FIC
En la Guerra… y en el Amor
Por Mayra Exitosa
Albertfic
William Andrew Gordon contaba con varios emporios en los negocios heredados por su padre, su amigo y socio Walter Mackenzie era incondicional de él y contaba con casi la misma cantidad de negocios que su amigo, sin embargo quien siempre salía ganando por poco era William, este se casó con la mujer que más amaba Walter, Rosemary, y poco a poco se fue separando de la sociedad, tuvieron un hijo y Walter se dio por vencido y se fue para América, donde conoció a Zoe, una hermosa mujer de la que se enamoró y tuvo un hijo, al que puso por nombre Walter Jr.
Con el tiempo y los años los socios se alejaron y separaron esa sociedad, misma que trajo perdidas a ambos hombres tanto económicas como ante sus competidores. Sin embargo ambos hijos tomaron en serio su papel de herederos y sacaron a flote todos y cada uno de los negocios, convirtiéndose en rivales, peleando sus clientes y cuidando sobre salir en todo. Como uno de ellos estaba en América, no se veía perjudicado por el otro que sobre salía en Europa, hasta que…
Ambos hombres se casaron, William Andrew A. Se casaba con la hija de un millonario inglés, llamada Pauna y con ella tuvo dos hijos, la mayor de nombre Rosemary y el menor de nombre William Albert. Ambos con una diferencia de edad de casi ocho años. Su fortuna se multiplicaba en gran manera logrando negociaciones en Asia, Australia y América.
Mientras el hijo de Walter se casaba años después con la hija de uno de sus socios con quien multiplicaba sus ingresos en toda América. Con ella tuvo una hija a la que puso por nombre Candy Mackenzie, solo que al nacer, su madre perdía la vida y ella quedaba en cuidados intensivos por varios meses al ser tan pequeña y prematura. Cuando por fin se la entregaron la sobre protegía y alejaba de todos al verla tan pequeña, era su motivo para vivir, no faltaban quienes quisieran conquistar al empresario, pero los abuelos Walter y Zoe intervinieron en la educación logrando que Candy fuera la mejor empresaria, pues el abuelo deseaba un nieto varón, pero al ver la fortaleza y tenacidad de la pequeña supo que ella acabaría con todo el que intentara adueñarse de lo suyo y eso para el abuelo Walter era que le habían ganado a la mujer que el quería, aun con la abuela Zoe, el nunca olvidaba la hermosa mirada de Rosemary a quien idealizó hasta ir a sus sepelio a despedirla aun sin que nadie lo viera.
- Oye bien Candy, nadie jamás, nadie te quitará a quien ames, ¿quedo claro?
- Si abuelito. Yo siempre te querré mucho y a mi Papá no me lo quitará ninguna arribista, buscona y entrometida, si se le acercan, acabaremos con ella. El abuelo reía, el no lo decía por su hijo Walter, pero era claro que su nieta tenía su carácter. La abuela Zoe al ver a su esposo con su nieta, se emocionaba porque la pequeña cada día era mejor ante los ojos de su abuelo y de su padre. Y para ella no había nadie que se le comparará.
Con los años, Walter que era más joven se sentía intimidado por William quien ahora lo superaba en gran manera, sin embargo una noche en un titular se enlaza la noticia de la muerte de él y su esposa Pauna, dejando a cargo a su joven hijo William Albert quien ya había tomado parte de los negocios junto a su padre, solo que esta vez quedaba con toda la responsabilidad.
El abuelo Walter se puso muy mal al enterarse de la muerte del hijo de Rosemary, tanto que su corazón sufría un infarto. Este se quedaba hospitalizado y su mujer supo entonces del gran amor que había guardado en su corazón por aquella mujer, la madre del competidor de su hijo. Walter Jr. Ahora se preocupaba más por preparar a Candy debido a que el hijo de William iba muy bien en los negocios, tal y como su padre llevaban un incremento mayor y la competencia era cada vez más difícil, pues el joven no solo había perdido a su padre, sino a su madre y un año después a su única hermana.
La tristeza no tenía cavidad en la familia Andrew, se pensaba y se hacía creer a todos, preocupados por si se daba una baja en la bolsa de valores, el administrador y la hermana de su abuelo, se encargaban de que todo continuara como debía dándole tiempo a Albert para superar todo lo que tan de prisa había sufrido.
Cuando regresó a retomar los negocios, se dio cuenta que habían bajado sus ingresos en América, donde su padre le había puesto más empeño que nunca. Se puso la meta de recuperar todo lo que tenía y a los clientes que había perdido. Dándose cuenta que en América estaba el competidor y archi enemigo de su familia Walter Mackenzie, este puso como meta ganar en todos los aspectos a ese hombre, sin darse cuenta que ya no estaba a cargo pues quien realmente ya estaba dentro de la administración era su hija, pero ambos no se conocían y no sabían quienes estaba tras la magia de todo lo que estaba creciendo en América los Mackenzie.
- Papá, llegó el momento de superarnos… debemos ganar terreno en Europa, vamos a invertir allá.
- Hija, mejor damos fortaleza a lo que tenemos aquí.
- No Papá, ellos están compitiendo con nosotros aquí en América, y con los clientes nuevos. Nosotros recuperaremos a los negocios de mi abuelo.
- ¿De tu abuelo?
- Si Papá, una Mackenzie no se da por vencida, ahora vera como competimos nosotros.
La guerra en las inversiones fue en crecimiento, los Andrew se asociaban con los Alemanes ganado territorio nuevo y los Mackenzie daban un tiro enorme al asociarse con Australia, y Arabia. Albert no podía creer que ellos entrara al mercado Europeo y compitieran donde él era el más fuerte. Pero esa competencia le hizo sacar sus mejores golpes en las inversiones logrando atacar a los Mackenzie donde más les dolía.
- ¿Qué te parece, George? Acabaremos con Mackenzie. Mencionaba Albert a su administrador.
- Créeme, no sé como lo hacen pero, perdió aquí y esta ganándonos en América. Acabamos de perder las inversiones en Chicago. Respondía incrédulo
- No puede ser. Como lo hizo… es imposible. Miraba en la computadora una y otra vez revisando las inversiones. Pero George confirmaba,
- Mira, no sé cómo, vi a Walter deprimido, pero llegó a América y lo que perdió aquí, lo multiplico con creces allá. Con media sonrisa Albert respondía,
- Están utilizando nuestras técnicas, George. El hijo de ese hombre debe estar ya dentro de la empresa. Tenemos otro Mackenzie más.
- Tendrás que ir y hacerte cargo, William. No podemos dejar Europa durmiendo en sus laureles y eres mejor en América. Albert con media sonrisa confirmaba,
- Haré las negociaciones directas, iré y me hare cargo de ganar en todas las inversiones, te lo aseguro, George.
En Chicago, Candy festejaba con sus abuelos en espera de su padre,
- Si abuelito, tenías razón, fue un golpe fuerte para Papá pero sabes, esta vez el se quedará aquí y yo seré quien vaya a Europa. A lo que su abuelo se negaba
- No señorita, usted se queda aquí, el que irá a hacerse cargo en Europa seré yo, y su abuela irá contigo, tenemos que engrandecer las inversiones, debes tener un mejor patrimonio y tu abuela y yo estamos de acuerdo en eso.
- Pero, pero yo quiero que estén aquí conmigo. Contestaba con pucheros fingidos Candy al saber que no había nadie que le ganará a su abuelo en el manejo de los negocios.
- Deja que llegue tu padre y lo definiremos.
Semanas después, en una reunión con un cliente muy importante, Candy averiguaba que Andrew estaba invitado a participar, por fin se verían las caras, pues estaba confirmada su asistencia. A lo que Albert, ya tenía todo planeado, el mismo le dijo al cliente que los reuniera a todos los interesados en su negocio y frente a frente podrían darle la mejor propuesta sin lastimar las inversiones, siendo transparentes.
La imponente figura de William Albert, entraba por el pasillo al salón principal donde se llevaría a cabo la venta de un corporativo en venta, el cual serviría como plataforma para los Andrew en América. A lo que los Mackenzie estaban interesados para adquirirlo y crecer más en el país donde ya eran los más importantes actualmente.
Candy llegaba puntual ignorando que Andrew había llegado mucho antes y ya esperaba dentro del salón. El dueño del corporativo estaba indeciso en vender o continuar el Corporativo Allen contaba con más de veinte años en el mercado y una trayectoria importante, no deseaba dejar caer su inversión, al contrario quería ver como Mackenzie y Andrew subastaban por comprarlo.
Albert no era tonto, pensaba realmente que el negocio no valía tanto solo que deseaba conocer directamente, a su rival en los negocios. Robert Allen entraba con una sonrisa de poder, se sentía debutante en pasarela, mientras Candy lo observaba por el pasillo con media sonrisa, asegurando que ese estaba como las nubes, creyendo que daría todo por él, cuando ya tenía un as bajo la manga.
- Buenos días Andrew, ya llegó Mackenzie, viene entrando.
- Bien, veamos qué es lo que vamos a ver en tu negocio. Si la venta esta muy elevada, quiero saber si Mackenzie te llegará al precio.
Candy entraba vestida de blanco, mientras ellos lucían de un traje en colores obscuros, no la esperaban, pero estar ahí, era parte de la estrategia de los Mackenzie.
- Buenos días caballeros. Albert se ponía de pie, la joven no era un hombre, era una hermosa mujer con una mirada arrebatadora, unas curvas de infarto y unos bustos que podían ahogar a un hombre en sus caricias.
Candy, ya conocía a Allen, al ver a Andrew tragaba saliva, no era lo que pensaba, ese no era el hombre que imaginaba, nada que ver con un tipo gordo y bajito, era todo lo contrario…
La mirada de ambos al verse fue ignorar al cliente por completo, era como entrar a un ring de nubes, ahora por fin después de varios años… se conocían frente a frente los empresarios de más alto rango y los únicos con los ingresos suficientes para que Allen saliera ganando en esa transacción.
Gracias por sus comentarios, respondiendo a ellos, si vamos por todos los fics, me encantará subir capitulo de Los chicos de Candy, si es posible y si Tuty me lo permite en el reto, con gusto esta misma semana subiría para continuarlos. Deseando de corazón les agrade este fic nuevo,
Un Abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
