Estimados lectores y lectoras, les presento el reto que acepté en el foro Proyecto 1-8, el cual fue propuesto por asondomar y escrito especialmente para ella.
Me saltaré el palabrerío aleatorio que suelo poner en este apartado para advertirles que asondomar me pidió que desatara toda mi locura en este fic, y yo me tomé sus palabras MUY en serio. Intentaré desarrollar el argumento dentro de ciertos parámetros lógicos, pero igual no esperen encontrar mucha seriedad aquí, ¡están advertidos!
Espero que se diviertan con este delirio de escritora :)
Nota 1: Este capítulo fue editado. Es la versión 3.0 del primero que publiqué en 2013, dado que a partir del tercer cap comencé a usar un tipo de escritura que es el que considera correcto la R.A.E., y no me pude permitir dejar el fic tan heterogéneo en cuanto a estilos.
Nota 2: Los errores de los mensajes de texto de Daisuke son adrede para darle más realismo al diálogo (no veo a Daisuke como alguien que cuide tanto esos detalles xD)
I
Todo comenzó con ese estúpido plan
—¡Imbécil!
Aquel insulto fue pronunciado con tal indignación que los pájaros que reposaban en las ramas de un árbol cercano echaron a volar, espantados.
Sabía que estaban solos en un apartado lugar de la escuela que nadie solía visitar, por lo que a la menor de los hermanos Yagami no le preocupó levantar la voz.
La marca rojiza de una mano perfectamente delineada sobre la mejilla izquierda de Daisuke era reciente. El muchacho se llevó los dedos a esta misma y sintió cómo su piel ardía.
Hikari sabía dar buenas cachetadas.
—¡Es que tú siempre me rechazas! —se justificó el trigueño a modo de protesta—. ¡Ya no sé qué hacer para que te fijes en mí!
—¡No hay nada que puedas hacer, porque nunca me fijaré en un retrasado como tú! —le espetó la chica con crueldad, fulminándolo con la mirada.
—¡¿Pero qué dices?! —gritó, indignado—. ¡Con todo lo que me he esforzado…!
—¡No puedes obligarme a quererte, Daisuke! —lo interrumpió ella, haciéndose escuchar por encima de sus palabras—. ¡Entiéndelo!
«¿Cómo?» reparó, cuestionándose por primera vez sus acciones. «¿Eso es lo que piensa? ¿Que intento obligarla a quererme?… ¿Será cierto eso?»
—¿Qué estoy haciendo mal, Hikari? —le preguntó, casi con desesperación, al ver cómo le daba la espalda y se alejaba—. ¡Dímelo!
La chica de cabellos castaños volteó para responder:
—¡Si fueras mujer, lo entenderías! ¡Pero eres un estúpido hombre que no sabe nada!
Dicho esto, retomó su marcha, fastidiada. Daisuke la observó alejarse, permaneciendo quieto en su lugar. Las campanadas anunciando el fin del recreo resonaron por toda la escuela, pero él no se sentía capaz de regresar a su aula. Tomó asiento en el suelo, apoyando su espalda contra una pared. Posó su vista en el piso, como si examinar la porosidad del cemento pudiese ayudarlo a dar con la respuesta que buscaba.
«¿Si yo fuera mujer? ¿Qué habrá querido decir con eso?»
No supo cuántos minutos transcurrieron hasta que decidió enviarle un mensaje de texto a su mejor amigo. Sabía que era el único a quien podía recurrir en una situación así.
Daisuke: «Ken, podemos vernos? Necesito un consejo»
La respuesta casi inmediata que recibió fue:
Ken: «¿Tiene que ver con Hikari?»
Daisuke: «Sí. Nos juntamos en mi casa o en la tuya?»
Ken: «En mi casa, por favor.»
—¡Daisuke! ¡No puedes besar a una chica a la fuerza!
—¡Pero no sabía qué más hacer! —se excusó él—. Llevo meses haciendo de todo para conquistarla y no he logrado nada…
Ambos dialogaban sentados en el piso de la habitación de Ken. Daisuke solía decir que la moqueta de aquella casa era tan suave que hasta le parecía más cómoda que los sillones.
—Sí, también sé que fue tu primer amor —asintió el chico de cabello azul— y que tampoco lograste que te correspondiera hace seis años. Sé que aunque estuviste una temporada pendiente de otra chica, no pudiste olvidarte por completo de Hikari. Y sé que no importa lo que yo diga, tú seguirás haciéndote caso a ti mismo ¡y solo a ti mismo!
Ken estaba harto. Quizás ya había escuchado demasiadas veces las quejas de su mejor amigo —que siempre eran por la misma razón— o tan solo le frustraba no saber cómo ayudarlo. Tenía claro que Daisuke no lo pasaba bien, pero además sabía que aquello que le impedía alcanzar su propósito era su falta de tino.
—Daisuke —prosiguió—, lo único que te puedo decir es que necesitas cambiar de actitud. No digo esto porque a mí me moleste tu forma de ser, sino porque en todo este tiempo solo has conseguido alejar a la chica que te gusta. No necesito hablar con ella para saber que ya perdió la paciencia contigo.
El chico de cabello granate puso tal cara de niño reprendido que Ichijouji llegó a sentirse mal por él. Por desgracia, estaba seguro de que la próxima vez que Daisuke intentara algo, sería un nuevo desacierto y volvería corriendo a llorarle sus penas, ya que llevaba meses repitiendo un círculo vicioso y nada hasta el momento lo había hecho tomar consciencia.
—¿Y qué debo hacer, Ken? ¿Cuál es el secreto de Taichi-san, de Yamato-san y de todos los chicos que alguna vez han tenido novia?
—Es complicado de explicar.
—Sí, supongo que tú tampoco lo sabes. Nunca has tenido una novia, ¿verdad? —soltó, sin pensar en cómo podría sentarle ese comentario a Ken. Este bajó la mirada, sintiéndose entre molesto y afligido.
—Sé que no tengo experiencia —se defendió—, pero al menos sé que a nadie le agrada sentirse perseguido. Si una chica que no te gusta hiciera lo mismo contigo, ¿no te molestaría?
Motomiya apretó los puños, pero no se lo rebatió porque sabía que tenía razón.
«Siempre tiene razón, maldita sea» admitió en su fuero interno.
—Sé que soy un cabeza dura y que me cuesta ponerme en el lugar de los demás, pero… ¿cuál crees que sea la manera más rápida de aprender a tratar con una chica?
—Acabas de decirlo, Daisuke: debes aprender a ponerte en su lugar.
—¿Y cómo hago eso?
Esa era una pregunta difícil, aunque pudiese sonar simple. Ken no era profesor de ética ni psicólogo, mucho menos un guía espiritual, solo era un muchacho que cursaba segundo de preparatoria y que deseaba ayudar a su torpe amigo a ser feliz. También sabía que ningún profesor podía enseñar tan rápido como quería Daisuke…
«Pero no tenemos por qué buscar a un profesional» pensó.
—¿Y si le preguntamos a Miyako? —sugirió—. Ella sí ha tenido novio… y es una chica.
Daisuke lo miró, sorprendido.
—¡Es una excelente idea! ¿Cómo no se me ocurrió?
—Pero llámala tú. No pienses que voy a hacerlo yo.
—¡Por supuesto! —respondió con entusiasmo mientras buscaba entre sus contactos el número de su amiga. Marcó y esperó a que le contestaran—. ¿Aló? ¿Hola, qué tal? ¿Puedes juntarte con nosotros?
Miyako dijo que estaba un poco ocupada, y les pidió a ambos que fueran a su casa. Como Ken no tenía nada mejor que hacer y Daisuke estaba impaciente por encontrar una solución a su problema, accedieron.
Llegaron en menos de media hora y, tras haberse puesto cómodos en la habitación de su amiga, procedieron a explicarle entre los dos el dilema de Daisuke.
—Déjame ver si entendí —dijo la anfitriona, más seria de lo normal—: quieres comprender a las mujeres lo antes posible porque estás harto de ser rechazado…
—¡Sí! —asintió el muchacho, con energía.
—Y mientras más rápido, mejor…
—¡Sí!
Los lentes de ella mostraron un aterrador reflejo de luz, lo cual, por unos instantes, la hizo parecer una científica loca.
—Solo hay una manera de que aprendas rápido y nunca más lo olvides.
Habiendo dicho esto, lo observó con malicia y comenzó a reír como demente.
«¡¿Pero qué le pasa?!» se preguntó Ken, empezando a asustarse.
«Creo que no fue tan buena idea venir aquí» pensó Daisuke.
La menor de la familia Inoue se acomodó los anteojos, se colocó detrás de su despeinado amigo y lo tomó por los brazos, arrastrándolo hacia un cuarto pequeño.
—¡Oye! —saltó el chico— ¿Qué haces?
Entonces, Ken lo comprendió, y tuvo un mal presentimiento.
—¡Esto es una locura! —exclamó justo antes de ver cómo se cerraba la puerta tras ellos.
Ichijouji ojeó su reloj por enésima vez y comprobó que esos dos ya llevaban casi una hora encerrados.
—¡Suéltame, Miyako! ¡¿Qué quieres hacer con eso?! —fue lo primero que había escuchado.
—Tú cierra la boca —había respondido la chica—. Mientras menos te muevas, más pronto saldrás de aquí.
Y siguió escuchando frases por el estilo durante varios minutos hasta que, en un momento dado, cesaron. Lo único que se oía a ratos eran murmullos, lo cual no le daba ninguna pista muy clara sobre lo que ocurría ahí dentro. Ken suspiró. Supuso que Daisuke se habría dado por vencido y prefirió entregarse a Miyako por completo. Esa chica era capaz de convertirse en el mismísimo diablo si se lo proponía.
Cuando se aburrió de los mini-juegos de su celular y de divagar en sus propios pensamientos, Ken se acercó a la repisa y echó una mirada a los libros. En más de una ocasión le había pedido permiso a Miyako para revisar su colección, puesto que él tenía la creencia de que saber qué libros leían sus amigos lo ayudaría a conocerlos un poco mejor. Evitó la sección de mangas, ya que sabía que Miyako había empezado a leer cosas extrañas y no quería verse involucrado en nada relacionado con eso.
De pronto, algo saltó a su vista. Era un apartado nuevo: tres libros de colores estridentes que lucían letras grandes y redondeadas en su canto, de esas que son tan llamativas que resulta imposible no detenerse a mirarlas.
Leyó uno: Tips de maquillaje para principiantes. Leyó otro: Secretos de belleza: aprende a sacarte partido.
—¿Qué es esto? —murmuró—. ¿Es que ahora quiere ser estilista?
De pronto, escuchó la manilla de la puerta moverse a sus espaldas. Volteó y pudo comprobar que Miyako era la primera en salir.
—¿… Y Daisuke? —preguntó Ken segundos después, extrañado por su tardanza.
—Aquí viene —anunció ella.
Una cabellera oscura fue lo primero en asomarse por el umbral. Ichijouji frunció el ceño, preguntándose quién sería esa persona y cuándo habría aparecido en la casa de los Inoue… ¿un pariente, quizás?
Eso pensó… hasta que cayó en la cuenta de que era Daisuke.
—¿Cómo me veo? —quiso saber él, con total ingenuidad y algo de temor.
Ken lo observó, pasmado y boquiabierto.
—¿Quién eres?
—¿C-Cómo? —pronunció el trigueño, incrédulo—. ¿Dónde hay un espejo? ¡Vamos, rápido! ¡Pásenme un espejo!
—Pero qué impaciente eres —dijo Miyako, tratando de no reír. Rebuscó en un neceser hasta hallar el espejo compacto que le entregaría a su amigo, quien lo tomó entre sus manos, nervioso, y dudó unos segundos antes de decidirse a averiguar qué diantres había hecho esa perversa mujer con él.
Y se quedó de piedra. Abrió los ojos como platos y permaneció un buen rato examinando a la hermosa chica que se reflejaba en la lisa superficie. Levantó la mirada y, en silencio, miró a Ken; después, a Miyako.
—Sí, Daisuke —afirmó ella—. Eso que acabas de ver ¡eres tú! —pronunció con una sonrisa de oreja a oreja.
La conmoción fue tal que el espejo resbaló de las manos del muchacho. El pequeño objeto produjo un sonido sordo al golpearse contra la moqueta.
—¡¿Pero qué me hiciste, Miyako?! —gritó Motomiya, horrorizado. Su voz no había cambiado, por lo que desentonaba muchísimo con su actual apariencia. Sí, su voz masculina era lo único que podría delatarlo, porque esa chica de largos y oscuros cabellos, gruesas pestañas, que vestía unas calzas de tela delgada, una chaqueta y una falda, ambas de mezclilla, nunca podría haber sido confundida con un muchacho.
El rostro de Ken se contorsionó, sin saber si era de estupefacción o de espanto. No tenía idea de que Miyako guardaba pelucas en su closet —porque si no era su closet, ¿entonces adónde había llevado a Daisuke?— ni de que era tan buena maquilladora.
Lo malo del asunto era que únicamente la artífice se veía contenta con su hazaña, y es que parecía demasiado increíble como para ser cierto. Ken y Daisuke aún necesitaban tiempo para asimilarlo.
—¡Ni siquiera parezco un travesti! —se quejó el chico, que ya no conseguía reconocerse—. ¡PAREZCO UNA MUJER DE VERDAD!
—¿No querías eso, Daisuke? —dilucidó la muchacha de cabello lila—. ¿No querías ponerte en la piel de una mujer para saber cómo conquistar a Hikari de una vez por todas? ¿No pensabas que en cuanto consiguieras entender a las mujeres te convertirías en un hombre irresistible?
Sí, eso era justo lo que creía, pero jamás estuvo entre sus planes travestirse para lograrlo.
—Pero Miyako, esto es demasiado extraño —objetó—. ¿Qué haré si me descubren? ¿Qué dirán mis padres si se enteran? ¡¿Qué dirá Taichi-san?! ¡Y mi hermana! ¡Seguro que Jun se reirá de mí durante horas y me sacará fotos para…!
—Nadie te descubrirá —le aseguró, interrumpiéndolo—. Ken te reconoció porque sabía que solo tú y yo habíamos entrado al cuarto. ¿No es así, Ken?
—Sí —admitió el aludido.
—¿Cómo? ¡Pensé que no me habías reconocido!
—No quería creer que eras tú —confesó.
Daisuke recogió el espejo compacto del suelo y se miró de nuevo. Estaba claro que no parecía él mismo, pero tampoco le desagradaba su nuevo aspecto.
—Mientras te quedes callado, nadie tendría por qué darse cuenta —estimó Miyako—. Incluso si te tomara una foto ahora…
—¡Ni se te ocurra hacer eso! —le advirtió.
—Sí, sí, solo hablaba de un caso hipotético —aclaró—… Bueno, como trataba de decir: incluso si te tomara una foto y la subiera a Internet diciendo "¡miren qué linda es mi amiga Daiko!", nadie sospecharía que esa chica es, en realidad, Motomiya Daisuke.
—¿Daiko? —repitió Ken.
—Sí, Daiko —asintió la chica de anteojos—. La forma femenina del nombre "Daisuke" debería ser Daiko, ¿verdad?
—Daiko —pronunció Daisuke—. Daiko —dijo otra vez—… Creo que podría acostumbrarme.
—¡¿Qué?! —saltó el otro muchacho.
—¿Sí? —habló Miyako, ilusionada—. ¡Genial! Sabía que entrarías en razón tarde o temprano.
«¿Entrar en razón?» repitió Ken en su cabeza. «¿Pero qué diablos pasa con su sentido común?»
—¡Me esforzaré al máximo y descubriré cómo conquistar a Hikari! —declaró Daisuke mientras apretaba los puños, muy convencido.
Miyako rio, complacida.
—¡Me gusta oír eso!
«Puede que vestirme como chica me ayude a pensar como una chica» reflexionó el muchacho disfrazado. «No tengo nada que perder.»
Ken negó con la cabeza, cerró los ojos y soltó un suspiro. Era tan fácil conseguir que su amigo cambiara de opinión que casi no podía creerlo.
«Daisuke, no sabes en dónde te estás metiendo…»
No sé si esta es la clase de locura que buscaba asondomar, pero tuve que escribir esta idea tal cual apareció en mi cabeza xD
¡Saludos!
