Disclaimer: No me pertenece FFVII (lo cual es obvio, o mi japonés no sería tan malo) y el fic original es escrito por Shtuff. Yo lo traduzco con su permiso.

Cuando empezé a traducir este fic, simplemente no pude parar! es una historia maravillosa, épica, dramática y llena de giros inesperados. Uno de los trabajos de mejor calidad que he visto. La historia original ya va en el capítulo 30, así que hay un largo camino por delante, pero juro que le voy a poner mucho empeño!

Dedicado a los lectores de mi otro trabajo de traducción: The Music Box. Mientras la autora continúa la serie original, espero entretenerlos con este trabajo. Disfrútenlo!


Capítulo 1 - En busca de la Libertad

Aquí, el desierto se extendía al infinito… un mar interminable de arena, moviéndose al ritmo del viento solitario. El sol golpeaba la tierra inmisericorde, su dura mirada reflejándose en la arena y haciéndola casi imposible de ver. Este lugar había sido hermoso alguna vez. Ríos y lagos habían surcado el panorama, gemas azules en un mar interminable de verde. Pero su belleza había sido robada por la guerra y la codicia, dejando solo superficies cicatrizadas y espacios vacíos detrás.

No muchos se aventuraban en esta tierra yerma. Se rumoreaba que animales salvajes rondaban sus dunas, haciendo su presa de viajeros desprevenidos. Los bandidos eran otro riesgo, escondiéndose detrás de largos cantos rodados para emboscar a quien pasara. El aire estaba quieto y silencioso, no había señales de vida en kilómetros, pero entonces, un sonido se extendió desde el oeste e incrementó en intensidad.

Era un rugido sordo, acercándose cada vez más… el inconfundible silbido de un helicóptero.

Un punto negro apareció en el horizonte, oscuro contra la blanca luz del sol. Fue creciendo mientras se acercaba, volando bajo sobre las impresionantes formaciones rocosas y colinas que se elevaban de la tierra. En el costado del aparato un sello rojo contrastaba con la pintura negra.

Compañía Eléctrica Shinra.

Dentro del helicóptero, dos figuras se asomaban por las ventanas, ojos perspicaces buscando el suelo por algún signo de vida. Ambos vestidos en trajes azules idénticos y portaban auriculares a tono.

Sin embargo, ahí acababan las similitudes.

El piloto tenía un montón de cabello rojo flameante, sobresaliendo a todas direcciones en su coronilla antes de terminar en una larga cola de caballo que colgaba de su espalda. Penetrantes ojos grises, brillando con mako, sobresalían contra su pálida piel. Rasgos juveniles solo marcados por dos líneas rojas bajo cada ojo. Un saco colgaba abierto de su delgada figura, protegiendo una camisa blanca desabotonada en la parte superior mientras goggles descansaban en su frente, manteniendo largos flecos fuera de su vista. Sucias botas de combate trabajaban furiosamente los pedales, manteniendo el helicóptero en el aire.

Su compañero era fluido y profesional –traje abotonado, con corbata, camisa fajada, zapatos de vestir pulidos. Lentes oscuros escondían sus ojos y la luz que entraba por la ventana se reflejaba en una coronilla afeitada. Su piel era varios tonos más oscura que la de su compañero, pero igualmente suave, con una barba cuidadosamente recortada añadiendo edad y madurez.

"Quieren que nosotros dos," dijo el piloto, rompiendo el silencio hablando con desgano, "los encontremos en este desierto baldío." Movió la cabeza burlonamente. "imposible."

Su compañero volvió ligeramente la cabeza para mirarlo. "Siempre completamos nuestras misiones…"

"Somos turcos." Terminó el otro mirándolo, un aire de ofensa tiñendo sus palabras.

"Sí"

Turcos

El mismo nombre infundía miedo en los corazones de quienes lo oían. Asesinos de élite, los guardaespaldas del presidente, nadie molestaba a un Turco y vivía.

Nadie.

El calvo continuo. "Tseng tiene algo que quiere darle."

Su compañero pelirrojo lo miró sorprendido. "¿Al objetivo?"

"Sí."

El piloto suspiró. "Un cartero fallido." Sus ojos se desviaron brevemente hacia la caja de cartas que estaba entre ellos. "Una misión que está tomando más de un año."

Un silencio reflexivo cayó entre ellos mientras ambos se retraían a sus propios pensamientos. Un crujido agudo emitió de sus auriculares, arrastrándolos de vuelta al presente.

"Reno. Rude. ¿Han encontrado algo?" la voz era profunda y refinada, incluso en la distorsionada transmisión.

Ambos negaron con la cabeza.

"Nada en absoluto." Comentó Reno.

Un suspiro se oyó a traves de los auriculares. "De acuerdo. Sigan buscando. Prueben moverse al punto 120."

"Copiado, Tseng."

"Entendido," añadió Rude.

"Será mejor que nos apresuremos," dijo Reno sombríamente, tirando del control de comando. El helicóptero giró a la izquierda, acelerando hacia el este, ambos Turcos buscando cuidadosamente a su elusivo blanco.


Muy lejos hacia el este, kilómetros por delante del helicóptero de Shinra, un camión depositaba su preciosa carga cerca de unos altos peñascos antes de alejarse a toda velocidad hacia el desierto, levantando oleadas de polvo a su paso, el rugido de su motor quebrando la quietud. Mientras desaparecía tras una curva, dos figuras luchaban por llegar a un alto peñasco, un hombre arrastrando al otro.

El primero estaba vestido en el uniforme azul oscuro de un SOLDADO, una larga espada sujeta a su espalda, reluciendo con el sol del desierto y sin mostrar señales de uso. Con un gruñido, dejó a su compañero apoyado contra la roca, viendo al joven deslizarse hacia adelante, exánime.

Cómo había estado por un año.

Zack Fair tragó en seco, el dolor aguijoneando su pecho mientras miraba la forma comatosa de su amigo. Los brillantes ojos Mako se inundaron de tristeza por un breve instante. Las cosas no deberían ser así. Mordiendo su labio, Zack alargó la mano lentamente, agarrando suavemente el rubio cabello de Cloud Strife y sacudiéndolo, esperando desesperadamente que despertara.

Ninguna respuesta.

Cloud solo se inclinó más hacia adelante, deslizándose de la áspera superficie de la roca hacia la ardiente arena – un lánguido muñeco incapaz de soportar su propio peso.

Zack podía sentir como se le rompía el corazón.

Había esperado ver a su amigo abrir los ojos por lo menos una vez antes del final. Por que él sabía que esto era el adiós. Venían por él. Podía oír los helicóperos en la distancia. Y como una masa negra en el horizonte, Midgar se burlaba de él, ofreciendo la tentadora promesa de seguridad que nunca podría alcanzar.

Espero que tú lo logres, Cloud.

No pudo obligarse a decir adios. Las palabras se atoraban en su garganta como pegamento. Así que sonrió, transmitiendo todo lo que necesitaba decir en un simple gesto, y se puso de pié lentamente, extrayendo las últimas piezas de su fuerza. No podía correr más. Ahora, por lo menos, era hora de pelear.

Mientras daba la vuelta y se alejaba, no vió a la figura en la base de las rocas agitarse y extender la mano hacia él, rogándole silenciosamente que se quedara.


Se reunieron en la cresta, docenas de ellos – su ropa clara confundiéndose con el baldío, los ojos triples en sus cascos brillando de rojo siniestro. Eran tantos que se desparramaban de la cresta al suelo, una masa rastrera, mientras dos helicópteros describían círculos en las alturas, como predadores narizones esperando a la presa. Como uno, prepararon sus armas –los amenazadores clics ahogando el batir de las hélices.

Zack los examinó silenciosamente –manos en las caderas, una triste sonrisa rozando sus labios.

Por lo menos me toman en serio.

El pensamiento trajo una risa seca burbujeando a sus labios mientras luchaba por olvidar todo lo que nunca haría, la vida que nunca viviría. Por que estaban aquí para ejecutarlo y él sabía que lo lograrían.

Pero se llevaría a tantos de ellos como pudiera.

"Vaya… el costo de la libertad sí que es alto."

Se necesitaría su último, su todo, pero estaba dispuesto a darlo.

No por venganza, no por justicia, ni siquiera por libertad, si no por un chico de cabello rubio que merecía la oportunidad de vivir, por una chica de suaves rasgos a quien él amaba, por el hombre que le había enseñado tanto…

…y por si mismo, para probarle a la Compañía Eléctrica Shinra que él era un SOLDADO y un héroe.

Estaban esperando. Podía sentir la tensión en el aire. Con una sonrisa sombría, removió la espada de Angeal –su espada- de su espalda y la sostuvo firmemente frente a él, mirando su imagen en el reflejo.

Iba a morir. Nunca volvería a ver a Aerith, o a Cloud. Después de haber llegado tan lejos y escapado tanto, iba a morir.

Pero no importaba. Por que si ellos podían vivir, el estaba dispuesto a ser el sacrificio.

Sus dedos se endurecieron alrededor del puño de la espada. "Aférrate a tus sueños…" él había llevado las palabras en su corazón desde el día en que Angeal se las dijo. Ahora, las susurró para sí y para el chico tendido tras la roca, que esperaba algún día descubriera su significado. "…y no importa lo que pase…" La espada resplandeció bajo la luz del sol cuando la bajó. "…como un SOLDADO…" agitó la espada tras de sí, músculos tensos, listo. "…¡nunca abandones tu orgullo!" Las últimas palabras terminaron en un grito desafiante.

Podían quitarle la vida, pero sus sueños y su orgullo siempre serían sólo suyos.

Un grito escapó de su garganta, haciendo eco en las rocas, elevándose hacia el cielo.

El último grito de batalla de un héroe.

Su ultimo, su todo, aquí y ahora, para que Shinra lo viera, para mostrarles sólo a ellos que él era un héroe.

Cargó hacia adelante, mirándolos levantar sus pistolas, manos posicionadas en los gatillos. El primer disparo hizo erupción, un violento estallido de trueno.

Y el mundo se encogió de repente. No había más Cloud, no más Aerith, no más Midgar, solo él, Shinra y el final de todo.

Pero si podía morir con honor, eso sería suficiente.


Gotas de lluvia helada lo asaltaron en el momento en que salió del helicóptero, el viento de las hélices moribundas agitando su cabello y sus ropas en toda dirección posible, y el lodo chupaba sus zapatos. Reno apenas notó el frío, demasiado concentrado en la escena siniestra frente a sus ojos.

Piezas rotas de armas y armaduras cubrían el suelo. La sangre escurría por las rocas, siendo lavada con la lluvia que caía, formando un río de carmesí que corría a sus pies. Los sobrevivientes de la batalla se movían entre el desastre, juntando los cuerpos de sus camaradas y luchando por limpiar el desastre. Pero una cosa lo perturbaba –enviaba un pinchazo de miedo y horror por sus venas –no había prisioneros, no señales de su blanco en ningún lugar.

Rude bajó a su lado, también observando el daño con ojos críticos.

"Debió haber sido una gran batalla," murmuró.

Reno suspiró y se adelantó, adentrándose en el caos. "Espera en el helicóptero, Regreso en un instante."

No esperó la respuesta de Rude, si no que se encaminó hacia el capitán que estaba de pie en el centro de la zona de combate, ladrando órdenes a sus hombres.

"¿Qué pasó aquí?" preguntó Reno casualmente, deteniéndose a espaldas del soldado.

El hombre se giró, miedo oscureciendo sus rasgos normalmente impasibles al mirar la figura imponente apenas a un metro de él. Tragó saliva en silencio. Turcos –el único grupo de personas que había esperado nunca conocer.

Reno arqueó una ceja impacientemente y el capitán se apresuró a tartamudear una respuesta. "Él solo cargó hacia nosotros, señor. Como un hombre poseído. Fue… una locura." Se estremeció –ojos de Mako y un solitario, furioso grito haciendo eco en su mente.

Reno cruzó los brazos, mirando duramente al hombre. "¿Dónde está ahora?"

"Muerto, señor."

La reacción del turco no era lo que había estado esperando. Los ojos brillantes se estrecharon como rendijas y una mueca tenebrosa torció los labios pálidos. "¿Muerto?"

"S-sí, señor." El capitán balbuceó aterrado, deseando que la tierra se abriera y se lo tragara, cualquier cosa para alejarse del turco.

Casi gritó cuando un EMR apareció en su visión, vibrando con electricidad y apuntando directamente a su corazón. "Esas no eran tus órdenes. Se te dijo que esperaras por nosotros. Esos hombres debían ser recuperados vivos, idiota."

El capitán podía sentir como temblaba, el miedo pulsando en cada vena ante la visión de los ojos del Turco fulgurando con ira. "P-pero, s-señor, el s-solo cargo ha-hacia nosotros y…"

El EMR vibró con más fuerza mientras el Turco elevaba su potencia –el agudo sonido eléctrico ahogando el sonido de la lluvia. "¡No me importan tus excusas! Él debía ser capturado vivo."

El soldado sabía que iba a morir y cerró los ojos con fuerza bajo su casco mientras Reno levantaba el arma amenazadoramente, preparándose para golpear.

"Reno." La voz severa de Rude cortó el silencio, deteniendo a Reno a mitad del ataque.

Mirando por encima de su hombro, Reno frunció el ceño ante la vista de su compañero caminando hacia él a través del campo de batalla. "Vamos Rude, sólo voy a freírlo un poco."

Rude se detuvo y negó con la cabeza. Ya se había derramado suficiente sangre. Reno pareció entender y bajo el brazo –un largo, estremecedor suspiro acompañando el movimiento. El capitán abrió un ojo, atisbando al Turco con cautela.

Reno rió entre dientes con amargura. "Supongo que este es tu día de suerte. Ahora, largo de mi vista."

Estuvo feliz de obedecer, alejándose a tropezones para ayudar a sus hombres y agradecido de poner algo de distancia entre si y el Turco loco.

"¿Qué pasó?" preguntó Rude.

Reno se dio la vuelta lentamente, el EMR todavía en la mano, la furia todavía llameando en su mirada. "Lo mataron," escupió.

Rude no pareció sorprenderse, pero de todas formas agachó la cabeza en una sutil muestra de pena.

Reno continuó, mirando a su alrededor al campo de muerte. "No se suponía que terminaría así. No así…" otra risa amarga, y el dolor se deslizó junto con la ira en los grises ojos Mako. "Esos idiotas."

Sus ojos encontraron dos abultadas lonas yaciendo en el acantilado, protegiendo los cuerpos de los blancos de la lluvia. Permanecieron ahí, examinando la simple escena e inundándose con remordimiento.

"Pero en cualquier caso, todos somos mounstruos." Fue el quieto murmullo y arrancó su mirada de las lonas hacia la sangre salpicando el suelo. "¿Qué otro final hay?"

Rude no dijo nada, fuera de balance por el extraño comportamiento de su compañero. Usualmente, a Reno no le importaba tanto una misión.

Su compañero se giró súbitamente, sus ojos centelleando con algo que Rude no pudo definir. Miró en silencio mientras Reno caminó lentamente a su lado, marchando hacia el olvidado helicóptero. Tras un momento, lo siguió. Reno abrió bruscamente la puerta y extendió la mano hacia el interior, jalando la caja de cartas del asiento.

Pausó por un momento, mirándolas.

Cartas, decenas de cartas, escritas por una mujer enamorada, que nunca serían abiertas.

Dolía, por razones que no podía entender y con un grito de furia, arrojó la caja por el acantilado, mirando los sobres blancos girar y deslizarse con gracia en el aire, aleteando lentamente hacie el suelo.

Quedaba una carta, en el suelo del helicóptero. La sacó, mirando la lluvia crear manchas oscuras en la blanca pureza del papel. Algo lo detuvo de arrojar esta carta –el mismo dolor que lo había impulsado a destruir las otras.

Podía sentir los ojos de Rude sobre él, percibir la preocupación silenciosa radiando de su compañero. Con un cansado suspiro, deslizó la carta a un bolsillo de su saco, protegiéndola de la cruel lluvia. Volteándose, encaró a Rude de frente y forzó una sonrisa en sus labios.

"Vayamos a reportarnos con Tseng."

Rude asintió, absteniéndose de comentar el bizarro comportamiento de Reno. Reno tampoco lo mencionaría. Ambos podían fingir que no estaban afectados por la muerte de Zack Fair, por el amargo dolor del fracaso. Esconderían sus doloridos, sangrantes corazones tras muros de hielo y piedra por una simple razón – eran Turcos.

Y los Turcos no sentían.


Los hombres observaron a los Turcos irse con alivio silencioso, la tensión visiblemente dejando sus posturas. El capitán gritó órdenes a sus hombres y lentamente empezaron a empacar su equipo y alejarse de la cresta. Levantarían campamento lejos de la escena de la batalla, atenderían sus heridas y enterrarían a sus muertos. Luego, regresarían y darían a los dos refugiados el entierro que merecían.

El valor del ex-SOLDADO había conmovido los corazones de muchos en el batallón. Merecía ser honrado, aunque hubiera matado a muchos de sus camaradas. Eran de Shinra y así era la vida.

Mientras se alejaban del siniestro campo de batalla, ninguno de ellos notó cuando una de las lonas se movió.


Y así concluye...

El primer capítulo de esta increíble historia! Espero que haya sido de su agrado. Ahora, a seguir trabajando en mi otro fic, que ya acabé el prólogo y voy a mitad del primer capítulo, pero se resiste a cooperar! A ver si uno cuantos reviews me inspiran.... ;)