Los personajes de Saint Seiya The lost Canvas, Clasico, Next Dimension y Omega no me pertenecen.
Continuación de "El principe Escorpion: Memoria perdida".
Tienen que haber leído ese fic completo para entender este.
El peso de la corona.
Milo cargaba con un regusto amargo luego de ordenar la muerte del general Cardinale, por alta traición a la corona de Antares y asesinato del ex general Aldebarán Taurent, desde hacía días que no dormía como era debido. Se levantaba sudando frió, recordando la imagen del general traidor pendiendo de la soga que le había dado muerte.
Su padre, el emperador Kardia I de Antares, le había dicho que no todas las decisiones eran fáciles... Que podrían parecer al principio algo "sencillo", pero que luego te generaban cierto malestar a pesar de saber que habías hecho lo correcto.
Estaba en ese momento, en el ala que solo se reservaba para el emperador y sus invitados actuales. Había escuchado por ahí, que se andaba rumoreando que el heredero al trono, él, andaba por el castillo. En más de una ocasión se vio tentado en dejar libre una risa nerviosa cuando escuchaba a las criadas o soldados soltar ese pequeño cotilleo.
-Milo- Al mirar se topó con Saga, quien vestía la armadura de Antares para aparentar ser un soldado más y no un leal teniente del rey de Cancro que estaba de incógnito. -¿Te sucede algo?
-Siendo honesto, me llama la atención que un espía tan bueno... Me pregunte algo que es tan obvio-el otro sonrió de medio lado- siento un regusto amargo desde hace días, la muerte de ese traidor...
-Tomar decisiones no es algo fácil.- Saga se recargo en la barandilla y miro al joven- Ten en cuenta eso cuando asumas al trono. -El chico dejo salir un suspiro lentamente- ¿Sucede algo?
-Siento que mis deberes, me comenzaran a pesar... y no estoy acostumbrado a este tipo de cosas- Dejo salir un suspiro- Ahora entiendo por qué Camus decía que yo no sabía lo que era realmente la vida de príncipe...
-Milo, es mejor que lo aprendas ahora que eres un adulto...-El espía le miro- antes que te agobiaran con todas esas cuando eras niño... -Milo sonrió de medio lado, no había tenido una mala infancia si se quitaba el hecho que estuvo gran parte de su vida viviendo alejado del mundo.
-Príncipe Milo-Regulus se le acerco vistiendo ropas de soldado, como ya tenía edad... Pues opto por seguir una carrera militar como su padre y su tío- El emperador solicita su presencia, la orden es que vaya enseguida.
-Regulus...-El chico le miro algo molesto- tanto tú, como Yato, Jabu y Geist tienen prohibido decirme "príncipe" o "alteza"-el otro sonrió.
-Su padre le espera.-repitió, omitiendo decir palabra alguna. Milo se colocó el casco de la armadura y se acomodó la estola antes de abandonar el balcón y entrar al palacio.- ¿No te parece que últimamente anda muy irritable?
-Tiene que comenzar a comportarse como príncipe- Saga regreso su mirada a los jardines, pensando en su hogar- Eso lo tiene irritable, tiene que olvidar su forma de ser para comenzar a ser lo que es...
-Lo entiendo- el chico se recargo en el pasa manos- mi padre me lo dijo, Milo ya no puede ser siempre Milo-dejo salir un suspiro- Ahora es el príncipe de Antares y debe comportarse como tal...
Despacho del emperador.
Apenas vio lo que reposaba sobre el escritorio de su padre, sintió que el corazón se le detenía. Su padre estaba sentado al otro lado del mueble, leyendo y firmando (para no perder costumbre) los papeles relacionados con el Imperio de Antares.
-Como ya la viste, te has de hacer una idea para que te llame.
-Padre, tienes formas muy sutiles de hacerme saber las cosas. -El hombre le miro de reojo y luego le tendió unos papeles- ¿por qué me los das?
-Me ayudaras con los deberes del reino... Luego te diré que tiene que ver la presencia de esto- indico lo que había llamado la atención a su hijo- y los papeles.
Luego de pasar varias horas leyendo papeles, de entender la otra cara de la vida del emperador, sus ojos comenzaban a doler y el sol comenzaba a ocultarse lentamente. Teniendo la luz del sol, de un característico anaranjado entrando por los grandes ventanales. Su padre opto por romper el silencio, mientras leí lo que Milo había firmado y colocado el sello del imperio.
-Me estoy muriendo.-El chico alzo la mirada y observo alarmado a su padre, que no dejaba de leer lo que su hijo había revisado- Calvera lo ha confirmado, sabía que ese veneno maldito tarde o temprano terminaría lo que había empezado cuando tenía 16... Le debo a Degel mis últimos 30 años de vida... -Sonrió de lado.
-Papá... -Milo estaba deseando que su padre dijera que era una broma.
-Milo, tarde o temprano el veneno maldito volvería a joderme. -El hombre le miro- jamás dejo mi cuerpo, he tenido que vivir con él todos estos años... Los últimos 30 años, los viví con veneno corriendo por mi cuerpo y arruinando mi corazón.- Se levantó y se colocó junto su hijo.- Los últimos 30 años, los he dedicado a mi pueblo y mi único hijo... Diciéndome que aún no era tiempo. -Abrazo al muchacho, que comenzaba a llorar- No te había dicho antes, de mi estado porque no quería que tu todos los días despertaras preguntándote si ese día pasaría lo que no podrás evitar... -El chico recargo su cabeza en el pecho de su padre y lo escucho, el latido. Ya no era el mismo.- Milo, tranquilo...-El emperador comenzó a acariciar la cabellera de su hijo- no llores, de nada te sirve derramar esas lágrimas.
-Cómo puedes ser tan cínico...-gruño el chico, para luego mirarle a los ojos- Como puedes estar tan tranquilo, cuando me acabas de decir que te morirás...
-Hijo -El hombre se recargo en el escritorio y tomo el objeto que reposaba en este- ¿Te crees que para mí es fácil verte así de destruido? Por eso no te mire a los ojos cuando te lo dije -El hombre comenzó a deslizar una mano, con cuidado, por la mejilla y llevarse las lágrimas de su hijo.- Te lo digo, para que estés preparado... Aunque sé que eso es imposible -dejo salir lentamente un suspiro- Solo quiero que mi fallecimiento, no te tome de imprevisto.
-Puedes vivir, muchos meses más... -El chico le miro a los ojos con una expresión casi de súplica- Vas a vivir mucho más y veras como te lleno de nietos... -El emperador sonrió, mientras tomaba a su hijo del mentón y le sonreía con cariño.- Viviste 30 años, a pesar de tener veneno en tu cuerpo... Hiciste grandes cosas, a pesar de todo ello...-los ojos se le volvieron a anegar de lágrimas.- vivirás otros tantos años y me veras casado... veras a tus nietos correr y montar a caballo... -cerro los ojos- Vivirás y veras todo ello...
-Hijo... -el emperador le sonrió con aire paternal- Ya es hora...- tomo el objeto con cuidado y lo deposito en la sien de Milo- que el príncipe, mi heredero, se dé a conocer. -Le limpio las lágrimas con el borde la manga de su túnica- No es una buena señal, de que el príncipe de Antares se presente con los ojos llenos de lágrimas...
-¿Y que el emperador haga llorar a su hijo es una buena señal? -Kardia sonrió, con ternura, mientras limpiaba las lágrimas.
-Perdóname, pero tenía que decírtelo... No quería que... en caso de fallecer mañana, te tomara por sorpresa- El emperador dejo el escritorio- Prefiero que mi hijo siempre este prevenido... -El chico se levantó del lugar donde estaba y se limpió lo que quedaba de las lágrimas.
-Me harás aparecer llevando la corona.-Milo le miro- ¿Quienes estarán presentes?
-Sorpresa mi querido hijo... Sorpresa- Informo el emperador, con una amable sonrisa- Ves esta -le mostró un fino aro de oro con una pequeña gema azul.- Tienes que llevar ahora, esa es para las fiestas -El chico se quitó la corona de oro con Turmalinas de color turquesas y la deposito en el escritorio de su padre. Este se acercó y le coloco la otra, para luego besarle la frente.- Eres lo mejor que me ha pasado. -Tomo la corona con zafiros y le guardado, bajo llave, en uno de los cajones de su escritorio.
-¿Que te traes entre manos? Viejo zorro -Pregunto al fin Milo.
Si la vida de su padre podría extinguirse mañana, prefería fingir como si nada pasara y disfrutar (como siempre) cada minuto a su lado.
-Ya verás... Ya verás -Le sonrió su padre, mientras se colocaba la corona y se dirigía a la puerta. -Veamos qué cara ponen los guardias cuando vean que dejaron pasar al príncipe... -Milo sonrió, pensando en la sorpresa que habría en el rostro de los guardias cuando vieran que el soldado, que miraron con desconfianza, no era otro más que el futuro emperador.
Continuara.
Este fic va dedicado a mi estimada Leoncita.
Que me soporta cada una de mis ideas descabelladas fielmente.
PD: No me pude resistir, tenia que hacerles llorar desde el comienzo.
