Hola amigos, ¿cómo están? Nuevamente feliz de saludarlos con esta nueva historia que a decir verdad no tenía planes de hacer algo así pero ya ven, cuando la inspiración llega simplemente hay que obedecer. Esta historia contendrá de protagonistas a dos personajes que quizás nunca nos hubiésemos imaginado en el mismo escenario; Billy Coen y Sheva Alomar. De Sheva creo que ya no debe sorprenderles que la incluya siempre en mis fics, pero de Billy confieso que allí si fue un golpe de inspiración, influido muy seriamente por la historia de RESIDENT EVIL ORIGINS en donde soy partícipe y leí la historia de CMosser dedicada precisamente a este personaje y qué les digo, me enamoré. En serio, muy recomendable, lean a CMosser.
En fin, moría de ganas por publicar esta historia y aquí va.
Antes que nada, agradezco inmensamente a Polatrixu por si buena disposición y apoyo a esta historia como Beta Reader oficial, a los chicos del foro RESIDENT EVIL BEHIND THE HORROR y por supuesto a Addie Redfield, GeishaPax y Zhines, por siempre apoyarme en mis locuras.
Sin más preámbulo, espero que disfruten este pequeño inicio y les deje un buen sabor de boca. Así que, ¡a leer!
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: RESIDENT EVIL Y SUS PERSONAJES PERTENECEN A CAPCOM, SOLO LA TRAMA E IDEAS ORIGINALES DE ESTA HISTORIA ME PERTENECEN. ESTE RELATO SE ESCRIBE SIN ÁNIMO DE LUCRO.
SEMPITERNO
CAPÍTULO 1: 1994
El hedor intenso de químicos extraños y carne quemada impregnaba el ambiente. Tumbado en el suelo tal y como estaba, sólo lograba distinguir la columna de humo que inundaba la tratadora y los almacenes, cadáveres de personas cubiertos de sangre y arena, mucha arena, señal de que el implacable desierto no olvidaría éste día. La contingencia ya era muy difícil de detener, así que lo único que podía hacerse era eliminar a los testigos y fingir que todo había sido un accidente. Saber demasiado se convirtió en una sentencia de muerte. Pero él, se negaba rotundamente a ser parte de esa masacre. Billy Coen, Teniente de Marines de los Estados Unidos era un militar que al igual que su padre, el Coronel William Coen, lucharía hasta el final por servir a su prójimo peleando con honor. Cuando miró que uno de sus compañeros disparó sin piedad con el fusil de asalto a un par de obreros que suplicaban clemencia, ya había tomado una decisión; preferiría morir como un héroe a vivir como un asesino.
Retomando fuerzas, se levantó del suelo como un resorte y desafiando órdenes se dirigió hacia la parte trasera de la Planta 57 de Umbrella para ayudar a evacuar a algunos de los trabajadores que aún tenían oportunidad de escapar. Apoyado de su fuerza logró abrir de una patada un acceso que se encontraba bloqueado y llamó con las manos a un pequeño grupo de gente que estaba aterrorizada ocultándose en un rincón. Cuando estos supieron que las intenciones de Billy eran buenas salieron huyendo por la pequeña puerta, sin detenerse siquiera a mirar atrás. Pasaron varios minutos en los que el teniente norteamericano ayudó a varias de las personas que se encontraban en su radio de visión, y ahora era el momento de salir pitando de allí, pero antes de su escape logró divisar algo más; un par de guardias apuntaban con unas carabinas enormes a una niña pequeña que paralizada por el miedo yacía pecho tierra, mirando aterrada a los que la amenazaban.
Suficiente, no iba a permitir más atropellos.
Cargando su rifle, se aproximó unos metros atrás de dónde estaban los vigilantes y utilizando su brillante puntería abrió fuego contra ellos, desplomándolos en el suelo, cayendo muertos al instante. Corrió enseguida a donde la pequeña, que aún sin comprender nada, miraba los cuerpos que sangraban ante ella y cubriéndose la cabeza trató de protegerse del teniente que se acercó.
—¿Estás bien? —Preguntó Coen examinándola de manera rápida.
La infante no entendió nada de lo que el soldado le había preguntado, Billy inmediatamente supo que no hablaban el mismo idioma. Se quedó unos segundos meditando el cómo podía establecer comunicación con la pequeña, que no se percató del instante en que descubrió su rostro de las manos diminutas mirando fijamente el tatuaje de su hombro derecho.
—Veo que esos monstruos no te lastimaron.—Dijo cuando comprobó que la menor no tenía ningún daño.
Ella en cambio, ahora pasaba del miedo a una extraña curiosidad respecto aquel hombre que la había salvado minutos antes. Pero la tranquilidad sólo había durado un suspiro. Los militares que estaban dentro de la planta descubrieron su hazaña y ahora su vida y la de la chiquilla corrían peligro nuevamente. La niña inmediatamente se dio cuenta de ello y clavó sus ojos avellanas en la mirada marrón del teniente como pidiendo su ayuda otra vez.
—No es seguro que estés aquí, linda.—Expresó colgando su rifle en el hombro, sabía que iba a luchar.
De repente un grito lejano hizo que ambos voltearan a su flanco izquierdo.
—¡Sheva!—Gritó uno de los sujetos a los que Billy había ayudado a escapar.
Al parecer la chiquilla reconocía al hombre que la señalaba, llamándola alzando las manos, y el teniente norteamericano supuso que lo conocía y que quizás el nombre de la niñita era Sheva.
—Vete. —Ordenó él a la infante, indicándole con una seña que debía marcharse ya de allí.
La pequeña, con la gratitud expresa en sus ojos color avellana se fue corriendo ante la amenaza inminente de los otros adultos, con el teniente Coen cuidándole las espaldas de sus captores, verificando que huyera con los demás, muy lejos y a salvo. Miró que la niña llevaba un pequeño objeto cargando en sus manitas, y que en ese momento no le tomó mayor relevancia.
Años más tarde entendería porque era importante recordarlo.
