Disclaimer: Naruto no me pertenece...

Este es el primer capítulo de una de tres historias que estoy escribiendo en este fandom. En las próximas semanas, conocerán las otras dos. Espero que les guste... Y perdón por el tanto tiempo que estuve desaparecida.

Saludos!

1. Madre, esposa y ninja-médico.

El 24 de setiembre de ese año hay una mañana soleada, pero fría y ventosa. Sin embargo, a Asuma Sarutobi eso le importa muy poco. El dolor en los músculos hinchados, los órganos internos lacerados, los huesos fisurados y la sangre manando por todas las heridas que penetraron su piel le hace imposible sentir el frío, viento o importarle en algo la luz.

Ha estado tirado en el suelo por casi media hora, su respirar rápido y difícil, su cuerpo totalmente sudado y su ropa ensuciada y desgarrada. Y sin embargo, eso tampoco era lo que más le importa. El dolor más grande que siente es el golpe contra su propio orgullo. ¡Necesita tanto un cigarro!

¡Smack! Siente el manotazo en su cabeza. «¿Pero cómo supo que estaba pensando en eso? Juro que a veces parece que es una Yamanaka… ¿¡Como puede ser que está bien que mate pero no que fume!?» piensa Asuma mientras mira perezosamente hacia un lado. Ahí, tapando la luz del sol que oscurece sus facciones, puede vislumbrar el talle bajo y delgado de su madre. Da un suspiro. Ella tiene las manos sobre sus caderas. Eso solo puede significar que…

―Vas a oírme, Asuma Sarutobi, y a oírme bien. ―el interpelado da otro suspiro. Como había previsto. Su madre va a darle otro sermón―. Estás dejando que tu orgullo se interponga, de nuevo.

―Él fue el que insistió en que tuviéramos este duelo, no yo.

¡Smack!

―Dije que vas a oírme, no que puedes hablar.

Pero Biwako se mantiene en silencio. Ella se sienta y ejecuta los sellos necesarios para activar la técnica de la mano sanadora. Asuma espera también en silencio, sintiendo como su madre le toca con ese chakra que se siente extrañamente líquido y cálido. Acaricia hasta el centro de sus huesos. Eso lo relaja en seguida, el diagnóstico siempre lo hace. La sanación en sí puede llegar a ser hasta más dolorosa que la herida misma…

―Él solo quiere entregarte tu legado ―vuelve a hablar su madre de repente, mientras pasa sus manos a los dos lados de su tórax, sintiendo las costillas magulladas―. En verdad ha intentado acercarse y llevarse mejor contigo y tu hermana, sueo.

Asuma no se lo discute. Pero es que, después de haberlo visto solo como hokage toda su vida, no le es fácil acostumbrarse a que él de repente quiera ser un padre. Eso lo llena de ira. Siente como si Hiruzen Sarutobi no se hubiera ganado ese derecho. O lo hubiera perdido para poder ser el hokage. El poder supremo, al mando de un ejército listo para sacrificarse con el fin de cumplir cualquier misión que él hubiera ordenado. Como hiciera su compañero de equipo.

Pero Asuma no quiere hablar de eso con su madre. Tal vez después lo hable con Saya…

―No quiero aprender sus técnicas colaborativas ―decide decir, tercamente―. Esas son sus técnicas, no las mías. Si voy a ganar el rango de jonin será solo por mis habilidades.

Biwako suspira, pero mantiene su ritmo y técnica para diagnosticar el cuello y cabeza de su hijo.

―Si los ninjas pensaran así, nadie sabría hacer el kawarimi porque otro lo inventó ―replica ella, con más fuerza en la voz―. Solo por orgullo, estás perdiendo la oportunidad de aprender técnicas que podrían salvar tu vida. Y, más importante aún, estás perdiendo la oportunidad de volver a ser cercano a tu padre.

«Lo dice como si yo fuera capaz de recordar esos tiempos. Apenas tenía cinco años cuando inició la guerra.» Pero de nuevo, no quiere hablar con su madre de lo herido que eso lo hace sentir. Saber que su padre y él fueron unidos solo incrementa su rabia.

―No me parece que el ser humillado cuando y cómo él quiere sea una mejora en nuestra relación. Me toma tan poco en serio, que me exigió que luchara en su contra con la intención de matar mientras él… ―retruca Asuma con fuerza, su voz cada vez más airada. Pero toma silencio cuando recuerda la manera en que su padre lo dejó en el suelo, utilizando solo taijitsu y en menos de tres minutos.

Y su padre había estado usando un kage bunshin todo el tiempoEs decir, Asuma ni siquiera había podido golpearlo una vez para cancelar su técnica.

En verdad necesita un cigarrillo.

―Fuiste tú el que le insistió que podrías ganarle fácilmente sin su ninjintsu ―y su madre no le está ayudando con su mal humor. Al menos, la sensación del chakra médico en sus brazos sigue siendo muy ameno―. Y fuiste tú el que accedió en la apuesta. Sabes lo que eso significa.

Asuma da un bufido, cierra los ojos y mira hacia el lado contrario de donde está su madre. Ella se mueve para diagnosticar sus piernas. Sigue hablando sin misericordia.

―Has perdido la apuesta y debes cumplir lo pautado. Desde mañana mismo, vas a aprender los jitsus colaborativos que te quiera enseñar tu padre, y lo harás con la mejor disposición. ¿Queda claro?

Asuma da otro gruñido.

―Juro que con esa falta de habilidad oral a veces pareces un Uchiha… ―dice Biwako como para sí misma. Pero luego, la firmeza en su voz es mucho más afilada―: ¿¡Dije que si queda claro!?

―Sí señora ―"como si fuera un niñito de cuatro años que apenas está entrando en la Academia. ¡Si estuve en una guerra, por kami-sama!".

Ajena a las quejas internas de Asuma, Biwako cancela la técnica médica y le acaricia los cabellos a su hijo, sonriendo animada y cariñosamente.

―¡Muy bien! Solo te quedan poco más de dos meses para entrenar. ¡Estoy segura que impresionarás a todos los examinadores!

Parece que Biwako espera que él diga algo.

―Gracias ―repone Asuma, solo para interrumpir el silencio entre los dos.

Ella le da un pequeño manotazo en el hombro y se pone en pie.

―Vamos a la casa. ¿Qué tal si vapuleas a tu padre al shogi mientras preparo el almuerzo?

Asuma no se mueve de donde está y solo da otro gruñido. Ella exhala uno muy exagerado para burlarse de él e inicia su camino de regreso. Eso sí le llama la atención a su hijo.

―¡Ey! ¿No me vas a sanar?

―¿¡Pero qué dices!? Si no tienes ninguna herida de importancia. ―ella niega, hastiada―. Juro que ustedes los hombres son unos quejicas. ¡Vamos, arriba!

―Primero mi padre el ex-hokage me humilla a golpes y luego mi madre, la gran ninja médico pediátrica, no me quiere sanar. Esto es simple maldad, lo juro ―se queja él por lo bajo, pero ella lo oye.

―¡Por favor! Tienes quince años y eres un ninja de Konoha desde antes de la pubertad ―rebate ella, juguetonamente―, compórtate como el chunin que eres y levántate. Sabes que el entrenamiento no termina hasta que eres capaz de buscar tu propia ayuda médica. Te sanaré cuando llegues a la casa. ―Otro gruñido―. Y ya que estamos teniendo esta amena conversación, te pido por favor: ¡aféitate esa barba de una vez! Ya casi llega hasta tu pecho y te ves tan desaliñado con ella ―gruñido―. ¡Ah! Y, por último, tiré todos los cigarrillos que encontré escondidos en el asentamiento ―un gruñido atroz―. Y te amo.

―Te amo ―responde él por inercia pero con mal talante, los ojos escondidos detrás de un brazo.

¡Cigarrillos...!

No tuvo la fuerza para decirle que esa tradición suya, de siempre despedirse con esas palabras, era ridícula en ese tipo de situaciones. ¡Si se verían para el almuerzo!

Menos de un día después, Asuma se lamentaría por haber pensado eso. Esa fue la última vez que vería a su madre con vida. Una de las pocas cosas que lo consolarían será el saber que esas fueron las últimas palabras que se dijeron.

-o-

Hiruzen Sarutobi no puede entender cómo ha vuelto a estar en esa misma situación. Había creído que esa batalla había quedado en el pasado, que solo fue un mal sueño de muchos años. Pero ya no es así. Ahí está de nuevo, frente a él: el papeleo ha vuelto.

El Sandaime Hokage, el único kage que ha dejado su puesto por absoluta voluntad propia, vuelve a estar sentado frente a un escritorio lleno de papeles. ¿En qué momento se le ocurrió comentarle a Minato que tenía mucho tiempo libre en su retiro…?

Al recordar cómo había pasado, se da cuenta que tiene que darle mérito al muchacho. En verdad que es un genio. En un momento, su ego estaba siendo inflado por los comentarios que le hiciera el nuevo hogake; y al otro instante, y para cuando se dio cuenta, estaba recibiendo los documentos necesarios para cuatro muy extenuantes misiones.

―Y con esto, podrá sentirse de nuevo de utilidad, y Konoha se lo agradecerá mucho…

―Minato-kun, espera un momento…

Pero el joven hokage hizo como que no lo oyó de lo emocionado que estaba. Su sonrisa era enorme, casi como la de su esposa.

―Mire, en este pergamino está todo lo que necesitas sobre la escuela básica. Y lo de la Academia ninja ya lo traerán. Pero lo del programa avanzado será todo a su discreción desde el puro inicio. Solo pida y se le dará. Estoy muy interesado en…

Hiruzen estaba tan indignado al darse cuenta que el rubio lo había hecho caer en una trampa, que ni siquiera tuvo la fuerza de ánimo como para poder huir. Nunca debió creer que solo estaban conversando cuando el rubio le pidió su opinión sobre cuál es la mejor escuela básica. "Pronto seré padre, tengo que pensar en esas cosas, ¿sabe? Y quién mejor que "El Profesor" para darme un consejo" había dicho esa traicionera y endiablada criatura conocida como Minato Namikaze. Y solo con eso, fue como si le diera cuerda a un reloj. Simplemente se le salió su pasión por la educación, y su lengua se relajó. Eso hizo que pasaran de un tema a otro hasta que ¡BAM! Minato atacó. Y siguió atacando sin piedad:

―… Como bien usted acaba de decir, Sandaime-sama, por más que muchos de los niños civiles entran en el primer año de la Academia, menos del quince por ciento llegan a hacer el segundo examen genin, y de ellos, el total que logra llegar más allá de chunnin es menos del cinco por ciento. Por eso, como usted bien apuntó antes, se necesita…

En resumen, el Sandaime había sacado las kunai, las había afilado y se las había dado a su enemigo, mientras se maniataba de pies y manos a sí mismo para recibir el ataque. ¿Cómo contradecir lo que decía Minato, si estaba usando las propias palabras que él dijera unos minutos antes? ¿Cómo negarse sin caer en las mismas faltas de quienes había criticado? ¿Qué podía decir?: «No me hagas esto, Minato-kun. Aguanté 30 años y tres guerras de él. Ya no puedo más. ¡El papeleo es el peor de las torturas!».

No, se calló, asintió a lo que su hokage le pedía, ¡Hasta le dio las gracias! Y se puso la soga al cuello. El papeleo ha vuelto, y no se irá en mucho tiempo.

"Bueno", se intenta decir Hiruzen, "pudo ser peor. En verdad me apasiona la educación, y hasta ya había pensado en hacerme de un proyecto algo parecido a esto…" pero no logra auto-engañarse por mucho tiempo: "Aunque es muy diferente revitalizar los diferentes tipos de taijitsu en pareja del Clan Sarutobi, que hacer… Todo esto."

La primera misión es algo simple: organizar un curso para los niños de la escuela básica, con el fin de desarrollar los conocimientos y habilidades que ellos necesitan para cuando entren en la Academia. No es fácil de conseguir, se hace en cada clan y él bien puede usar esos conocimientos para organizar un curso para los niños de la escuela. Esto solventaría en mucho las diferencias que enfrenta un niño civil en comparación con uno nacido en un clan. Logrando eso, se está mucho más cerca de aumentar la retención de niños en la Academia ninja.

Pero la segunda misión no es tan fácil: mejorar el contenido curricular en la Academia ninja, así como la manera en que se evalúa. Hace mucho que se sabe que las notas de los niños en la Academia casi no se relaciona con su progreso en la profesión. Muchas veces, los novatos del año no viven ni para ser chunin, mientras los últimos puestos en el grupo pueden llegar a ser… Jiraiyas.

La tercera misión sigue aumentando en dificultad, aunque tal vez es la más importante de todas: organizar al Escuadrón Genin. ¿Qué es el Escuadrón Genin? Es la "institución" donde van a parar todos los chicos que no pasan el segundo examen genin hecho por los jonin líderes de equipo. Ahí, los ex-estudiantes de la Academia ninja terminan siendo los comodines de la vida laboral en Konoha. Trabajan por horas en incontables misiones mal pagadas de rango D, casi siempre tomando el puesto de algún civil o ninja de rango muy bajo que está indispuesto para trabajar por alguna razón. Esas tareas tratan desde barrer los caños hasta lavar los platos en restaurantes pasando por peinar perros.

¿Cuál es el problema de esta "institución"? Su organización solo consiste en una secretaria en recepción de misiones, que es la que hace la lista de los pre-genins, misiones D que se tienen que hacer, a quién asignársela y, luego, a quien pagarle por ella. En resumen: es el abismo de las posibles carreras ninja. Ni siquiera está hecho para que sea un trabajo estable, como pueden hacer algunos genin de profesión. Solo existe para ayudar a que los ex-alumnos obtengan algo de dinero, mientras dan con alguna idea de lo que van a hacer con su vida. No tienen otra que hacerlo. El máximo de edad permitido en este Escuadrón son los dieciséis años. Cuando los cumplen, sus expedientes se archivan y se olvidan. Adiós posible ninja, hola civil de por vida o, peor, criminal de varios tipos.

Vale recordar que solo la tercera parte de los equipos que se gradúan de la Academia ninja, logran pasar el segundo examen genin. ¡Tanto potencial desperdiciado!

Es verdad que la mitad de los chicos del Escuadrón Genin logran salir de ese atolladero para ser parte de la esfera laboral shinobi. Muchas veces, y por medio de diferentes tácticas, esos pre-genin logran llamar la atención de algún ninja que lo quiera patrocinar y enseñar para que trabajen en instituciones que no siempre necesitan ninjas expertos en misiones en el campo de batalla, como Detección y Defensa, Cuerpo Médico, Inteligencia y Tortura, Policía, Desarrollo e Investigación, Mensajería, Coordinación y, si no hay de otra, lo más bajo de lo bajo: Archivo. ¡Los que inventan, hacen y exigen el endiablado papeleo…!

El Sandaime recuerda, con una punzada de culpa, que en medio de la Tercera Guerra Ninja, Root y Danzo Shimura fueron los mayores empleadores del Escuadrón Genin. Hiruzen suspira. Pobres niños. Es posible que un ANBU vuelva a ser solo un jonin, pero un agente de Root… Nunca podría parecer un humano común de nuevo. Como muchas otras veces, el Sandaime agradece que estén en tiempo de paz y que lo más que necesita Konoha en esos momentos sea fortalecer su infraestructura y defensas. ANBU ahora es más que suficiente para las operaciones encubiertas.

Pero volviendo al Escuadrón Genin. Hay una posibilidad a la que más se aferran estos chicos. Esa es entrenar en equipo, con la esperanza de tener otra oportunidad de pasar un segundo examen genin. Es muy común que los jonin que estuvieran llegando a su edad de retiro del trabajo activo (al rededor de los 38 años, cuando la edad y una vida violenta empiezan a pasar factura a su condición física) decidieran terminar su carrera activa enseñando a un aprendiz o a un equipo genin, antes de ocupar un puesto más burocrático o darse de baja.

Las personas del Escuadrón Genin nunca saben cuando algún jonin les llamará para hacer un nuevo examen. Algunas veces, algún pre-genin se ha ido a dormir en su cama y se ha despertado en medio del bosque, en sus pijamas, sin ningún equipo y un pergamino pegado a su frente que dice: «lleguen los tres juntos y sanos en menos de cinco días y a tal lugar si quieren ser ninjas. Esperando: jonin sádico de turno».

Hiruzen sonríe. Ese fue el examen genin del viejo Shippo Inuzuka, y ha sido muy usado por los jonin que quieren pescar algún buen equipo del Escuadrón Genin. Los tiempos cambian. Antes, Shippo dejaba a sus posibles genins desnudos y con las tobillos amarrados en medio del bosque.

Ahora que piensa en él, Hiruzen recuerda que él hace poco que se retiró como líder de los Ninjas Caza-recompensas. ¿Shippo Inuzuka estaría interesado en dar un curso de rastreo?

Porque claro, todo lo anterior no era suficiente para Minato, no. El nuevo hokage también le encargó otra misión: organizar cursos para ninjas que quieren aprender diferentes especializaciones. Así se impartiría mejor el conocimiento, y se guiaría a las nuevas promesas hacia las instituciones sin que sus empleados deban entrenarlos demasiado si no, solo, conocer las notas de las personas obtuvieron en esos cursos.

¿Y de dónde sacará Hiruzen Sarutobi a la gente que dé los cursos en las escuelas básicas y esos quién sabe cuántos y sobre qué cursos especializados? De otra pila de papeles, claro: la lista de los ninjas retirados.

―Esto se me ocurrió hace años, cuando Obito me contó como su Asai-obaa estuvo más que feliz de ayudarlo con su chakra control. Y ella no fue la única, muchas más personas retiradas ayudaron a Obito a llegar a ser un genin. No es de extrañar que él le tuviera tanto cariño a las personas de edad. ―Le había dicho Minato, con una sonrisa leve y cariñosamente, como siempre cuando recuerda a su alumno―. Eso me hizo darme cuenta de la cantidad de conocimiento táctico, de vida, técnico… Que esos ninjas tienen, y que se están desperdiciando en un retiro que, muchas veces, solo los hace sentir inútiles. Eso no es justo, si ellos quieren, bien pueden seguir ayudando a Konoha por medio de enseñar su conocimiento. Siempre que pensé en esa idea, se me viene a la mente el nombre del "Legado Obito" ¿qué le parece?

―Creo que es buen nombre, sí ―había dicho el Sandaime, aún abrumado por toda esa reunión.

En resumen, Minato le ha pedido, con una sonrisa alegre y un encoger de hombros despreocupado, que revolucione la educación ninja en Konoha. Es que no sabe ni por dónde comenzar. Ni siquiera tiene una secretaria para… ¿Y si le exige a Minato-kun que le contrate por lo menos dos asistentes desde Archivo para…?

―¡Hiruzen Sarutobi, que te estoy hablando! ―oye la voz airada de su esposa justo cuando la mano de ella conecta con su cabeza.

Él la mira y, aunque Biwako está frunciendo el ceño y tiene las manos hechas puños a los lados de su cuerpo, Hiruzen Sarutobi solo siente un gran alivio y le sonríe.

―Biwa-chan, kami te ha enviado desde los cielos. ¿Podrías ayudarme con todo esto, por favor? El Yondaime simplemente da por hecho que voy a revolucionar… ―Más por instinto que por deseo, Hiruzen mueve su cabeza para alejarla del alcance de la palma de la mano de su esposa. Eso la hace dar un bufido aún más enojado.

―¡No tienes ninguna vergüenza, Hiruzen Sarutobi! ―exclama ella―. Me has vuelto a ignorar cuando sabes que odio que lo hagas, y ¿luego me pides un favor? ¡Antes si quiera de pedirme perdón!

El Sandaime sonríe apenas, y se tira al suelo donde pone la frente en el piso. Biwako se sorprende al principio, mientras él dice rápida y desesperadamente… En un tono que dice a las claras que se trata de una juguetona pantomima de disculpa.

―¡Perdóname, oh Biwako-hime! Perdona a este hombre que no merece siquiera poder mirar a tan espléndida, maravillosa mujer. ―para ese entonces, ella ya está negando ofuscada aunque, poco a poco, empieza a sonreír, divertida muy a su pesar. ¡Es que en algunos momentos, su esposo seguía siendo el joven pagado de sí que alguna vez fue!

―Para ya, tou-san. Mira que eres irrespetuoso y sin vergüenza, quién te viera…

Pero su esposo la vuelve a sorprender cuando se levanta, todavía arrodillado frente a ella, y la abraza por la cintura. Luego la observa a ella, con su cabeza apoyada bajo sus senos y una mirada amorosa en el rostro. Biwako gira la cabeza hacia la puerta, temiendo que alguien los viera, sonrojada. No se da cuenta de que le pone las manos en los hombros a su marido mientras lo hace. Pero la sonrisa victoriosa de él atestigua que Hiruzen sí que se ha dado cuenta.

―Quien me viera solo diría: «Ahí está el hombre más afortunado de la historia, el que no se merece la mujer que tiene». ¡Por favor, te lo pido, perdóname, hime! Ya sabes que he cometido un deshonor en contra de todas mis convicciones. Es que es tanto el amor que te tengo, tanta la devoción, que lo único que siento cuando se me aproxima su iluminada presencia es paz y amor. Estoy tan acostumbrado a sentir el peligro, que no registro fácilmente tan…

―Anda ya, ya, termina con eso, zalamero.

―Solo si dices que me perdonas.

Ella niega. Ya está muy roja pero, a la vez, sonriente. Le da unos palmadas en los hombros.

―Kami-sama. Te perdono. Ya, deja las tonterías y…

Él la calla cuando se levanta, aún abrazándola, y le da un beso en los labios. Luego, se vuelve a sentar frente al escritorio como si no hubiera pasado nada.

―¿Qué me decías Biwa-chan? ―pregunta, con esa actitud reposada y amable que ha hecho sentirse a salvo a todos los ninjas paranoicos y endurecidos por la guerra que estuvieron bajo su cargo.

Biwako sonríe y se acerca para arrimarse al escritorio, junto a él.

―Decía que no debiste usar un kage bunshin para el entrenamiento con Asuma-chan. No lo tomando en serio, Hiru-kun. Te dije que eso solo pondrá las cosas más difíciles entre ustedes dos.

Él frunce el ceño y mira hacia el papeleo. No quiere tener de nuevo esa conversación.

―Biwako, por favor, no vuelvas con eso. Parece que se te olvida que aquí yo soy el padre y él es el hijo. Asuma Sarutobi debe respetarme a mí y a su clan. ―Su voz está llena del comando de un hokage―. Yo he hecho todo lo que he podido por Konoha, mi clan y, sobre todo, por nuestra familia. Pero a él parece importarle muy poco. No me toma en serio y no toma en serio quién es y de dónde viene. No ayuda en las responsabilidades del clan como debiera, no entrena lo suficiente en nuestro taijitsu, todavía no ha encontrado un compañero simio y ¿¡no lo oíste regodeándose con su tonta idea de que me podría ganar en una pelea si yo no usaba ninjitsu!? ―El Sandaime baja la mirada, triste e impotente, se pasa la mano por el rostro. Da un suspiro y luego habla con sinceridad y cierta desesperación―: No sé lo que le pasa Biwa-chan, antes me respetaba. Ahora, parece que todo lo que haga o no haga está mal a sus ojos.

Ella suspira. También está harta de la misma conversación, y de que él parezca no querer entender lo que sucede.

―Anata, esta va a ser una de esas veces en que te voy a hablar con la verdad sin tapujos. ―el interpelado cierra los ojos, pero asiente―. Él respetaba al hokage, pero no sabe qué hacer con el padre que ahora no es su hokage.

―Biwako, por favor…

―Lo siento, Hiru-kun, pero es la verdad de lo que sucede. Siempre supiste que tus responsabilidades iban a tener un costo en nuestra familia. Y es Asuma el que más lo ha sufrido, porque él es el que menos tuvo tiempo de calidad contigo. ―ella le toma un antebrazo para reconfortarlo, pero su tono de voz sigue siendo firme―. Y tú también has estado acostumbrado a tratar con Asuma Sarutobi el ninja, no con el Asuma hijo por eso mismo. Pero no es tarde, siempre…

Su esposo la interrumpe con voz trémula.

―Sabes que hice todo lo que pude por ustedes. ―su cuerpo está totalmente tenso y, en su mirada, hay una pena e ira apenas contenidas que dirige hacia la pared, o hacia sucesos del pasado que viven en su memoria―. Sabes que estuve horas, de horas y horas en esa oficina y en el campo de batalla por su seguridad. Por la seguridad de nuestro hogar, nuestra gente y nuestros hijos. ¡No es justo Biwa-chan! Me duele que vuelvas a recriminarme por haber tomado en serio una responsabilidad que yo no pedí ni pude rechazar. Una responsabilidad de la que dependían nuestra vida, nuestro hogar y todo lo que es importante para nosotros.

Biwako siente una punzada de culpa. Ella sabe que su esposo se ha acostumbrado a sentir que él es responsable de las consecuencias de sus decisiones. Como si cada muerte o revés en alguna misión pesaran sobre él, solo porque él decidió a quién enviar a ese lugar. Biwako se acerca más a su esposo y, como ve que Hiruzen no hace un ademán para alejarse como otras veces ha hecho, sonríe apenas y se sienta en su regazo.

―Por favor, no sientas que te estoy recriminando. Solo quiero que entiendas la situación y… ―pero él la vuelve a interrumpir:

―Siempre dices eso, Biwa-hime, pero no lo creo. No creo que no me resientas o no me culpes. Nunca me lo has dicho, pero a veces tus miradas y silencios gritan por ti. ―Hiruzen levanta la mirada para posarla en la de su esposa. Se ve que ella quiere alejar la vista, pero se resuelve a no hacerlo. Aún así, Biwako no puede evitar pensar: "tal vez si hubieras usado los kage bunshin para acompañarnos a nosotros como lo hiciste para Konoha…". Pero ella no lo dice, no quiere que él se sienta peor―. Te he dejado sola y a los niños mucho tiempo. Y no solo en momentos importantes de felicidad y orgullo, si no, y eso es lo que te debe doler tanto como a mí, en los momentos de necesidad y tristeza.

Biwako no puede evitar alejar la mirada esa vez. No quiere que su Hiru-kun vea su dolor. No quiere que crea que él es el que se lo produjo. Su esposo no tiene la culpa de que el primero de sus hijos muriera poco después de haber nacido, sin que él siquiera pudiera conocerlo por estar en una misión que se alargó más de lo previsto mientras los gemelos se adelantaron un mes. Pero ambos pudieron cicatrizar rápidamente de ese dolor. Tenían a Kasukedo, y ella fue testigo del padre que su Hiru-kun es cuando puede serlo. Sin embargo, Kasukedo murió a los doce años, en una de sus primeras misiones clase C.

Pero ella no quiere hablar de lo tan rotos que estuvieron los dos después que eso pasara… Menos quiere decirle que, por muchos años y en su fuero interno, ella lo culpó por haber entrenado a Kasukedo para matar o morir, por haberlo enviado a esa fatídica misión y por no haber estar ahí, con él, protegiéndolo. Hiru-kun solo sabe que ella se odió a sí misma por razones muy parecidas.

Tal vez debieran conversar sobre eso de nuevo. Han hablado de Kasukedo cada tanto, y siempre se sienten más livianos después de que lo hicieran. Pero Biwako no cree que podrían volver a ser los mismos como pareja si ella habla de lo airada que estuvo con él por tantos años.

Aunque sabe que él lo sabe…

―Si te soy sincera, muchas veces he pensado que bien podrías haber usado los kage bunshin para estar más con nosotros ―dice con cierta dificultad. Y, de alguna manera, eso logra alivianar un poco al ambiente. Él destensa su mirada y cuerpo mientras la abraza, rondeándole suavemente sus brazos. Algo en su expresión le pide que siga hablando, y ella lo hace―. Pero eso es el pasado. Y el pasado solo sirve para decidir qué vale la pena recordar para el futuro. Así que, ¿sabes lo que en verdad te recriminaría?

―Sé que me lo dirás.

Llaman a la puerta y alguien comenta sin abrir: "Biwako-dono, ha llegado una visita para usted. Se trata de Uzumaki Kushina". Pero ella no le responde a la voz joven de detrás de la puerta, concentrada en hablar con su marido:

―Te recriminaría que no dieras todo lo que puedes para mejorar tu relación con Asuma. Y al decir todo lo que puedes, incluye dejar a un lado tu enorme ego de hokage para poder acercarte a tu hijo realmente. ―"Biwako-dono, ¿se encuentra ahí?" se oye la voz de la joven mientras los esposos están teniendo un duelo de voluntades y miradas. Pero algo cambia en la de Hiruzen y Biwako sonríe victoriosa―. Sé que lo harás bien, tou-san. ―Le da un cariñoso beso en la mejilla y se pone en pie y se dirige a la puerta cerrada―. Sí, estoy aquí. Ya salgo Sayuri.

El Sandaime se puede haber dado por vencido, pero no lo hará sin condiciones.

―Está bien, lo haré. Pero tienes que hacer algo con el ego que tiene ese muchacho también.

―Oh, créeme. Te prometo que lo haré ―ella abre la puerta… Esa fue una promesa que no pudo cumplir.

Pero, antes de que ella saliera y con mucha más rapidez de lo que debiera tener a su edad, su marido se encuentra a su lado y le susurra al oído: "y sobre los kage bunshin. En la noche podemos recuperar un poco de los tiempos perdidos con ellos". Y él también le da un beso en la mejilla mientras Biwako se sonroja y le da una palmada en el pecho, regañándolo con un "¡Hiruzen Sarutobi!" mientras ve hacia la pobre Sayuri, que parece no saber qué hacer con sí misma de la vergüenza.

Él no se disculpa en lo más mínimo y, mientras se devuelve a una velocidad común a su asiento, comenta:

―Y no creas que no sé que tu mano debe estar metida en todo esto de Minato-kun haciéndome responsable de la revolución educativa de Konoha.

Ella ni se inmuta.

―Admítelo Hiru-kun. ―comenta, con otra mirada victoriosa en su rostro―. Te estabas volviendo loco sin tener nada que hacer después de terminar con los acuerdos de paz. ―"Y eso nos estaba volviendo locos a todos, a decir verdad".

―Sabes que por eso vas a tener que ayudarme con todo este endemoniado papeleo y burocracia.

―Prefiero aguantar el papeleo que tu depresión, quejadera y mal humor tou-san.

Y ella sale mientras él vuelve a ver hacia la montaña de papeles, sin saber qué iba a ser con todo ello.

No se dijeron "Te amo" porque creyeron que iban a verse poco después, en el almuerzo. Sin embargo, el Sandaime no lo lamentaría, pues sabe que ella nunca dudó que la ama. Eso era lo de menos. Nada se compara con el dolor de haber perdido al único pilar y resguardo en su existencia. El panorama de vivir sin ella… simplemente parecía imposible, inexistente.

-o-

Apenas la ve sabe lo que está sucediendo. Kushina está muy quieta y silenciosa. Y eso no es lo único que la hace saber que algo sucede. Su rostro está totalmente contorsionado. Se muerde el labio inferior, cierra los ojos con fuerza y parece que ni respira mientras una de sus manos está bajo su viente y, la otra, en la espalda baja.

Que esté de cuclillas a la par del sillón en vez de sentada en éste también es otra inequívoca señal. Justo cuando Biwako se acerca a ella, su mano brillando verde por el chakra médico, Kushina abre los ojos, deja ir el aire, se levanta y se sienta en el sillón.

―No es necesario, Biwako-san. ¡La contracción ya terminó! ―Kushina lo exclamó con el mismo tono que hubiera usado para declarar que había ganado la lotería. En su rostro hay una gran sonrisa. Biwako sabe que está haciendo un esfuerzo por encubrir su preocupación con ella, pues su mirada no se ve alegre―. Duelen mucho, pero cuando se van es como un gran alivio. Las lesiones son peores. No se va el dolor, es menor que el de las contracciones, pero no se va hasta que PUM, uno queda inconsciente o es tratado por un ninja médico. En fin. Gracias por recibirme, Biwako-san.

―Cómo va a ser, Kushina-chan. Siempre es un gusto tenerte aquí. ―responde ella, sentándose junto a la joven mujer. De cerca puede ver que está pálida y sudorosa, sus mejillas sonrojadas―. ¿Cada cuánto están llegando?

Kushina la mira sin su máscara de alegría por un instante. Preocupación y terror bien plasmados en su rostro. Pero pronto los cubre nuevamente, con otra gran sonrisa.

―Sinceramente no lo sé, Biwako-san. Pero no se preocupe, no he venido a preguntarle qué es lo que sucede. Sé que la estuve atosigando los primeros seis meses con preguntas, lo sé. Pero ya no. Nato-kun me hizo leer uno de esos libros que sacó de la biblioteca. Y eso me tranquilizó, la verdad que fue de mucha ayuda. ―frunce el ceño―. Pero no se lo digas a él. ¡Insisto en que "Cuido de embarazo y bebés para tontos" no es el mejor título para ese libro, ttebane! En fin, que me faltan dos semanas para llegar a término y, gracias a ese libro, sé que estas contracciones son solo entrenamientos de mi cuerpo para cuando… ―no logra terminar lo que está diciendo porque tiene que ponerse en pie. Cierra los ojos, se muerde el labio inferior, se pone de cuclillas, ahoga un grito y reposa de nuevo sus manos en la espalda y bajo el vientre.

Sin decir una palabra, Biwako usa su chakra médico para aliviar el dolor lo más que pueda. Kushina se lo agradece con una sonrisa y la ninja médico la mira con paciencia y tranquilidad.

―Fueron menos de tres minutos entre una y otra contracción, Kushina-chan. ―acaricia de arriba hacia abajo la espalda de la joven madre con su mano llena de chakra―. Voy a pedir que alguien vaya a avisar a Minato-kun, mientras yo misma te llevaré…

Kushina la mira con súplica.

―¡Pero faltan dos semanas! No puede ser ya. No estamos listos, Nato-kun apenas se las ingenió para conseguir ciertas concesiones en la oficina para acompañarme en casa el siguiente mes, y el sello necesita madurarse un par de veces más para ser perfecto, y…

―Lo cual se podrá hacer dentro de las siguientes horas mientras te alistas para el parto ―dice Biwako, y pone un mechón rojo de cabello detrás de la oreja de la joven―. Y Minato-kun acaba de convencer a mi marido de tomar un trabajo que le acarreará montañas de papeleo, inventará algo para poder estar con ustedes en estas semanas. Además, me tienes a mí y a Taji, las ninjas médicos mejor capacitadas en toda la Nación del Fuego para este parto. Todo estará bien, Kushina-chan. Vamos, en menos de un día tu vida estará llena de felicidad. El dolor, cansancio… Todo lo demás no importará después de eso.

Kushina sonríe, y esta vez sí es real.

―Sí, ¿verdad? Tal vez sea mejor. Ya está todo listo en casa, y kami sabe que la paciencia no es mi fuerte. No es el fuerte de los Uzumaki, salvo cuando nos poníamos en modo obsesivo con los sellos pero, con lo demás, no. ¡No nuestro fuerte, ttebane! Y no soy la única Uzumaki que ha estado esperando por tanto tiempo. Sí, esto es lo que debía pasar. Y leí en el libro que cuando los partos se dan dos semanas antes de término prácticamente son sin problemas, ¿verdad? ¿verdad? ―mira a Biwako con cierta desesperación. Ella responde en seguida.

―Claro que casi no conllevan problemas. Menos estando Taji y yo junto a ti. Además, esto no es nada que no hubiéramos estado esperando. Ya sabíamos que los partos múltiples suelen adelantarse. Todo está preparado.

―Sí, claro. Nato-kun tiene todo listo. Si no lo tuviera, lo atacaría con mis cadenas de chakra sin piedad, y él lo sabe. Así que…

Otra contracción ataca y Kushina vuelve a interrumpirse a sí misma. Biwako la consola nuevamente como puede y, justo después de que ésta termina, le dice amablemente:

―Mejor llegar temprano que tarde, ¿no crees, Kushina-chan? ¿Qué tal si iniciamos el protocolo Mito? No sabemos cuánto va durar, pero es mejor tener todo a punto para cuando se dé el parto.

―Sí, es mejor. Sí… Pero, ¿puedo comer ramen antes de ir? Ya casi es hora de almorzar y necesito toda la energía posible ―pide Kushina, sentándose en el suelo, quitándose sudor de la frente y viéndola con una mirada aniñada y suplicante.

Biwako no puede evitar sonreírse y negar mientras se pone en pie.

―Sí, se puede. Yo misma te lo haré conseguir cuando termine de instalarte en la sala. Pero eso sí, tiene que ser poco y espaciado. ―mientras le responde, Biwako va hacia una ventana y hace señales a ciertos ANBUs por medio de pulsos de su chakra.

Ella no sabe que alguien no autorizado conocerá pronto que Kushina dará a luz. Ni sospecha que esa persona ya tiene un plan para poder infiltrarse en la cueva. Pero no es tan fácil de entender el cómo es eso posible. Bien que mal, el maestro de Tobi estuvo presente en la primera y única vez que se había implementado el protocolo Mito anteriormente.