Prólogo
El tiempo sigue pasando. Para algunos, muy rápido, para otros, muy lento, pero sigue pasando sin que nadie lo pueda evitar. El tiempo no perdona nunca. Se conocen a nuevas personas, se olvidan cosas, mientras que otras se recuerdan. Se pierden amistades y a las vez se ganan distintas. Hay momentos difíciles y hay momentos desagradables pero la vida sigue y hay que saber aprovecharla.
A cada paso de los días, envejecemos, aunque no lo notemos, cambiamos, tanto mental como físicamente, maduramos y a veces decimos que nos queda mucho camino por recorrer. Pero, ¿qué es lo más importante en esta vida?
Muchos dirían opiniones diferentes, pero se dice que cuando hay amistad y amor, no se puede pedir nada más. Ok, esto es el plan de alguien. ¿Qué tal si nos trasladamos a Konoha?
Era un día caluroso en la Aldea Oculta de la Hoja.
-o-o-o-
—¡Tsunade—sama! ¡Tsunade-sama! —llegó gritando Shizune por la oficina de la quinta Hokage.
—¿Qué ocurre Shizune? —preguntó a su vez la Godaime.
—Me han informado de que usted ha solicitado unas vacaciones para algunos de los ninjas de esta aldea y de otras.
—Así es.
—No me mienta Tsunade-sama.
—Te dije que es cierto —respondió.
—Me llegó el informe y sabe que sólo usted o alguno de los otros kages pueden mandar algo así —dijo Shizune—. Puede tenerme confianza y contarme cuál es su razón.
—No sé cómo dejarlo más claro Shizune, tú, yo, junto con algunos ninja de la aldea oculta de la hoja y la aldea oculta de la arena. Ya es hora de un merecido descanso, después de tanto trabajo, varios problemas relacionados con Akatsuki están resueltos por el momento, no creo que sea un inconveniente. Además, esto será parte de un plan maestro que estoy ideando.
—¿Su plan maestro? –preguntó Shizune.
—Exacto —respondió la quinta—. Esto tiene algo que ver con…
—¿Con qué?
—Te lo contaré después…
