Disclaimer: Todos los personajes y lugares son propiedad intelectual de J.K. Rowling. No saco ningún beneficio economico de esta historia, simplemente diversión.

Pareja: Harry Potter/ Draco Malfoy

Resumen: Hermione Granger, la escritora más exitosa de los últimos tiempos, sufre un ataque en una fiesta. Harry es asignado al caso y descubre, para su gran pesar, que el editor de su amiga, el famoso Draco Malfoy, está más implicado de lo que había pensado.

Avisos: Ignora completamente el epílogo de HP y las Reliquias de la Muerte.

N/A: Este fic fue escrito para el intercambio de Amigo Invisible de la comunidad de Livejournal "latorre" o "Medianoche en la Torre de Astronomía", como regalo para Princess Syry. Consta de cinco partes y un epílogo que ya están acabados y serán colgados durante los próximos días. ¡Disfrutad!


MALFOY´S CHOSEN

por Darkmoona

PARTE 1: EL ATAQUE

El característico olor a desinfectante le dijo que no estaba en la comodidad de su cama. Un punzante dolor de cabeza y náuseas se lo confirmaron. Entreabrió un ojo adormilado.

- ¡A buenas horas, Potter! Es curioso que siempre acabes en el hospital justo cuando te toca escribir el informe de algún caso. ¿No lo encuentras de lo más oportuno? - se giró hacia la cara risueña de su compañero y le contestó levantando el dedo corazón.

- Que te jodan, Michaels. - Cerró los ojos de nuevo. La cabeza le daba vueltas. ¿Qué había pasado?

- Siempre tan buen despertar. No sé por qué me molesto en esperar en vela media noche.

- Alan - suspiró - Ve a llamar a Susan, ¿quieres? No sé qué coño ha pasado pero la habitación me está dando vueltas.

- Vuelvo enseguida.

En silencio, Harry respiró profundamente un par de veces, tratando de detener la peonza que antes había sido su cerebro. Lo último que recordaba era una explosión y un dolor agudo en la cabeza, antes y después, todo estaba negro.

- Harry, querido, ¿no te dije que no quería verte hasta por lo menos finales de julio? - una pelirroja de expresión amable entró en la habitación, inmediatamente seguida por Alan.

- Susan - gimió Harry, lastimeramente - Poción primero, quejas después, por favor.

- Ay, ay, pobrecito, el enfermito... - la medimaga sacó del bolsillo de la bata una ampolla de un líquido violáceo desgraciadamente familiar. El olor le intensificó las náuseas. - Venga, menos drama, que sólo es un trago y ya está.

- Me temo que eso no ayuda - Alan le miró compasivamente e intercambiaron un escalofrío cómplice. - Si alguna vez tienes que probar ese brebaje nos entenderás. Venga Harry, que no se diga, de un trago.

Aunque absolutamente nauseabunda, era una auténtica bendición. Inmediatamente comenzó a sentir los efectos.

- Esta vez no ha sido nada - Susan sonrió y le entregó el alta - Sólo el golpe en la cabeza y el shock de la explosión, diría yo. Has tenido suerte.

- ¿Explosión? - Harry sacudió la cabeza - ¿Qué...?

- Mmm... Aún no ha terminado de hacer efecto. Pero por si acaso... - Susan sacó la varita e hizo un par de comprobaciones que Harry ni sintió -No, no es nada. Alan, dale unos minutos más para centrarse y puedes llevarlo a casa. Por favor, despejad la cama cuanto antes, esta noche estamos algo justos, ya sabes.

- Entendido, jefa - Alan guiñó un ojo y Susan sonrió, sacudió la cabeza y los dejó solos.

- Alan... - comenzó Harry inmediatamente. Aquella explosión...

- Muy bien, Harry - Alan se sentó en la cama y se puso serio - ¿Qué es lo último que recuerdas?

- Recuerdo una explosión, un golpe en la cabeza y despertarme aquí. Sé que hay más... sólo...espera...

- ¿El siete de julio de 2007 te dice algo?

Harry pensó un momento. Lo tenía justo en la punta de la lengua, sólo un segundo más y...

- ¡Hermione! ¡La fiesta de Hermione! - se incorporó de un salto, de repente curado de todo mareo - ¡Dioses! ¿Están todos bien? ¿Ha habido heridos? Por Merlín, Alan, dime que sólo son heridos...

- Sólo heridos. E, increíblemente, nadie de gravedad. Tu amiga incluida. - Se desplomó en la cama, respirando de nuevo - Muy oportuno, ¿no te parece? El siete de julio del año 2007 se celebra a las 17 horas las 7.000 ventas del libro más vendido de la historia que, casualmente, resulta ser la biografía del Señor Tenebroso más maligno de las últimas épocas. - Alan sacudió la cabeza, incrédulo - Teníamos que haber sabido que pasaría algo.

- ¿Hermione? - preguntó con ansiedad.

- Está bien. La explosión se originó en el premio y explotó justo cuando iba a cogerlo. Los Sanadores ya se han encargado de todo, excepto... Tiene quemaduras de primer grado en las manos; dicen que no podrá utilizarlas para nada en un tiempo. - Harry hizo una mueca. A su amiga no le sentaría nada bien eso. - Pasará esta noche en observación, pero mañana la sacarán de Cuidados Intensivos. Weasley está con ella.

- ¿Y el resto?

- En realidad, fue mayor el ruido que la potencia: más de una tercera parte de los invitados sólo ha recibido magulladuras. Tú tuviste mala suerte al caer sobre el saliente de una mesa, que te dejó más grogui que la bomba.

- Y... ¿el editor? - tragó saliva. Seguro que no le había pasado nada, Alan se lo habría dicho.

- Recuperándose. - Respiró, aliviado.

- ¿A quién han asignado el caso?

- Ahora es cuando te digo aquello de "Te lo dije". - Su amigo sonrió, con un punto resignado - Si no hubieras tenido tanta prisa en decirle a Roberts que habíamos resuelto el caso Peacock ahora podríamos relajarnos tranquilamente en casa hasta el lunes pero, ¿me hiciste caso? No, claro que no. Y ahora, ¿adivina cuál es la única pareja libre este fin de semana?

- ¿No…? - Harry alzó las cejas.

- ¡Bingo! - Alan sonrió sarcásticamente. - Así que arriba, amigo, porque tenemos doscientos cincuenta y tres testigos por interrogar. Y sólo ochenta y cuatro están en este edificio.

- Pero... - No, no podía ser, justo ese caso, no... Miró a Alan, impotente.

Su amigo lo miró compasivo.

- No queda nadie libre, Harry. Johnson y Bennet están con la banda de ladrones de joyas, Mayne y Carmichael con lo de las pociones del Knockturn Alley y Sheffield y Longmann perdidos en alguna parte de Gales, detrás de aquella banda de sangres limpia radicales. El resto no tienen calificación suficiente para este caso.

El corazón le dio un vuelco. Eso quería decir que tendría que volver a hablar con el...

Gruñó, malhumorado, y se quitó las sábanas de un manotazo. Cinco años evitándolo tirados a la basura. ¡De todos los casos para asignarle tenían que escoger precisamente este!

Afortunadamente, Alan ya le conocía y sabía que necesitaba tiempo para asumir lo ocurrido. Con la excusa de ir a buscar un par de cafés, dejó a Harry a solas con sus pensamientos.

La idea de volver a hablar con él le provocaba nauseas...

Alan asomó la cabeza y mostró una taza humeante de café.

- Adelante, ya se me ha pasado. - Sonrió resignado.

- ¿Estás seguro? - Asintió. Era un profesional. Alan le pasó el café y se sentó en la cama mientras terminaba de vestirse. - De todos modos, yo me encargaré de Malfoy. Intentemos mantener el contacto al mínimo entre vosotros dos, ¿eh?

- ¡Alan! - se volvió desde la esquina, indignado - ¡Puedo hacer perfectamente mi trabajo!

- Lo sé, Harry, lo sé - dijo recostándose sobre su costado y apurando la taza de café. - Pero recuerda que para cuando cortasteis, ya trabajaba contigo. No necesito que me expliques la situación ni que disimules nada. Sé que eres capaz de lo que te echen, pero en este equipo somos dos, no tienes por que enfrentarte a todo tú, ¿de acuerdo?

- De acuerdo - susurró, con la vista bien fija en los botones de su camisa. No necesitaba mirarle a la cara para saber que le estaba mirando con lástima.

Cuando Draco y él cortaron cinco años atrás, Harry sólo llevaba unos cuantos meses con Alan como compañero. Se vino abajo por completo, ¡fue tan inesperado! En aquellas primeras semanas que tardó en asumirlo, se refugió tan absolutamente en el trabajo que Alan llegó a conocerle como si hubieran trabajado juntos durante años. Esa compenetración tan rápida les había garantizado una reputación excelente dentro de los mejores profesionales de su departamento.

- Pues a trabajar. - Tiró la taza a la papelera de la esquina y entró limpia. Alan había sido Cazador en Gryffindor en la misma época que Charlie fue buscador y, tal y como había demostrado innumerables veces en sus casos, seguía con los reflejos en forma. - Comencemos por el informe de situación. ¿Haces los honores?

Inspiró profundamente e intentó dejar los sentimientos personales detrás.

- Veamos... El Profeta anunció hace unos diez días que el libro de Hermione, "Voldemort: Más allá de la sangre", había batido todos los records de ventas de los últimos tiempos. Se estableció públicamente que se entregaría un premio especial a Hermione por ser la primera autora en años en vender más de 7000 ejemplares. El acontecimiento era de conocimiento público, cualquier podría haberlo escogido para actuar.

- Cualquiera tampoco, Harry. MC ediciones no es de las que escatiman con los gastos, me extraña mucho que no contrataran protección privada.

- ¿Sabemos por lo menos quién era el objetivo de la explosión?- preguntó. No sería la primera vez que el culpable dejaba alguna pista con la esperanza de aumentar su gloria. - ¿El público? ¿El acontecimiento histórico? ¿El tema del libro?

- O tal vez algo personal contra tu amiga o Malfoy. Quien fuera, no se ha dignado a dejarnos un bonito mensaje explicativo de recuerdo, solo un precioso "BOOM". - Alan abrió los ojos y gesticuló con las manos, enfatizando el gesto.

Harry terminó de vestirse mientras ambos reflexionaban en silencio. Los primeros pasos de la investigación siempre resultaban cruciales, tenían que pensar bien qué iban a preguntar en los interrogatorios a los testigos.

Con una mirada, le indicó que estaba listo y Alan se levantó y le siguió, dispuesto a comenzar oficialmente. Ya en la puerta, Harry se paró en seco y se giró, procurando mostrarse lo más inexpresivo posible.

- Primero hablemos con los principales afectados: tú hablas con Malfoy y yo con Hermione, ¿de acuerdo? Por aquello de la división del trabajo... Sin... ya sabes, sin meternos en el terreno del otro y... - cerró la boca, enrojeciendo.

Alan respondió con una sonrisa pícara de oreja a oreja que dejaba claro que no le había engañado.

_________________________________________________

La sala de espera estaba a rebosar de Weasleys. Molly tenía a la pequeña Rose en brazos y desde la habitación se oían gritos de Ron y Hermione. Harry no sabía si alegrarse de que su amiga estuviese en forma o preocuparse de que en un momento tan delicado estuviesen discutiendo.

- ¿Cómo está? - preguntó en un susurro, acariciando la mejilla de su ahijada, que dormía plácidamente.

-Un poco alterada - contestó suavemente. - Las quemaduras le han afectado a las manos. No podrá escribir en varias semanas.

Harry asintió gravemente. Sabía cuanto significaba eso para su amiga.

- Voy a entrar.

- Siempre fuiste el chico más valiente que conozco - bromeó la señora Weasley. Harry se sonrojó y abrió la puerta. Sus amigos estaban tan inmersos en la discusión que ni siquiera se giraron cuando cerró la puerta tras él.

-¿...no me lo dijiste? - exclamó Ron, agitando los brazos enérgicamente.

- ¡No pensé que tuviera importancia! - Harry frunció el ceño ante la expresión avergonzada y defensiva de su amiga - ¿Cuántas veces le ha pasado a Harry y nunca ha sido en serio?

- ¡Harry también ha muerto y no ha sido en serio! ¡Por el amor de Merlín, es la última persona que utilizaría como ejemplo!

-Vaya - interrumpió. Sus amigos se giraron sobresaltados - Muchas gracias, Ron.

- ¡Harry! No te habíamos visto... - Hermione tragó saliva claramente. Incluso si no tuviera experiencia interpretando el lenguaje corporal, era evidente que su amiga se sentía culpable.

- Gracias a Merlín que estás aquí, amigo. Me alegro de que estés bien. - Ron le dio unas palmaditas en la espalda.- A ver si tú puedes hacerla entrar en razón.

- ¡Ronald Weasley! No necesito que nadie me lleve de la mano. ¡He dicho que lo siento!

- ¡Eso no arregla nada, maldita sea! ¡Piensa en Rose! ¿Piensas vivir en la misma casa que ella cuando tienes a un psicópata persiguiéndote?

- ¡No me van a echar de mi propia casa! ¡No me esconderé como si fuera una cobarde! ¡Como si hubiera hecho algo malo! ¿Es que no lo entiendes?

- ¡Trágate el maldito orgullo por una vez, Hermione! ¡No sólo se trata de tu seguridad sino de la de Rose!

- ¿Me estás acusando de no pensar en mi propia hija? ¿Ahora soy una mala madre? ¿Es eso, eh, Ron? - Harry alzó las cejas. Aquello era terreno peligroso.

- ¡No! ¡No saques las cosas de quicio, joder!

- ¡BASTA YA! - Exclamó. Ambos le miraron, tensos. Decidió comenzar suavizando un poco los ánimos - Me alegra ver que estáis los dos bien.

Hermione sonrió, sin mucha convicción. Esperó a que su amigo respondiera pero estaba demasiado ocupado intentando calmarse.

- ¿Cómo estás? - dio un par de pasos hacia la cama.

- Bien - contestó su amiga, con la vista en las sábanas. Harry frunció el ceño. - He tenido suerte. Tengo que aplicarme una pomada en las quemaduras porque estaba demasiado cerca del origen de la explosión y es demasiado grave para ser curada en un par de horas, pero el Sanador Cooner dice que me puedo ir a casa.

- ¡Y ese es el problema! - interrumpió Ron, agitado - ¡No puedes volver a casa todavía! ¿Y si ponen otra bomba cuando está en casa Rose?

- Ron tiene razón - dijo. Su amiga le fulminó con la mirada. Harry se la devolvió impasible - No sabemos quién está detrás de esto ni por qué a puesto ha puesto la bomba. Podría ser alguien que tiene algo en contra tuya personalmente y, si ha sido capaz de poner en peligro a un salón rebosante de invitados, no sabemos a qué está dispuesto. Necesitas protección.

- ¡Pero es inofensivo! - Harry pestañeó, confundido. - Siempre aporta argumentos y razones, no corresponde al perfil de un psicópata. ¡Estoy segura de que se podría razonar con él! ¡No pienso huir de mi propia casa!

- ¡Inofensivo, dice! - exclamó Ron - ¡Ha explotado una maldita bomba, joder!

- Hermione... - preguntó, suspicaz - ¿De qué estás hablando?

Su amiga abrió y cerró la boca un par de veces y, finalmente, apartó la mirada.

- ¡Vamos, díselo!

Harry miró a Ron, preocupado. Incluso entendiendo que estaba nervioso, su comportamiento parecía algo histérico. Quizá sería conveniente pedir una poción calmante a algún medimago...

- ¡Muy bien! - masculló Hermione, mirando a su marido de tal forma que incluso Harry tuvo la tentación de dar un paso atrás - Sabía que esto podía pasar, ¿vale? Me avisó y no le hice caso. Me lo dijo en la última carta una y otra vez. ¡Y no lo tomé en serio! Es culpa mía, ¿contento? - Ron endureció el gesto.

Harry se quedó mirándola fijamente. Tenía que estar entendiéndolo mal...

- ¿Estás diciéndome que el autor de la explosión te dijo de antemano lo que iba a hacer? ¿Y no dijiste nada? - preguntó, incrédulo.

- ¡No le dio importancia, dice!

- ¡Ron! - Harry se irguió con todo el peso de su experiencia profesional sobre sus hombros. - O nos dejas hablar o te vas fuera, ¿entendido? - Ron suspiró y asintió - Bien. Desde el principio, Hermione, nos han encargado el caso.

Harry ignoró las miradas interrogantes de sus amigos. Ambos sabían que estaba demasiado implicado emocionalmente en este caso, no debería de estar al cargo. Pero Roberts era el jefe y, si lo había mandado, era inevitable.

- Todo empezó hace más o menos un año. -Comenzó - Acababa de terminar el borrador final de "Voldemort: Más allá de la sangre" y Draco estaba dándole el último repaso. - Harry contuvo una mueca ante el nombre de su ex. Generalmente, incluso Hermione evitaba pronunciar ese nombre en su presencia. - Me dijo que por fin lo tenían todo preparado. Tal y como me prometió, fue el acontecimiento más esperado del mundo editorial durante meses, pero nunca imaginé que tendría este éxito. Cuando supe que la primera edición se había agotado entera durante la primera semana... apenas podía creerlo.

Y había sido una sorpresa. Harry nunca tuvo ninguna duda de que Hermione llegaría lejos y cuando decidió escribir novelas y ensayos históricos, supo que sería la mejor.

Publicar y arrasar fue todo uno. En apenas dos años, Hermione pasó de ser "una promesa" a la escritora de los libros más recomendados por los profesores de media Europa y el libro de mesilla de noche de cientos de amantes de la literatura y la historia. Aún así, el enorme éxito cosechado por su última novela, basada en la verdadera biografía de Voldemort, fulminó todos los records de ventas en un tiempo asombroso.

Y cómo no, ¿quién iba a estar detrás del negocio del siglo más que un Malfoy? La mejor escritora de novelas históricas de los últimos años sólo podía ser publicada por la editorial número uno de Gran Bretaña: MC ediciones, o mejor dicho, los Malfoy´s Chosen ediciones.

- Los anónimos empezaron poco después de terminar la campaña de marketing y retirarme a escribir mi próximo trabajo, la biografía novelada de los fundadores de Hogwarts. Pero me llegaban tantísimas cartas a diario, entre investigadores, periodistas y seguidores, que una más en el montón...ni me fijé. Pronto empecé a notar que llegaba la misma carta todas las semanas. Una y otra vez, escrupulosamente cada lunes por la mañana, las recibía, idénticas a la anterior. Parecían de algún académico que me señalaba las decenas de errores que había cometido, desde mi arrogancia al contestar a los periodistas hasta mi falta de humildad al frivolizar con temas tan serios como la historia para hacer "noveluchas para ignorantes", como las llamaba. A los dos meses, la carta comenzó a llegar todos los días. A las dos semanas, llegaba por la mañana y por la noche. La misma carta una y otra y otra vez. Hasta que contesté.

- ¿Por qué no me dijiste nada? - interrumpió Ron, sacudiendo la cabeza - ¡Ese tío te estaba acosando!

- Ron - interrumpió Harry - Primero: aún no sabemos si es "él" o "ella". Segundo: deja que tu mujer termine. Luego llegarán las preguntas, ¿vale?

Su amigo, asintió con resignación.

- Continúa.

- Le dije que apreciaba su opinión y la tendría en cuenta para el futuro. Nada comprometido - Harry asintió con aprobación - Pero a la mañana siguiente ya tenía la respuesta, insultándome por "despreciar tan abiertamente la opinión experta de alguien con más conocimiento que yo". No respondí y las cartas fueron llegando con más y más frecuencia, hasta que llegaban incluso cada dos o tres horas. A veces era la misma carta repetida, otras veces era nueva. En cada una, las críticas se endurecían más y más hasta pasar abiertamente al insulto y, finalmente, a la amenaza. Estaba a punto de decírtelo, Ron, te lo prometo.

Mientras tanto, Harry tomaba nota mentalmente: inseguridad disfrazada de arrogancia, deseos de atención, tendencias obsesivas, constancia en el trabajo...

- ¿Y dónde estaba yo cuando pasaba todo esto? - Hermione se volvió a su marido, que estaba visiblemente preocupado - ¿Recibías anónimos cada hora durante semanas y nadie se dio cuenta? ¿Por qué no vi nada?

- Al principio venían cuando estabas en el trabajo, Ron, no te culpes - su amiga cogió una mano a su marido, quien suspiró y la besó suavemente - Se intensificaron aquella semana que estabas en Austria, encargándote de la apertura de la última tienda de los WWW. Y, de todas formas, siempre paraba sobre las siete de la tarde. ¡Pensé que era un pobre frustrado, fracasado y sin ninguna importancia! Por eso no dije nada a nadie, ¡nunca creí que fuera un peligro!

- Y... - titubeó y cruzó los dedos mentalmente. Por favor, que no estuviera demasiado implicado... -¿Y Draco? ¿Lo sabía? Como tu editor, seguro que pasáis muchas horas juntos...

Su amiga miró incómoda a su marido. Ron abrió la boca con incredulidad.

- ¡Lo sabía! - Hermione asintió, pidiendo disculpas en silencio. - ¿Él sí y yo no? ¡No me lo puedo creer! Y claro, él tampoco avisó a los Aurores, total, ¿quién se va atrever con Draco Malfoy, verdad? No era porque no quisieras preocuparme, ¡sino porque pensabas que sería capaz de solucionarlo y yo no!

- ¡No! ¡Qué estupidez!

- ¡Claro, yo soy el estúpido, él, el todopoderoso Malfoy! ¡El soltero de oro! ¡El pobre sangre limpia reconvertido! ¡El empresario del maldito milenio!

- ¡No lo entiendes! ¡Él también las recibía!

- Espera - ordenó, en su voz más autoritaria. Ron cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el rechinar de los dientes - ¿Malfoy también recibía los anónimos? - Hermione asintió - ¿Las mismas cartas que tú?

- Bueno... Las mismas, no. Pero la letra era igual y el estilo muy parecido. Y los recibíamos con horas de diferencia.

Ron comenzó a gritar de nuevo y Harry los dejó discutir; sabía que Hermione acabaría haciéndole caso y mudándose a su piso. Era el mejor protegido que pudieras encontrar a este lado del charco y Harry no pensaba dejarle ninguna otra opción a su amiga. No, había otras cosas que ocupaban su atención.

No tenían sólo una víctima que proteger, sino dos.

____________________________________________________

- ¿Qué tienes? - Alan entró en su oficina con un par de cafés en la mano. Flotando detrás de él habían diez o doce pergaminos en miniatura - ¿Algo claro?

Levantó la vista de su mesa, donde llevaba toda la noche examinando los anónimos que Hermione había recibido. Había tardado más de dos horas y media en clasificar los ciento cuarenta y siete que Hermione había conservado en tres pilas: originales, copias y destacados. En "Originales" archivaba las primeras cartas de cada tipo que su amiga recibía. En "Copias", los siguientes pergaminos que se enviaban hasta que el autor decidía enviar otro original; en algunos casos, había decenas de copias entre originales. Por último, en "Destacados", archivaba los que parecían haber constituido algún punto de inflexión para el autor, los que habían marcado un antes y un después en el estilo, y que había que estudiar más a fondo.

Después de leerlos todos, tendría que escribir un informe sobre todos ellos en general y Roberts le había pedido también un informe con las respectivas conclusiones que sacaba de cada pila.

Sólo de pensar que Hermione había eliminado más de la mitad de las copias recibidas y le dolía la cabeza...

- Nada - suspiró. Aceptó la taza de café con una sonrisa agradecida - De momento, lo único que te puedo decir es que el sujeto es posiblemente hombre, posiblemente de ascendencia de sangres limpia tradicionalistas, muy posiblemente viviendo de rentas y, según parece, extremadamente puntilloso.

Alan le miró con la boca abierta.

Si no estuviera tan cansado, se habría reído, pero después de toda la noche sin dormir, apenas logró una sonrisa.

- Hace veinte minutos que recibimos el informe preliminar del grafólogo. - Respondió a la pregunta silenciosa - Tienes una copia en tu mesa. El definitivo lo tendremos mañana a mediodía.

- ¡Ah, tramposo! - Alan escarbó entre las montañas de papeles que inundaba en desastre que era su mesa - Ya creía yo que habías adquirido superpoderes en las últimas horas. Mmmm... Sí, Woodward confirma que el autor de las cartas de Granger y Malfoy es el mismo.

- Era lo más normal. Este tipo de fanáticos obsesivos no suelen actuar en grupo. ¿Has visto la cantidad de información que saca con estas cosas? - preguntó, incrédulo - La dirección de la letra, el tamaño, la presión, la estabilidad de los márgenes, la rectitud de las líneas, la colocación de la firma, la dirección de la rúbrica, la anchura y altura de las letras... Todo parece tener un significado. ¿Ves esos giros hacia la izquierda que hace? Alan rebuscó entre los pergaminos.

- Sí, esta especie de adorno extraño que hace en algunas de sus mayúsculas. ¿Que pasa?

- Según Woodward, indica que tiene un gran ego. ¿Y el palo de la T, ese que siempre hace como si fuera una punta de flecha? Indica agresividad. ¿Y la exactitud en los acentos y los puntos de las i? Nos dice que es meticuloso. ¿No es alucinante?

- Mmm... Me pregunto cómo hago yo los palos de las T - Alan le miró, divertido - ¿Alguna vez te lo habías planteado?

- No - Harry sonrió y fingió un escalofrío- Pero me parece de lo más siniestro que sea capaz de leer toda tu vida en tu letra.

- Lo sé - respondió Alan, enarcando las cejas dramáticamente - ¡A partir de ahora cada vez que escriba estaré pensando qué dice de mí! A ver, qué dice aquí... Varón de unos 25 a 30 años, educado, gran seguridad en sí mismo, elevada dosis de cinismo y materialismo, elevado sentido de lo práctico, altamente introvertido y zurdo. Qué encantador... Me parece que no me iré a tomar unas pintas con este tipo... ¿Por qué me recuerda a Malfoy?

Harry ignoró el sobresalto de su estómago; no podía permitirse actuar como una niña de doce años con su primer ex-novio. Era ridículo que aún no hubiera superado a aquel capullo...

- ¿Ha recordado Malfoy algo nuevo? - preguntó, fingiendo indiferencia arreglando los pergaminos de su mesa.

Draco había sido mucho más fácil de convencer que Hermione sobre la necesidad de un guardaespaldas: Alan ya llevaba más de una semana durmiendo en la mansión Malfoy mientras un auror en prácticas cubría las guardias de día, y Hermione acababa de mudarse a su piso tras ceder a las presiones, tanto de Ron como las suyas.

- Nada. Taylor lo acompañará hoy al despacho de MC para que busque los restos de la carta que amenazaba con la explosión y después la traerá para que le eche un vistazo.

- Si sigue la misma línea que hasta ahora, será similar a la de Hermione. - Se pasó una mano por el pelo, suspirando con frustración. - No nombra nada significativo: ni el lugar de la explosión ni como iba a burlar las protecciones. Al contrario, tal y como lo dice parece que ya lo tenía todo preparado desde hacía semanas. Oye, ¿hemos hablado con el orfebre que hizo el marco del certificado del premio? A lo mejor recuerda a alguien sospechoso, o que hiciera más preguntas de las necesarias...

- Le diré a Johnson que se pase por allí en unas horas, a ver si averiguamos algo. O, si Malfoy viene pronto, puede que vaya yo. Y hasta puede que le deje acompañarme, así por lo menos se da un vuelta y se airea un poco. No sé como pudiste vivir con él dos años, Harry, ¡es insoportable! Sólo lleva unos días encerrado y por lo menos la mitad del tiempo protestando porque "no puede dejar su vida a un lado por otro psicópata más". ¡Argh...!

- Si bueno... - Harry se encogió de hombros. - Es una de sus muchas virtudes: la paciencia. Aunque tienes que reconocer que entre su padre, su tía, Voldemort y aquellos primeros años tras la guerra, cuando todo el mundo lo culpaba de haberla empezado con la Invasión de Hogwarts, Draco no es de los que se asustan por unos anónimos y unas cuantas quemaduras.

- Dicho así no suena ni la mitad de horrible de lo que fue - dijo una voz detrás suya, profunda y elegante.

El corazón dejó de latirle y se volvió como un rayo con la varita en la mano. Conocía aquella voz, tan bien casi como la suya, aunque hiciera años que sólo la oía en la ocasional entrevista por la radio.

Draco, apoyado en la esquina de la chimenea por la que acababa de entrar, sonreía con cautela. Llevaba un pergamino en una mano y la otra en cabestrillo apoyada en el hombro. Harry rechinó los dientes cuando vio que llevaba la bufanda que le regaló las primeras navidades que estuvieron juntos. Aquel manipulador rastrero y mentiroso... ¡Lo hacía para provocarle!

- Cuanto tiempo - susurró su ex, y lo recorrió con la mirada de arriba a abajo hasta fijarla en los ojos. - No has cambiado nada.

Para entonces Harry estaba teniendo problemas para controlar la ira que su sola presencia provocaba.

- Ni tú tampoco. - Escupió - La misma arrogancia que cuando tenías once años, paseando por el Ministerio como por tu casa. ¿Recuerdas que hace tiempo que no tienes vía libre para entrar a este despacho? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?

Una figura al otro lado de la chimenea dio un par de pasos y Harry reparó por primera vez; era Taylor.

- Yo lo he traído, señor - dijo, lanzando una mirada titubeante a Alan - El señor Michaels me dijo que teníamos permiso...

- Harry, acabo de decírtelo - Alan se levantó de la silla, sacudiendo la cabeza, y le bajó el brazo, que aún sostenía la varita. - ¿Lo ves como nunca me escuchas?

Harry cerró los ojos un segundo, sintiéndose como un estúpido. Siempre que estaba Draco de por medio, su sentido común salía por la ventana.

- El pergamino. Sí, ya recuerdo... - Apretó una mano en un puño y tendió la otra, intentando expresar todo el desprecio e indiferencia que le merecía aquel...ser en una sola mirada - Dámelo y puedes irte.

Draco enarcó las cejas y sonrió con un toque burlón.

- ¿Así de pronto? - comentó - Que falta de consideración con una pobre víctima herida en busca de refugio...

Harry respiró profundamente para no chillar algo a voz en grito de lo que después se arrepentiría.

- Tienes la vergüenza en el mismo lugar que la humildad - masculló entre dientes, intentando controlarse - Y en el mismo que yo guardo la consideración para contigo.

La habitación se sumió en un tenso silencio. La relación de Harry y Draco y su posterior ruptura habían sido tan comentadas en su momento que ni siquiera Taylor, que para aquel entonces aún estaría en Hogwarts, podía ignorar el trasfondo de la conversación.

- Dame el pergamino, Malfoy - Alan se adelantó unos pasos - Deberías volver a la Mansión antes de que medio Ministerio sepa que estás de paseo.

Draco lo miró de reojo y tendió el pergamino.

- Harry... - comenzó, con cierto tono de arrepentimiento en la voz - Escucha, me gustaría hablar contigo... ¿Por qué no os pasáis Hermione y tú por...?

- ¿Está relacionado con el caso? - interrumpió con frialdad. Draco lo miró significativamente, sin responder - El auror Michaels está a su disposición 24 horas, señor Malfoy. Estoy seguro de que podrá ayudarle en lo que necesite.

Draco miró de reojo a Taylor. Harry sabía que estaba pensando si su orgullo le permitía rebajarse y, sobre todo, si podía hacerlo delante de un extraño.

Finalmente, tras una breve duda, desistió, como Harry sabía que haría.

- Por supuesto. Señores, - inclinó la cabeza y, dirigiendo una última mirada a Harry, desapareció por la chimenea. Taylor le siguió inmediatamente.

En cuanto se quedaron solos, Harry se dejó caer en la silla y ocultó la cara entre las manos.

- Debería abandonar este caso - murmuró. - No puedo...ser objetivo aquí.

Alan se sentó en su mesa y no dijo nada.

Los dos sabían que no lo haría.

_______________________________________________________

- ...orfebre no sabe nada y en la agencia de seguridad privada que contrataron recibieron esa falsificación con la firma de Malfoy cancelándolo. ¿Esto es todo?

- Sí, creo que ya tenemos suficiente para empezar a hacer una lista.

Arrodillado frente a la chimenea con conexión flu de su apartamento, Harry asintió y tomó papel y lápiz.

Hermione hacía horas que se había acostado. Eran las doce de la noche del tercer día de la investigación y Alan le había obligado a volverse pronto a casa para "dormir una maldita noche entera", según le había dicho. Sin embargo, quedaba tanto trabajo por hacer que ambos habían acabado trabajando delante de la red flu: Alan desde su despacho del Ministerio y Harry desde su casa.

- Podemos comenzar con los varones de las familias de sangre limpia razonablemente ricas -Contestó.

- O es un genio aprendiendo idiomas o es inglés nativo, porque utiliza un vocabulario que incluso a mi padre le costaría entender. Yo diría que de Irlanda o Gran Bretaña. Probablemente estudiante en Hogwarts.

- Arrogante - continuó leyendo Harry, del informe sobre el perfil psicológico. - Amante de la historia; posiblemente tuvo unos NEWTS excelentes en Historia de la Magia. Participante activo en la guerra. Algunas de sus cartas hablan de información que nadie que no hubiera estado implicado tendría por qué conocer tan a fondo, como el lugar de reunión del ED.

- ¿Aquel grupo de defensa que dirigías?

- Sí. Te pasaré una lista de quienes éramos mañana por la mañana.

- Entendido. Cínico e introvertido, pero socialmente adaptado. Más o menos de tu generación. ¿Se te ocurre alguien?

Harry suspiró.

- Sí, como diez o doce nombres, así de inmediato. Y eso sin pararme a pensar. Malfoy entre ellos.

- ¿Crees que Malfoy...? - Alan lo miró, incrédulo.

Inmediatamente se dio cuenta de lo que acababa de insinuar.

- ¡No! - contestó, avergonzado- Draco nunca hubiera... Mira, después de la guerra y lo que le costó redimirse públicamente, nunca haría semejante estupidez. Por no hablar de atentar contra su propio negocio. Siento haberlo sacado.

- ¿Seguro? - insistió Alan - El ataque ha disparado la publicidad. Dicen que están empezando a barajarse traducciones para editoriales europeas...

- No - afirmó firmemente. - Draco no es sospechoso. Es la víctima, Alan. Recuérdalo. ¿En qué estaría pensando cuando lo he nombrado? Tienes razón, estoy demasiado cansando, será mejor que me vaya pronto a dormir esta noche.

- Bien Harry, me fío de tu opinión - Alan se encogió de hombros - Por cierto, ¿cómo está tu amiga?

- Todo lo bien que puede estar - dijo, mientras recogía los pergaminos esparcidos por medio suelo de la sala. - Que no es demasiado teniendo en cuenta que no puede escribir en semanas. Me está volviendo loco, protestando por lo inútil que es el vuelapluma que le regaló Ron. Sólo espero que esa pomada sea de acción rápida...

- Lo que más ilusión me hace de todo esto, ¿sabes qué es? - dijo Alan sarcásticamente mientras cambiaba de posición y se frotaba las rodillas, doloridas de trabajar durante horas en esa posición - Tener que hacer de medimago en las horas libres. Siempre quise aprender una nueva profesión, ya sabes, por si algún día hay que retirarse prematuramente. ¿Por qué no fisioterapeuta, eh? - Su compañero lo miró, con una sonrisa burlona - ¿Estás seguro de que no quieres que intercambiemos protegidos?

- Muy gracioso - escupió, torciendo el gesto.

- Vale, vale, lo siento - Harry resopló. - Aunque... si cambias de opinión...

- No, gracias - Alan se encogió de hombros. Harry sacudió la cabeza y se pasó una mano por lo ojos. - Me voy a la cama, Alan. Nos vemos mañana.

- Yo termino esta lista y me voy también. Mi cama en la Mansión Malfoy es la cosa más cómoda del mundo entero; me estoy pensando comprársela a Malfoy. - Harry sonrió y no se molestó en decirle que posiblemente aquella cama valía dos o tres veces su sueldo del mes. - Hasta mañana, Harry.

Cerró la conexión y se fue a descansar de verdad, por primera vez desde que les dieran el caso.

____________________________________________________

- Harry... - una mano lo sacó abruptamente de su sueño - Harry...

Farfulló algo ininteligible, pero la mano no lo dejó en paz.

- ¡Harry, despierta! ¡Ha pasado algo!

De inmediato estaba incorporado, completamente despejado y con la varita lista. Hermione iba en camisón y parecía muy preocupada.

- Taylor está aquí - susurró. - Dice que ha habido otro ataque. En casa de Draco.

- ¡Draco! ¿Qué...?

- Alan... - balbució su amiga.

- ¿Alan? - el corazón se le encogió - ¿Qué pasa con Alan?

- Parece que... - los ojos llorosos de su amiga le alarmaron aún más, si cabía - Taylor está abajo.

Pasó la puerta en una exhalación, antes de recordar que estaba en su propia casa y aparecer en el salón principal.

- ¿Que ha pasado? - prácticamente, chilló. La reacción de Hermione le había hecho pensar lo peor.

- Ataque en casa de Malfoy, señor. El señor Michaels acababa de llegar y lo pillaron desprevenido. Está en San Mungo.

- ¿Condición?- preguntó con un hilo de voz. No, no podía ser.

- Los Sanadores dicen que está fuera de peligro - Soltó todo el aire que contenía, tan aliviado que tuvo que apoyarse en el sillón - Pero está en inconsciente, señor. Parece que por la maldición que usaron necesitará unas semanas de reposo absoluto una vez se despierte.

Alan en San Mungo... Tragó saliva. Saldrían de esa; no era la primera, ni sería la última vez, que uno de los dos tenía que terminar un caso a solas por estar el otro hospitalizado. Susan se encargaría de él, estaba en buenas manos.

- ¿Draco? - la ansiedad volvió en cuanto se acordó de la razón por la que Alan había sido atacado.

- Está bien, señor. El señor Michaels consiguió pedir refuerzos antes de caer. La Sanadora Bones ya le ha dado el alta.

No todo estaba perdido, entonces. Además, Alan se pondría bien. Siempre lo hacía. Era cuestión de tiempo.

- ¿Está aún en San Mungo?

- No, señor. - Taylor carraspeó ligeramente. - El Señor Malfoy insistió en volver a casa.

- ¿Y por qué no se me ha avisado? - gritó - ¿Cómo puede ser que Alan pidiera ayuda, fuera atacado, llegaran los refuerzos, detuvieran a esos capullos, los enviaran al hospital, curaran a Malfoy y estabilizaran a Alan....? ¡Y YO ME ENTERO AHORA!

El joven auror enrojeció y se pasó una mano por el cuello.

- En cuanto a eso de detenerlos...

- No. Me. Jodas.

- Cuando llegaron los compañeros que estaban de guardia, ya no había nadie, señor.

- ¿CÓMO QUE NO HABÍA NADIE? - el chico, recién salido de la academia, retrocedió un paso. Harry se obligó a calmarse. No lo consiguió. - ¿Se han escapado?

- Sí, señor - murmuró Taylor, con los ojos como platos.

- Dile a Roberts que estaré allí en cinco minutos. - Levantó la varita para desaparecerse a su habitación. Tenía que cambiarse.

- ¡Espere! - fulminó al chico con la mirada. Sabía que no era más que un pobre mensajero pero, de momento, era el único que tenía delante. - El señor Roberts dice... dice que... que usted, señor...

- ¿EL QUÉ? - Se le estaba acabando la paciencia. Tenía a su compañero fuera de servicio, su mejor amiga amenazada por un psicópata obsesivo-compulsivo, ni rastro de los culpables y, por si fuera poco, a un antiguo amante en medio de todo. No estaba de humor para titubeos.

- El señor Roberts dice que tiene que ocuparse del señor Malfoy, señor - el joven auror lo soltó todo de una y parecía tan acobardado que Harry supo que tendría que disculparse en cuanto se hubiera calmado. - Dice que... que no se moleste en pasar por el Ministerio, señor, que queda encargado de la protección del señor Malfoy y la señora Weasley y que, en vista del... accidente... de su compañero... que puede trabajar desde casa.

Tardó unos segundos en comprenderlo.

- Joder...- suspiró. Toda la ansiedad que había sentido desde que Hermione le había despertado, de repente se concentró en una única, sólida bola de angustia del estómago a la garganta.

Sabía que, tarde o temprano, tendría que volver a enfrentarse a Draco.