Aquí quedarse, para siempre, en este mundo, contigo.

El mundo está girando constantemente

Haciéndose tocar por la luz del sol y la luna constantemente…

Siempre cambia en algo nuevo

Pero lo único que no cambia… es mi carencia de poder…

¿Dónde estás, mi hermosa razón para vivir?

¿Qué hacer cuando la única razón que tenías para vivir, desaparece por completo?

¿Qué hacer cuando te das cuenta de que el simple hecho de vivir ya te da lo mismo?

Que cada cosa que pasa por tu alrededor, carece de importancia para ti.

Que incluso la persona que amaste con toda el alma, ahora carece de importancia.

Aunque esa mentira te lo dices con el único objetivo de convencerte.

Creyendo aquella mentira, para que cuando te vayas te resulte menos doloroso el hecho de dejarlo.

No me di cuenta cuando realmente aparecieron esas marcas en mi cuerpo, al decir verdad no me di cuenta el momento que me empecé a sentir realmente mal. Ignorando todo lo que por dentro de mi cuerpo ocurría, yo seguía viviendo.

- ¿Qué te pasa, Tezuka? – miré hacia la persona que me hacía aquella pregunta.

- Nada… - respondí como siempre cortante. No quería dar indicios, pero para ser sinceros en ese momento ni yo sabía lo que me pasaba.

- Te noto un poco pálido. – comentó mi compañero.

- De verdad no es nada Fuji – respondí no queriendo darle importancia a lo que en ese momento sucedía.

Después me dirigí hacia donde se encontraba el resto de mis compañeros del club de tenis y dando órdenes les dije.

- La práctica acabó, cuídense de las lesiones, eso es todo

Todos hicieron caso a mis órdenes, se dirigieron a los camarines mientras yo me mantenía en pie. En ese momento fue la primera vez que lo noté.

Como de la nada, la vista se me nublo, seguido por un gran dolor de cabeza, sentía como mil agujas salían por mi cuerpo.

Intentando mantener el equilibro me apoyé en una de las bancas.

¿Qué me pasa?

Lentamente sentí como el dolor desaparecía. Una vez ya repuesto me dirigí hacia los camarines.

No supe cuanto tiempo me demoré en recuperarme, pero al juzgar por el vacío del lugar, supuse que había sido bastante tiempo.

Recogí mis cosas y me dirigí hacia mi casa. Camino a esta me encontré con Fuji quien me había estado esperando a las afueras del colegio, en sus ojos se notaba algo de preocupación.

- ¿Qué pasa? – le pregunté como si no sucediera nada.

- Te estaba esperando, me preguntaba si te gustaría que camináramos juntos

- Esta bien – respondí actuando de manera natural.

Hacía un tiempo que me había dado cuenta de lo que sentía por Fuji y lo que él sentía por mí. De alguna manera siempre lo había sabido, pero nunca me he dado el valor para decírselo.

Siempre cuando nos quedábamos solos, ya sea en el colegio o en el camarín del club, nos quedábamos en silencio, esperando que uno de los dos de algún indicio de algo.

Yo siempre descubría sus intereses, la manera en como me miraba, en cuanto se preocupaba por mi e incluso cuando me miraba de esa manera tan sensual y a la vez peligrosa.

Lo sabía todo, pero entonces ¿Por qué nunca le he dicho nada¿Por qué cada ves que nos quedamos solo siempre esquivo sus palabras?

Es miedo…

Si, miedo a muchas cosas.

Desde un principio una relación como la de nosotros no está permitida, ante los ojos de la sociedad sería muy difícil estar a su lado. Pero la verdad era otra la razón del miedo, ya no se demoraría en llegar.

Llegamos hasta la estación del bus. Gracias al cielo teníamos que tomar buses diferentes, ya que nuestras casas no se encontraban cerca.

Sin especular gesto alguno, me despedí de él, pero antes de emprender mi camino me preguntó.

- Tezuka¿tienes algo que hacer mañana en la tarde después de clases?

Me si la vuelta al escuchar su pregunta, mirándolo a los ojos me di cuenta de que no podía mentirle.

- No¿Por qué? – le pregunté

- ¿Saldrías conmigo? – así de simple, sin más rodeos me lo preguntó.

Quería tener una cita conmigo, al igual que yo con él, la verdad es que quería decirle todo lo que sentía pero me daba miedo.

Mirándolo fijamente me decidí y acepté

- Esta bien – respondí

- ¿De verdad? – vi como sus ojos brillaron, la expresión de su cara había cambado por completo, ahora brillaba como la cara de un niño a la cual le habían regalado un dulce.

- Nos vemos mañana – me despedí.

Y la vida continúa sin mostrarnos los que nos tiene preparado.

Ya sea bueno o malo, tenemos que seguir viviéndolo, tenemos que ser fuerte para aguantar todo.

Es como un castigo que tenemos que cumplir. Un castigo hermoso o un castigo completamente doloroso.

Y así fue como mi odio hacia la vida se vio incrementado cada día que pasaba,

Cada día que esta enfermada avanzaba.

Llegué a la casa, un dolor de cabeza continuaba apoderado de mi cabeza, a veces era más fuerte, pero se mantenía todo el tiempo.

Ignorándolo por completo, continué con mis tareas.

Fue allí cuando noté que ya lo mío no era más que un simple dolor de cabeza.

Apoyado en mi escritorio mientras la luz de este alumbraba mis cuadernos, en un pequeño instante cuando me encontraba escribiendo me di cuenta de que mi vista se nublaba.

Cerré los ojos fuertemente tratando de que este malestar se fuera, pero al abrirlos fue peor.

Ahora mi mano temblaba, no podía sostener el lápiz.

Dejándolo sobre el libro de matemáticas, puse una de mis manos en la nuca moviendo esta de forma circular.

- Debo estar cansado – me mentí

Me levanté para darme una ducha antes de dormir.

Dirigiéndome hacia el baño continuaba mi malestar, en algunos momentos la vista se normalizaba en otro no. El dolor constante de cabeza me traía cansado.

Comencé a desvestirme para darme cuenta de la verdad.

Al retirar mi camisa pude apreciar una mancha en mi pecho.

Esta era roja, como si me hubieran golpeado, como si fuera un moretón.

Como si el darme cuenta de ella hubiera activado aquel dolor infernal en todo mi cuerpo.

Era tan fuerte que proferí un ligero gemido de dolor. Apoyando mi mano en aquella mancha me arrodille en el piso.

Al parecer mi madre me había escuchado por lo cual se acercó a la puerta y me preguntó.

- Kuminitsu¿te encuentras bien?

- Hai (si)… - mentí nuevamente intentando ponerme de pie. – no ha pasado nada, Oka-san

- Esta bien, cualquier cosa que necesites me avisas.

- Arigato.

Escuché los pasos de mi madre alejarse, mientras yo me adentraba a la ducha.

Y es acá cuando pienso que el hecho de estar vivo es algunas veces una tortura,

Tratando siempre de buscar una razón para seguir vivo

Y de repente darte cuenta que por más que llegue una, existe algo que te lo arrebata por completo.

- Mañana iré al medico – me dije a mi mismo mientras observaba aquella mancha roja. Pero en ese mismo instante me acordé.

- Fuji – pronuncié su nombre al acordarme de que mañana tenía una cita con él.

Pensé en llamarlo para posponerla, pero no quise, no quería, quería verlo, quería decirle lo que sentía, ya había esperado mucho tiempo, tenía que decírselo.

Lo había decidido una ves que se lo digiera, iría al doctor.

O al menos eso era lo que esperaba hacer…

Pero nuevamente el destino me jugó una mala jugada.

Un nuevo día y para mí era el comienzo de lo que nosotros llamamos "agonía"

Uno se conoce mejor que nadie y es por eso que nosotros somos los primeros en saber cuando las cosas no andan bien con uno mismo.

Ese día aparentaba ser el Tezuka Kunimitsu de siempre, el muchacho perfecto en todas las materias, el capitán del equipo del Seigaku, el compañero de clases responsable.

Pero solo yo sabía que todo aquello era una mentira, creada por mi mismo, para que nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo conmigo.

Las clases habían terminado, no sabía porque pero estaba ansioso.

A lo mejor el hecho de que hoy le declararía el amor que sentía por aquella persona me devolvía las esperanzas de vivir nuevamente.

Como tenía que conversar con la entrenadora del equipo, le dije que se adelantara y me esperara en aquel parque que quedaba cerca del colegio.

Haciéndome caso, me espero en ese lugar.

Fuji ignoraba por completo que ese día, se quedaría esperando a una persona que nunca llegaría a aquella cita.

Terminando de hablar con la entrenadora, me dirigí hacia el lugar indicado, en mi mente pensaba las palabras correctas que utilizaría, pero algo me impidió concretar todo aquello que planeaba.

Algunas veces la vida de la gente desaparece de repente.

No estoy seguro de porque.

A veces todos los restos son una mancha de sangre que sólo puedo ver, con un sentimiento vago que se parece el dolor

De golpe sentí como mi vista nuevamente se nublaba, y aquella mancha que se encontraba en mi pecho había extendido su dolor por todo mi cuerpo.

Era una sensación de mil agujas saliendo por todo mi cuerpo, desde lo más profundo de este, traspasando mis músculos, logrando romper mi piel.

El dolor en mi corazón era horrendo, agarré mi pecho con mi mano derecha presionándola fuertemente sobre mí, mientras que con la otra me apoyaba en la pared, no lograba distinguir nada, mi visión era borrosa, y mi cabeza gritaba de dolor.

Caí de rodillas, involuntariamente.

Párate, tienes que ir a donde se encuentra él, te está esperando, ponte de pie.

Me decía a mi mismo una y otra vez, pero mi cuerpo no hacía caso a mis ordenes, de repente un par de lagrimas salieron de mis ojos junto con un grito desesperando antes de caer inconciente al suelo.

Perdóname… Fuji.

No importa que tan fuerte seamos, al fin y al cabo no podemos proteger a nadie.

Cuando pienso en esto, no puedo evitar sentirme impotente.

Si el destino es una rueda entonces somos la arena que es aplastada entre los dientes.


Bueno he aquí otra más de mis creaciones, hace tiempo quería escribir algo, pero como que ando media escasa de inspiración, espero que con esto me vuelva nuevamente jjejejee.

Bueno explicaré el contenido de este fic. No va a ser tan largo ya que la tematica no da para eso, pero si alenos mostraré los sentimientos tanto de Fuji como de Tezuka.

ahora quise que tezuka fuera el que se enfermara, ya que por más que leo fic de estos dos, es el pobre de fuji quien siempre termina enfermito o se muere ajajaja.

Weno espero que la idea sea aceptada y me digan que opinan de esto, si quieren puedo continuarlo tanto como ustedes lo pidan.

muchas gracias de ante mano. humildemente la autora.

Akatsuki Kou.