Hola, em…llevo bastante tiempo pensando en esto, así que por favor, les ruego, denle una oportunidad a esta historia hecha a base de ocio y delirios adolescentes.

De alguna manera espero que les guste, sin embargo mi mente insiste en que no será así. Estoy nerviosa, pero prometí subirlo.

Disclaimer: Soul Eater no me pertenece. Es de Atsushi Okubo. Aunque he hecho un pacto con un demonio, así que pronto será mío. Esta historia cuenta con algunos conceptos de otras series, sin embargo, NO ES UN CROSSOVER.

Bueno, sin más, aquí está el prólogo de mi nuevo proyecto.


The Devil Inside Me.

¡Entrégalos, pequeña zorra! ¡Entrega mis preciosos ojos de Shinigami!

Prólogo.

Hace un rato ya la campana que indicaba el final de las clases en el instituto había sonado, y muy pocos alumnos quedaban revoloteando por los salones. Es más, ya pasada una media hora los pasillos habían quedado libres, solo estaban aquellos alumnos que tenían talleres deportivos, o que simplemente, no tenían nada que hacer en sus casas.

Como Maka.

Y sus amigas.

—Yo digo que el motivo para esta fiesta sea Animal Print. —Maka se apoyo sobre la mesa, un poco cansada. Liz parecía feliz pintándose las uñas, pero Patty estaba entusiasmadísima planeando todo para el cumpleaños de Maka. — ¿Qué dices, hermana? LMFAO lo usa mucho.

— ¡Podría ser! ¿Por qué no—

— ¿Por qué no salimos las tres juntas, SOLAS? —pregunto Maka con voz patosa, interrumpiendo la repentina emoción de Liz. Las hermanas Thompson la miraron como si hubiese dicho la peor blasfemia del mundo.

— ¡¿Estás loca? —Chilló Patty, zamarreándola— Ay, que hicimos para merecer esto…—tomo su cabeza melodramáticamente y miro al cielo, fingiendo indignación.

—Patty tiene razón. A veces, eres tan malvada con nosotras…—hizo un puchero, acompañado por una falsa lagrima trazada con su dedo índice, alrededor de la mejilla. —Todos te aman gracias a estas fiestas.

—Fiestas que yo no organizo, y en las que tampoco participo.

—Pero-pero, ¡Que aburrida eres! Deberías divertirte, pasarla bien…conseguirte un novio nuevo…—Liz seguía insistiendo en que Maka debía conseguirse un novio. Porque andar soltera por mucho tiempo hacia mal, era lo que siempre decía a Maka.

— ¿Para qué quiero un novio nuevo, si con el último idiota me bastó?—Liz y Patty resoplaron en conjunto, y siguieron con lo que hacían.

Maka miro hacia la puerta del salón, que estaba semi-abierta, divagando por unos momentos.

Liz y Patty eran sus amigas desde hace mucho tiempo, antes de que les crecieran de sobremanera los pechos y el trasero, una época donde tener sexo con tu compañero de clase no era normal, y las sonrisas sinceras abundaban acompañadas de juegos infantiles y sorpresas. Ahora, con 17 años, eso casi no existía. Eran muy amigas, y ellas siempre se dedicaban a proteger a Maka. De todos. Incluso de ella misma. Pero no había sinceridad, ellas no sabían nada de lo que ocultaba.

"Maka está loca~ Maka está loca~ sáquenle los ojos~ ella está loca~"

Empuño la mano con fuerza en cuanto el recuerdo de las burlas y los miedos volvieron a ella, despertando otra vez ese odio asesino hacia su vida. Tenía que olvidar aquello que la atormentaba, esas extrañas visiones que solo tenía ella y que asustaba a todo ser humano al que se lo dijera.

"— ¡Ayúdenlo! ¡Lo están devorando! ¡Las mariposas se comen su cuerpo!

Maka está loca, sáquenle los ojos, ella está loca~"

La habían despreciado. Odiado.

Volvió a la realidad de golpe, pestañeando con rapidez, ahogándose en un mar de sensaciones que parecían querer tragársela. Extrañamente se había sumido tanto en sus pensamientos, que ni Liz ni Patty estaban a su lado, solo sus bolsos, y ella no se había percatado.

Un fuerte escalofrío recorrió su espalda, y un presentimiento extraño la obligo a mirar hacia la puerta.

Una sombra atravesó el pasillo.

El poco aire que había logrado exhalar se mantuvo en su garganta, los músculos se apretaron unos contra otros, producto de un miedo inexplicable, que iba más allá de lo que su cerebro podía entender.

Se paró de asiento con rapidez, y corrió hacia la puerta del salón, chocando con las cosas, sin importarle cuánta sangre comenzaba a bombear su agitado corazón o cuantos moratones iban a quedarle producto de aquellos choques. Abrió la puerta con fuerza, y saliendo hacia el pasillo, miro hacia un lado, sin encontrar a nadie.

Suspiro aliviada y se volvió en sí misma para entrar otra vez al salón, cuando un cuerpo extraño se acerco a ella a toda velocidad, tomándola de la corbata y jalándola con una fuerza descomunal. Miro asustada a su atacante, notando como un borrón plateado pasaba por su lado y la atrapaba, encerrándola. Comenzó a hiperventilar, gimiendo levemente.

—Guarda silencio. — siseó. Era la voz de un chico, grave y amenazante. Maka se quedo callada, muerta de miedo.

Un sudor frio recorrió su frente, unido al escalofrío que se apodero de su columna vertebral, dejándola casi al borde del colapso. Trago saliva, temblando como una jalea, y cerró los ojos con fuerza, tratando de volver a la realidad.

No es más que una pesadilla, no es más que una pesadilla…

Abrió los ojos, esperando encontrarse en su cama, tendida, despierta otra vez para ir a clases. Pero no fue así.

El chico saco de un costado de su chaqueta un objeto que Maka no pudo identificar de inmediato, sin embargo, en cuanto la apuntó con ella, sus dudas fueron aclaradas. Un gemido escapo suavemente de sus labios, mientras una temblorosa lagrima corría por su mejilla.

La pistola estaba ahí, cargada contra su boca.

—Dime tú nombre. —Fue una orden fría, una amenaza. La rubia gimió y cerró los ojos otra vez. El estaba impaciente. —He dicho. DI TU NOMBRE. —Esta vez la voz se elevo un poco más, y el arma a su alrededor se acerco más a ella.

—Maka…—logro articular entre temblores. —Maka Albarn…. —El chico sonrió un poco, un tanto satisfecho.

— ¿Maka, eh? Si respondes correctamente a mi pregunta, quitare el arma de tu boca. Si no, ¡BANG!—Le guiño un ojo, y acerco aun más la afilada guadaña al delgado cuerpo de Maka. — Bueno, dime Maka. Tú… ¿Tienes miedo?

Es un enfermo…está loco…

Maka abrió la boca, intentando contestar.

— ¿He dicho que hablaras? —su voz sonaba escalofriante y sádica. Estaba a punto de explotar, de echarse a llorar. ¡Ese tipo la iba a matar!— Dime. ¿Tienes miedo?

Maka asintió con la cabeza rápidamente una y otra vez, aterrada. El chico sonrió, y retiro el arma de sus labios, provocando que una oleada de alivio sobre llevara a la asustada chica.

Pensó que tal vez, si ella juraba silencio, él la dejaría ir, que quitaría la guadaña de su cintura, que se iría que su vida y pesadillas para siempre. Tenía el presentimiento de que él no era algo normal, sus ojos no la engañaban, creía, no, sabía que aquella sombra había sido él, que había aparecido de la nada, y por sobretodo, que no podía ser normal. Tenía que alejarse a como dé lugar.

Maka miro por primera vez más allá de ese aspecto amenazante y sombrío que predominada en aquel chico, notando aquella ropa oscura, pero con un estilo muy particular, y aquellos temibles y penetrantes ojos del color de la sangre, que acompañaban a un cabello tan blanco como la nieve.

El albino levanto la mano izquierda, mirándose la muñeca.

—Vaya, ya se hizo tarde. Me tengo que ir. — Maka contuvo la respiración.

— ¿T-tú m-me dejaras i-ir?—Estaba aterrada, pero su instinto por sobrevivir le dio un poco de fuerzas. La miro sin mucho interés, como si de un bicho se tratase.

— ¿Dejarte ir?

—Pe-pero tú dijiste que…

—He dicho que te quito la pistola, no que iba a dejarte ir. —Una enorme sonrisa se extendió por la cara del muchacho, sin llegar a sus fríos ojos.

La respiración volvió a agitársele, al mismo tiempo que su cerebro maquinaba todo tipo de planes para escapar de las manos –y de la guadaña, fría y afilada que la rodeaba por la espalda-. Sus ojos recorrieron todo el pasillo, esperando la ayuda de alguien, la compasión del chico, una simple ayuda que pusiese utilizar para escapar.

Enfoco la vista otra vez en los orbes rojizos de su atacante. Vacíos. Sin miedo, piedad, dolor, nada más que vacio. El ojo derecho comenzó a cerrarse. El parpado cada vez cubría más el rojo sangre…una caída lenta, sin apuros. Una simple distracción que él quería usar en ella.

— ¡IAAAAAAAAAAAAAAAAHH!—el alarido escapó de sus labios mientras su cuerpo se retorcía hasta caer el piso, gritando con más fuerza, rompiéndose la garganta. El corazón le martilleaba en el pecho y todo miedo fue reemplazado por un dolor agudo que le recorría toda la espalda y un costado de la cintura, llenando de sangre sus manos, que trataban de contener tanto dolor, donde las limpias paredes y el refulgente piso ahora manchados con trazos de sangre volvían el paisaje y aquella tarde rojiza en un verdadero espectáculo para el chico y su sonrisa impía.

Sus ojos, llenos de lágrimas desesperadas, trataban de no mirar sus heridas, ni la guadaña que suponía debería de estar llena de su propia sangre.

Sintió que respiraban muy cerca de su cuello. Que algo pasaba cerca de su cuerpo, y que su cabello comenzaba a ser jalado.

Dio una mirada.

Todo a su alrededor se estaba volviendo negro. No veía detalles, no veía más allá de su propia mano ensangrentada. Escucho su lenta exhalación, como un último respiro en un charco de agonía.

Los oídos piteaban, le era imposible seguir mirando.

Se estaba muriendo…

Sola.

La sangre comenzó a caer también por su boca, empapando aún más el uniforme escolar, ensuciando su blanca piel. Soul se detuvo a mirar como la vida de la chica parecía querer huir del mundo de los vivos, como los parpados se le caían, y las extremidades comenzaban a dormirse. Le pareció lamentable. Una muerte que le daba vergüenza ajena. Siguió caminado por el pasillo, arrastrando el cuerpo de la rubia por todo el lugar.

—Al-lquien…sálveme…—Fue un susurro, una última esperanza de ser salvada, sus últimas fuerzas. Soul se volteó un poco sorprendido. Con una sonrisa ladeada, respondió.

—Lo siento, pero…—rio un poco, y siseó:

Voy a arrebatarte el alma.


Eeeeeeeeen FIN.

Espero que les guste. Cualquier acotación o tomatazos, vía review.

Feliz mesversario, esposa. Tenía que decirlo también por acá, te amo.

Eso.

Saludos. –colapsa y muere-