¡Hola!
Lo primero de todo, quiero dejar claro que no soy la autora original de esta historia – es una traducción de la fantástica historia escrita por thatsoravenclaw. La original aún no está terminada, pero he pedido permiso a la autora para traducir, por lo que solo yo estoy autorizada para publicar esta historia traducida al castellano.
Si sabéis inglés os recomiendo que visitéis su perfil, todo lo que escribe son maravillas. Podéis encontrarlo entre mis autores favoritos en mi perfil.
Hay un fragmento al inicio de este capítulo extraído directamente del séptimo libro, por lo que aclaro que no hay ninguna intención ni por mi parte ni por parte de la autora original de infringir copyright; la historia comienza en ese momento y es por eso por lo que se ha utilizado ese fragmento.
Sin más, espero que disfrutéis de la historia.
1989
CHAPTER ONE
El fragor de la batalla se apagó en cuanto traspusieron el umbral y cerraron la puerta detrás de ellos; todo quedó en silencio. Se hallaban en un recinto del tamaño de una catedral que encerraba una ciudad entera de altísimas torres formadas por objetos que miles de alumnos, ya muertos, habían escondido en aquel lugar.
–¿Y no se dio cuenta de que cualquiera podía entrar aquí? –preguntó Ron, y su voz resonó en el silencio.
–Creyó que era el único capaz de hacerlo – repuso Harry–. Pero, desgraciadamente para él, yo también necesité esconder una cosa en mi época de... Por aquí –indicó–. Me parece que está ahí abajo.
Pasó por delante del trol disecado y el armario evanescente que Draco había reparado el año anterior con tan desastrosas consecuencias, pero se desorientó ante tantos callejones flanqueados por muros de chatarra; no recordaba por dónde tenía que ir...
– ¡Accio diadema! –gritó Hermione a la desesperada, pero la diadema no apareció volando. Al parecer, aquella sala, como la cámara de Gringotts, no iba a entregarles sus objetos ocultos tan fácilmente.
–Separémonos –propuso Harry–. Buscad un busto de piedra de un anciano con peluca y diadema. Lo puse encima de un armario, no puede estar muy lejos de aquí...
Echaron a correr por callejones adyacentes; Hermione oía los pasos de Ron y Harry resonando entre las altísimas montañas de chatarra formadas por botellas, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates...
«Tiene que estar por aquí –se dijo–. Por aquí... por aquí...»
Se adentraba más y más en el laberinto buscando objetos que como el que Harry había descrito. Oía el ruido de su propia respiración, hasta que de pronto tuvo la sensación de que hasta el alma le temblaba. Allí estaba, justo delante de ella: el viejo y estropeado armario donde Harry dijo que había escondido su antiguo libro de Pociones; y encima del mueble, el mago de piedra gastada con una peluca vieja y polvorienta y una antigua diadema descolorida.
Ya había estirado un brazo, aunque todavía estaba a tres metros del armario, cuando una voz dijo a sus espaldas:
–¡Quieta, Granger!
La muchacha se detuvo tras dar un patinazo y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban de pie detrás de ella, hombro con hombro, apuntándola con sus varitas. Por el espacio que quedaba entre sus burlonas caras, entrevió a Draco Malfoy.
–Pero qué tenemos aquí… –dijo Malfoy apuntándola con su varita mientras se abría paso entre sus dos secuaces.
Hermione tanteó detrás de ella y agarró el primer objeto que sus dedos pudieron tocar antes de ponerlo frente a ella. Miró hacia abajo para descubrir que lo que había cogido no era nada más que un pequeño libro titulado "La historia de los animales con magia".
–Tan solo es un libro, chicos – respondió intentando sonar convincente.
–¿Quién necesita un estúpido libro para sangre-sucia? – preguntó Crabbe mientras daba un paso hacia ella.
Hermione levantó su varita, apuntado directamente hacia él. No se iba a dejar derrotar sin luchar primero; ni siquiera cuando eran tres contra una.
–He oído que había un libro por aquí que podría ser muy útil para derrotar a su maldita serpiente.
–¿Qué hay de la dadema de la que Potter hablaba mientras estábamos bajo el encantamiento desilusionador fuera? – Goyle se giró para preguntar a Malfoy – ¿Es "dadema" un nombre en clave para "libro"?
–No, idiota. Es un tipo de corona – dijo Malfoy, sacudiendo la cabeza ante la estupidez de sus amigos.
Hermione hizo una mueca, derrotada, y vio la mirada de triunfo que cruzó el rostro de Draco; sabía que habían pillado su mentira. Su única esperanza de engañarles se había esfumado, y su única opción ahora era vencerlos en un duelo.
–Bueno, bueno, Granger… Parece que esta noche se te ha acabado la suerte – dijo Malfoy con una sonrisa satisfecha. –. Ahora entrega la diadema.
–No la he encontrado todavía – intentó mentir de nuevo –. Estaba a punto de comprobar esta alacena cuando habéis aparecido los tres. Espero que Ron y Harry estén teniendo más suerte que yo.
Los ojos de Malfoy brillaron al vislumbrar la diadema llena de joyas detrás de ella, y de nuevo, Hermione supo que la habían pillado en una mentira.
–Id y encontrad a Potter y la comadreja. No pueden estar muy lejos de aquí – ordenó Draco a Crabbe y Goyle mientras una sonrisa siniestra se esparcía en sus labios; sus ojos nunca abandonando los de ella –. Quiero encargarme de Granger personalmente.
Hermione vio Crabbe y Goyle asentían conformes y se giraban para volver en la misma dirección de la que habían llegado. Esperó a que los dos trogloditas hubieran desaparecido completamente antes de actuar. En un rápido movimiento, agarró la diadema de encima de la cabeza del busto de piedra y lanzó un maleficio en dirección a su oponente para distraerle. Su varita no dejó de apuntar al pecho de Malfoy ni un segundo mientras se alejaba en dirección a una especie de pasillo; o lo más parecido a uno que había dentro de esa habitación. Sus posibilidades de escapar de ahí y de vuelta con sus amigos eran más altas ahora que sólo era ella contra Malfoy.
Tan pronto como se movió, Malfoy esquivó su maleficio y lanzó una hacia ella, que bloqueó justo a tiempo.
–Estoy dolido, Granger – fingió mientras caminaba lentamente hacia ella, provocando que diera un paso atrás por cada paso adelante que él daba. – Por fin tenemos tiempo a solas y ya estás intentando deshacerte de mí. –lanzó otro hechizo mudo hacia ella que esquivó sin problemas esta vez.
–Vete al infierno, Malfoy – Hermione se vengó lanzando multitud de pájaros que él bloqueó fácilmente. Malfoy era mucho mejor batiéndose en duelo de lo que había sido unas semanas antes en la Mansión Malfoy. Debía de haber estado practicando muy duro después de decepcionar a Voldemort al dejarles escapar.
–¿Sabes, Granger? Desde el baile de Navidad en cuarto me he dado cuenta de lo guapa que eres en realidad… para ser una sangre-sucia, al menos – dijo mientras intentaba cerrar el espacio que había entre ellos; hechizos saliendo de la punta de sus varitas sin parar. –. Tal vez podemos acabar con toda esta pelea y llegar a algún tipo de acuerdo, en su lugar.
–No lo creo – Hermione escupió, asqueada. Tan solo el pensamiento de dejar que la tocara hacía que se encogiera en su sitio. Lanzó otros dos hechizos a modo de venganza como respuesta esta vez: uno hacia él, que lo bloqueó con facilidad; y otro a la gran estantería de libros detrás de él. La estantería se derrumbó y Malfoy tuvo que saltar fuera de su sitio para evitar que le diera.
La distracción funcionó, y con su enemigo fuera, Hermione comenzó a correr; adentrándose cada vez más en el laberinto de basura, y para su desgracia, alejándose de la salida también. Corrió y corrió, sin atreverse a parar ni un solo segundo al oír los pasos de Malfoy cada vez más cerca, tratando de alcanzarla. Su distracción tan solo le había proporcionado una pequeña ventaja y con las largas piernas de Malfoy, sabía que era cuestión de tiempo que la atrapara.
No pasó mucho tiempo antes de llegar a una bifurcación en el camino. Necesitaba tomar una decisión, y rápido; Malfoy cada vez estaba más cerca, pero ella no sabía qué dirección le daría una mayor ventaja.
Eligió ir por el pasillo de la derecha, esperando que tal vez ese camino la guiara finalmente hasta Harry, que había ido un pasillo más allá de ella antes. Tal vez, con un poco de suerte, esa bifurcación llevaba a una conexión entre los dos pasillos y se encontrarían de nuevo.
La suerte parecía que no estaba de su lado en ese momento.
Malfoy la había alcanzado y le lanzó un maleficio zancadilla a sus piernas antes de que ella tuviera tiempo de saber que estaba a la vista de Malfoy. Patinó por el suelo hasta que calló; el impacto provocando que su varita cayera golpeando con ruidosamente el suelo. El tiempo pareció ralentizarse mientras veía como su varita rodaba lejos y fuera de su alcance.
–Accio varita – Draco gritó al darse cuenta de su nuevo e indefenso estado.
Al mismo tiempo que tropezaba tratando de alcanzarla antes de que fuera muy tarde, la varita color vino de Hermione saltó por los aires directa al puño impaciente de Malfoy.
–Granger, Granger, Granger… – dijo triunfalmente, moviendo la varita entre sus dedos. – Me temo que no vas a recuperarla.
Ella se incorporó lentamente, tratando de no darle un motivo para maldecirla cuando se encontraba desarmada.
–Lo terminaré haciendo.
Su sonrisa de suficiencia creció mientras agarraba un extremo de la varita en cada mano y lo alzaba en sus narices.
–No si hago esto.
Sus ojos se abrieron con asombro al darse cuenta de sus intenciones, y una mirada de horror se colocó en sus ojos.
–¡No! ¡No lo hagas! – gritó levantando una mano delante de ella.
Pero era demasiado tarde; se escuchó un crujido reconocible cuando rompió su varita en dos, seguido de unos golpes sordos después de que lanzara los pedazos por encima de su hombro. Fue entonces cuando Malfoy empezó a reírse cruelmente de la mirada descorazonadora en la cara de Hermione.
–Se acabó, Granger. Ahora no hay manera de que me venzas sin una varita, y lo sabes – dijo mientras daba un paso hacia ella, con su varita alzada en forma de amenaza por si se le ocurría volver a escaparse. –. Ahora entrégame esa diadema.
Varias lágrimas se escaparon de las esquinas de sus ojos ante la pérdida de su objeto más preciado, pero levantó la diadema en gesto de derrota.
Malfoy comenzó a acercarse a ella de nuevo, victorioso. Era obvio que creía que la pelea se había acabado y que él realmente había ganado. En ese momento, Hermione se dio cuenta de que él estaba bajando la guardia mientras se acercaba a ella. Ahora parecía más concentrado en la diadema que en ella; claramente, no se daba cuenta de que incluso sin una varita, ella seguía siendo más inteligente que él.
Y ese fue el momento en el que Hermione actuó.
Tomando ventaja ante su obvia falta de concentración, lanzó la diadema todo lo lejos que pudo por encima del hombro de Malfoy, esperando que él corriera detrás de la diadema en lugar de ella. Tal vez si conseguía alcanzar a Harry o Ron, podrían pararle antes de que le devolviera la diadema a Voldemort.
Para su deleite, los ojos de Malfoy siguieron la trayectoria de la diadema en lugar de fijarse en ella. Aprovechando el momento como otra ventaja, agarró el arma más próxima que encontró, una vieja escoba, y le golpeó tan fuerte como pudo en el estómago. El impacto le hizo doblarse por la mitad del dolor, y con esta nueva oportunidad de escapar, comenzó a correr de nuevo.
Corría cada vez más rápido, navegando entre las torres de pertenencias olvidadas durante mucho tiempo. Corría cada vez más rápido, hasta que se encontró con una sólida pared. Hermione se quedó congelada en el sitio al verla. La bifurcación que había tomado con la esperanza de reencontrarse con uno de sus amigos había resultado ser un callejón sin salida.
Se acercó a la pared, despacio, tocándola ligeramente con sus dedos al alcanzarla.
–¡No! – gritó chocando su mano contra la pared; enfadada, pues su intento de huida había sido truncado de nuevo.
El pánico comenzó a instalarse en su interior cuando se dio cuenta de que podía oír los pasos furiosos de Malfoy a lo lejos. No había duda de que ahora sí la iba a atrapar, y sin varita no tenía muchas opciones para pararle. La manera sugerente en la que se había dirigido a ella unos minutos antes solo la hizo sentirse más inquieta ante su actual situación. Tenía que haber algo que pudiese utilizar para intentar derrotarle.
Miró a su alrededor rápidamente pero muy atenta, pues Malfoy no tardaría mucho en encontrarla. Pudo ver copas, velas, un gran caldero con moho por encima, varios libros sobre diferentes temas, y otros varios objetos inútiles. Nada parecía poder ayudarla a escapar de ahí y reencontrarse con sus amigos.
Justo cuando pensaba en esconderse bajo un montón de escombros, finalmente vio algo que podría servirle. Contra una de las estanterías delante de ella se encontraba un enorme escritorio tradicional que estaba repleto de multitud de objetos. Uno de ellos era algo con lo que ella estaba muy familiarizada.
Junto a un gran diccionario se encontraba lo que muchos estudiantes creerían que era tan solo un simple collar de oro, pero que en realidad era un objeto mágico muy poco común que Hermione había usado muchas veces antes. Un objeto que ella creía que había sido totalmente destruido tan solo dos años antes.
Este objeto no era un simple collar, para nada… era un giratiempo.
Suspirando con alivio comenzó a caminar rápidamente para cogerlo; su intención era ir tan solo unos minutos atrás en el tiempo. Si pudiera llegar a su varita antes de que Malfoy la destruyera, sería capaz de pararle. O tal vez podría esconderse hasta el momento en el que había lanzado la diadema, y podría recuperarla y llevársela a Harry o Ron antes de que Malfoy y los otros la atraparan de nuevo. De cualquier forma, esa parecía ser su única esperanza en ese momento.
Justo cuando estaba a pocos pasos de alcanzar el escritorio, sintió todo su cuerpo arrastrado hacia atrás y un afilado dolor en la cabeza. Se habría caído al suelo si no fuera por el mechón de pelo que su atacante había agarrado, tirando con fuerza de él. Un aullido de dolor escapó entre sus labios al tiempo que su espalda chocaba con fuerza contra un pecho firme, y de nuevo supo que había sido atrapada por su némesis de la infancia.
–Hablemos del acuerdo que mencioné antes… – dijo haciéndola girar sobre su cuerpo y acorralándola contra el gran escritorio de roble; sus dedos arrastrándose alrededor de su cuello – Si eres una buena chica y cooperas, puede que me quede contigo como premio personal en lugar de entregarte al Señor Tenebroso. – su otra mano se arrastró por su costado hasta acariciar su pecho por encima de la camiseta.
La manera en la que Malfoy dijo premio hizo que Hermione se estremeciera y arrugó la nariz, asqueada ante sus indecentes acciones.
– Prefiero enfrentarme a los cruccio de tu tía mil veces seguidas.
–Oh, Granger… – sonrió amenazadoramente mientras le daba un firme apretón a su pecho – Me lo voy a pasar tan bien enseñándote cuál es tu lugar…
Teniendo a Hermione sin varita y acorralada en una esquina, Draco volvió a bajar la guardia en cuanto se puso a tocarla; una vez más, cavando su propia tumba. Hermione usó todas sus fuerzas para darle un codazo lo más fuerte que pudo en el estómago antes de alzar la rodilla y golpearle la entrepierna. Fue lo único que se le ocurrió hacer sin la ayuda de su varita para defenderse, y por suerte él cayó al suelo retorciéndose de dolor.
Rápidamente agarró el giratiempo y se lanzó a correr todo rápido que pudo, colgándose la cadena del cuello sin parar ni un segundo. Era realmente increíble lo grande que era esa sala, y lo fácil que resultaba perderse entre las estanterías. Hermione trataba de girar el dial para ir diez minutos atrás en el tiempo cuando escuchó a Malfoy gritando detrás de ella.
Antes de que pudiera terminar los giros del dial, sintió como su cuerpo era golpeado de nuevo por el maleficio zancadilla. Y abajo cayó, dejando que el giratiempo chocara contra el suelo junto a ella.
