Ahora era tan difícil hacer esto, tanto tiempo soñándolo y ahora que tenía el deber de hacerlo sentía que las fuerzas le fallaban, tenía una carta que entregar y ese era el único pretexto para ir a buscarla, sus recuerdos lo llevaron unas noches atrás, cuando en su lecho de muerte su mujer le entrego una carta para…

-toma – dijo ella pasando a su esposo un sobre blanco sin firma ni destinatario-es para ella-

Sin oír su nombre él supo a quien se dirigía

-tienes que entregársela personalmente- dijo la mujer a punto de dar su último suspiro – promételo-insistió ella

- lo prometo- dijo él en un tono que a ella le dio la paz que necesitaba, y entonces ella murió.

El viajaba a Chicago a cumplir con la última voluntad de su esposa, estaba cansado, pero no aplazo mas su viaje, decidió terminar con eso de una vez, así que, después de sepultar a su mujer tomo el primer tren para esta ciudad, estaba en la mitad del camino cuando su mente viajo cuatro años atrás, cuando tuvo que dejar ir al amor de su vida, al motivo de sus sueños, apretó sus ojos como si de eso dependiera mantener aquel recuerdo, sintió como su pulso se aceleraba, al tiempo que recordaba como la seguía por las escaleras, como se debatió internamente cuando al alcanzarla ya no tuvo el valor de soltarla, no el no estaba dispuesto a dejarla ir, ella era su razón no la dejaría marcharse y volvió a escucharse decir - no te vallas amor-, y vuelta a su realidad decidió que no era el momento para traer aquel dulce recuerdo a su mente, soltó un suspiro y como pudo distrajo su mente.


Y ahora estaba ahí en su puerta a punto de entrar, suspiro rogando al cielo autocontrol, llamo a la puerta.

-si –respondió la mujer que atendió la puerta

-estoy buscando a Candice White-dijo Terry dudando en cuanto a cómo preguntar por Candy

-si – dijo la empleada- espere aquí – índico dejando pasar a Terry al recibidor- disculpe, quien la busca

-Terrence Grandchester

La mujer salió, y Terry se quedo esperando, tan pacientemente como podía, lo último que supo de su pecosa fue que ella estaba comprometida nunca quiso saber con quién, quien sería el afortunado esposo de Candy, hombre que sin conocer Terry envidiaba profundamente.

Terry escucho como la puerta se abría sintió su corazón desbocarse, todo su temple de actor se fue al caño en un segundo, sintió perder el piso, pero su carácter pudo más y termino por controlar sus emociones, se puso de pie y vio entrar a esa mujer y vio que era tan distinta a la que recordaba, su postura y forma de caminar eran las de una mujer refinada, pero seguía conservando eso que la hacía tan especial para él, seguía conservando esa inocencia que a él le encantaba, vio en esos hermosos ojos verdes la chiquilla intrépida y valiente que el amaba, pero tuvo que Salir de esos pensamientos cuando ella le hablo

-hola- saludo Candy con voz temblorosa

-hola-dijo Terry haciendo gala de su temple

-¿y qué te trae por aquí Terry?

-yo solo vine a…-

- disculpa Terry quieres sentarte- interrumpió Candy

Terry asintió y espero a que Candy se sentara para después hacerlo él, hubo algunos minutos de incomodo silencio, Candy esperaba que el hablara y Terry esperaba a que Candy lo hiciera

-bueno, pecosa – dijo Terry y se sintió extraño usando el sobrenombre que él había puesto a Candy-lo siento- se disculpo

-no importa – dijo Candy sonriendo cálidamente – es raro escucharlo después de tanto

-¿raro?- pregunto Terry

Unos golpes en la puerta interrumpieron nuevamente- con permiso señora traigo el té- dijo la empleada que había recibido a Terry en la puerta

-gracias, solo ponlo ahí por favor

Terry iba a hablar de nuevo pero algo mas interrumpió esta vez la puerta se azoto dejando pasar a un niño que entraba corriendo en dirección a Candy

-mira lo que paso – dijo el chiquillo mostrando su raspada rodilla a Candy

-¡ay! – se quejo Candy – y no solo tu rodilla mira tu ropa- dijo Candy al ver que el niño también había dañado su ropa

- lo siento – dijo el niño con el rostro gacho

- no importa- dijo Candy levantando al niño y sacando un pañuelo para limpiarle la herida- ya esta- dijo la rubia sonriendo

-gracias, te amo mami

- yo también te amo pequeño- dijo Candy abrasando fuerte al niño

-mami- dijo el niño viendo hacia Terry -¿Quién es él?- apunto el castaño

-el…- dudo Candy – es un amigo de la familia

-aaa, hola –dijo el pequeño dirigiéndose a Terry –yo me llamo Edward ¿y tu cómo te llamas?

-mi nombre es Terrence

-terr… - al niño no le fue posible pronunciar el nombre de Terry

-tú puedes llamarme Terry –dijo el castaño, mientras sonreía

-tú puedes llamarme Ed – dijo el niño

-Terry y yo estábamos conversando cuando tú llegaste- dijo Candy al niño

-lo siento mami, con permiso señor- dijo el niño saliendo de la salita

-debí suponerlo- dijo Terry, una vez que el niño salió de la habitación

-¿suponer que Terry?

-que ya tendrías una hermosa familia- dijo Terry sonando melancólico – que tus hijos me caerían bien-trato de recomponer el tono de voz

-oh- dijo Candy bajando la mirada

-bueno- dijo Terry – yo solo vine a entregarte esto-y extendió la carta a Candy

-¿ y eso que es?- dijo Candy tomando el sobre

-es… una carta que Susana me entrego antes de… morir insistió mucho en que te la tenía que entregar yo personalmente, así que ya lo hice, y ahora es tiempo de que me vaya

-yo, no lo sabía Terry lo siento mucho, de veras Terry

- lo sé Candy, pero estoy bien

-¿cuándo te irás? Tal vez Albert quiera hablar contigo

-tratare de descansar esta noche y tal vez me vaya mañana a medio día

- cuando Albert llegue le diré que has venido, se pondrá muy contento

-eso espero, me retiro

-te acompaño – dijo Candy caminando atrás de Terry y le pareció tan alto más de lo que recordaba que era