Redención

Disclaimer: Los personajes de Soul Eater no me pertenecen, su creadora es Atsushi Okubo.

Advertencia: Esta historia es AU, pero se existen los poderes de bruja, shinigami, armas, etc.

¡Disfrútenlo!


Los copos de nieve caían lentamente desde el cielo, mientras ella solo los podía observar desde atrás de aquel ventanal que adornaba su habitación. Estiró su brazo, y tocó suavemente el cristal con la yema de los dedos, imaginándose a ella misma allá afuera, sintiendo como los copos de nieve se derretían al tocar su ropa, mientras la brisa helada acariciaba su rostro, haciéndola temblar. Haciéndola sentir.

Suspira suavemente, viendo con anhelo el exterior. Sus ojos brillan al ver el manto blanco cubriendo todo, dándole un aire puro y, que a su vista, es completamente mágico.

El chirrido de la puerta desvía su atención. La habitación que estaba a oscuras es iluminada por la luz que viene de afuera, pegándole en plena cara y provocándole que cierre los ojos y ponga una mano frente a ella. La alta figura de una mujer rubia entra por la habitación, y junto a ella, un denso aire de tensión y miedo se forma. Un escalofrió la recorre completamente, sus manos tiemblan y sus ojos se dilatan.

-Ma-Madre. – Musita con miedo. Su voz suave llega como un rápido murmullo a los oídos de la mujer.

-Te eh dicho mil veces que no me llames Madre, Chrona. – Espeta con voz fría. – ¿Es que acaso no puedes entender?

-Y-yo… dis-disculpeme, Me… – Sin embargo, es interrumpida por el bufido de la mujer.

-No importa, de igual forma, siempre eh sabido que no eres más que una completa inútil. – Chrona baja la cabeza, avergonzada. – Ponte de pie, hoy continuaremos con el experimento.

Chrona siente su corazón palpitar fuertemente, mientras que su mano toma su brazo contrario con fuerza, como si en cualquier momento fuera a caerse.

-Pe-Pero… – Tartamudea. La mujer rubia la mira con aprensión y amenaza, haciéndola temblar levemente. – U-Usted me prometió q-que el día de hoy sal-saldríamos a fu-fuera. – Termina en un leve susurro, mientras baja la cabeza con miedo.

-Hnn, es verdad, te lo prometí. – Habló indiferente. Chrona alzó la mirada, con los ojos brillando con esperanza, ¿Será acaso que sí la dejaría salir?

La mujer caminó hasta Chrona, y se puso de cuclillas para quedar a su altura, mientras la sujetaba fuertemente del mentón.

-Te prometí que iríamos afuera si hacías que Ragnarok matara al pequeño conejo. – Gruñó molesta –. Y no lo lograste, así que no hay promesa que cumplir.

Le soltó el mentón, para luego tomarla de una de sus pequeñas manos y tirarla fuera de la habitación. La pequeña Chrona trataba inútilmente de soltarse, acumulando lágrimas en los ojos y dando pequeños sollozos lastimeros. Ella no quería matar a aquel pequeño conejo blanco como la nieve, era demasiado bonito y apenas era una cría; como ella.

¿Por qué le había tocado eso a ella?

Apenas tenía 8 años, y era un experimento de su Madre. No podía decir que tenía infancia, no se podía decir que era feliz. No podía disfrutar del verano, no podía sentir la primavera, no podía jugar en el otoño, y no podía celebrar el invierno.

Vivía bajo la sombra de su oscura habitación. Viendo con ojos anhelantes el exterior. ¿A qué sabría comer un helado en un día caluroso de verano? ¿Cómo sería ver crecer una flor en primavera? ¿Cuál sería el ruido de las hojas de otoño al crujir? ¿Qué se sentiría tocar la nieve entre sus manos?

Miles y miles de preguntas rondan por su mente, alentando más su curiosidad y ganas de explorar el mundo. Nunca había podido salir de aquella cueva que se hacía llamar su hogar. Donde el frío y el olor a medicina llenaban todo su alrededor.

Fue brutalmente arrojada hacia el interior, cayendo de sentón y haciendo que las lagrima corrieran libres por sus mejillas.

-Ahora te quedarás aquí encerrada hasta que logres hacer que Ragnarok mate al conejo, ¿Entendiste? – Le dedicó una mirada fría, y antes de salir, le colocó un aparato con varios botones incrustados en la muñeca. – Con esto me asegurare de que hagas tu trabajo.

La niña se levantó rápidamente cuando su Madre cerró la gran puerta de metal. Con sus diminutas manos comenzó a golpear la puerta, sollozando y llorando con fuerza.

-¡Por favor! ¡No me dejes aquí! – Lloró con fuerza, sus pequeños puños chocando contra el metal negro de la puerta. – ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Sácame de aquí!

Un gruñido la alertó, y casi con miedo ladeó la cabeza, mirando por sobre su hombro. En la esquina derecha, una pequeña figura se removía con inquietud, gruñendo y ladrando con fuerza.

Chrona se recargó contra la puerta, colocando sus manos en su pecho, pestañeando para aclarar su vista. La oscuridad intensa no la ayudaba en nada, y los gruñidos solo la aterraban más.

-Ra-Ragnarok… – Musitó tímidamente.

Las luces prendieron de un momento a otro, haciendo saltar a la pequeña Chrona. Tragó nerviosamente, viendo a su alrededor con ansiedad.

-¡Ra-Ragnarok! – Llamó con voz más fuerte.

Un pequeño bultito se movió, parándose y saliendo de la oscura esquina. Un pequeño perro de pelaje negro y ojos extrañamente blancos le gruñía molesto.

-Va-Vamos, Ragnarok. Ven a-acá. – Dijo Chrona con voz temblorosa.

El perro dio un gruñido, negándose a moverse de su lugar.

-Po-Por favor, Ragnarok. – Pidió suavemente.

Hubo un pequeño golpeteo en la esquina contraria, donde un pequeño conejo blanco se acurrucaba asustado.

-Se-señor conejo. – Llamó feliz. Sin embargo, dio un chillido de dolor al sentir como el aparato en su muñeca enviaba leves descargas eléctricas a su diminuto cuerpo.

-Chrona. – Llamó una voz desde el aparato –. Si no haces que Ragnarok mate al conejo, te encerraré en "Esa" habitación. – Amenazó la voz de la rubia de forma fría.

La pequeña Chrona tembló salvajemente.

-¡No, por favor! ¡Esa habitación no! – Lloró abrazándose a sí misma, mientras negaba fuertemente con la cabeza.

-Ya lo sabes, Chrona. O lo matas, o te encierro. – La voz desapareció, dejando un incómodo silencio en la habitación, solamente perturbado por los continuos sollozos de la niña.

-Ragnarok, ¡por favor, ven aquí! – Suplicó sollozando.

El perro no se movió. Una nueva descarga eléctrica la hizo estremecerse y chillar.

-¡Por favor! Solo te pido eso. – Gimió entre gruesas lágrimas.

El perro gruño, sin moverse. Las descargas se hacían cada vez más fuertes, al punto que el pequeño cuerpo se convulsionaba en el piso.

-¡Ragnarok, por favor! – Chilló desesperada.

Una fuerte descarga eléctrica, un grito de dolor y Chrona terminó en el piso tosiendo sangre.

El pequeño perro se acercó hasta el cuerpo petrificado de la niña, que se había quedado como piedra al ver la sangre.

Su sangre…

Los ojos de Chrona estaban dilatados por el miedo, por el terror. Esa sangre era suya, pero había algo que no estaba bien, algo que no era normal…

Su sangre era negra…

Negra.

¿Por qué era negra? ¿No debería ser roja? ¿Roja como la de su madre, como la de su tía, como la de los niños haya fuera?

Negra…

Era negra, oscura, siniestra. No era normal, no era como la demás, no estaba bien.

Negra…

Su corazón palpitaba fuertemente. ¿Por qué no era como la de los demás? Roja escarlata, roja oscura, roja carmesí, roja sangre…

Con sus manos tocó aquel espeso liquido negro…

Negro…

Dio una leve risa.

Fijó su mirada en la muñequera, tenía un pequeño metal puntiagudo y afiliado salido. Lo tocó con las yemas de sus dedos, y luego se cortó la palma de la mano con él.

Volteó la mano y la miró. La cortada era profunda, y de ella salía sangre, mucha sangre.

Sangre negra…

La pequeña risa se convirtió en una carcajada, y la carcajada se convirtió en una risa histérica y de locura.

Su sangre era negra. ¡Negra!

Negra como la noche, negra como la oscuridad de su habitación.

Negra como el abismo de locura que comenzaba a distorsionar su mente.

La sangre se escurría por todo su brazo, mientras su risa resonaba por toda la desolada habitación.

-Mira, mira, Ragnarok. – Canturreó Chrona divertida. – ¡Mi sangre es negra!

Le mostró la palma sangrante al perro, que la olisqueó y la lambió con sumo gusto.

-¿Verdad que es genial? ¡Es negra! ¡Negra! – Chilló, para luego estallar en carcajadas histéricas.

Paró abruptamente, y miró al perro con una sonrisa retorcida y maliciosa. Tomó el pequeño metal puntiagudo y cortó la superficie de la pata del perro, que pronto comenzó a sangra.

-¡Mira, Ragnarok! ¡Tu sangre también es negra! – Exclamó feliz. Lamió la sangre que escurría por su brazo y luego lamió la del perro.

Un nuevo golpeteo llamó su atención, giró el rostro para ver al pequeño conejo blanco temblando y acurrucándose más.

-¿Conejo? ¿Tu sangre también es negra? – Preguntó ladeando la cabeza. Tambaleante se acercó al conejo, que trataba de huir de la pequeña niña. Chrona lo tomó en brazos y rajó su lomo con el pequeño metal. La tiró al piso bruscamente, asqueada al ver su sangre.

Roja…

-Ah, es roja. – Musitó de forma neutra. Una sonrisa retoricada se apodero de su rostro –. Ne, Ragnarok. ¿Qué te parece si le enseñamos a este conejo que aquí no es bienvenido? Hay que enseñarle una pequeña lección al señor conejo.

La pequeña niña sonrió tétricamente, haciendo que el pequeño conejo temblara aún más. Chrona estiró su brazo, y Ragnarok, mostrando sus afilados colmillos, se transformó en una pequeña espada con detalles en blanco. La pequeña sujetó con firmeza el mango de la espada, ampliando su sonrisa, y se acercó a paso lento al conejo que temblaba aterrado en un rincón.

-Bye, Bye, señor conejo. – Chrona rió alegremente, aun con aquella sonrisa tétrica en su rostro. Alzó la espada y, riendo macabramente, la incrustó en el cuerpo del indefenso conejo.

La sangre roja corría con abundancia, deslizándose lentamente por el filo de la espada negra. Chrona no dejaba de sonreír, ver como la sangre salía de aquel pequeño era hechizante, era… era…

Divertido y embriagador.

Pero… había algo más.

Un sentimiento de culpa, inconformidad y…

¿Tristeza?

Miró aturdida el inerte cuerpo del conejito blanco. La espada atravesaba su pequeño cuerpo sin remordimientos, disfrutando de la sangre que se secaba en su filo.

Los ojos azules de Chrona se dilataron en miedo y terror nuevamente, el dolor los opacó como una niebla a la carretera.

¿Ella…? ¿Ella había hecho eso?

Tomó al conejito entre sus pequeñas manos. Manos manchadas de sangre negra y roja.

-¿S-Señor conejo? – Llamó tímidamente, lagrimas amontonándose poco a poco en sus ojitos azules –. Señor conejo. – Llamó con más fuerza, zarandeando levemente el cuerpo.

La niña sollozó lastimeramente al ver que el conejito no se movía. Con cuidado retiró la espada del cuerpo, sosteniéndola firmemente en su mano, mientras dejaba el frío e inerte cuerpo del conejo en el frío suelo.

Un conejo que ella había matado.

Ella… y solo ella.

Había cumplido con la misión de su madre.

-Lo hice… – Murmuró suavemente. Su mano aferró el mango de la espada, mientras la otra tomaba con fuerza su brazo contrario –. Lo hice… lo maté.

Una risita salió de sus labios.

Lo había hecho… ¡Había matado al señor conejo! Al conejo que se parecía a ella, frágil y pequeño, ¡Lo había eliminado por completo!

Sintió un sabor amargo subir por su garganta, las lágrimas por fin se deslizaban libres por sus pálidas mejillas. La sonrisa aún se mantenía en su rostro, pero sus ojos miraban de forma aturdida al conejo.

-Lo maté. – Afirmó asintiendo. Dejó escapar otra risa –. Lo maté.

Sintió su espada vibrar, pero simplemente lo ignoró. Muchos sentimientos se estaban mezclando en el interior de Chrona.

Felicidad, miedo, alegría, amargura, decepción…

Tristeza y Enojo.

-¡Lo maté! – Gritó tirando la espada bruscamente al suelo, dejándose caer de rodillas, las lágrimas seguiendo fluyendo sin pausa alguna. Ragnarok volvió a su forma original, gimiendo de dolor y mirando amenazador a Chrona. – ¡Yo lo maté!

-Felicidades, Chrona. – Felicitó la voz de la mujer desde el aparato –. Has cumplido la meta, y como recompensa, te sacaré por unos momento a fuera luego de una revisión.

Chrona no sabía si reír o llorar. Al final optó por hacer las dos cosas al mismo tiempo.

.

En otra habitación, dos mujeres veían en una pantalla grande a la pequeña niña tirada. Una de largo cabello rubio, atado en unas trenzas al frente, sonreía con suficiencia y satisfacción al resultado del experimento. Un brazo se encontraba sosteniendo su codo, mientras la palma de su mano tomaba su barbilla.

-Medusa-sama, ¿Está satisfecha con el resultado? – Preguntó la segunda mujer en tono indiferente, jugueteando con un mechón de su pelo castaño.

-Por supuesto que sí, Aizu. – Rió por lo bajo –. Chrona por fin ha despertado la locura de la sangre negra, ahora todos nuestros planes darán inicio. – Sonrió de forma cruel.

-Humm…

Dirigieron nuevamente su mirada a la pantalla, donde la niña reía de forma histérica, al tiempo en que gruesas lágrimas salían de sus ojos.

-¡YO LO MATÉ!

La carcajada de Medusa y el desgarrador grito de la pequeña Chrona, se perdieron en el profundo silencio de la noche.

.

.

Chrona abrió los ojos al sentir el chirrido de la puerta de metal abrirse lentamente, sacándola de aquel horrible recuerdo de su infancia. Colocó una mano en su frente, enfocando su vista para definir las dos figuras que entraban a paso lento a la habitación.

-Ella es. Dijo una voz desde la luz –. Ella es la paciente Chrona Makenshi.

Una figura mas alta se acercó a ella. Chrona comenzó a temblar, arrastrándose hasta chocar con la pared de la habitación.

-No tengas miedo, no te haré nada. Su voz era calmada y llena de paciencia, ¿Quien era él?

¿Cómo saber si decía la verdad?

-Chrona. Llamó la otra voz –. Él es tu nuevo doctor, Death the Kid.

Ella lo miró unos momentos.

-No se lidiar con esto... – Susurró finalmente, doblando sus rodillas hasta su pecho, rodeándolas con sus delgados brazos y ocultando su cara en ellas.

Definitivamente, no sabia lidiar con un nuevo doctor en aquel hospital psiquiátrico.


Notas de la autora:

¡Por fin lo termino!

Fue algo difícil, pero quedé más o menos satisfecha con el resultado. Es solo un prólogo, pero si mi mente (y sobre todo mi inspiración) me permite, trataré de hacer el siguiente cap más largo.

Este fic es dedicado a mi amiga; Nesha, porque ella me ayudó con la idea y, sobre todo, me apoyó para escribirlo.

Nesha, si lees esto, lamento no utilizar tu nombre sugerido, pero el titulo se me hizo perfecto para otro fic de Soul Eater que escribiré cuando tenga la idea bien planteada.

En fin, espero que le guste. Y lamento si quedo un tanto raro.

¿Lo continuo, o lo dejo?

Nos leemos!

Bye xD

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