Resumen: Desde ese momento su relación había estado empicada, a sus ojos todo iba mal, lo sabía, de alguna manera lo supo, y sin embargo no lo evitó. Tal vez su error fue amarlo demasiado.
Yullen, como pueden imaginar.
Yaoi, con el Occ correspondiente, debido a que los personajes no son míos, y cualquier reacción que yo crea de ellos no tiene nada que ver con lo que idea Hoshino, pero lo hago con mis más grande deseos, y porque no, diversión propia.
Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
SIEMPRE QUISE DECIR ESO...^^
- Quiero tener un hijo.
- Déjame recordarte, BaKanda, que ninguno de los dos es mujer.
Familia Kanda.Fueron, para empezar, tres años de noviazgo, dos de peleas y uno de despedida. Clasificamos los primeros dos como la manera en que ellos se amaban, de esa manera se enamoraron y creyeron ser felices. Al menos, así lo pensaba Allen. Cuando terminó por darse cuenta de lo infructífera que era su relación, Kanda ya se había decidido, no había marcha atrás. Su delito fue amarlo demasiado.
Allen tenía 13 años cuando lo conoció, Kanda era mayor que él por tres años. Yuu Kanda, el chico más popular y temible - ¿es posible calificarlo así en una misma oración? – en todo el Colegio "Black Order", por definición nunca se complementarían. El odio-repulsión fue casi mutuo, de no ser por Lenalee – amiga en común de ambos – ni siquiera hubieran intimado, pero la china se empecinó en su relación. "Los mejores amigo empiezan por no llevarse bien", había dicho un día, aunque también lo había dicho con respecto a Lavi y Kanda, y de esa no había vuelta de hoja, Lavi molestaba a Yuu – quién dicho sea odiaba que le llamaran por su primer nombre – Kanda amenazaba a Lavi, y como éste insistía, Lavi terminaba con pase gratis y express a la enfermería.
Esta vez iba a ser diferente, se lo propuso Lenalee, y lo consiguió. De cierta e insospechada manera sus deseos se hicieron realidad.
Dos años después, cuando Kanda cursaba su último año, ya para graduarse, y Allen empezaba el primer año de Bachiller, ambos sorprendieron a sus allegados con el inicio de su noviazgo.
- Bien… eso no lo vi venir – sonrió Lenalee, había ganado…de cierta en insospechada manera.
Claro, no es como si la relación de Allen y Kanda no tuviera sus altos y bajos. Ambos eran tan distintos que siquiera sospechar que una relación fuese a surgir de esa pirotécnica convivencia, ni el más audaz lo hubiera imaginado. Eran como la luz y la oscuridad no sólo por definir tanto al hermoso cabello largo de Kanda, tan oscuro como la noche, o el extraño pero lindo cabello blanco de Allen como la nieve.
Yuu Kanda era un borde, un desconsiderado –según ajenos – que no sabía medir sus palabras, ni le molestaba lastimar a la gente con una verdad demasiado cruda para digerir. Allen Walker, en cambio, era un chico dulce y caballeroso que lograba enamorar a cualquiera con su sonrisa, y sin embargo era igual o más cerrado que el mismo Kanda con su vida. Tal vez era un punto a su favor.
Nadie podía explicarlo, pero a pesar de esas diferencias, estaban juntos, más tarde averiguaría que uno complementaba al otro, se conocían tan bien que sólo necesitaban mirar al otro a los ojos para saber qué es lo que pensaba. Fueron de esa manera sus dos primeros años de pleito-amor, o amor-pleito según convenga.
Había un problema, claro, que discernía más en lo que tenían en común que lo que los diferenciaba: ambos eran hombres. Las relaciones homosexuales, sea cual fuese el lugar nunca habían sido bien vistas, pero ya que para en ese entonces Kanda estaba por graduarse y entrar a la Universidad, Allen aún se quedaría en Black Order, no era un problema mayoritario, ambos parecían más parecían un par de enemigos en una batalla campal que una pareja "gay" de enamorados. Un punto importante a su favor (tal vez) es que los únicos enterados de su relación eran sus allegados, familia y amigos cercanos.
Allen no tenía padres, nunca los conoció de hecho, fue adoptado a los cinco años por hombre llamado Mana Walker quien desgraciadamente murió años después de un accidente automovilístico, al morir dejó la custodia de Allen en manos de su mejor amigo, Cross Marian, para desdicha o fortuna del involucrado., según quien lo viera. Cuando ocurrió todo ello, Allen se la pasó viajando por dos años con quién era su tutor, por toda Europa, hasta que éste pareció sentar cabeza y se mudaron a Londres donde ocurrieran los hechos mencionados.
Cuando Allen le dijo a Cross que tenía pareja y que éste, además de ser hombre, era Yuu Kanda, el nieto de su viejo amigo Frio Tiedoll, Cross Marian simplemente le miró, un cigarrillo descansaba en su boca, y con toda la simpleza del gesto, dejó escapar el humo canceroso de su pitillo en el rostro del albino, quién tosió por reacción, sus ojos lagrimearon por la misma causa.
- Ya lo sabía, con es cara, y viendo quién te crió… antes de que lo hiciera yo – comentó por último al notar la mirada del menor ante su comentario, antes de anexar su verdadera participación.
"Tampoco es como si me hubiera criado de tan bien…" pensó, pero decidió guardárselo para sí, su tutor estaba de un extraño buen humor después de todo.
- De todos modos, con ese cabello, ése parece mujercita… Y bien, ¿Quién se tira a quién?
Lo siguiente Cross lo relataría como la escena más horrible que hubiera presenciado, no todos los días ves yacer en el suelo, derramándose, lo que más amas en el mundo. Fue el impulso del momento, comentaría Allen, antes de ser enviado a la licorería otra vez.
Co Kanda fue diferente.
Yuu Kanda era el único hijo de un millonario y empresario japonés que tenía sus sucursales por toda Asia y Europa, y que había mandada a su hijo a estudiar a Inglaterra bajo el cuidado del abuelo materno de éste.
Keitaro Kanda se casó con una hermosa mujer inglesa de nombre Elizabeth Tiedoll muy joven, heredando después de eso un imperio. Yuu perdió a su madre a los 10 años por cáncer de mamas, la mujer nunca les dijo nada. Los únicos recuerdos que de ella tenía en su amor incondicional y el deseo de ésta de verlo con una familia y feliz; anudado la extrema disciplina que recibió de su padre luego que su mujer muriera, el hecho de que en Kanda, desde entonces, se apoderaba el temor de volver a sentir la pérdida de un ser amado, en el japonés se concluyó en el resguardo de todas sus emociones.
Eso terminó con Allen.
Cuando Kanda se lo dijo al viejo Tiedoll – quién con cariño lo llamaba Yuu-kun, para furia de éste – el artista abuelo le sonrió, declarando que estaba feliz que su querido nieto encontrara finalmente la orna de su zapato; Allen le preguntó a Kanda después si necesitaba ir a la zapatería. Para Frio Tiedoll había cierta adoración en el trato de Kanda para con Allen, el anciano miraba cada acción de éste con el pequeño albino como el dulce amor de sus seres – sin importar el sexo – hechos el uno para el otro. Por ejemplo, a Kanda no le gustaba que nadie tocara a su "Moyashi", la forma con que Kanda había apodado a Allen, y según Tiedoll era mucho más especial – Allen no veía donde –, otro punto era como Yuu-kun se empecinaba en captar la atención de Allen sólo para sí, con pleitos inofensivos que más bien daba ternura – a Allen no le parecía tierno los chichones en su cabeza – y así podía seguir, y seguir.
La reacción del padre en comparación con el abuelo fue completamente distinta, Keitaro por ser japonés – y los japoneses tienen fama de ser muy estrictos – no lo toleró, lo que su hijo – en una visita del padre – le había comentado así como así. Yuu intuyó siempre que su padre nunca lo iba a aceptar, pero poco le importó lo que su honorable padre pudiese opinar sobre su relación. No se habló más de la "cosa".
Un día Yuu llevó a Allen para que su padre lo conociera, no quería su permiso o su opinión, simplemente vio necesario que el hombre que lo había engendrado y crió, conociese a la persona con quién tenía pensado pasar el resto de sus días. Cuando Keitaro vio a Allen, se impresionó, no sólo porque el chico se describiese "fuera de lo común" – cabello blanco, y un tatuaje (tal vez) cruzando su ojo izquierdo hasta su mejilla, en una curva, que en lugar de desentonar le quedaba muy bien –, sino que también, por unos segundos había caído en el hechizo atrayente con que Allen atrapaba a cualquiera que recién le conociese, sus ojos y su sonrisa. Por un segundo, creyó entender a su hijo, por un segundo.
Cuando se le pasó el conjuro, no se mordió la lengua para dar una opinión que no fue pedida y ni bien recibida.
- ¿Crees que permitiré que mi único hijo éste con un chico como éste, quién además de hombre, por lo que sé, no tiene donde caerse muerto, y que es y siempre será un Don nadie?
No se remilgó frente a Allen, no le importó decírselo en la cara de éste pero Yuu Kanda no se lo tomó bien – no cómo Allen, quién no tomó importancia nunca lo que el Sr. Kanda dijera de él –; el pelinegro tomó al albino de la muñeca y salió de ahí sin mirar atrás. Allen no sabía para donde lo llevaba pero cuando vio su casa desde la ventanilla del taxi al que Kanda lo había arrojado, su confusión no disminuyó. Todo quedó un poco más claro cuando un Allen sorprendido miraba cada una de las acciones de su novio, quién empacaba cada cosita que el menor tuviera en su cuarto – y creyera importante – y lo guardase en un par de maletas. Solamente le dijo una cosa:
- Te mudas conmigo – y Allen lo siguió.
Desde ese momento vivieron por dos años en un modesto apartamento que Tiedoll les había proporcionado y en el cual ambos aportaban en los gastos, pequeños trabajos después de las clases en la Universidad para Yuu, y luego que el periodo escolar del día de Allen terminase. Así vivieron por esos años. En el último todo cambio.
No fue sólo de un día para el otro, Kanda estaba más distante de lo común – el mayo a pesar de ser un tanto frío siempre le hacía saber a Allen que estaba ahí – sino que en los últimos meses de su relación éste casi no se aparecía en casa, Allen apenas y veía esos hermosos ojos azules casi negros de vez en vez. Para los siguientes días las "escapadas" de Kanda fueron más frecuentemente y para cuando se dio cuenta, el japonés ya no lo tocaba. Ni siquiera lo besaba.
Todo fue dándose poco a poco, sin poder evitarlo, hasta que un día Kanda le dirigió nuevamente la palabra, para decirle lo que menos esperaba.
- Quiero tener un hijo – Allen lo supo entonces.
La última noche, ese mismo año en donde se suponía graduarse y entrar a una buena Universidad, Allen legó a casa completamente cansado física – y porque no – emocionalmente también, se tomó un largo baño con espumas, se vistió con su pijama y se metió en el lado de su cama compartida tan vacía como lo había estado los últimos meses. Siendo recibido en los de Morfeo estaba, cuando el sonido de la puerta abriéndose le despertó por completo, la presencia de Kanda no pasó desapercibida para él, aun cuando seguía con los ojos cerrados, su cuerpo reaccionó al sólo calor y perfume que el cuerpo del japonés destilaba. Lo oyó meterse al baño, escuchó la ducha, y justo cuando decidió que había sido suficiente – con lágrimas queriendo escaparse de sus ojos –, el cuerpo a quién tan bien conocía, y en contraposición le conocía igual, se sumó a su calor.
Kanda empezó con suaves besos en sus mejillas, llegando a su cuello, cuando obtuvo lo que quiso, los dos grandes ojos grises mirándole de frente, poco a poco fue despojando de su vestimenta a es pequeño y estilado cuerpo, sus manos recorrieron la tersa piel son dejar de abarcar ningún rincón, a sus oídos llegaron los suaves gemidos que esa dulce voz producía sólo para él, y todos sus sentidos se embriagaron de la euforia de hacer suyo ese cuerpo, ese corazón, esa alma. Kanda le hizo el amor, hasta quedar desfallecido, Allen no se quejó.
El albino lo sabía, después de todo, y esa noche sólo lo confirmó; en todo el acto amatorio, apuntó, Kanda no lo había besado ni una sola vez en los labios.
Una vez Allen estuvo finalmente en el país de los sueños, una sábana cubrió su suave cuerpo del frío de la madrugada, un cuerpo yació a su lado, quién dibujo con sus dedos casa fisonomía del dulce rostro dormido de su pequeño Allen, terminada esta acción, con sus dos brazos acunó el pequeño cuerpo del inglés en su pecho, acariciando al mismo tiempo sus finos cabellos, embriagándose del aroma mezclado de ambos cuerpo, y por último, sus labios buscaron aquellas almohadillas sonrojadas – a las que temía tocar – en una caricia suave, que quiso ser imperceptible (casi invisible) pero cuyos impulsos no pudo detener, terminando por devorar hasta el último aliento somnoliento del menor. Terminó por abrazarlo como si la vida se le fuera en ello.
Allen despertó esa mañana, con los primeros rayos del imponente sol, cansado y con los ojos llorosos. Yuu Kanda se había ido.
Notas finales de autora: Bien, no tengo como explicar su roigen, ayer en la noche se fue la luz como a las 6 o siete de la noche en mi casa, y no podía dormir, así que de un momento a otro me puse a pensar, y cuando me vi a mi misma ya tenía una idea cruzandome en la mente, tengo el problema que cuando eso sucede sino lo escribo ya no puede plasmarlo, al menos como hubiese querido en un principio. Y así en la oscuridad con un la luz de mi celular me puse a escribir, después de unas largas vacaciones sin hacerlo, en un cuaderno que tenía por ahí. Al final las palabras terminaron por absorberme, y hice esto, un pequeño capitulo introductorio que se me salió de las manos.
Descubramos jusntas que es lo que repará en el destino éste pequeño engendro.
Sus opiniones son bienvenidas.
Ya saben, visiten:
http: / twitter .com / # ! / Lirio Castel
http: / lirio - chan . blogspot . com /
