¡Hola, gente!
¡Felíz mes de Octubre y os deseo un horripilante día 31! owo
Este fic entra en el reto noveno de Halloween de Caldo Toothcup para el Alma.
Siguiendo las normas escogí una película de terror para coger una frase de dicha película y así usarla en mi escrito. La película que escogí para este fic es Mamá, no se si la visteis o no, pero sin duda tiene su firma en la historia se note o no. En el caso de que la vierais, aquí Toothless es una versión dragón de Mamá e Hiccup es una Lilly en chico.
Por cuestiones de tamaño, mi one shoot ha sido dividido en tres capítulos. Presento cada uno como respuestas sin relación alguna. Aunque es obvio que el segundo es una continuación del primero.
En esta historia son protagonistas los personajes originales de los libros pero en el segundo cap se podrá reconocer una escena de HTTYD 1 y en el tercer cap una escena de HTTYD 2.
Advierto: Ghost! Adult! Book! Toothless y Reincarnation! Teenager! Book! Hiccup. Habrá algún que otro asesinato por aquí y allá... Ah, e Hiccup padece problemas psicológicos que le hacen imaginar cosas... o no B)... xD En realidad, no da miedo... (¿pero qué especial de Halloween lo da?) Habiéndote advertido lees bajo tus riesgos.
— LEYENDA URBANA —
1
"Un fantasma es una emoción torcida condenada a repetirse a sí misma, una y otra vez, hasta corregir el mal que fue hecho" - Mamá.
Era 31 de Octubre.
Cualquier persona corriente lo tenía libre.
Pero él, aunque totalmente normal hasta el aburrimiento, no fue dotado de una vida corriente.
Y el hecho de que estuviera sentado en la cama de un hotel que desconocía, esperando a ver como la hora de su móvil cambiaba de 23:59 a 00:00 lo demostraba.
— Felíz hora bruja de la noche maldita —susurró para si mismo, su acento sueco notandose en cada palabra, en tono apagado, dejando en claro que también era un rarito—. Ojalá ese dragón me mate.
También era la noche que separaba un día de excursión de otro. Para él, esas eran las peores noches. Tener que dormir en un lugar desconocido rodeado de los compañeros de clase que no paran de hacerte bullyn desde primaria nunca es plato de buen gusto.
A pesar de sus palabras, y que no creía en los cuentos de brujas, se arrebujo entre las frías mantas dándoles calor y esperando que nada estuviera escondido entre las sombras. Se peino su corto y rebelde cabello pelirrojo hacía atrás y como pudó lo mantuvo así. No sería la primera vez que despertaba somnoliento y confundía su propio pelo con sangre. Le avergonzaban los gritos que salían de su boca en esas situaciones. Cerró los ojos, fingiendo estar en su habitación de siempre, pero había un maldito y pedante ruido que no le dejaba dormir.
Fiiiii Fiiiii Fiiiii Fiiiii
¡Mierda!
Se levantó de un sopetón y abrió la ventana, donde creía que venía el ruido. El viento fresco de Octubre le acarició la cara. Pero no fue eso lo que le hizó abrir la boca en sorpresa.
Las aburridas ruinas de Berk, la aldea vikinga que habían visitado aquel día, se veían nada aburridas bajo la luz de la luna. Eran... hermosas. No podía apartar su vista. Se sentía como hechizado por ellas.
— ¿Qué mal puede hacerme si salgo ahí fuera por un momento? —se preguntó a si mismo, y al no encontrar respuesta, decidió ir.
Tardó muy poco en vestirse y salir por la escalera de incendios. Sus deportivas vibraron con solo pisar la hierba tan verde como sus ojos. Él no le dió importancia.
El solo pasar cerca del primer escombro de madera podrida que en otrora fue una casa, hizo que su corazón sufriera un apretón que le dio ganas de llorar. Un silencio sepulcral que no pudo comprender, similar al que sentía cada vez que veía un coche fúnebre pasar por la calle, lo arrolló y paseo entre los destrozos del tiempo como un alma sin vida.
Los vikingos tenían su encanto, él se reconoció a si mismo, al igual que romanos o piratas, pero nunca habría aceptado venir a este lugar si no fuera por las palabras "Dragón Fantasma". Lo admitía, tenía debilidad por esos seres mitológicos. Y cuando estudiaron a los vikingos en clase sacó un diez gracias a todas las leyendas que los ligaban con los dragones. Falsas todas, obviamente.
Sobretodo había una sobre un temible dragón que recibió el mayor golpe de su vida cuando su gran amigo vikingo, que vivia en Berk, murió. Ahora su fantasma vagaba por el bosque cuidando del lugar, y como a alguien se le ocurriera cambiar un solo hierbajo lo mataba.
Y justo en ese momento en que lo recordó apoyó la mano en un montón de piedras que en otrora fueron una fuente y unas cuantas calleron al suelo. Él podía jurar que había escuchado un rugido que había movido los árboles cercanos, se tenso enseguida y se olvido de como se respira por un momento. Se relajó cuando no escuchó nada y decidió que solo había sido su enferma imaginación.
Aun así decidió mirar a otra parte para calmar sus palpitaciones que demostraban cuán asustado que estaba.
— No es real —susurró—, no es...
Y las lágrimas ahogaron su última palabra. Arriba, en lo alto de una colina, presidiendo la aldea, una casa. La que había sido hogar de los jefes o reyes de Berk. Su visión le había hecho llorar sin ninguna estúpida razón.
Antes de pensarlo, sus pies caminaban hacía la entrada de la casa como en un sueño.
"Es lo más cerca de lo que podré estar nunca de la realeza" —pensaba.
— Bien, ya estoy aquí —dijó bien alto y claro ante la puerta.
Tomó el pomo con su mano izquierda, la que usaba prácticamente para todo, y un montón de visiones atacaron su mente, demasiado rápido como para distinguir lo que eran.
Respiró nervioso, el brazo le temblaba y no era capaz de abrir la puerta.
— Los fantasmas... —escuchó una voz que procedía de ninguna parte. Tragó saliva. Solo eran sus problemas mentales. Solo eso—. Un fantasma es una emoción torcida condenada a repetirse a sí misma, una y otra vez, hasta corregir el mal que fue hecho.
"¿El mal que fue hecho?" —no pudó evitar pensar antes de que la puerta se abriera hacía dentro y lo arrastrara consigo tras un sonoro portazo.
Y esa fue la última vez que alguien vió al Hiccup normalucho y corriente.
