Capítulo 1: Fuera de Japón.

Después de vencer a Lord Boros, Saitama se retiraba del lugar con una expresión sombría.

La pelea fue la mejor que tuvo desde que se volvió fuerte como para alargarla un poco pero no le dio satisfacción.

"Espero que Genos aún esté en una pieza".

Había visto al kaijin de 4 caras… ¿o eran 5?, no importa, lo vio merodeando abajo antes que se apareciera el tipo vestido de caballero del Rey Arturo.

El kaijin no se veía muy fuerte, así que era mejor dejarlo en manos del caballero de la mesa redonda; el samurái, el anciano Bang y otros miembros de la asociación se estaban acercando al lugar de todos modos.

Ni la caída de la nave lo sacó de sus pensamientos como para ver uno de los hoyos en el suelo —superficie de la nave— provocados por el combate.

Para cuando despertó, se dio cuenta que estaba sentado sobre escombros y polvo.

—Creo que debo poner más atención donde camino. —Dijo a nadie en particular.

Cuando se disponía a levantarse, vio algo rojo y casi enterrado en los escombros debajo de sus muslos.

—¿Qué es esto? —preguntó antes de agarrarlo con los dedos y jalar.

Creyó oír el efecto de sonido de cuando se encuentra un nuevo ítem de un videojuego de su infancia al notar que en su mano alzada tenía una bufanda; no era solo roja, tenía rayas doradas y era gruesa con pelos en los extremos.

—¡Qué suave! —Expresó con un suspiro al frotarla en su cara—. Y cálida también.

Ya no tendría que usar a Genos como calentador cuando sintiera pescar un resfriado.

Mientras tanto, Genos y los demás héroes clase S —menos Lai, un clase A— corrían por sus vidas.

De todos los enormes pedazos de edificios y concreto que Tatsumaki lanzó a la nave con su telekinesis, alguno debió dar en su punto débil y ahora caía sobre la destruida Ciudad A. Nadie excepto Genos —quien lo sospechaba—, sabía la verdad.

—¡Mierda! ¿Cómo Silver Fang puede ser tan veloz? —Exclamó Metal Bat al ver la enorme delantera que les llevaba el anciano.

—¡No es momento de ser competitivo! —Regañó el Samurái Atómico quien iba atrás ayudando a Lai.

—¡Angel Dash! —Gritó Puri-Puri Prisoner como si fuera a aumentar su velocidad actual.

—¡Oye Maricón! ¡No corras delante de mí, eres lento! —Le gritó Metal Bat.

Puri-Puri Prisoner lo ignoró y volvió a gritar: —¡Angel Dash!

—¡Solo dices tonterías! —Gritó Metal Bat exasperado.

Cuando la nave finalmente impactó en los restos de Ciudad A, ocasionó un breve pero fuerte viento que le faltó poco para ser huracán y un terremoto que por suerte no afectó más de fuera de los límites de la ciudad.

—La nave ha caído. —Dijo Genos sin poder creerlo aún.

—Supongo que debemos ir. —Le dijo Darkshine antes de trotar hacia la nave.

En el interior de dicha nave, Saitama aún seguía sentado en los escombros.

—¿Mmh? Dejó de temblar.

Se puso de pie y se abrió camino con su puño hacia el exterior.

—Oh, estoy afuera.

—¿Cómo saliste de la nave espacial? —La verdadera pregunta hubiera sido cómo entró en primer lugar pero eso fue lo que Darkshine pudo articular de la sorpresa.

—¿Eh? Alguien salió… —Murmuró para sí Tatsumaki quien se encontraba volando cerca y se aproximó a ver—. ¿No eres él clase B que quería té antes?

Ciertamente recordaba un calvo simplón que la ignoró y en la reunión se había sentado con Demon Cyborg.

Saitama no dijo nada, no esperaba encontrar a nadie, nadie excepto tal vez-

—¡Maestro!

—¡Hey, Genos!

—¿Se encuentra bien?

—Ya terminé aquí. Vámonos. —Dijo Saitama a modo de respuesta antes de emprender camino con Genos al lado.

—¿Derrotó al líder de la nave?

—Sí, era muy fuerte. —Saitama alzó el puño a la altura del pecho—. El más fuerte con el que me he enfrentado.

—Entonces si usted no hubiera venido, la tierra hubiera estado en grave- ¿Eh? ¿Y esa bufanda, maestro?

—¿Esto? La encontré en los escombros de la nave.

Genos sujetó uno de los extremos y le hizo un análisis con su computadora integrada.

—Parece que es solo una bufanda de lana de oveja.

—Es una bufanda gratis.

A Darkshine le incomodó ser ignorado pero por su propia seguridad, decidió alejarse antes de ser parte del daño colateral que causaría la ira de Tatsumaki cuando se recobre de su shock.

El calvo realmente tenía valor —y mucho— para ignorar a alguien tan poderosa, rango 2 de la clase S no menos.

—Tal vez debería llevarla con el Dr. Kuseno para-

—¡Alto ahí! —Resonó una voz chillona y furiosa.

—¿Eh? —Alcanzaron a decir cuando se detuvieron. Se dieron la vuelta al mismo tiempo que Tatsumaki siguió gritando en rápida sucesión.

—¡No sé cómo lo hiciste pero-! ¡¿En serio te infiltraste a la nave solo?! ¡¿Un clase B?! ¡¿Cómo te-?!

Después de 20 palabras Saitama ya no prestaba atención. Había cosas más importantes en qué pensar.

"¿Qué haremos hoy para cenar?"

Genos en cambio, ardía en furia con cada insulto que la mocosa verde e impertinente dirigía a su maestro. Cuando los insultos comenzaron a referirse a su calvicie…

—Oi, Genos. —Le dijo Saitama con un —muy— ligero toque en el pecho con el codo para llamarle la atención.

Genos solo giró la cabeza lo suficiente para ver a su maestro, la expresión de su cara se mostraba sombría.

"¿El maestro está tan enfadado que le pedirá que la incinere? No. Él no era capaz de tal violencia, no con fuego de todas formas. ¿Amenazarla, tal vez? Sí, eso es seguro". La planeación de su amenaza casi hizo que no escuchara la orden del maestro.

—Vámonos a casa. —Dijo Saitama de forma casual, como si no hubiera pasado nada.

Genos no tuvo tiempo de reaccionar, él y Saitama salieron disparados por los aires girando como si estuvieran dentro de un tornado. Tan rápido como empezó, dejaron de girar y cayeron en picada.

A unos pocos metros antes de llegar al suelo, Genos soltó la bufanda y se preparó haciendo una pose para caer en sus pies. Saitama solo movió las piernas simulando caminar como un acto de reflejo; sintió que la fuerza de la caída iba disminuyendo.

—¡Oi, Genos! ¡Camina en el aire!

—¿Eh?

—¡Sólo házlo!

Como buen alumno, Genos obedeció. Sintió casi al instante como el descenso se suavizaba.

Al final, el aterrizaje fue como caer después de dar un gran salto.

—¿En dónde estamos? —preguntó Saitama a nadie en particular mientras miraba a su alrededor.

Estaban parados en la acera frente a una de tantas casas similares, muy limpias y con un cierto parecido a las casas de la edad media que vio en uno de sus mangas favoritos. Hacía un calor terrible como en Ciudad Z, se veía una o dos personas a lo lejos en la calle y estaba empezando a oscurecer.

—Según mi GPS, estamos en la calle Privet Drive del pueblo Little Whinging en el estado de Surrey, Inglaterra.

—¿Inglaterra? —Expresó Saitama sin poderlo creer del todo—. Esa mocosa debió estar realmente furiosa para mandarnos a volar fuera de Japón. "Con razón la fachada de este lugar".

"No creo que haya sido Tatsumaki, ella seguía insultando al maestro Saitama cuando algo nos jaló por los aires.

La sensación fue como si un enemigo me hubiera sujetado un gancho en el ombligo y este gancho tuviera una soga atada del que me halaban con gran fuerza por los aires a una larga distancia. No sentí ningún tipo de dolor pero sí fue bastante desagradable, creo que fuimos succionados por un tornado y la forma en que aterrizamos aquí... Todo esto es muy extraño, como si fuera un acto magia pero no puedo molestar al maestro solo con suposiciones..."

—¡Oye, Genos! ¡He estado llamándote por casi 2 minutos!

—Me disculpo, maestro. —Dijo Genos inclinando la mitad del cuerpo hacia delante—. No era mi intención ofenderlo.

—Ya, olvídalo. —Le dijo Saitama restándole importancia antes de sacar de uno de los bolsillos secretos del pantalón algo plástico en forma de tarjeta que desdobló paso a paso para revelar una bolsa de supermercado donde guardó su nueva bufanda.

—Este calor es horrible, —comentó—. Vamos por un helado.

—Sí, maestro.


—¿Desde cuándo te llaman 'Big D'?

—¡Cierra la boca!

Por la calle Magnolia pasaba el infame Harry Potter, un delincuente juvenil que —según contaban sus tíos a la gente—, asistía a una institución especial para delincuentes como él. Su desaliñada apariencia solo confirmaba su reputación. Iba acompañando a su fornido y poco inteligente primo Dudley porque éste era su toque de queda: la hora que se le diera la gana de regresar a la casa, era la hora correcta, cualquier minuto después era muy tarde para Harry.

—Es un buen apodo ¿sabes? —Dijo Harry sonriendo como si fuera un buen chiste—. Aunque para mí sigues siendo 'IckleDiddykins'.

—¡Dije que cerraras la boca! —Siseó Dudley cerrando sus manos de jamón en puños.

—¿Saben cómo te llama tu mamá?

—¡Cierra la maldita boca!

Y así continuaron las provocaciones de Harry, no era el modo que hubiera preferido descargar sus frustraciones respecto a sus amigos, Sirius, Hogwarts, Voldemort… molestar a Dudley era la única salida que tenía de momento.

Y Dudley hacía un constante autocontrol para no responder con los puños, aunque podía tirar al piso fácilmente al enclenque de su primo, la varita escondida en los bolsillos del pantalón se lo impedía.

Aún con la existencia de la regla de no hacer magia fuera de esa escuela, nada le aseguraba que no sería convertido en cerdo o hincharse como globo y salir volando si se le daba la gana.

Doblaron a la derecha por el estrecho callejón donde Harry vio por primera vez a Sirius y era un atajo entre la calle Magnolia y Wisteria Walk. Estaba vacío y mucho más oscuro que las calles que unía porque allí no había farolas.

—Te crees un hombre por la cosa que llevas, ¿cierto?

Harry sonrío de nuevo.

—No eres tan estúpido como te ves, ¿eh? pero supongo que si lo fueras no serías capaz de caminar y hablar al mismo tiempo…

Harry sacó su varita. Vio a Dudley verlo de reojo.

—No tienes permitido usarla, —dijo Dudley de una vez—. Lo sé, te van a expulsar de esa escuela de fenómenos si lo haces.

—¿Cómo sabes que no han cambiado las reglas, Big D?

De nuevo, este era el motivo por el que Dudley no podía golpearlo.

—No han cambiado, —respondió, aunque no se oía convencido. Harry solo rió en voz baja.

—No tienes las agallas para enfrentarme sin ayuda de esa cosa, ¿no es así?

Al diablo las consecuencias, si no podía golpearlo al menos podía devolverle sus burlas sacándole en cara los lloriqueos que tenía que soportar algunas noches, especialmente la noche anterior.

—De hecho, no eres así de valiente en la noche.

—Esta es la noche Diddykins. Es como lo llamamos cuando se pone así de oscuro.

—¿Y yo soy el estúpido? ¡Me refiero a la hora de dormir!

Dudley dejó de caminar y Harry hizo lo mismo, mirando a su primo. No veía nada en su cara aparte de esa sonrisa de haber triunfado.

—¿A qué te refieres a que no soy valiente a la hora de dormir?

Hora de la revancha.

—Anoche te oí, —dijo Dudley despacio, casi sin respiro—. Estabas hablando dormido. Lloriqueabas

—¿Qué quieres decir? —Preguntó Harry aunque sabía la respuesta. Anoche visitó el cementerio nuevamente, en sus sueños.

Dudley soltó una burlona carcajada y después, usando un tono molesto y chillón de niño asustado dijo: —"¡No mates a Cedric! ¡No mates a Cedric!" ¿Quién es Cedric? ¿Tu novio?

—Mientes. —Respondió Harry de forma automática, sabía que Dudley no mentía. ¿De qué otra forma sabía de Cedric?

—"¡Papá, ayúdame! ¡Quiere matarme! ¡Papá!" —Dudley hizo un sonido patético y lastimero.

—Silencio, Dudley. —Dijo Harry entre dientes—. Te lo advierto.

—"¡Mamá! ¡Papá! ¡Vengan a ayudarme! ¡Él mató a Cedric! ¡Él va a-!" ¡No me apuntes con esa cosa!

Dudley retrocedió hasta pegar su espalda contra la pared del callejón, Harry le apuntaba al corazón con la varita. El odio de 14 años hacia Dudley se juntaba, la tentación de lanzarle maldiciones hasta que se arrastrara a la casa de sus tíos se hacía más grande a cada segundo.

¿El peor caso de acné? ¿Unas orejitas y cola de cerdo? ¿Una comezón que lo haría rascarse hasta sangrar…?

—No vuelvas a hacer eso. —Amenazó—. ¿Me entendiste?

—¡Apunta a otro lado!

—Te pregunté si entendiste.

—¡Apunta a otro lado!

—¡¿Me entendiste?!

—¡Aparta esa cosa de— !

Dudley soltó un extraño y estremecedor grito ahogado, como si le hubieran echado un balde de agua helada.

Algo le pasó a la noche. De pronto el cielo lleno de estrellas se quedó negro, sin nada de luz: de las estrellas, de la luna y el resplandor de las farolas que había en los extremos del callejón.

Tampoco había sonido; el murmullo de los autos, el susurro de los árboles que se mecen con el viento, el ocasional maullido o ladrido de la mascota de algún vecino, nada.

El clima hasta entonces templado y agradable, se volvió repentinamente frío. Un frío glacial que poco a poco calaba hasta los huesos.

Estaban rodeados de una total, silenciosa, impenetrable y fría oscuridad. Como estar encerrados dentro de una refrigeradora.

Por un momento, Harry creyó haber hecho magia accidental como el incidente de la serpiente, pese a que se contuvo con todas sus fuerzas; entonces cayó en cuenta que no tenía el poder de apagar las estrellas. Intentó ver algo a los lados pero esta oscuridad lo dejó totalmente ciego.

La voz aterrorizada de Dudley le llegó a los oídos, no se había movido de la pared.

—¿Q-qué haces? ¡Detente!

—No estoy haciendo nada. ¡Cállate y no te muevas!

—¡No p-puedo ver nada! ¡Estoy c-ciego! ¡Es-!

—¡Que cierres la boca!

Su cuerpo comenzaba a temblar por el frío, volvió a intentar ver algo a su alrededor sin moverse de su lugar. Aun abriendo los ojos lo más que podía no cambiaba nada.

Algo terrible se le vino a la mente, le llegó tan fuerte como los escalofríos que sentía.

"Era imposible… no podían estar aquí… no en Little Whinging…" Agudizó el oído, los escucharía antes de verlos.

—¡L-le contaré a papá! —Chilló Dudley—. ¿D-dónde estás? ¿Q-qué estás h-ha-?

—¿Quieres callarte? —Siseó Harry—. Intento es-

Se quedó callado. Acababa de escuchar lo que más temía.

Había algo en el callejón aparte de ellos, algo que hacía largas, roncas y vibrantes respiraciones. Sintió una fuerte sacudida de terror que lo mantenía quieto, sin hacer nada.

—¡Basta! ¡Detente de una vez! ¡Te voy a golpear! ¡Lo juro!

—¡Cállate, Dudley!

En el instante, Harry sintió algo impactar en un lado de su cabeza que lo hizo caer al suelo y su varita salió volando. Unas lucecitas blancas aparecieron frente a sus ojos.

Primero la ventana, ahora Dudley, dos veces en una hora sintió que se le partía la cabeza.

—¡Eres un imbécil, Dudley! —Gritó Harry, el dolor le hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas.

De manos y pies, Harry buscó su varita con desesperación. Oyó a Dudley que se alejaba dando tumbos contra la valla del callejón, tambaleándose.

—¡Dudley, regresa! ¡Vas directo hacia él!

Se oyó un chillido espantoso, el ruido de los pasos de Dudley cesó. Al mismo tiempo, Harry sintió un frío espeluznante detrás de él que solo podía significar una cosa: había más de uno.

—¡Dudley, mantén la boca cerrada! ¡Sin importar lo que hagas, solo mantenla cerrada!

De repente, escuchó pasos que venían hacia el callejón y una luz apareció en el suelo del lado izquierdo, alguien se acercaba y no venía solo. ¿Era Sirius y alguien más? ¿Ron y los gemelos?

La luz marcaba vagamente la silueta de Dudley en el suelo con una gran y espantosa figura flotando encima.

—¡Dudley!

En un segundo, la luz que antes iluminaba fuera del callejón ahora le cegaba. Usó su brazo para tratar de proteger su vista.

Dos tipos extraños aparecieron, uno de ellos se movió tan rápido que apareció frente a él.

De la impresión, Harry cayó sentado, apoyándose en las manos, no notó que luz era más tolerable para la vista.


Cuando Saitama vio al gordito siendo atacado por un kaijin que parecía fantasma, no tardó en apartarlo.

Notó que sin querer le dio un susto a un chico con lentes en el suelo pero no le tomó importancia. Por la cara de tonto tenía el gordito supuso que llegó un poco tarde.

No te muevas. —Oyó decir a Genos a sus espaldas con el kaijin.

Puso al gordito sentado en el suelo.

Oi. ¿Estás bien? —Preguntó un poco inseguro.

El gordito no dijo nada, ni siquiera se movía.

Harry reconoció el idioma japonés por las series animadas y películas con subtítulos que Dudley veía en casa cuando el tío Vernon y la tía Petunia no estaban. De momento no recordaba como llamaban a esas animaciones japonesas.

¡Shōkyaku!

Un rayo de fuego salió disparado hacia el cielo y se oyó algo caer al suelo.

Saitama giró el torso hacia su izquierda para ver si Genos eliminó al kaijin, dejando ver a Harry también.

El dementor estaba en el suelo, no tenía cabeza ni hombros, como si se las hubieran cortado...

"O desintegrado," pensó Harry al recordar el rayo de hacía segundos.

Humeaba mucho, se sentía un fuerte y desagradable olor a basura quemada.

De la palma de la mano derecha de Genos salía una hilera de humo gris. Con la otra iluminaba a su objetivo eliminado y a su maestro.

Saitama se enderezó y se puso de pie, caminó hacia delante pasando de Harry. Antes de que este pudiera preguntar —aunque quizás no le iban a entender— sintió otro frío repentino, más fuerte que el anterior y en aumento.

Se había olvidado del otro dementor y aún no tenía su varita.

—¡M-mi varita! —Balbuceó frenéticamente y continuó la búsqueda con la vista.

La encontró a cerca de su pie derecho. La tomó, se puso de pie y se dio la vuelta.

Se le revolvió el estómago.

Una figura alta como de 2 o casi 3 metros y encapuchada se deslizaba rápidamente hacia el tipo que ahora estaba a unos pasos delante de Harry. La figura estaba suspendida sobre el suelo, no se le veían los pies ni la cara, eran tapados por una túnica, y a medida que se acercaba podía ver detrás, a la distancia la luz de la noche.

Harry se acercó un par de pasos pero Saitama extendió el brazo sin quitar la vista del dementor, impidiendo el paso. Una bolsa de compra que Harry no había notado hasta entonces, se balanceaba en la muñeca izquierda.

No te acerques. —Le dijo Saitama serio—. Yo me encargaré.

Harry no entendió sus palabras pero sí su gesto. Retrocedió un poco aunque se mantuvo cerca con el brazo tenso, listo para levantar la varita por si acaso.

"¿Qué piensa hacer? No tiene varita".

Entonces recordó de nuevo el dementor quemado. "¿Acaso va a- ?"

Renzoku Futsuu no Panchi.

—¿Qué-?

Harry no pudo hacer más que abrir la boca y soltar sonidos extraños como si las palabras se le atoraron en la garganta. Si esto fuera una caricatura, su quijada probablemente estaría en el suelo.

Lo que su mente procesó fue: múltiples puños que aparecieron de lanzar uno y la mitad del dementor estalló en pedazos.

Apenas si pudo darse cuenta que la luna y las estrellas regresaron a la vida. Las luces de las farolas y los sonidos de la calle (autos y mascotas de los vecinos, el movimiento de los árboles por la brisa) también regresaron.

"Ese hechizo parecía un movimiento de combate de las artes marciales en las animaciones japonesas. En la vida real, nadie sería tan rápido como para crear la ilusión de varias puños".

Pero no escuchó los pasos apresurados que llegaban detrás de ellos.

"Para causar un gran daño en el dementor, los puñetazos debieron ser sólidos. Y si lo fueron..."

—¡Harry! —dijo una voz casi sin aliento.

El mencionado se dio la vuelta mientras Genos iluminó a la persona que recién llegó.

Era la señora Figg, la vieja vecina chiflada. Estaba jadeando en la salida del callejón. El canoso cabello grisáceo se salía de la redecilla, una bolsa de compras se balanceaba en una muñeca haciendo ruidos metálicos y tenía las zapatillas de tela mal puestas, mostraba los talones.

Harry se apresuró a esconder su varita.

—¡No guardes eso, niño idiota! —Gritó la señora Figg mientras se acercaba a Harry—. ¿Y si hay alguno más suelto por aquí? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!


Notas del Autor:

En esta historia:

-Las ciudades de la A a la Z están dentro de las 40 ciudades de la prefectura de Saitama en la Isla Honshu de Japón.

-Los dementores son un poco diferentes.

-Aunque este es un crossover, el cambio de algunos eventos lo hará ligeramente AU, y los personajes serán algo OOC pero no permitiré que se salgan del canon.