Hola! Bienvenidos a éste fanfic, tomen sus botanas que la lectura está a nada de comenzar:D. Rebuscando entre mis archivos pasados, descubrí un fanfic que estaba escribiendo desde que tenía unos 12 años (ahora tengo 14). Me gustó la idea, y decidí reescribir los trece capítulos que llevaba de ésta historia. Tengo algunas advertencias para ustedes: éste fanfic no es para los que estén enamorados de Vegeta/Bulma. Yo me considero una persona muy fan de estos dos como pareja, pero su relación se ELIMINARÁ en éste fanfic. La verdad les pido que le den una oportunidad a ésta historia; no quiero que sólo por el hecho de que sepan quiénes serán pareja en éste fic abandonen la lectura. Agradecería mucho que le dieran una oportunidad, y en serio espero y disfruten de éste fanfic. Es el primero que publico en el foro, pero no es el primero que escribo. Antes tenía todo tipo de fanfics de DBZ, así que espero que lo disfruten:D
-StormerHere
Aclaraciones: Pan no existe en éste mundo, o al menos no va a aparecer en el fanfic. La historia se sitúa después de la batalla contra Majin Boo. En el siguiente capítulo habrá más aclaraciones xD.
Disclaimer: Dragon Ball Z no me pertenece, ni sus personajes, pero la trama sí me pertenece:'v xD.
Con la parte exterior de su mano, Bulma logró retirar las lágrimas que bajaban incontrolables por sus mejillas, volviendo su vista borrosa y sus ojos rojizos mientras maniobraba con el volante de la nave que manejaba con distracción y torpeza, su mirada perdida fija en el camino oscuro frente a ella mientras trataba de eliminar el molesto e insistente nudo en su garganta. La noche cubría el entorno, las estrellas mostrándose bellas y reflejándose junto con la luna en el infinito y claro mar sobre el cual la peliazul volaba. Sus sollozos resonaban en el vehículo, un dolor punzante apareció en su cabeza, sus pensamientos alborotados y salvajes corriendo por su mente, asfixiándola. Se sentía sola. Se sentía más sola que nunca. La tristeza y la decepción eran dos sentimientos que reinaban sobre ella en esos instantes, tratando de justificar inútilmente su escape, intentando encontrar una razón, un argumento válido que la pudiera convencer de que lo que hacía era lo correcto y lo más sano para ella. Aún no estaban completamente claras las repercusiones que su precipitada decisión iba a traer consigo, y su estómago se revolcaba de tan sólo pensarlo. Una imagen del pequeño niño que dormía plácidamente en su habitación dentro de la Corporación Cápsula se proyectó en su mente, y tuvo que morder su labio inferior para evitar pensar en la culpa que la invadía por dentro. Quiso por fugaces momentos regresar y olvidar que todo lo que ahora estaba viviendo había sucedido. Quiso sumergirse en su cama, acallar a todo lo que la rodeaba, dejar que el silencio la condujera hacia donde se encontraba ansiosa y paciente de recibirla la soledad, a la cual nunca antes había recurrido.
La imagen de su esposo acompañó la imagen de su hijo, provocando que un dolor apareciera en su corazón y la dejara sin aliento. Su respiración estaba entrecortada mientras lloraba sin indicios de detenerse, milagrosamente logrando manejar a un ritmo estable. Sabía que Vegeta despertaría, y al momento de ver que su esposa, su compañera, su pareja, había desaparecido en algún punto de la noche sin dejar rastro y sin decir nada, la iría a buscar. Pero para cuando los ojos azabaches de su esposo se abrieran, ya sería demasiado tarde. Su mandíbula temblaba, sintiendo su desgarrada garganta y sus ojos arder. Era mucho que soportar. No quería dejarlos..., Dios, era lo último que quería hacer, o al menos eso pensaba, tratando de convencerse a sí misma de tan vago argumento. Había tantas cosas pasando por su mente, tantas experiencias vividas invadiendo sus pensamientos, pasando por su cabeza de una forma rápida y apenas visible, tal y como lo hace una estrella fugaz al recorrer el cielo de noche. Varios rostros familiares funcionaron como recordatorio de la culpa que sentía y que iba a sentir una vez llegara a su destino y ya no hubiera marcha atrás. ¿Qué había pasado con ella? ¿Es que acaso su vida se había vuelto tan aburrida, tan monótona? Sacudió su cabeza, pensando en las aventuras que había compartido junto a las personas que amaba. O que creía amar.
Amar. A esas alturas, esa palabra era la que más dolor y confusión le traía. ¿Acaso había perdido las ganas de amar? ¿Amaba a su esposo? ¿Amaba a su hijo? No. No lo suficiente, al parecer no lo suficiente. Si los amara con plenitud y genuinamente, no estaría conduciendo en esos instantes la nave que tantos recuerdos le traía. No estaría conduciendo, alejándose de su hogar mientras la fría brisa de la noche la guiaba a su destino. No estaría escapando de su entorno, no estaría abandonando todo y dejando atrás a las personas que alguna vez amó con toda su fuerza. Su hijo había crecido. Ahora era un hombre fuerte, decidido, con espíritu aventurero. Él lo entendería. Si fuera lo contrario, dudaba que pudiera tener la voluntad de dejarlo solo en el mundo que no podría comprender por su corta edad, pero ahora que era todo un hombre, ya no temía por su futuro. Una vez viera que su madre, una cobarde e insegura mujer en esos instantes lo había abandonado, él entendería. Estaba seguro de ello.
Inhaló con fuerza, soltando después un suspiro tembloroso. ¿Eso era lo que realmente quería? ¿Dejar todo en el pasado, olvidar los momentos que vivió, esconder en el lugar más recóndito de su mente todas las experiencias que la llenaron de júbilo y felicidad extrema? ¿Era capaz de hacer eso?
Asintió múltiples veces, tratando de convencerse a sí misma, sus lágrimas secándose sobre sus mejillas mientras lloraba nuevas. Sonrió con tristeza, cerrando sus ojos por breves momentos, decidiéndose por dejar que todo fluyera tal y como el agua que había debajo de ella lo hacía. El tiempo lo diría todo. No iba a tener otra oportunidad aparte de la que ahora tenía y que tanta dificultad le causaba tomarla, de eso estaba segura.
Sacudió su cabeza, los pensamientos que tanto la atormentaban abandonando la misma mientras en la distancia veía su destino: el Templo Sagrado.
Vegeta despertó cuando la luz cegadora que entraba por la ventana llegó hasta su rostro, frunciendo el entrecejo incluso antes de abrir sus ojos y darle bienvenida al sol por la mañana. Gruñó molesto, girando por la cama para darle la espalda a los rayos ultravioleta que con tanta insistencia buscaban perturbarle su sueño. Al dar vuelta y notar la ausencia del otro lado de la cama, el príncipe se forzó a sí mismo abrir sus ojos y darse cuenta de que su esposa no estaba durmiendo a su lado, solamente había un espacio vacío que no tenía indicios de haber sido ocupado por al menos unas cuantas horas. Arqueó ambas cejas, dejando que un bostezo abandonara su boca. Suspiró cuando escuchó el rugido de su estómago demandando por comida, y finalmente después de unos minutos de estar acostado viendo nada en particular, Vegeta se levantó de la cama, tallando sus ojos con ayuda de su dedo índice y pulgar, caminando descalzo hasta el baño.
Ya dentro de la pequeña habitación, se acercó al lavabo, abriendo el agua fría y juntando sus manos para crear un pequeño pozo en donde recolectó el líquido suficiente para salpicarlo contra su rostro, sintiendo las pequeñas y frías gotas deslizarse por su piel hasta llegar a su cuello. Se miró en el espejo unos instantes, preguntándose mentalmente por qué no podía percibir el intenso olor a frambuesa que invadía el cuarto de baño cada vez que su esposa tomaba una ducha por la mañana. Ignorando la ausencia del olor, salió del baño, buscando en el clóset por su armadura, la cual estaba impecablemente doblada. Se vistió con la prenda azul celeste y se colocó sus botas blancas antes de salir de su habitación, encontrándose con el largo pasillo con el cual ya estaba más que familiarizado. Caminó hacia la derecha, sus pasos haciendo eco en el corredor hasta llegar a las escaleras que conducían a la planta baja y encontrarse con su hijo, quien rebuscaba en el refrigerador, una mano sujetando su estómago.
El príncipe tuvo que suprimir una risa burlona cuando vio a su hijo tan necesitado por comida, pero cuando la realidad lo golpeó, frunció el entrecejo. Su esposa siempre, ya sea que fuera hecha por ella, por su madre o por aquellos robots que rondaban por la casa, tenía la comida lista. Con paso tranquilo y cauteloso, se acercó a la cocina. Trunks se enderezó suspirando con resignación, rascando su cabello mientras veía los objetos que estaban dentro de la nevera y sin tener una idea de cómo debían de ser cocinados. Al sentir la presencia de alguien más en la habitación, Trunks volteó su rostro, encontrándose con su padre, quien estaba recargado en el marco de la puerta, estudiándolo con sus imponentes ojos azabaches.
—Buenos días —el joven dijo, sonriendo brevemente mientras escondía sus manos en los bolsillos de sus jeans—. ¿Por qué no le dijiste a mamá que bajara? Me estoy muriendo de hambre aquí.
—Lo haría si hubiera visto a tu madre; no estaba cuando desperté —Trunks frunció el entrecejo, rascándose su cabellera. Sabía que Bulma era una mujer ocupada, pero era raro de ella abandonar la casa mucho antes de que todos despertaran y sin dejar tan siquiera una nota pegada a la nevera, explicando con breves palabras su ausencia. El joven bufó, decidiéndose por tomar la caja de cereal que estaba sobre el refrigerador.
—Entonces supongo que hoy tendrá que ser cereal —dijo no muy animado, tomando la botella de leche de la nevera y colocando ambos objetos sobre la mesa. Se acercó a la alacena, abriendo una de las pequeñas puertas para tomar un plato hondo, seguido de cerrarla para abrir uno de los cajones inferiores y sacar una cuchara. Con objetos en mano, se sentó frente a la mesa—. ¿A dónde crees que haya ido mamá? —preguntó mientras vertía leche dentro del plato.
Sin contestarle verbalmente, Vegeta se encogió de hombros, aproximándose a la ya abierta nevera y tomando la botella de jugo de naranja. La abrió y la dirigió a sus labios, bebiendo largos tragos.
—Tal vez esté con Goku.
—¿Y por qué exactamente estaría con Kakarotto? —Vegeta preguntó, genuinamente consternado. Trunks colocó un dedo sobre su barbilla, pensando en una razón. Después de unos segundos en silencio, el joven se encogió de hombros, fallando en su tarea de encontrar un buen argumento.
—No se me ocurre ningún otro lugar en donde pueda estar —Trunks explicó—. ¿Alguna teoría?
—Hmph —Vegeta murmuró, sentándose a un lado de su hijo con la botella de jugo en mano después de haber cerrado la nevera. En silencio, el príncipe buscó el Ki de Bulma para obtener su localización. Se sorprendió cuando no pudo encontrarlo. Frunciendo el entrecejo, sus cejas a nada de poderse fundir en una sola, intentó una vez más. Ignoró el mal presentimiento que se formó en su estómago cuando no percibió a su esposa, intentando por tercera vez localizar el Ki de Bulma, fallando nuevamente. Una preocupación con la que no estaba muy familiarizado apareció dentro de él, pero se mantuvo firme. Concéntrate, Vegeta, el saiyajin pensó para sus adentros, dejando que un suspiro abandonara su boca antes de cerrar sus ojos y tratar de localizar el conocido Ki de su esposa. No pudo. Pánico surgió dentro de él, sin darse cuenta de que involuntariamente había fortalecido el agarre que tenía en la botella de jugo, rompiendo el material del mismo y salpicando la mesa con el amarillento líquido.
—¿Papá? ¿Estás bien? —escuchó la voz de Trunks, pero no pudo responder. Seguía buscando, tratando de percibir a Bulma, usando el único recurso que podía decirle dónde se encontraba su mujer. Pero por más que lo intentara, no podía. Se sintió de pronto enfermo, nauseabundo. Eso sólo había ocurrido una vez, y fue cuando Goku le informó que Bulma había sido asesinada por Majin Boo. Asesinada—. ¿Papá? —despertó de su trance cuando sintió una mano posicionarse sobre su hombro, y cuando vio hacia arriba, notó que su hijo se había levantado de su asiento y estaba inclinado hacia adelante, su preocupación clara en su rostro—. ¿Estás bien?
—Trunks —murmuró, su voz traicionando su firmeza y la misma escuchándose temblorosa—. Busca el Ki de tu madre.
—¿Qué?
—¡Busca el Ki de tu madre! —Vegeta exclamó, tratando de controlar su nerviosismo y fallando en el intento. Trunks se sobresaltó, retrocediendo unos pasos y retirando la mano del hombro de su padre. El joven abrió su boca para decir algo más, pero la mirada que los ojos del príncipe tenían hizo que desechara la idea de seguirle preguntando sobre el tema y prefirió obedecer la orden que se le había indicado. Con la mirada ligeramente perdida, Trunks trató de encontrar el Ki de su madre sólo para descubrir lo mismo que Vegeta había descubierto: no la encontraba. Cerró sus ojos y se ordenó a sí mismo tranquilizarse, intentándolo una vez más pero fallando de igual forma. Entonces abrió sus grandes ojos azules, entendiendo ahora por qué su padre lo veía de aquella manera.
—No... —Trunks comenzó a balbucear, su mandíbula temblando ligeramente, sus manos formándose puños—, no la encuentro.
Y tras escuchar eso, Vegeta no esperó más y se puso de pie, las extremidades de la silla haciendo un chirrido al ser arrastrada hacia atrás gracias al movimiento de impulso del saiyajin. Sin pensarlo dos veces, el príncipe dio media vuelta y se encaminó hacia la salida, su hijo siguiéndole el paso sin preocuparse en mostrar su preocupación y su nerviosismo. Cuando Vegeta cruzó las puertas de entrada y sus botas se enterraron en la gran extensión de pasto, concentró toda su energía, elevándose en el aire y volando sobre la ciudad con una rapidez sobrehumana, el cálido viento del mediodía estampándose contra su rostro. No tardó mucho para que pudiera percibir la presencia de Trunks a un lado de él, su entrecejo fruncido y sus ojos perdidos en la distancia.
—Iremos con Kakarotto —Vegeta murmuró, sorprendido incluso de que Trunks hubiese logrado escucharlo—. Tal vez él...él si pueda... —se detuvo cuando vio al joven asentir, comprendiendo lo que el príncipe trataba de decir. Padre e hijo volaban por los cielos, ambos muy sumergidos en sus pensamientos como para importarles ser vistos por los citadinos que caminaban por las calles. No querían decirlo, pero los dos temían lo peor. Todo tenía que tener una explicación lógica. Bulma no pudo haber...desaparecido de la noche a la mañana. Ignorando el bulto de nervios que lo invadían por dentro, Vegeta sacudió su cabeza, aumentando su velocidad y tomando por breves segundos la delantera.
Con sus puños pegados a sus caderas temblando ligeramente, cerró sus ojos, intentando una vez más localizar a su esposa a sabiendas de que no lo lograría.
Bulma, ¿dónde estás?
Goku despertó al percibir el dulce y embriagante olor a comida. Con una sonrisa plantada en su rostro, escuchó su estómago rugir y exigir por algún alimento, frotando su abdomen con ambas manos mientras aún seguía cubierto por la sábana blanca. Estiró sus brazos hacia arriba sintiendo sus músculos relajarse al movimiento, y permitió que un bostezo abandonara su boca. Esbozando una sonrisa aún más amplia que la anterior, se sentó en el borde de la cama, rascando su cabello con una mano y tallando sus ojos con la otra formada en puño. Después de llevar a cabo su rutina mañanera, Goku se levantó de la suave superficie, encaminándose hacia el clóset y encontrando su traje naranja. Podía escuchar el sonido de pasos por la cocina y el burbujeante sonido de algún líquido hirviendo. Amarrando el pequeño lazo azul alrededor de su cintura y colocándose sus botas, salió de su habitación para dirigirse hacia el cuarto de baño. Ya adentro, salpicó su rostro con un poco de agua. Al terminar, con paso ansioso y apresurado, Goku se dirigió a la familiar cocina.
Tal y como lo había imaginado, Milk caminaba por todo el cuarto, encargándose de que ningún alimento pudiera llegar a tener un defecto. Todas las mechas de la estufa producían una azulada llama, sobre ellas una cacerola o un recipiente de aluminio con comida dentro. Goten estaba sentado en una de las sillas, su pierna derecha colocada sobre la rodilla de la izquierda, sus dedos golpeando ligeramente la mesa en donde ya había varios platillos esparcidos, junto con varios cubiertos y vasos. Al ver a su padre entrar, Goten sonrió con animosidad.
—Buenos días —dijo, saludándolo con la mano que segundos atrás había estaba golpeando ligeramente la mesa. Goku le asintió, acercándose a su hijo.
—Buenos días, Goten. Veo que despertaste temprano —el saiyajin observó, palmeando el hombro del joven seguido de aproximarse a Milk, quien le daba la espalda, su mano derecha moviéndose con técnica al estar revolviendo uno de los platillos con un gran cucharón. El saiyajin mayor la sujetó de la cintura, tomándola por sorpresa y brindándole un tierno beso de buenos días en la mejilla. Milk lo miró con una sonrisa antes de volver a retomar sus actividades.
—Mamá me obligó. Gohan y Videl vendrán para comer aquí y quería que la ayudara con algunas cosas.
Goku sonrió al escuchar la noticia. Hacía tiempo que no había visto a Gohan, y extrañaba al mayor de sus hijos.
—¡Eso es genial! —exclamó entusiasmado, sentándose en una de las sillas que estaban en frente de su hijo—. ¿Y cuál es la ocasión? —Goku preguntó curioso, ambas cejas arqueándose con duda. Goten simplemente se encogió de hombros, indicándole que no sabía la respuesta a la pregunta. Al notar que su hijo menor no respondió el cuestionamiento, Milk detuvo sus acciones y se dio media vuelta logrando ver a su esposo y a Goten.
—Gohan quería vernos antes de que se fuera de viaje con Videl.
—¿Se van a ir de viaje? —padre e hijo preguntaron al unísono provocando que Milk sonriera.
—Eso parece. No quieren decirme a dónde van.
—Tal vez para que no vayas y los molestes —Goten susurró, bajando su cabeza. Goku rió al comentario de su hijo, y Milk se acercó a él de un largo paso, golpeando su nuca, un quejido de dolor y sorpresa escapando del menor de sus hijos, quien por inercia subió su mano, masajeando con suavidad la zona golpeada. Goku simplemente siguió riéndose, pero se detuvo abruptamente cuando sintió a dos personas aproximándose a su hogar. Goten también lo sintió, poniéndose de pie y mirando con duda a su padre. Al ver las reacciones, Milk preguntó si eran Gohan y Videl, sólo para ser ignorada por el par que aún mantenía contacto visual.
—¿Trunks y Vegeta? —Goku preguntó sorprendido, imitando las acciones de su hijo y poniéndose de pie.
—Qué extraño, vienen solos —Goten opinó, aproximándose a la puerta de entrada con su padre siguiéndole el paso. Salieron de la pequeña casa sólo para ver al príncipe de los saiyajin y a su hijo aterrizar en el jardín, Trunks caminando con prisa hacia el encuentro de Goten y Goku, quien quiso saludar y sonreír, pero se detuvo cuando pudo notar la preocupación que el rostro de Trunks mostraba. Inmediatamente su mirada se tornó seria—. ¿Trunks? ¿Está todo bien? —Goten preguntó, leyendo el pensamiento de su padre. El joven nombrado se quedó en silencio, permaneciendo de pie a pocos metros de Goku y Goten. El príncipe se mantuvo alejado de su hijo, cruzado de brazos y mirando al resto de los saiyajin con ojos analíticos. Goku arqueó ambas cejas, no entendiendo lo que la visita sorpresa significaba. Dando pasos hacia adelante, Goku se detuvo frente a Trunks.
—¿Pasó algo? —el joven permaneció en silencio, su mirada perdida. Preocupado por la reacción, Goku hizo contacto visual con el mayor de los saiyajin—. ¿Vegeta?
—No podemos localizar a Bulma —el príncipe contestó, sin emoción alguna mostrándose en sus facciones. Goku lo miró con más confusión, incómodo al sentir la tensión en el aire envolverlos—. Queríamos ver si tú podías encontrar su Ki.
Sin pedir explicaciones, Goku asintió, centrando su mirada al frente y tratando de encontrar el Ki de su mejor amiga. Sus ojos se ampliaron cuando no pudo encontrarla. Confundido por la ausencia de la peliazul, Goku intentó una vez más. No pudo. Algo estaba mal; si Vegeta, ni Trunks, ni él podían localizarla, sólo podía significar una cosa. Centrando su mirada una vez más en el príncipe, Goku negó con su cabeza.
—No puedo encontrarla —respondió con seriedad. Trunks lo miraba con desesperación, casi como si le estuviera rogando con sus ojos. Vegeta maldijo en lo bajo, comenzando a caminar de un lado a otro con una mano sobre su barbilla—. ¿Qué está pasando, Vegeta?
—¿Se supone que debería saberlo? —el príncipe exclamó con rudeza, ira y rabia siendo transmitidos a través de su voz—. ¡Maldición!
—Yo tampoco puedo encontrarla —Goten susurró con sus ojos fijos en Trunks, quien bajó su rostro, sus puños temblando. El silencio los envolvió mientras todos trataban de encontrar la respuesta a una única pregunta: ¿dónde estaba Bulma? La preocupación surgió dentro de Goku, y Vegeta y Trunks trataban de tranquilizarse e intentaban encontrar una justificación a la ausencia de la peliazul. Sumergidos en sus pensamientos, los cuatro saiyajin no pudieron percibir a los dos jóvenes que se aproximaban volando hacia ellos. Goku despertó de su trance cuando escuchó la familiar voz de su hijo mayor llamándolo. Levantó su cabeza sólo para ver a Gohan y a Videl suspendidos en el aire, ambos sacudiendo sus manos en el aire en señal de saludo. Goku les respondió el gesto, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos plasmada en sus labios. Finalmente, Gohan y Videl aterrizaron en el suave pasto. Dándose cuenta de la tensión que se podía percibir en el aire, Gohan dio pasos tentativos hacia adelante, sus ojos ónix fijos en su padre.
—¿Todo bien? —preguntó con cierta preocupación, sus cejas arqueadas en sorpresa.
—No podemos encontrar a Bulma —Goku habló por todos, confundiendo a su hijo mayor—. Su Ki..., no encontramos su Ki.
—¿Pero de qué hablas? Yo ayer pude sentir el Ki de Bulma. Estaba un poco alterada, pero definitivamente era el de ella —al terminar su comentario, toda la atención fue dirigida hacia él. Trunks se acercó hacia Gohan, sujetando sus hombros con fuerza y sacudiéndolo ligeramente. Vegeta siguió en su misma posición, pero miraba todo con minucioso cuidado, sus ojos azabaches nunca dejando al hijo mayor de Goku.
—¿La sentiste? ¿Dónde? ¿A qué hora? —Trunks preguntó sin tomar aire, su voz llena de esperanza. Extrañado por la reacción del hijo del príncipe, Gohan miró a su padre por breves segundos, la duda plantada en su rostro. Goku simplemente le asintió.
—Era por la madrugada. Estaba trabajando en un proyecto para el trabajo, y de pronto la sentí pasando cerca de la casa. No le presté mucha atención, pero debo admitir que me sorprendió un poco —Gohan explicó con semblante pensativo. No satisfecho con la respuesta, Vegeta dejó que un bufido escapara de su boca, irritado. Trunks soltó el agarre que tenía sobre Gohan, quien seguía ligeramente confundido. Decidiendo por comprobar por sí mismo lo que su padre acababa de afirmar, el joven saiyajin trató de encontrar el Ki de Bulma, pero por más que lo intentó, no pudo.
—¿Gohan? ¿Está todo bien? —Videl preguntó consternada, tocando el brazo de su esposo. Los ojos azabaches del joven hicieron contacto con los ojos azules de su compañera. Con cierta preocupación, Gohan negó con la cabeza—. ¿No pueden encontrar a Bulma?
—¿Por qué no juntamos las esferas del dragón y le preguntamos a Shen Long dónde está? —Goten cuestionó. Todos lo voltearon a ver—. No las hemos usado, ¿o sí?
—No —Trunks respondió con voz débil, segundos antes de suspenderse en el aire y perderse en la distancia mientras se dirigía a la Corporación Cápsula, todos mirando con atención al joven mientras volaba por los cielos. Minutos después de estar en silencio, Trunks regresó con el radar de las esferas del dragón en sus manos—. Necesito ayuda —Goten inmediatamente dio un paso hacia adelante.
—Yo te acompaño —dijo, colocando una mano sobre el hombro de Trunks. El joven le asintió agradecido, seguido de dirigir su mirada hacia su padre, quien en silencio le asintió.
—Yo igual iré contigo, Trunks —Goku se ofreció. Antes de ofrecer su ayuda, Gohan volteó a ver a Videl, quien entendiendo la actitud de su esposo, asintió sin pensarlo dos veces.
—Me quedaré con Milk. Los esperaremos, ¿de acuerdo? —entonces Gohan llamó la atención de todos cuando se ofreció como voluntario, los cinco saiyajin elevándose y partiendo hacia el destino de la primer esfera del dragón.
Siendo cinco hombres, no tardaron mucho en dar con las ocho esferas. Las recolectaron con velocidad y poca paciencia, algunas veces incluso arrebatándolas de personas que las conservaban. Vegeta estuvo a punto de aventar una bola de Ki a una de las aldeas en donde estaba la quinta esfera del dragón cuando el propietario de la misma, un mercader gruñón y arrogante, se negó a dárselas. Afortunadamente, Goku logró que el desesperado príncipe escogiera la diplomacia envés de la violencia, y pagándole unos cuantos Zenis, el hombre les entregó la esfera del dragón de cinco estrellas.
Goku jamás había tenido la oportunidad de ver a Vegeta de esa forma; tan descuidado y tan perdido dentro de su propio mundo. El príncipe era considerado ser un hombre calculador y estratégico, siempre alerta al entorno. Pero ahora que su mujer estaba desaparecida, Vegeta parecía...otra persona. Se le notaba distraído, confundido, y extrañamente preocupado. Aunque Goku no lo podía culpar; si alguna vez despertara y no pudiera sentir el Ki de Milk en ninguna parte definitivamente actuaría de la misma forma en la que Vegeta actuaba en esos instantes. Si él estaba preocupado y extremadamente consternado por su mejor amiga, no podía imaginar por todo lo que Trunks y Vegeta estaban pasando. Al joven no le importaba mostrar su preocupación y su ansiedad, sin embargo, Vegeta se escondía con envidiable perfección, la máscara sin emociones con la que había vivido puesta casi toda su vida estaba funcionando. Pero Goku no lo podía considerar como algo sano. Sabía que la retención de emociones era una bomba de tiempo; tarde o temprano iba a explotar. Y le preocupaba que el príncipe saiyajin hiciera alguna tontería una vez descubrieran el paradero de Bulma.
Trunks estaba igual de inestable que su padre, pero el joven era aún más sensible, y por lo tanto aún más descuidado. Estudiando la situación desde un punto de vista crítico mientras los cinco hombres volaban a una zona alejada de presencia humana para poder invocar a Shen Long, Goku decidió que si era necesario tener que ir a buscar a Bulma, acompañaría a Trunks y a Vegeta para que ninguno de los dos sufrieran las consecuencias de los errores que sabía que iban a cometer gracias a su inestabilidad. Además de que era el mejor amigo de la peliazul; no podría perdonarse a sí mismo si no acompañara al príncipe y a su hijo en su búsqueda por Bulma.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Vegeta voló con rapidez hacia abajo, aterrizando en un desierto libre de humanos. Los cuatro hombres le siguieron el paso, cada uno colocando sobre el arenoso y caliente suelo la esfera o las esferas del dragón que guardaban. Colocándolas en silencio, Trunks se puso de pie en frente de las mismas, extendiendo sus brazos hacia sus lados y viendo como las esferas brillaban con un resplandor constante.
—¡Sal Shen Long! —el joven exclamó, segundos antes de que una gran nube negra cubriera el cielo azulado de la tarde. Varios relámpagos iluminaron el entorno, los truenos resonando en los oídos de los hombres mientras el viento sacudía sus cabelleras con fuerza. Una gran luz amarilla bajó de los cielos hasta las esferas del dragón, formando a una figura con la cual los cinco saiyajin ya estaban familiarizados. Después de unos insignificantes segundos, el gran dragón verde se mostró ante ellos.
—¿Cuál es su deseo? —preguntó con voz grave, mirando a los saiyajin con atención, impaciente por una respuesta.
—Deseo saber dónde está mi madre —Trunks respondió, su voz ansiosa, dando un paso hacia adelante preso de la desesperación que estaba sintiendo por saber la respuesta. Todos los demás permanecieron en silencio, aguardando para escuchar la voz de Shen Long. El dragón se quedó en silencio, sus ojos brillando un intenso rojo por pocos segundos, antes de volver a su color normal.
—No puedo conceder ese deseo.
—¿Qué? —Vegeta exclamó, apretando su mandíbula y transformando sus manos en puños—. ¿De qué demonios hablas, sabandija? ¡Dinos dónde está Bulma!
—Lo siento, no puedo conceder ese deseo —Shen Long repitió. Todos jadearon con sorpresa, miles de pensamientos corriendo por sus mentes. ¿Qué demonios? Goku puso una mano sobre el hombro de Vegeta, tratando de tranquilizarlo. Pero eso sólo provocó que el saiyajin se zafara, su cuerpo alejándose de Goku mientras todas sus extremidades temblaban con ira, conteniendo lo más que podía su rabia. Trunks cayó abatido al suelo, sus rodillas haciendo contacto con la desértica superficie, su mirada perdida y sus ojos abiertos plenamente. Goku dio un paso hacia adelante, centrando su mirada en un impaciente y desesperado Shen Long. Aclarando su garganta, Goku dio un último vistazo a Vegeta y a Trunks, quienes estaban perdidos en una clase de trance común.
—Deseo saber cuál fue el último lugar en dónde estuvo Bulma —los ojos de Shen Long volvieron a resplandecer, sus ojos rojos volviéndose aún más intensos. Los cinco hombres esperaron, hasta que finalmente los ojos del gran dragón volvieron a su normalidad.
—El Templo Sagrado —Shen Long respondió, su cola moviéndose al ritmo del viento. Los cinco saiyajin se miraron con sorpresa y confusión, pero sin perder tiempo, padre e hijo se elevaron en el cielo para salir disparados hacia el lugar que Shen Long acababa de mencionar—. Su deseo se ha concedido —dijo antes de desaparecer, las esferas del dragón dispersándose por el mundo una vez más. Sin perder más tiempo, Goku, Gohan y Goten siguieron a Trunks y a Vegeta hasta llegar al Templo Sagrado. Los tres saiyajin se encaminaron hacia donde sentían la presencia del príncipe y del joven, entrando en una de las habitaciones sólo para ver a Vegeta sujetando a Dende por el cuello y presionándolo contra la pared, Trunks a su lado, inmóvil.
—¡Dime dónde demonios está Bulma! —Vegeta exclamó, su mano presionando con más fuerza el cuello de Dende, quien intentaba zafarse del agarre del saiyajin, abriendo su boca para poder absorber un poco de aire mientras sus piernas conectaban con el cuerpo del príncipe, desesperado para que lo liberaran del agarre mientras sus manos trataban de retirar inútilmente la de Vegeta. Goku detuvo a Gohan cuando el mismo trató de correr hacia el saiyajin y detenerlo, recibiendo una mirada confundida y sorprendida de parte de su hijo mayor—. ¡Maldito insecto, no te lo repetiré!
—Vegeta —la voz de Goku resonó en la habitación sólo para ser ignorado por el saiyajin nombrado—, suéltalo —dijo con voz autoritaria, ignorando la posición defensiva que sus hijos habían tomado. El príncipe soltó un bufido, su cuerpo temblando por la ira que sentía—. ¡Vegeta, suéltalo! —y entonces el saiyajin obedeció, abriendo su mano y dejando que Dende cayera al suelo, tosiendo y tomando grandes bocanadas de aire. El príncipe lo miró con burla, absteniéndose a sí mismo de patear la frágil figura que yacía de forma patética en el piso, cruzándose de brazos y dándose media vuelta, acercándose a uno de los pilares que se erguían orgullosos, manteniendo en pie la habitación azulada. Entonces Goku se aproximó con paso lento y cauteloso hacia Dende, poniéndose de cuclillas a su lado y tratando de llamar su atención colocando su mano con gentileza sobre el pequeño cuerpo de Dende.
—¿Te encuentras bien? —preguntó, recibiendo un asentimiento de parte del namekiano, quien se enderezó lo suficiente como para poder recargar su cabeza en la pared que estaba a sus espaldas. Goku pudo percibir marcas moradas en el cuello del namekiano, pero decidió no notificarle al mismo de la existencia de éstas. La habitación tenía en total seis pilares, tres cubriendo la zona a la derecha y otros tres cubriendo la zona a la izquierda. Los mosaicos tenían forma de cuadrados y el piso relucía por la limpieza que el mismo presumía, tan pulcro y claro que se podía apreciar el reflejo como si se tratara de un espejo. La habitación estaba completamente sola a excepción de un pequeño trono blanco que estaba al final del cuarto. Alado de la majestuosa silla, Goku estaba en cuclillas, esperando que Dende se recuperara. Después de unos segundos, éste se levantó por completo, una de sus manos viajando hasta su cuello y masajeando el mismo, un quejido de dolor escapando de su boca.
—Lo siento, Dende —Goku dijo apologéticamente, permaneciendo en cuclillas frente al namekiano—. Estamos un poco preocupados. No podemos encontrar a Bulma, y Shen Long nos ha dicho que el último lugar en el que ella estuvo por última vez fue el Templo Sagrado.
—Eso lo sé —el joven namekiano dijo, su voz débil logrando capturar la atención de todos los presentes—. Ella llegó aquí por la madrugada; pensé que ustedes lo sabían...
—¿A dónde se fue? —Trunks preguntó, dando un paso hacia adelante. El namekiano elevó su rostro para hacer contacto visual con el joven, nerviosismo plantado en su rostro.
—¿No sabían que ella vino?
—Está bien, Dende; nadie te está culpando de nada —Gohan intervino gentilmente.
—Habla por ti, sabandija —Vegeta dijo, su tosca y grave voz resonando en las cuatro paredes del cuarto. Goku le lanzó una mirada de advertencia al príncipe, quien simplemente bufó en lo alto.
—Ella me dijo que ustedes sabían, por eso la dejé ir —murmuró Dende, bajando su rostro y entrelazando sus dedos en un hábito nervioso.
—¿A dónde la dejaste ir? —Goku preguntó.
—La mandé a otra dimensión —Dende respondió en voz baja, Goku ampliando sus ojos ante la respuesta, frunciendo su entrecejo—. ¡No sé dónde está! La mandé a una dimensión al azar; ¡ella dijo que ustedes lo sabían!
—¿Qué dijiste, enano? —Vegeta preguntó entre dientes, dando pasos amenazadores hacia el asustado namekiano, quien intimidado por la presencia del príncipe dio pasos hacia atrás, casi tropezándose en el intento por escapar de Vegeta—. ¿A otra dimensión? —preguntó, su voz estruendosa transmitiendo toda la ira que el príncipe sentía. Entonces, sorpresivamente Vegeta voló hasta Dende, pero antes de que pudiera alcanzar al atemorizado namekiano, fue detenido cuando una mano se posicionó en su pecho, estampándolo contra la pared y creando una gran grieta en la misma. Jadeó en sorpresa, haciendo contacto visual con Goku. El saiyajin lo miraba en forma de advertencia, lentamente abandonando el agarre que tenía sobre Vegeta. El príncipe jamás quitó sus ojos ónix de Goku, ligeramente entrecerrados, el silencio envolviéndolos mientras ambos se comunicaban con el simple hecho de compartir una mirada.
Goku rompió el contacto visual, sus ojos azabaches dirigiéndose a Dende, quien estaba aún asustado, su mirada jamás abandonando al mayor de los saiyajin.
—¿Nos dirías cómo podemos llegar a su dimensión? —Trunks preguntó con la ansiedad carcomiéndolo por dentro. Dende salió de su pequeño trance para poder observar al hijo del príncipe.
—Hay una habitación que pueden atravesar para caer en una de las miles de dimensiones que existen —comenzó a explicar—. No les podría asegurar que lleguen a la misma habitación que Bulma, pero pueden buscarla.
—Llévanos, Dende —Goku dijo con determinación. Obedeciendo la petición, Dende caminó junto con los cinco sayajin, recorriendo un pasillo largo hasta llegar en frente de una puerta blanca. El namekiano tomó el pomo de la puerta, abriéndola y revelando una clase de portal morado—. ¿Por aquí es dónde se fue Bulma? —Dende asintió. Entonces Goku comenzó a dar las indicaciones—. Gohan, Goten; regresen a la casa y expliquen todo a Milk. Yo iré con Trunks y Vegeta a buscar a Bulma. ¿Entendido? —sus dos hijos asintieron sin poner ninguna objeción, corriendo lejos de ellos y elevándose en el cielo para partir de vuelta a la Montaña Paoz.
—Más vale que empieces a rezar para que la encontremos, enano. Si regreso con las manos vacías, serás el único culpable de todo esto y me encargaré de hacértelo saber —Vegeta amenazó, mostrándole su puño a Dende. El namekiano asintió múltiples veces, y después, toda la atención se centró en el portal morado que se movía de forma gelatinosa. Sin perder más tiempo, Trunks fue el primero que se adentró en la habitación, suspirando ruidosamente antes de hacerlo. Vegeta inmediatamente después lo siguió, dejando a Goku solo con el namekiano.
—Gracias, Dende —musitó, antes de cruzar el portal y caer en una dimensión desconocida, todos dispuestos a cumplir su único objetivo: encontrar a Bulma.
¿¡Dónde está Bulma?! Ya sé, deben de pensar que el fanfic está medio fumado, pero prometo que mejorará con el paso de los capítulos. Depende de ustedes si quieren que siga la historia, no les pido que comenten ni agreguen a favoritos la historia, es decisión de cada uno de ustedes hacerlo, pero en los primeros capítulos usualmente necesito que alguien me diga que debo continuar la historia, en los siguientes pues como quieran xD. Gracias por leer! Espero y les haya gustado. ¿Por qué Bulma estará tan triste? ¿Por qué los abandonó? ¿En qué dimensión habrá caído? ¿En qué dimensión Goku, Vegeta y Trunks cayeron? ¡Todas estas respuestas estarán en el siguiente capítulo! Nos vemos, y sí, soy la única persona que publica una historia a las 2:30 am. No me juzguen. Byebye!
