Inuyasha y sus personajes no me pertenecen. Son propiedad de Rumiko Takahashi.
Hunter
Su primera extensión no había resultado ser lo que Naraku esperaba…
Con los fragmentos de Shikon entregados a sus manos por la misma Kikyou, y con más de la mitad de la valiosa perla en sus manos, Naraku descubrió y desarrollo nuevas habilidades que, en un principio, jamás imaginó que la perla podría proporcionarle, y eso sin contar la fuerza abominable que obtenía con cada nuevo fragmento adquirido, y aun le faltaba una cuarta parte para completar dicha joya. No quería ni saber el inmenso poder que tendría cuando juntara toda la perla.
Una de esas habilidades, y ciertamente una que resultaba mucho más útil que simples marionetas de madera enredadas en su propio cabello, fue la de "multiplicarse". Primero, como un experimento, había creado a un espíritu, representante de la Nada. Él, sin saber del todo como usar sus nuevas habilidades, su imaginación se cohibió, y decidió probar con algo sencillo, que no requiriera demasiada preparación, a ver lo que resultaba. Para su sorpresa, no esperó ver nacer a una pequeña niña albina. Quien sabe, Naraku concibió en su mente algo un poco más imponente, por ejemplo, un hombre, no una niña de aspecto tan frágil, aunque a la vez, observar su apariencia etérea y sus ojos vacíos daban una sobrecogedora sensación, aunque pasados los días se dio cuenta de que la pequeña era más útil de lo que pensaba, y a decir verdad, una niña incolora e insípida era el personaje perfecto para su papel como representante de la Nada.
La nombró Kanna. Al momento de nacer, le entregó ropas, que fácilmente podían ser confundidas por la extrema palidez de su piel. Le dio también un par de violetas blancas para adornar su cabello y un espejo demoniaco con una peculiar habilidad, creado con la ayuda de los poderes de la perla corrompida. Le dijo sus obligaciones como sirvienta, le exigió lealtad y fidelidad sin excusa, y la niña, sin emoción alguna, aceptó sin el mínimo atisbo de rebeldía o alegría. Eso fue algo que en un principio confundió a Naraku. Cuando la creó, no esperó que fuera a carecer completamente de emociones, incluso las más básicas. Después de todo Kanna era la Nada, y sinceramente, como la misma nada… eso a veces podía resultar ser un poco aburrido.
A pesar de que Kanna, al carecer de emociones, le servia con completa fidelidad y le resultaba útil para adelantarse y observar cada movimiento del enemigo, la pequeña también tenía sus desventajas. Desprovista de emociones como el enojo, no era capaz de atacar con fuerza o ímpetu a sus enemigos, y sus ataques se limitaban a absorber almas y devolver los ataques de sus oponentes. Su apariencia era demasiado frágil, ni siquiera capaz de intimidar a un conejo, y aunque era un espíritu y podía inmiscuirse por doquier y atacar por sorpresa al no tener aura maligna, aun así esas cosas eran fuertes desventajas para alguien como Naraku, quien prefería no mancharse las manos y que alguien más hiciera el trabajo sucio, además… Kanna resultó ser más callada de lo que esperaba, y solamente hablaba cuando le dirigía la palabra o cuando era estrictamente necesario, y eso, a la larga, incluso para un ser tan solitario como él, podía resultar ser aburrido y tedioso.
Kanna era una buena sirvienta, pero no lo suficiente. Necesitaba algo más, y la habilidad del espíritu de absorber almas resultaba inútil si con ello no ganaba algo extra... necesitaba un complemento.
Naraku necesitaba algo más que una simple niña.
Pasaron unos días antes de que Naraku hiciera uso de su nueva habilidad de crear extensiones. Durantes días enteros, a sabiendas de que Inuyasha y compañía no eran un peligro y estaban lejos de su ubicación, se dedicó a pensar en la mejor opción, y en que tipo de habilidades brindarle a su nueva creación.
Una noche, Naraku observaba intrigado el peculiar movimiento del aire por sobre las copas de los árboles, las hojas secas que se arrastraban por el suelo y la alta hierba que danzaba junto al tenue susurro de la brisa nocturna. Nunca se había detenido a pensar en algo como el viento.
Una fuerte brisa azotó los altos árboles, y varias ramas fueron arrancadas de ellos. Algunas cayeron cerca de Naraku y Kanna, quien en ese momento lo acompañaba, como solía hacerlo últimamente a petición de su amo. Naraku, en un acto de "comprensión" o quizás condescendencia, pensó que Kanna podría ser útil en ayudarlo a elegir que tipo de ser crear, pero olvidó que la niña jamás hablaba, y durante todo el recorrido se mantuvieron en un absoluto silencio.
Definitivamente Kanna no iba a darle una sugerencia.
Necesitaba otra cosa, algo fuerte, con más poder, que no dudara en adentrarse a la pelea, y al contrario, que lo disfrutara. Algo intimidante, con el suficiente carácter para aguantar el estilo de vida que le esperaba. Algo que fuera difícil de destruir y a la vez fácil de crear, algo que estuviera siempre presente.
El viento azotó su cuerpo como si lo llamara, atrayendo aun más la atención del hanyou hacia dicho elemento. Su mente comenzó a divagar. Observó las ramas arrancadas y de su rostro apartó los mechones de cabello alborotados por el aire, cosa que comenzaba a molestarle.
Naraku en ese momento no se dio cuenta, o quizás sólo lo ignoró, pero eso sólo fue una advertencia de que su próxima creación podía resultar un tanto contraproducente y molesta.
—"Sería interesante poder manipular tal elemento…"— pensó con una pequeña sonrisa, escuchando el silbido del viento —"Se podrían hacer grandes cosas… grandes catástrofes, sin duda…"—
—¿Qué te parece Kanna? ¿El viento?— le preguntó Naraku con burla, como esperando que eso pudiera provocar a la pequeña, pero, tal y como lo esperaba, eso no sirvió de nada. Naraku refunfuño; comenzaba a sentirse nuevamente fastidiado por el silencio de la niña.
—El viento…— susurró de pronto Kanna, atrayendo la atención de su amo —… será difícil de domar—
Fue un certero y limpio golpe, que se escuchó seco e implacable. Naraku tomó eso como un tipo de reto o desafío, aunque la golpeada Kanna respondió con sinceridad, sin intenciones de importunar a su amo, pero tratar con alguien como Naraku era sumamente difícil y nunca se sabía como iba a reaccionar, y fue por esa razón que él azotó la mejilla de la pequeña, haciéndola caer al suelo, pero protegiendo su espejo en todo momento y apretándolo contra su pecho al momento de caer, cosa que le costó otro golpe en la mejilla agredida al impactar contra la dura tierra y la hierba áspera, y aunque el dolor estaba presente y se extendía desde la infantil frente hasta la mandíbula, Kanna no era capaz de expresarlo en su siempre impávido rostro, así que se levanto como si nada.
—Lo siento, mi señor— se disculpó la niña bajando la cabeza, quien a pesar de no saber porque razón había sido agredida, sí entendía que era su obligación disculparse, cualquiera que hubiese sido su imprudencia.
—¿Difícil de domar, eh?— susurró Naraku arqueando una ceja, como si planeara algo. En ese momento el viento comenzó a correr en todas direcciones, como desesperado, y se tornó furioso, azotando a Naraku con violencia, pero este no se movió ni un centímetro. En lugar de eso, Naraku extendió los brazos, dejando que el viento lo golpeara con su ímpetu. La Perla de Shikon comenzó a brillar en su pecho, resguardada entre sus ropas, e invocando los poderes de la joya, absorbió el invisible elemento, el cual quedó atrapado en una esfera de cristal que apareció frente a él y fue tomada por sus manos. Un gesto de prepotencia se dibujo en el rostro del hibrido. Hasta algo invisible como el viento era incapaz de resistirse ante su poder, y eso que era sólo el principio.
La esfera brilló con furia entre sus manos. Una luz azulada salía de ella, y en las manos de Naraku, rápidamente se transformo en una oscura y pesada, como la niebla más densa. Había corrompido el aura del viento.
—Supongo que esto será suficiente— se dijo el monstruo, mientras jugaba como si nada con la frágil esfera, haciendo gala de su cinismo, burlándose.
—¿Señor Naraku, que piensa hacer con eso?— inquirió Kanna mirando con indiferencia la esfera. Naraku se sorprendió de que la niña hablara por voluntad propia, pero el viento atrapado dentro de la esfera el cual luchaba por salir lo distrajo.
—A tu hermana— respondió el hanyou, ampliando su avara sonrisa.
—¿Hermana?— interrogo nuevamente Kanna. Ahora Naraku pensaba que Kanna estaba hablando demasiado…
—Supongo que no sabes lo que es— dijo con desgano —Vámonos— ordenó, dándose la vuelta. Kanna lo siguió sin chistar.
Mientras, la esfera de cristal temblaba. Naraku no supo en que momento consideró al viento una útil herramienta para sus fines, pero supuso que había resultado una especie de reto al escuchar las palabras de Kanna, las cuales hizo que se ganara un buen golpe, pero Naraku era un monstruo que no conocía de limites, y todo lo que él quisiera, se tendría que doblegar ante él, incluso algo como el viento.
Ya lo tenía decidido, cual sería su nueva creación. Un ser capaz de dominar el viento.
Ya extrañaba escribir en el fandom de Inuyasha. Siendo sincera, hace muchísimo tiempo que no escribía nada de este anime. Hace años, bajo otro seudónimo, escribí un fanfic (lo publiqué como tres veces y las tres veces lo borré porque no terminó de gustarme) de NarakuxKagura llamado "Love to Hate". Aunque no sé si me recuerden o aun ronden por aquí los mismos lectores.
En fin, quiero volver al fandom de Inuyasha, por supuesto con mi pareja favorita que es NarakuxKagura (raro, lo sé), pero volver con un fanfic largo de ellos dos sería demasiado difícil y casi imposible el no caer en el temido OOC y demás errores, así que prefiero llevármela tranquila y volver con un fanfic como este, que la verdad sólo va a consistir de tres o cuatro capítulos a lo mucho. Aunque este fanfic no va a ser romántico; esperare para escribir algo así. La verdad, se han escrito muchos fanfics de la muerte de Kagura, pero no de su nacimiento, al menos no en español, así que me di a la tarea de hacerlo.
Y siendo honesta, hoy es mi cumpleaños; cumplo 19, acabo de entrar a la universidad en la licenciatura de psicología y aunque ahora paso por varios problemas en mi vida, estoy muy contenta y desde mi cumpleaños pasado tengo la manía de regalarme a mi misma fanfics, y que mejor que con el anime que me abrió las puertas a escribir fics, y que es de mis dos personajes favoritos, imagino que ya saben de quienes hablo.
Bueno, sé que este capitulo fue muy corto y no apareció Kagura, en el siguiente sí y también será mas largo. Espero les haya gustado y gracias por tomarse el tiempo de leer. Acepto todo tipo de críticas, críticas constructivas, sugerencias e ideas, y con toda libertad pueden decirme lo que les gusto o no, así como en que aspectos puedo mejorar; claro, no quiero nada de insultos ni criticas malintencionadas. Esos comentarios serán ignorados.
Me despido
Agatha Romaniev
