Porque no todo el llanto es amargo...

Disclaimer: Los personajes no me pertencen, y yo no gano nada por escribir; tan sólo divertirme. Este fanfic participa en el concurso EMISARIOS convocado por la inigualable RDTMTolkien.


—A veces es bueno llorar cuando alguien a quién amamos sufre.

Aquél anciano de barbas grises y mirada dulce observaba el horizonte mientras daba caladas largas a su pipa. Una sonrisa se asomó ladina en su boca, sonrisa alimentada por el recuerdo.

Años habían pasado desde que él era tan sólo un Ainur, varias eras más joven y sin nada de la sabiduría que el paso del tiempo le regalaban en este momento. Y, después de tanto ir y venir por los años, seguía convencido de que las mejores lecciones le fueron transmitidas por quién menos esperaba.

*(Flasback)

—¿Qué te preocupa Olorín? Hoy te ves más cabizbajo que yo. —El aludido levantó la cabeza y miró a su maestra.

—Mi señora Nienna, no dejo de pensar en todo el mal que Melkor ha hecho al mundo. Más que nada en su reciente ataque ¿cómo pudo destruir los árboles que nos iluminaban? De verdad que es un ser despreciable. Sí yo pudiera eliminar todo y a todo lo que él ha creado lo haría. ¿Acaso usted no piensa hacer nada, mi señora? — La valië sólo miraba al exterior de sus ventanas, hacia el mar.

—Llorar. —respondió después de unos instantes. Olorín la miró sin entender. —Dices que me visitas porque deseas aprender de mí. Cada uno de los Aratar tiene algo característico. Y a mí se me llama "La plañidera"

—La que con sus lágrimas regó el montículo de Ezellohar, donde Yavanna había consagrado y entonces nacieron dos brotes, que habrían de convertirse en Laurelin y Telperion. —completó el Ainur en tono de narración.

—Desde que Iluvatar comenzó aquella melodía lo supe. Yo debía ser el luto que llorara cualquier pena. Por eso visito la estancias de mi hermano Mandos, para ayudar a sanar el espíritu de todos los desgraciados que ahí se encuentran... Ellos me esperan para que les dé consuelo y convierta su dolor en sabiduría. Y eso es lo que buscas ¿o no, mi querido amigo?

Continuó unos segundos en silencio y prosiguió...

—Olorín, mi cometido es llorar todas las heridas que Melkor pueda causar a las creaciones de Iluvatar. Llorar lo que hace sufrir a Arda. Y lo haré con la esperanza de que quienes me escuchen lleguen a aprender a tener esperanza y compasión. Hasta que todo acabe para comenzar de nuevo; ese será mi papel ¿Cuál será el tuyo, Olorín?

*(Fin flasback)

Gandalf acabó con lo poco que quedaba de contenido en su pipa. Contempló la extensión verde que delante suyo se mostraba.

—Esperanza... Esa es la respuesta a la pregunta. Porque de sus lágrimas adquirí sabiduría y de la sabiduría obtuve la esperanza. Esperanza que trae cosas inesperadas, cosas que en numerosas ocasiones sostienen la vida misma.

Recogió sus enseres y después de atarlos todos a cuesta del Meara, comenzó la que sería la más grande de sus aventuras. Donde necesitaría transmitir toda esa esperanza, sabiduría y resistencia para por fin curar Arda del mal que durante tanto tiempo le había aquejado.

—Adelante sombra gris, tenemos que visitar a Bilbo, date prisa o llegaremos tarde a la celebración de su cumpleaños.