Lazos
Capítulo 1: tiempos de paz
Era de madrugada en Karakura. Las clases habían terminado, pero debían ir al Instituto en dos semanas para recuperar las materias que habían perdido por pelear contra los stern ritters.
Se encontraba apoyada en el marco de la ventana. Sus ojos violáceos miraban expectantes hacia afuera, esperando algún tipo de evento que pueda sacarla de sus pensamientos.
Días atrás, en la S.S., Ukitake taichou le asignó la misión de controlar a Ichigo, por ser ella cercana.
"Soy una teniente" – dijo ella.
"Lo siento, son órdenes de Kyoraku So-taichou" – dijo el peliblanco.
Todo sereitei la creía indicada para esta misión, pero ella no sentía la más mínima necesidad de hacerlo.
Ensimismada en sus pensamientos, se encontró con la mañana.
"Goodmorning IchigooooooooooPLAF – Isshin atravesó la ventana y cayó al patio.
Ya en la mesa, se encontraban Yuzu sirviendo té, Karin, Ichigo y Rukia sentados, viendo el espectáculo diario del patriarca de los Kurosaki.
"Masaki, tus hijos ya no me quieren" – llora a cántaros.
Luego del desayuno, Ichigo se dirigió al baño a acicalarse.
Rukia, como parte de la honorable casa Kuchiki, había heredado el orgullo de su hermano mayor, situación por la que no podía incumplir con la misión que le había sido asignada por su superior.
Aprovechó que Yuzu y Karin habían acompañado a su padre a atender a unos heridos en un accidente a unos kilómetros de la ciudad; y se dirigió a vigilar al shinigami sustituto que todavía se encontraba en el baño.
Luego de la pelea con el Vandenreich, sus problemas para detectar reiatsu eran parte del pasado. Ichigo pudo sentir la presencia de la morena todo el tiempo. Ella desconocía esta situación, ya que no habían tenido mucho tiempo para hablar luego de ese incidente, y decidió darle un buen susto. ¿Qué mejor que salir en toalla? Seguramente no lo vería por la vergüenza, de todos modos… Era una enana virgen a los 150.
Abrió la puerta. La morena por un momento se escondió detrás de su mechón negro, pero recordó que los Kuchiki no se acobardan, así que sacó pecho, respiró profundo y lo miró a los ojos, dejando ver sus mejillas sonrojadas.
"Etto…" – atinó a decir, sus palabras se quedaron a medio camino. Por Kami, su físico era increíble. Éste niñato cabeza de zanahoria, maleducado, soberbio, ¡NO! Ella no debía pensar en él de esa manera.
"¿Acaso me estás vigilando, enana?" – Dijo el chico.
"Etto…" – Las palabras seguían sin poder salir de su boca. – "Sí, gomen ne… Ya me iré".
En lugar de irse, se quedó mirándole. Las gotas de agua recorrían cada milímetro de su pecho. Hubiera peleado contra 15 gillians juntos sólo por dejar que esos brazos la contengan. Era parte del juego del chico, pero esa mirada lo estaba poniendo algo incómodo.
"¿Podrías ya darte la vuelta, enana?"
"¿Para qué?"
"Para que me cambie, baka."
"…"
No pudo decir nada. Fue la primera vez en que se encontraba en una situación como esa. No recordaba en qué momento comenzó a sentirse así. De cierto modo, todo había comenzado aquella vez, cuando él tenía 15 años y era un niñato de preparatoria…
