos carnosos labios ligeramente rojizos que contrastaban con la palidez de su piel, los pómulos ligeramente marcados, y en el momento en que sus miradas se mantuvieron, el intenso verde de sus ojos añadió más belleza a aquella extraña mortal.

- Bien, como ya dije – continuó Odín – hay muchas preguntas que debes contestar mortal.

Ante estas palabras, a Loki se le ocurrió una idea que hizo que una sonrisa traviesa cruzara su rostro, y acercándose con paso lento y elegante a donde se hallaban los demás, dijo mientras clavaba sus ojos en la mujer.

- Padre, si lo que deseáis es saber lo que está mujer conoce, será un placer para mi complaceros y encargarme yo mismo de ello.

Odín miró a su hijo, como sopesando si era adecuado o no proceder con lo que sabía su hijo tenía en mente, tras unos segundos pensando, se apartó dejándole paso y asintiendo con la cabeza ordenó.

- Se breve.

Meira se tensó al oír estas palabras; si lo que conocía de ellos era cierto, supuso que Loki se disponía a leerle la mente, y era algo que sencillamente no podía permitir, ya que si Loki estaba pacíficamente allí, era porque al menos de momento, desconocía de quien era hijo, y si hurgaba en su mente descubriría todo lo que ella sabía. Observó como Loki se acercaba a ella lentamente, con esa sonrisa misteriosa atravesando su rostro. Era evidente que esto no lo hacía únicamente por complacer a su padre, aunque desconocía que era lo que podía llamar tanto su atención. Durante unos instantes observó detenidamente cada uno de sus rasgos, y pensó como era posible que todas las mujeres se volvieran locas por Thor, que a sus ojos no era más que un niño grande, antes que por Loki, el cual poseía un intenso magnetismo. Cuando estaba a escasos centímetros de ella, Meira apartó la mirada de esos ojos azules que pretendían averiguar todo lo que su mente escondía, y dirigiéndose a Odín para intentar salvar la situación, dijo con tono serio.

- Mis motivos para hallarme en Asgard no son de la incumbencia de nadie, y tengo la esperanza de que realmente seáis el ser honorable y justo con el que se os conoce en Midgard. Si lo que he oído es cierto, se que accederéis a la petición que voy a haceros. Contestaré a todas sus preguntas como mejor pueda, pero únicamente lo haré ante vos, Odín, Padre de Todos. Si mis respuestas no son suficientes, tan solo tendréis que devolverme a Midgard y todo estará zanjado.

Odín mantuvo su mirada unos instantes, como intentando averiguar qué es lo que esa humana se traía entre manos. Asintiendo con la cabeza, hizo un gesto a los presentes indicando que se marcharan. Meira sabía que esta jugada le saldría cara, pues sin duda al decir estas palabras solo había avivado la curiosidad de Loki, haciendo que este intentase averiguar por todos los medios más sobre ella. Pero había sido la única salida posible; ahora, la única esperanza que tenía era que Odín tuviera algún medio para evitar que su hijo adoptivo entrara en la sección de su mente en la que se guardaba todo lo referente a Loki. Sin necesidad de girarse, pudo sentir como el dios de las travesuras clavaba sus ojos en su nuca, en una silenciosa promesa de que obtendría lo que quería. Cuando todos comenzaron a marcharse, Thor, para no variar su actitud caballeresca hizo una reverencia al pasar por su lado, seguidos por las despedidas de los demás, el último en marcharse fue Loki, el cual a diferencia de los demás, fue un paso más allá en la despedida. Quedando a escasos centímetros de ella, sujetó su mano con delicadeza, e inclinándose con gran soltura y gracia, beso su mano con suavidad sin apartar sus ojos de los de ella. Cuando se irguió, dijo con un tono lleno de misterio.

- Espero que en otro momento tengamos tiempo de… - y haciendo una pequeña pausa como si pensará las palabras adecuadas continuó – profundizar en una agradable conversación.

Dirigiéndole una sonrisa que no supo definir, y sin apartar sus ojos de ella, dio media vuelta con esa elegancia tan característica de él, y sin poder remediarlo, un escalofrío recorrió completamente su cuerpo. Sacudiendo la cabeza para serenarse, volvió a girarse hacia Odín, y preguntó.

- Entonces, ¿por dónde empezamos? -.


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