Capítulo 1: La Espada Del Trueno

En el jardín de un gran castillo en algún lugar lejano… una batalla unilateral había tomado lugar ahí hasta acabar con la vida de una hermosa diosa de cabello celestial.

-¡NOOOOOO! -Un sujeto gritó a todo pulmón mientras su amada moría frente a él, el joven de cabello rojo y alborotado vestía armadura ligera, sus armas se habían desintegrado en el momento en que decidió pelear y lo único que podía hacer era sostener a su ensangrentada esposa- ¡Astrea-san! ¡Astrea-san!

-Deja el drama… pronto te reunirás con ella -Otro dios, un hombre alto, cabellera blanca, musculoso y vestido solamente con una túnica se acercó lentamente hasta el muchacho- si vas a culpar a alguien… -El sujeto apuntó su mano hacia el chico- muere -En la punta de sus dedos se produjo una pequeña chispa.

-Lei… -La apagada voz de la diosa Astrea detuvo el tiempo para todos menos para el joven pelirrojo.

-¡! -El joven, derramando lágrimas, sostuvo las manos de la mujer- te amo.

-S-Si… yo también… te amo… pero… -Sin darse cuenta de lo que pasaba exactamente, el joven pelirrojo agradecía poder hablar con ella.

-No tengo mucho tiempo… mi poder… se esfuma a cada segundo…

-A-Astrea-san… no dig…

-La piedra… usa mi cuerpo para… para hacer una espada… úsame por última vez… por favor… no quiero que mueras.

-¡No! ¡Usaré la piedra para curarte!

-¿No lo ves…? No… hay vuelta… atrás… -La mujer tenía un agujero en el pecho, sus poderes le mantenían con vida, pero poco a poco perdía la fuerza que le quedaba- el tiempo… no se puede jugar con el tiempo…

-Astrea-san… -Llorando desconsoladamente, el joven llevó su mano al pecho y sacó de un jalón el collar que con tanto afecto le había sido dado por su esposa tan solo unos días atrás.

-Hubiese querido algunos días más... –La joven mujer empezó a perder el brillo de sus ojos, su respiración fue disminuyendo constantemente.

-No,mano hables... Guarda tu energía –El joven junto las manos de ambos con la piedra de su collar en medio- te curaré, no importa si pierdo mi vida.

-No, debes vivir... Si me curas... ¿Cuál será la diferencia? Aun si sobrevives Zuz nos matará sin dudarlo...

-No quiero perderte... No quiero volver a estar solo... –Su llanto le ahogaba.

-No lo estarás... No... Siemp... Siempre estaré en tu corazón... Ahora... Vive una vida honorable... Cuida del débil y enseña al que necesita aprender... Responde bien por bien... Querido... –Astrea se esforzó tanto como pudo para verlo y cuando sus ojos se cruzaron, el tiempo volvió a la normalidad, Zuz disparó su magia eléctrica, pero el impacto le lanzó dos metros hacia atrás.

-Pero ¿Qué significa esto...? –Zus, asombrado, vio como una gran esfera roja de energía cubría a los "criminales"- E-Eso... Es... La pi-piedra filosofal...

-Astrea, te amo –El joven beso por última vez a su esposa- y lo siento... Siento que todo haya terminado así –La esfera desapareció en un poderoso haz de luz que cruzó el cielo y cuando todo terminó, el joven estaba solo en el suelo sosteniendo una espada con la hoja plateada, su filo parecía destellar y su manto de color rojo daba la sensación de suavidad y firmeza.

-Miserable humano, te voy a matar –Zuz saltó envuelto en electricidad contra el joven, pero este se puso de pie en un segundo y tras abanicar su nueva espada, Zuz perdió el brazo derecho, el corte le hizo perder el equilibrio y terminó tirado a los pies del pelirrojo- ¡Ahhhhh! ¡Mi brazo! –La sangre de Zuz escurría por todas partes- Miserable saband... –Pero antes de poder decir nada más, el joven Lei abanicó la espada de nuevo y le cortó la pierna izquierda- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaa!

-Me quitaste aquello que más amaba... Morirás como un perro... Tú y toda tu gente... Pagareis con intereses.

-Pequeño bastardo... –Zuz, tirado en el suelo escupió sangre cuando Leí atravesó su estómago- es tu culpa... Tu violaste a la virgen eterna... –Lei cortó hacia la derecha desde el centro- ¡Burgg!

-Como esposo tenía el derecho de consumar mi matrimonio... Ustedes bastardos... Morirán todos y cada uno... –Lei levantó su espada- este es el poder del que tanto temían, ahora sufrirán por la muerte de Astrea- ¡Aaaaaaa! –La hoja empezó a relampaguear con furia- Diosa portadora del relámpago, desató tu furia y tú poder... ¡Virginids!

-¡No! ¡Espera! ¡s-soy un enviado, s-solo cumplía órdenes...!

Eso fue lo último que dijo Zuz antes de volverse polvo y cenizas bajo un relámpago tan grande y poderoso que hizo estremecer incluso al mismo cielo.

Con el corazón destrozado y apenas con fuerza, nuestro protagonista se arrastraba hacia la salida de aquel castillo; su mirada perdida no asomó ni una pizca de sorpresa al ver a todos los guardias que salieron a su encuentro, sin embargo y muy distinto a su expresión, los soldados y guardias armados con espadas, lanzas, arcos y flechas incluso grandes armaduras pesada, temblaban y sudaban tras entender lo que le había pasado a su dios, Zuz.

-¿Qué pasó con Zuz-sama? –Se aventuró a decir uno de los más grandes y fornidos.

-... –El pelirrojo levantó la mirada como si quisiera desaparecerlos a todos y tras un largo suspiro, respondió- Le he matado... Ahora... Si quieren tomar venganza, la casa de Astrea no ha rechazado nunca un duelo –Lei levantó su espada relampagueante y se preparó para la lucha contra quince docenas de hombres armados.

Una hora después, Lei había salido en una pieza del castillo de los dioses, pero no sin rasguños.

-Ahhh… ahhh… -Agitado y lleno de sangre, cortes y moretones, Lei se arrastraba por un sucio callejón dentro de la única ciudad cercana al castillo.

-Vaya, parece que nuestro amigo ha batallado mucho… -Una mujer de pelo largo, grir y de ojos azulados apareció de repente sentada sobre una caja, sus ropas no dejaban mucho a la imaginación, era un vestido negro con bordados rojos, cubría los lados de sus pechos y la pierna derecha, también usaba dos flores en la cabeza y un collar del mismo color y arreglo que el vestido.

-… -Lei suspiró profundamente y levantó su espada- ¿Quieres morir también? –Agitado, Lei no desvió su mirada ni un milímetro.

-Ohhh –Gimió la mujer- tu frialdad es exquisita –Dijo con las mejillas ruborizadas y una sonrisa sensual- tu nombre –Pidió la mujer.

-Lei Kung, de la familia Astrea.

-Ohhhh… así que es verdad… ¿Esa espada? ¿Es ella? ¿Cierto? –Con una mirada afilada, la mujer sonrió de nuevo.

-… -Lei se mantuvo firme, la empuñadura de su espada dejaba salir una pequeña cantidad de electricidad- (¿Me dices que no confíe?)

-Ohhh, querida… aún estás ahí… -En un segundo, la mujer apareció a centímetros del rostro de Lei- déjanos ser.

Pero antes de poder hacer un movimiento, la espada estalló en un relámpago directo a la mujer.

-(¡Lo hizo por su cuenta!) –Lei apenas podía entender como su amada podía seguir viva en esa espada.

-Ohhh… no quieres dejarlo –La mujer, de vuelta sobre la caja se llevó la mano a la barbilla y con una pequeña carcajada prosiguió- tu hechizo volvió a la portadora del rayo en una espada, pero parece que parte de su conciencia y deseo se mantuvieron en ella… ahhhhh –Suspiró- menuda decepción…

-Basta de charla… ¿Quién eres y que quieres?

-¿Me creerías si dijera que vine a matarte?

-… -Lei tensó su cuerpo- no… -Contestó- si lo quisieras, ya lo habrías hecho.

-Afilado como pocos… me gustas cada vez más… me pregunto… -De un saltito, la mujer se bajó de la caja- soy la diosa Freya y estaba pensando en añadirte a mi colección, pero… esa estúpida mujer no me dejará, así que… jugaremos un poco…

-No me gustan los juegos… -Lei poco a poco intentaba hacer tiempo y buscar una apertura.

-Primero –Prosiguió sin importarle- tus ropas –Un chasqueo de sus dedos y las harapientas ropas de Lei se volvieron un conjunto de seda oriental de color verde y bordes negros- eso te queda mejor… ahora tu apariencia… -Otro chasqueo e hizo aparecer un libro… un grimorio- leelo y aprenderás un hechizo de transformación, te recomiendo dejar… -Otro segundo y ella apareció frente a Lei extendiendo la mano que sujetaba el libro- tu cabello y ojos de ese color… pero puedes convertirte en una subespecie.

-… -Lei bajó la espada- ¿Por qué?

-¿Por qué? –Freya rompió en carcajadas- porque me gustas –Contestó con un guiño- además, le prometí a esa mujer que te ayudaría si algo así pasaba.

-… -Lei no pudo evitar derramar una lágrima, apretó los dientes y tomó el grimorio.

-Jooo… los hombres también lloran… la humildad de aceptarlo es inquietante…

-… -Lei guardó el libro bajo su túnica y observó de nuevo a Freya, ella parecía querer acercarse más, pero obviamente la espada no la dejaría.

-Por cierto… ¿No te da curiosidad saber cómo se dio cuenta el consejo sobre tu "aventurita"?

-… -Lei no lo había pensado, no había tenido tiempo de hacerlo- no.

-¿Te gustaría saberlo?

-… ¿Qué ganas con eso?

-Ohhhhh… nada, nada… te pediría un favor.

-¿Favor?

-Sí… eliminar a cierto dios, que de hecho es parte de todo esto.

-… habla.

-Tu familia… ¿Cuánto confías en los miembros de tu familia?

-… nada, no confío en nadie.

-Bien haces… porque el consejo se dio cuenta de tu "aventurita" por causa de tu querida… familia.

-¡! –Inconscientemente, Lei invocó un relámpago que cayó justo sobre él y se esparció por todo el callejón- ¡¿Cómo puedo creerte?! –Gritó furioso.

-¿Quieres pruebas? –Freya había desaparecido y aparecido detrás de él, justo para evitar el relámpago.

-Esa espada… tu querida Astrea, poseía la capacidad de revelar mentiras… llévala a tu familia… si reacciona como hasta hace un momento… tendrás las pruebas necesarias…

-Si todo esto es mentira.

-¿Mentira? ¿Entonces por qué la espada no te lo ha hecho saber?

-… ¿A quién quieres eliminar?

-Al actual líder del consejo, Neptuno.

-… -Lei se dio la vuelta y salió del callejón, en dirección a la base de su familia.

Fin del Capítulo 1