¡Hola a todos!

Aquí presento "Duelo Legal", una nueva idea que ya hace tiempo que está en mi mente y que estoy dándole vueltas y vueltas. Por primera vez habría intriga (no sé si me saldría bien, aquí está el gran reto :)).

¡Os espero!

Los personajes son de Kurumada y de Teshirogi.


DUELO LEGAL

Preludio

1. Amanecer en domingo

El teléfono móvil que descansaba sobre la mesita de noche de ese mugriento hotel de carretera empezó a vibrar con desesperación, moviéndose por si solo sobre la gastada superficie, tentando el inminente vacío si nadie hacía nada para evitar su súbita caída.

La soñolienta mano de Kanon lo rescató de su inevitable suicidio, y con extrema desgana observó entre sueños el nombre de quién osaba molestarle en una lánguida mañana de domingo.

- Joder...¿qué cojones querrá a estas horas?...- Refunfuñó, incorporándose pesadamente sobre el usado lecho que recibía su desnudo cuerpo.- ¿Qué pasa? ¿Es que no sabes que hoy es domingo?- Fue su ronco saludo, sin ningunas intenciones de disimular en su voz el tremendo disgusto que le producía esa inoportuna llamada.

A su lado descansaba el cuerpo de un joven de apenas veinte años, completamente dormido después de la extenuante noche de vicio y sexo que se había atrevido a compartir con él, convirtiéndose en una víctima más de las garras de ese abogado en decadencia que se arrastraba de perdición en perdición, sin valorar nada más en la vida que ir pasando días y cumpliendo años consumiéndose en su propia degeneración.

- No, no...no me jodas...¡¿y tengo que venir ahora?! - Exclamó entre dientes, ahogando su propia voz para evitar el despertar de un muchacho del que tampoco ni conocía el nombre, y mucho menos le importaba volverle a ver nunca más.- Vale, vale...está bien...Dame una hora.

Kanon colgó, y por unos instantes sus brazos se apoyaron sobre sus desnudos muslos, agachando la cabeza y cerrando los ojos con fuerza al sentir las punzadas de un terrible dolor de cabeza, consecuencia de todo el desenfreno vivido apenas unas horas atrás. A sus pies descansaba una botella de whisky vacía, compartida trago a trago con quién se removía entre sueños a su lado, alertándole por un segundo, temiendo su despertar. Un despertar que afortunadamente no llegó, y que le arrancó un suspiro de alivio.

- Hay que joderse...- Murmuró Kanon para sí, mientras ladeaba el rostro lo justo para divisar el muchacho por encima de su hombro y pasear su rojiza y cansada mirada a lo largo del joven cuerpo que había caído en sus infalibles redes.

Con evidente inapetencia se alzó del lecho y fue buscando sus ropas esparcidas por doquier, vistiéndose con la torpeza que otorga la densa resaca, notando con disgusto como la cabeza no paraba de darle vueltas y le advertía por enésima vez que si no abandonaba ese malsano estilo de vida, llegar a viejo se convertiría en una quimera.

Antes de enfundarse la chaqueta, revisó que no faltara nada en sus bolsillos, y se permitió la osadía de volver a mirar una última vez a ese muchacho que nunca más volvería a ver. Sumándolo a su infinita lista de víctimas nocturnas. Una lista que estaba plagada de cuerpos y rostros de distintas edades, que por unas pocas horas se dignaban a disfrazar con una deformada réplica de la compañía su vacía y fracasada soledad.

Al salir de la habitación tuvo la tentación de desaparecer sin pagar, dejándole el marrón a quién despertaría sumido en una terrible resaca unas horas después. Al fin y al cabo, la noche tampoco había sido para recordar. En realidad, nunca lo eran. Pero algo impidió que se marchara sin más. Tal vez fue una migaja de compasión hacia quién había jugado a ser el villano de la noche, no siendo otra cosa que un alma más sedienta de adrenalina y oscuras experiencias al margen de la moralidad. Quizás un atisbo de piedad y triste comprensión de los rebeldes impulsos de la juventud hizo que abriera su cartera y pagara la noche consumida dentro de esa habitación.

El edificio que albergaba el Colegio de Abogados encargado de designar a los letrados de oficio se encontraba en el centro de la ciudad, pero no podía llegar allí en ese estado tan deplorable. Kanon condujo hasta que se topó con un supermercado abierto las veinticuatro horas, y estacionó su coche en el párquing medio vacío, para conseguirse algo de cafeína que despejara su nublada mente y algunos chicles que ayudaran a disimular un aliento que apestaba a tabaco y alcohol. No pudiéndose resistir de hacer uso de un probador de perfume barato para enmascarar en lo posible el aroma a vicio que llevaba impregnado por todo su cuerpo.

Tardó algo más de lo previsto en llegar a esas oficinas que le ofrecían un trabajo equivalente al de un funcionario del estado, y cuando entró la soledad reinaba a su alrededor, solo desarmonizada por la presencia del que ejercía un rol algo pareacido al de jefe, esperándole sentado detrás de una mesa repleta de papeles que ya parecían parte de la decoración.

- ¿Qué pasa, Julian?- Dijo con la voz aún tomada por el descontrol vivido durante la noche.- ¿Por qué narices me llamas en domingo?

- Somos abogados de oficio, Kanon...A estas alturas ya deberías saber que no tenemos horarios...

Julian Solo era un hombre que rondaba los cuarenta y que dirigía con maestría el Colegio de Abogados de Atenas, institución que se dedicaba a brindar tanto asesoramiento jurídico diverso como también a designar los abogados de oficio para aquellos individuos que solicitaban dicho tipo de defensa o sencillamente no podían costearse otros abogados de más nombre y mayor caché. Usualmente, los abogados inscritos a este servicio público eran expertos en resolver pequeños pleitos sin mayor complicación, siendo Kanon uno de sus peores peones, la mayor parte de las veces relegado a encargarse de aburridos malechores sin pizca de cerebro ni siquiera para cometer robos de digna mención.

- ¡No me jodas, tío! Estaba ocupado...y hoy es mi día libre.

Julian paseó su escrutadora mirada a lo largo de la desaliñada figura de Kanon, que se había dejado caer sobre la silla posada frente a él, dejando descansar las manos en el reposabrazos mientras con las piernas abiertas y su espalda recostada en exceso hacía pendular la silla de un lado a otro, esperando qué era éso tan importante que le había arrancado de entre las malolientes paredes de un motel.

- Que estabas ocupado no hace falta que lo jures...por tu aspecto, deduzco que lo has estado, y mucho...- Una leve mueca de desprecio se dibujó en los sellados labios de Kanon, acompanándose de un repentino chasquido de lengua que evidenciaba su desagrado ante la situación.- Y más que lo vas a estar...

- Dime de qué se trata de una jodida vez, o me voy.- Fue su amenaza.

- Hay un chico que necesita de un abogado de oficio. Y he decidido que vas a ser tú.

- ¿Y qué se supone que ha hecho este chaval?- Preguntó Kanon, cruzándose de brazos mientras esperaba escuchar algo parecido a "robar una gasolinera" o "agresión con lesiones a las afueras de una discoteca", mascando con desagradable evidencia el chicle que se pasaba de un lado al otro de la boca, absteniéndose de hacer una burbuja con él en el preciso instante que se lo encontró envolviendo la punta de su lengua, volviendo a masticarlo con desfachatez.

- Está acusado de violación y homicidio.- Los ojos se le abrieron como platos ante tal afirmación. Él no tenía experiencia en este tipo de casos, y antes de formular la absoluta negación a las órdenes de su jefe, la voz de Julian se lo impidió.- Y es inocente.

- ¡Venga ya! Sabes que siempre todo el mundo es inocente...- Kanon había descruzado sus brazos y ahora se hallaba incorporado, con la espalda hacia adelante y las manos entrelazadas sobre la mesa.- No lo voy a hacer...sabes que no soy bueno en este tipo de casos...

- Sé que no quieres ser bueno en este tipo de casos...

- A ver ¿Y por qué yo? ¿Es que no hay otros abogados en este maldito "club de los gratis" mejores que yo? ¿Ahora es cuando debo recordarte que siempre me relegas a lo más fácil y mundano?

- Sí...los hay...por supuesto que sí...

- ¿Entonces?

- Pero necesito a alguien que sea capaz de plantar cara al fiscal.- Sentenció Julian, esbozando una media sonrisa de victoria, sabiendo perfectamente que la mente de Kanon se había despabilado en el preciso instante de escuchar la palabra "fiscal".- Y ése, solo puedes ser tú.

- No me estarás diciendo que el fiscal que lleva la acusación es...

- Veo que no habláis mucho en tu família.

- ¡Nunca hablamos de trabajo! Es un pacto tácito que tenemos de siempre...

- Kanon...este chaval es inocente. Ve a verle y lo descubrirás por ti mismo. Y no creo que seas capaz de dejar que alguien que no ha cometido semejante delito pase su vida en la cárcel gracias a la impecable destreza de quién está trabajando para la acusación.

- ¡No puedo hacer ésto! ¡Sabes que Saga es demasiado bueno!

- Y sé que tú puedes ser mejor.

- No...no..¡No! ¡Me niego! - Exclamó Kanon, alzándose de la silla con unas renovadas energías que nadie sabía de dónde emergían.- No voy a enfrentarme a Saga...- Añadió, apoyando ambas manos sobre el sembrado escritorio, avalanzándose amenazante hacia su superior, que sin prestarle mucha atención empezó a rebuscar entre los papeles para dar con el dosier del caso en cuestión. Por unos instantes, únicamente fue el descarado masticar del chicle el que dotó de sonidos el claustrofóbico despacho. - ¡¿Me escuchas o qué?! - Se desesperó al fin Kanon, que no soportaba que nadie le negara réplica cuando él se autoproclamaba dominante de la conversación.

- Perfectamente...- Julian alzó su azul mirada, calma y serena, y con la misma templanza le ofreció el dosier que al fin había conseguido hallar en medio de la devastación de papeles que sembraba su mesa.- Aquí tienes toda la información recopilada por la policía.

Kanon arrancó el dosier de su mano con brusquedad, y apartándose un par de pasos de la mesa lo abrió, leyendo rápidamente y por encima los detalles más importantes del caso en cuestión. Poco a poco, la mirada que hasta el momento se había presentado desobediente y rebelde fue perdiendo intensidad, convirtiéndose en una expresión de derrota antes siquiera de empezar a batallar.

- No...de verdad tío...no me puedes joder así...- Los ojos de Kanon volvieron al inicio del informe, releyendo con más calma todas y cada una de las palabras escritas, no hallando en ellas ningún indicio que le iluminara una mínima posibilidad de victoria.- Acusado de violación...y comprobado...acusado de agresión...y comprobado también...con antecedentes penales por pequeños hurtos y conflictos callejeros...afín a la subcultura gótica...¡Vaya, toda una joyita!- Kanon parecía haberse congelado en medio del despacho, siendo observado atentamente por la afable mirada de Julian, que se había tomado su turno de recostarse sobre su silla al tiempo que se entrelazaba los dedos de las manos y las dejaba descansar sobre su regazo, dejando que los codos se apoyaran indolentes en el reposabrazos de dicha silla.- Julian...ésto es crónica de un delincuente anunciado...¿Cómo puedes creer en su inocencia?- Dijo Kanon, manteniendo aún abierto el dosier entre sus manos, alzando la mirada y buscando sacar el entrellado de la calma de su superior.- Además...no lo puedo hacer solo.- Sentenció.

- Solo no lo harás...ya he hablado con quién será tu ayudante en el caso, y debe estar por llegar.

La mirada de interrogación que le lanzó Kanon se transformó en la viva imagen de la decepción cuando la puerta tras de sí se abrió y apareció la otra persona que había sido reclamada al Colegio de Abogados. La agitada respiración que la acompañaba delataba la carrera emprendida para llegar a tiempo a la cita de su superior, y la mirada que se posó sobre Kanon, plantado en el medio del despacho, tampoco se podía catalogar de satisfacción.

- Hola...siento llegar tarde...

- No te preocupes, Marin. Kanon también acaba de llegar.

Los ojos de Kanon no disimularon la desagradable inspección que ejecutaron sobre el agitado cuerpo de quién acababa de entrar, y la mirada de Marin le respondió de la misma manera antes de disfrazarse de amabilidad al dirigirla hacia Julian.

- Bueno, ahora que ya estáis reunidos, es momento de empezar a trabajar.- Concluyó Julian, mostrándoles una amplia sonrisa que abochornó a Marin y enfurismó a Kanon aún más.

- A ver si lo entiendo...- Dijo Kanon, acercándose de nuevo a la mesa que prudencialmente le separaba de Julian.- ¿Me estás diciendo que tengo que trabajar con ella?- Inquirió con notorio desprecio en su voz, permitiéndose el atrevimiento de señalarla con un dedo sin siquiera volverla a mirar.

- Eso es.

- ¡Cojonudo! ¡¿Me puedes joder el domingo todavía un poco más?!

- Sí. En media hora tenéis que ir a conocer vuestro cliente. Así que ya os podéis dejar de tonterías y empezar a colaborar.

#Continuará#