Este es mi segundo fanfic! no sabia como continuar el primero asi que hago este heheh

espero que os guste, y gracias por los reviews y los consejos.=)


No daba crédito a lo que oían mis oídos.

Temperance Brennan, mi mejor amiga del instituto, mi compañera de clase, a la que le contaba todos mis secretos, la que me consolaba cuando estaba triste, la que me sacaba una sonrisa cuando mi mundo se derrumbaba, la que me aceptaba tal como soy, no le importaba las gamberradas que hacía, ella sabía que era un buen chico, y al cabo del tiempo sacó ese buen chico que tenía dentro y me hizo mejor persona, la que siempre estaba ahí para los malos y buenos momentos, mi media naranja, mi alma gemela…

Después de tantos años me la volveré a encontrar.

Mi jefe, Cullen, dice que yo, agente especial Seeley Booth, trabajaré con la famosísima antropóloga forense, la Dr. Temperance Brennan, mi Tempe…

¡La volvería a ver! ¿¡Os lo podéis creer!? ¡Volvería a ver a Tempe!

Mi jefe me sacó de mis pensamientos ya que me había quedado en shock al oír el nombre de mi futura compañera de trabajo.

-¿Booth? ¿Me oyes? – dijo pasándome una mano delante de mi cara al ver que no reaccionaba. -¡BOOTH!- exclamó, entonces sí, volví a la realidad.

- Eh... lo siento señor me he sorprendido al saber con quién voy a trabajar, será todo un placer señor.- dije en tono profesional, intentando esconder la emoción que sentía en ese momento.

- Me alegro que la idea sea de su agrado agente. – dijo poniendo unos papeles de su mesa en orden.

-¿Bromea? – dejo de hacer lo que hacía para dirigirme una mirada de sorpresa- emm.. quiero decir… por supuesto señor.

- Le veo muy contento agente, acaso ha leído sus libros? No me hubiera imaginado que un agente como usted le gustaran los libros de antropología.

- No señor, no leo sus libros, bueno… puede que alguno, pero no es por eso. Fuimos compañeros de instituto, pero eso hace ya mucho tiempo. – dije un poco extrañado con la situación, no solía comentarle cosas sobre mi vida privada a mi jefe.

De repente sonó el teléfono de Cullen y me hizo un gesto para que esperara un momento.

Asentí con la cabeza.

-Director Cullen- dijo al descolgar el teléfono.

-¡Ah! Buenos días Dr. Brennan. - en ese instante miré fijamente a mi jefe y intenté escuchar su voz por la otra línea del teléfono pero no tuve éxito.

Cullen hizo una breve pausa antes de seguir hablando.

-Sí, por supuesto doctora, pasese cuando quiera, justamente ahora estoy con el agente que será su próximo compañero. – Hizo otra pausa, yo estaba escuchando atentamente.

-Ahora mismo si quiere. – mi cara se iluminó con solo pensar en que podría ver a mi Tempe ahora mismo y eso mi jefe lo notó.

-Claro, le esperaremos con impaciencia.

Se despidió y colgó el teléfono.

Le estaba interrogando con la mirada, harto que en ese breve espacio de tiempo no hubiera abierto la boca.

Al fin habló:

-La doctora Brennan está de camino agente. – una gran sonrisa apareció en mi rostro sin querer. – Espérela en su oficina, cuándo llegue hablaré unos minutos con ella y la llevaré a su despacho para que se conozcan, bueno, o que se vuelvan a ver. – se corrigió.

-Gracias señor. – dije saltando de la silla y dirigiéndome a mi oficina.

Entré por la puerta con gran entusiasmo, me senté en mi silla u me puse a esperar a Tempe con gran impaciencia.

Pasaron los minutos y no veía, cada segundo que pasaba me ponía más nervioso.

Me quité el saco, ya que por la emoción me olvidé sacarme-lo, u lo puse en el respaldo de la silla.

Aflojé un poco el nudo de mi corbata, me estaba asfixiando.

Miré el reloj, solo han pasado 5 minutos, 5 minutos que para mi fueron una eternidad.

¡Si tarda más estallaré! Sólo en pensar que de aquí poco la volvería a ver… mi corazón latía a 1000 por hora.

De repente un escalofrío me recorrió la espalda. Y si ella no me recordaba.

No me extrañaría, han pasado más de 10 años…pero no, no puede ser, después de acabar el curso nos mantuvimos en contacto durante un largo período de tiempo.

¿Pero y si ella igualmente no se acuerda de mí?...¿Qué haría?¿Tratarla como una auténtica desconocida?

No podía parar de darle vueltas al asunto.

Me levanté de la silla, hice la vuelta al escritorio y me senté en el. Aferré una de mis manos al borde de la mesa, tenía la sensación de no ser nadie en ese momento, muerto de miedo sobre lo que iba a suceder.

Me pasé la mano que tenía libre por la cara, intentando que con ese gesto se fueran todas las preocupaciones que sentía en ese preciso momento, pero no sirvió de mucha ayuda.

Me giré con delicadeza sobre mi mismo hasta tener en frente la mesa.

Me apoye en ella con las dos manos y hundí la cabeza entre mis hombros.

Alguien llamó a la puerta...


Continuará.....