Los personajes no me pertenecen. Son de la propiedad exclusiva de JK Rowling.

Summary: Después de una boda fallida, cuando creía que nunca más iba a encontrar el amor. La encontró a ella. Lástima que la señorita Granger fuera su estudiante. – AU.

"Como si fuera"

I

Preludio

- Eres idiota, ¿Cierto? Porque no encuentro otra explicación a esto.

Suspiró, ya se esperaba aquella reacción del moreno. A pesar de que su amigo puso cara de desagrado al ver que sacaba un cigarro de la cajetilla, se dispuso a fumarlo de todas maneras, en segundos había bastante humo en la pequeña oficina, por lo que el chico abrió la ventana y movió las manos tratando de disipar el humo de manera exagerada.

Se dedicó a observar a su mejor amigo de toda la vida, lo conocía desde que era pequeño, creo que ni siquiera recordaba si sabía caminar cuando lo conoció. Lo más probable es que fuera así, debido a que sus madres se conocieron cuando jóvenes en el período de la Universidad, así que era un hecho, lo conocía quizás desde que nació. Estudiaron en el mismo colegio, fueron compañeros de clases, incluso jugaron fútbol en el mismo equipo y participaron en torneos que naturalmente ganaron. Hablaban de chicas, de los ligues de fiestas, ambos eran imparables, hasta que a la vida de cada uno, llegaron las chicas que lo marcarían de por vida. Por motivos que no quiere recordar, su vida no terminó enlazado para siempre con aquella chica, no como en su amigo, que ya se encontraba casado y que esperaban un hijo. Sus hijos no serían amigos ni compañeros de curso como ellos lo habían sido, y eso de cierta manera, le generaba un poco de envidia.

Él estaba haciendo su vida, tenía una esposa que lo amaba, iban a tener un hijo, vivían en una hermosa casa, de esas que parecían de cuentos, rojas con bordes blancos, con un lindo jardín, con amplias ventanas, con un árbol tan grande que daba una esplendorosa sombra y del cual, en una rama, colgaba una soga con un neumático como columpio.

Ya se lo veía a él jugando con su hijo con un pequeño arco de juguete, mientras hacía una actuación de que los goles de su hijo eran muy difíciles de atajar. Se imaginaba a su esposa vistiéndolo todas las mañanas para darle un beso sonoro en la mejilla, e incluso ya veía la hermosa foto familiar que enviarían a sus cercanos para el cumpleaños número uno de su hijo. Ella estaría vestida con un hermoso vestido blanco de tirantes con el niño en sus brazos, y él estaría sonriendo en uno de esos chalecos que usaban casi todos los padres de familias felices que salían en los anuncios de la televisión. Seguramente cambiarían el auto que tenían por uno grande y de color burdeo, y tenía que ser más espacioso porque estaba seguro que después de su primer hijo, estarían con ansias de tener más. Iba a haber una silla de bebés en el asiento trasero y al lado de ésta un bolso celeste lleno de pañales y todas esas cosas que necesitaría un bebé. Él estaría manejando, mientras su esposa iría de copiloto y estarían sonriendo al escuchar a su hijo reír por las canciones infantiles que sus padres le cantarían con tanto ahínco.

Lo más probable es que su amigo moriría por una edad avanzada, rodeado de sus hijos y con innumerables nietos que ensuciarían la casa con barro por estar jugando en el pasto.

Iba a tener una vida jodidamente feliz.

Una vida, que desde muy internamente, envidiaba con creces.

Pero ahora todo era distinto, estaba ella. Y era todo lo que necesitaba en su vida de mierda para salir a flote. Cuando estaba junto a ella, el tiempo se detenía y a su vez avanzaba muy rápido. Podía conversar durante horas seguidas sin aburrirse, el helado que vendía el señor de la esquina del parque central era exquisito cuando lo comía a su lado, y hasta una simple hoja con un "Te quiero" se volvía un tesoro invaluable. Pasaban horas tirados en el pasto mientras reían sin parar, su traje que antes hubiese cuidado con mucho esmero estaría sucio por el pasto y eso poco le importaba. Ella le atraía tomándolo de su corbata para besarle despacio, se besaban por largos momentos hasta que él se separaba por su bien y por el de ella, y porque principalmente aún no era el momento para que la chica satisficiera ese tipo de necesidades, que el cómo todo hombre, sufría. Desde que ella había llegado, había podido salir adelante, seguir con su vida, incluyéndola. Necesitaba estar con ella a todo momento, respirar su aroma, perderse entre sus piernas mientras ella le acariciaba el cabello cada vez que podía. Tenía que verla siempre que pudiera, ver como caminaba, como sus frágiles manos tomaban un libro para empezar a hojearlo, necesitaba todo de ella.

No podía dejarla.

No ahora que por fin la había encontrado.

- Me dijiste que rehiciera mi vida, después de lo que pasó-se reía internamente al ver la expresión que puso su amigo, se puso las manos en la cara y las arrastró haciendo que sus ojos se estiraran.

- ¡Sí idiota! ¡Te lo dije!-miró para todos lados de la oficina como si temiera que alguien le escuchara-Pero no con la Señorita Granger-susurró como si fuera algo impensable. Por su parte, sintió ese cosquilleo en su estómago como siempre sentía cuando escuchaba su nombre.

Granger era todo lo que en su momento había buscado. Era la mujer que llegó a su vida para llenar todos esos huecos que nunca tuvieron sentido en su vida, era ella. Él sabía que era la indicada para su vida, y que él era lo mismo para ella. Tenían ciertos problemas, pero iban a poder enfrentarlos.

Apagó el cigarro que tenía en las manos en el cenicero de madera, y sacó otro.

- ¿Puedes si quiera dejar de fumar?

- No estamos en tu casa-dijo recordándole. Desde que su esposa le había dicho que estaba embarazada, no dejaba que nadie fumara en su presencia. Una buena costumbre, pero que se le había quedado pegada aunque no estuviera junto a su esposa.

- Escúchame, y escúchame bien Malfoy-su amigo se sentó en una silla que estaba enfrente de su escritorio.- Vas a dejar de verla- No pudiste evitar fruncir el ceño. ¿Dejar de verla? Él no podía hacer eso- Sí, lo harás. Vas a tener que ir y decirle que lo de ustedes no puede ser, ella seguramente llorará, y tú tendrás que ser fuerte y no quebrarte ante aquello. Vas a dejar de llamarla, no le hablarás salvo para lo que sea estrictamente necesario. Sufrirá, llorará, y te superará. Y tú también, podrás seguir adelante, ella también lo hará. Ella encontrará otra pareja, y tú igual, te casarás, tendrás hijos, y tus hijos serán amigos de los míos, y todos quedaremos bien. Viviremos felices, ella te recordará como su primer amor, y tú...-Arqueó una ceja y movió la mano instándole a que siguiera hablándole- Tú verás como la recuerdas. Bien, eso harás y yo te ayudaré. Puedo presentarte a una amiga de mi esposa y...-

- No voy a dejar a Granger-le interrumpiste. Tu amigo negaba con la cabeza una y otra vez.

- Tienes que hacerlo.

- ¿Por qué estás tan empecinado en que lo haga? No tiene nada de malo, nadie se ha dado cuenta.

- ¡Pues yo sí me di cuenta! ¡Yo! ¡Tu amigo más despistado del mundo! Al que tuviste que decirle que mi esposa estaba detrás mío o sino, nunca me hubiese dado cuenta ¡Yo me di cuenta! ¿Sabes que quiere decir eso? Que de seguro hay más personas que lo han notado- el chico ya no estaba sentado, sino que caminaba en círculos de un lado a otro de la sala, y se despeinaba el cabello una y otra vez- Nunca debí haberte presentado a Astoria.

- Ella no tiene nada que ver en esto.- la simple mención de su nombre te generaba una pequeña incomodidad.

- ¡Claro que tiene que ver! Si tú no la hubieses conocido, nunca te hubieras fijado en la señorita Granger y quizás así...-su amigo se sentó derrotado en la silla.

- ¿Quizás así qué?

-¡Quizás así nunca te hubieras metido en el lío que ya estás metido! Escúchame Malfoy, sé que no me has prestado atención en todo éste rato. Pero ella es imposible para ti.

- Granger no es imposible para mí.

- ¡Tiene diecisiete años Malfoy! Es tu estudiante, eres el profesor a cargo de su curso desde hace tres años. ¡Es imposible! Y lo sabes- el chico se puso de pie y tomando su chaqueta se dirigió a la puerta de la oficina, con una mano en el picaporte se giró a ver su amigo de vida- Draco, es un consejo. Sepárate de ella antes de que te encariñes con ella, yo no diré nada por el momento. Estás en un error, y no me quedaré tranquilo hasta sacarte de aquello.

- Harry-el chico se giró a verlo antes de que cerrara la puerta- La quiero.

- Eres un idiota, Draco-y con esas últimas palabras, Draco Malfoy se quedó solo en su oficina.

Se puso de pie y observó desde el marco de la ventana a los alumnos que estaban haciendo deporte en esos momentos, sacó otro cigarrillo.

Sabía que su amigo tenía razón, pero no quería admitirlo. Le parecía que había sido mucho tiempo desde que la conocía, y era claro, era su profesor desde hace tres años. Nunca pensó, jamás se imaginó en su vida, que ahora mismo estaría enredado con aquella chica que conoció hace tiempo. Con aquella escuálida chica, de pocas curvas, de cabello enmarañado y que en su momento había usado frenillos. Aunque el rastro de esa joven de catorce años ya no estaba presente, era imposible no dejar de pensar, en cómo había caído ante ella.

¿Cómo era que terminó enredado junto a su estudiante?


Notas: Es la primera historia que escribo de ésta pareja. Tenía la idea en mente, nunca me han gustado mucho las historias donde las edades son abismales, así que en ésta no será tanta la diferencia de edad. Si les gusta la idea, enviadme un review con sus opiniones. Saludos y tengan piedad :)